A Los cuatro años aprendí a dibujar árboles.
A los seis años comencé a dibujar personas que colgaban de esos árboles.
A los siete años los adultos descubrieron mis árboles y me obligaron a dejar de dibujarlos.
A los ocho comencé a dibujar columpios imaginando que eran personas.
A los diez años me perdí en un bosque, estaba lleno de aquellos árboles que siempre me habían gustado dibujar.
A los dieciséis empecé a colgar columpios de mis arboles favoritos en el bosque.
A los veinte, comencé a colgar personas de los arboles.