Antes de empezar la historia, quiero aclarar dos cosas:
1.- esta historia no me paso a mi solo la encontre en internet, lo aclaro para que no me pregunten si es verdad ya que la historia habla en primera persona, como si dichos sucesos me hubiesen ocurrido.
2.-No puse imagenes porque no encontre ni imagenes relacionadas. Primero pense poner una muñeca de porcelana cualquiera, pero luego empiezan con sus preguntas extrañas que pueden hacer.
La historia de la mudanza que marcó mi vida para siempre. Esta es una historia de índole real que ha sucedido hace exactamente dos años, tiempo durante el cual he tratado de olvidar lo sucedido. La razón por la cual hoy he decidido darla a conocer consiste en mi necesidad de aportar a otra persona una advertencia sobre las muñecas de porcelana....Actualmente tengo 18 años de edad; antiguamente podía ser considerada una persona especialmente escéptica. Pero eso cambio, como he mencionado antes, hace dos años.
Soy una joven que nació y se crió en un hogar relativamente normal; soy hija única y siempre había deseado que mis padres pudieran darme un hermano. Tras años de tratamiento, mis padres lograron concebir una niña, Sofia era el nombre de mi tierna hermana recién nacida.
Ya con una familia mas numerosa, mi madre considero que vivir en una casa de mayor amplitud beneficiaría mi crecimiento, al igual que el de mi hermana. Al plantear la cuestión a mi padre; él acepto sin ninguna objeción, pues hace unas semanas había recibido una importante oferta laboral en las afueras de la ciudad pero no sabía si mi madre aceptaría el hecho de dejar nuestro hogar.
Durante un mes, ambos buscaron una casa que cubriera eficazmente las nuevas necesidades de la familia. La casa apareció.
Llegó el día de la mudanza y mi padre se encontraba especialmente ansioso, no paraba de moverse de un lado a otro y parecía verificar cada movimiento que el grupo de obreros del camión de mudanza realizaba. Finalmente, con todas nuestras pertenencias sobre el camión y la casa completamente vacía, nos decidimos a partir.
Nunca olvidaré el lento andar del auto mientras mi madre y mi hermana menor saludaban a la antigua casa con una gran sonrisa en sus rostros. Personalmente, no me emocionaba tanto el hecho de mudarnos a una casa más grande, extrañaría mi antigua escuela y los pocos amigos que había podido conseguir.
Llegamos y la casa era tal cual como mi padre la había descripto. La puerta de la entrada era gigantesca, podría calcular que medía el doble de mi casa anterior; el techo estaba formado por tejas azules un tanto desgastadas y las paredes eran perfectamente blancas, posiblemente pintadas antes de que la mudanza fuera efectiva.
Mi madre, con mi hermana en brazos salió sorprendida del auto y rapidamente ingresó a la casa; mientras mi padre y yo permanecimos unos segundos en el auto. -¿Que te parece?- preguntó; yo no contesté, pues no me parecía necesario mudarnos. Ambos nos bajamos del auto sin emitir una sola palabra, me paré a un lado del auto y observé la casa un par de minutos mientras mi padre descargaba una maletas que traíamos en el portaequipajes. Detrás de nosotros llegó el camión de la mudanza. Fue entonces cuando me decidí a entrar pues comenzaba a hacer frío y no me sentía a gusto ahí afuera sola (pues mi padre ya había ingresado).
Por dentro la casa no era muy distinta de lo que era por fuera, rustica y un tanto maltratada, paredes de color celeste y alfombra, una escalera grande que, supuse, llevaría a los cuartos. La sala estaba vacía, salvo por un viejo piano cubierto por una manta blanca y un cofre de madera oscura y gastada a un lado de la chimenea al cual no le dí importancia.
Subí rápidamente a ver las habitaciones, Me encontraba un tanto enfadada y no tenía las mas mínimas ganas de escuchar los comentarios de mi padre acerca de los beneficios de la nueva casa. Revisé los cuartos y elegí el que me pareció mejor; era espacioso y poseía dos ventanas grandes, las paredes eran color rosa y la alfombra era blanca.
Tras descargar del camión algunos muebles la noche se hizo presente y después de cenar temprano casa uno se dirigió a su cuarto correspondiente.
Mi hermana pequeña lloró toda la noche. Supuse que era normal, pues esa era la primera vez que dormía sola en un cuarto.
Pese a que mi madre se levantó varias veces para comprobar que todo estuviera bien, no podía hacerla dormir más de quince minutos antes de que volviera a llorar desconsoladamente. Aquella noche casi no pude cerrar los ojos, las ventanas grandes no me permite dormir, pues las cortinas estaban aun dentro de algunas de las cajas.
La mañana siguiente transcurrió normalmente, mi padre se fue a trabajar y mi madre se dedicó a desempacar y ubicar las pertenencias dentro de las cajas. Mi aburrimiento fue extremo ese día.
Llego la tarde. Mi madre se encontraba en la cocina con Sofia, mientras que yo en la sala, observando por la ventana como caían las hojas de los árboles, pues todavía no habíamos encontrado escuela para que yo pueda concurrir y no podía ver television porque el electricista no había venido aun para realizar el chequeo de la conexion eléctrica.
Fue entonces cuando mis ojos se clavaron en ese antiguo cofre que habíamos encontrado ya dentro de la casa el dia anterior. Me pareció un tanto bonito, pese a ser rustico, así que me decidí a vaciarlo para subirlo por las escaleras y llevarlo a mi cuarto. Cuando lo abrí, encontré una hermosisima muñeca de porcelana envuelta en una manta amarillenta. La muñeca era de largo cabello negro, tes blanca y unos grandes ojos azulados; llevaba puesto un vestido rosa con encajes y bordados. Corrí a enseñársela a mi madre, quien me dijo que era muy bonita y que la cuidara si es que pretendía quedarmela.
Esa noche envolví la muñeca en la manta y volví a guardarla dentro del cofre pues no quería arruinarla. Después de cenar, al igual que todas las noches, cada uno se dirigió a su cuarto. Apagué las luces y me recoste en completa paz, cerré los ojos y cuando me decidí a dormir, mi hermana comenzo con el show nocturno de llanto incesante. Una vez más no podría dormir.
Me levanté y abrí la puerta de mi cuarto y le grité a mi madre que hiciera callar a la bebe pues necesitaba dormir, la verdad es que me encontraba enfadada. Sin darme cuenta, deje la puerta abierta y me envolví en mis sabanas nuevamente. De pronto; sentí la puerta del cuarto de mi hermana se abrió y cerró rápidamente, supuse que era mi madre que se levantó a intentar hacer dormir a la inquieta Sofia. Esa noche no volví a escuchar los llantos de la bebe y dormí placidamente.
Hasta que a la mañana siguiente los gritos desgarradores de mi madre lograron despertarme; me levanté asustada lo mas rápido posible y corrí por el pasillo buscando el origen de los gritos, que raramente provenían del cuarto de mi hermana menor. Mis rodillas temblaban al igual que mis manos.
Cuando llegué no podía creer lo que veía. Mi madre tenía a mi hermana en brazos cubierta de sangre y mi padre se encontraba en el suelo llorando junto a la cuna; ambos me miraron y mis rodillas comenzaron a temblar aun mas, tanto así que caí al suelo como si mis piernas hubieran perdido las fuerzas, comencé a llorar desconsoladamente. Mi padre se acerco y me abrazó fuertemente.
En la tarde, después de que mi hermana fue llevada al hospital y muriera a causa de desangramiento por una herida en la garganta provocada por arma blanca, según los médicos. Me quedé sola en casa a cuidado de nuestros nuevos vecinos, quienes se ofrecieron a ayudarme en caso de que los necesite y a revisar que todo esté bien cada una hora.
Esa tarde me quedé en mi cuarto toda la tarde sin poder creer aun que mi hermana hubiera muerto a metros de donde me encontraba. Fue entonces cuando, no entiendo el porqué, me decidí a abrir el cofre y encontré la manta chorreando de sangre y debajo de la muñeca una navaja con doble filo. Guarde la muñeca en la caja y corrí a la casa de mis vecinos para contarles de aquello que había encontrado, llamaron a la policía, quienes llegaron unos minutos antes de que mis padres llegara.
Con el tiempo comprobaron que esa navaja fue el arma que mato a mi hermana y que aquella sangre en la manta le pertenecía. La policía le dijo a mis padres que un demente rondaba las casas y que pudo usar la manta para limpiarse y el cofre para guardar la navaja. Pero yo sé que fue la muñeca quien corto la garganta de Sofía, lo sé porque cuando volvimos a entrar a la casa, la muñeca no estaba en el cofre y nunca más pudimos encontrarla. Además, ¿Quien mas pudo entrar a mi cuarto en mitad de la noche sin despertarme?. Solo yo lo sé y nunca se lo he dicho a nadie, pero esa muñeca aun esta libre. Afortunadamente pudimos volver a nuestra casa y retomar nuestra vida cotidiana, pese a nunca poder olvidar aquella mudanza.