۩ღ Acacia Amarilla ღ۩ [Privado , Evil-Dog]

—Por fortuna aun nos queda una carta: Conozco bien las debilidades de mi prima. Y no creo que estas hayan desaparecido ahora que es reina, es muy poco probable. Además no es buena disimulándolas tampoco — Agarré la carta que iba a enviarle a mi padre que estaba oculta entre mi vestido y la rompí. Iba a hacer otra — Esta niña me obliga a jugar sucio.

-"Que piensas hacer ahora?"- Le pregunte, pues me preocupaba que planeara volver a Yellow del norte.

—Si una debilidad latente que hay entre todos los miembros de la misma familia y sus sucesores, son sus emociones. Y en Lucifenia… eso es mucho más que evidente que en cualquier otro Jarishmort. Solo debo pensar que escribiré a mi padre para que esto tenga un efecto en ella y cese, por lo menos por un tiempo, de sus tonterías. Solo que esta vez tendré que ir directo a sus sentimientos más íntimos.

Mi padre y yo cruzamos miradas una vez dijo eso, cabe decir que yo y el podíamos comunicarnos perfectamente sin decir una palabra, el me pregunto si siempre era ella así... yo le respondí que si.

-"Mandar una carta es algo complicado, pues como ya te habrás dado cuenta por aquí nadie salí ni tampoco entra con frecuencia... así que si quieres mandar una carta tendrás que mandarla a la ciudad mas cercana y después reenviarla a Yellow del norte desde ahí"-

—Está bien— Respondí con tranquilidad, aunque por dentro estallaba entre un mar de sentimientos.
Si, definitivamente todos los Jarishmort teníamos esa maldita debilidad emocional, por eso sucumbíamos rápidamente a nuestros deseos, nos dejábamos llevar fácilmente por el primer brote emocional, sufríamos de verborragia, éramos caprichosos y además demasiado, por no decir tontamente impulsivos. También he de reconocer que éramos muy fácil de manipular... pero yo en menor medida al resto , supongo porque mi madre era diferente a mi padre en ese sentido.

-"Pues ni hablar... el viejo debe estar cansado por el viaje, asi que hablaremos de esto mañana... o mas tarde, no se exactamente que hora es"- Le di una mordida al filete que habia en la mesa... estaba crudo -"Cuando tengas lista la carta la enviaremos lo antes posible, si? Sonreí con las mejillas llenas de comida -"Si mal no recuerdo la carta le llegara primero... a el, o no?"-

— ¿A quién? ¿Al Rey? — Pregunté sin un ápice de emoción. Yo sabía perfectamente la respuesta, pero quería evadir el tema y no pronunciar su nombre bajo ningún aspecto, en ningún lugar que no fuera mi mente — Ah , si , al duque — Debo admitir que eso se me escapó. Yo nunca le había dicho nada que Marcus sería el nuevo duque porque definitivamente, sabía que este iba terminar aceptando gracias a mi.

-"Y si este nuevo duque fue corrompido igual que el anterior?, la carta no llegara a manos del rey... mucho menos si se sabe que es tuya"- odiaba aceptarlo, pero teniamos que volver al norte para detener esta locura.

—No sabes quién es el nuevo Duque ¿O me equivoco? — Guardé silencio — No creo que él tire una carta mía a la basura — Se me hizo un jodido nudo en la garganta. Me dieron incluso ganas hasta de llorar con solo hacerme una idea así.

-"Pues no, no lo se... pero por tu expresión ya me imagino quien es... pero esta bien, no voy a ponerme como loco por eso, al menos ya no"-

—Sí, es Marcus — Fui tan certera y seca como un rayo. No tenía nada más para decir y tampoco quería continuar con el tema.

Hice una mueca de indiferencia y le tome de la mano, haciéndole señas para que volviéramos al cuarto.

En realidad no me sentía amenazado por el, aunque me gustaría haber tenido mas tiempo de tranquilidad con Amaya, pero estaba lo suficiente seguro de que ella me amaba mas a mi de lo que alguna vez lo había amado a el.

Volví a sentirme extraña, mucho más que otras veces.

Si en otra vida hice algo mal, ahora estaba pagando las duras consecuencias y sufriendo el cruel castigo que me había impuesto la vida. Si aun tenía tiempo de remediar algo, esperaba no desaprovecharlo y tirarlo a la basura. Tenía que seguir construyendo mi destino para mejorar el futuro… y ahora más que traería un niño al mundo.

Lo que yo sentía era algo prohibido, demasiado.

-"Bueno te espero arriba..."- Dije al ver que no reaccionaba a lo que le insinuaba.

Subí las escaleras y la espera en la entrada del cuarto, pensé que seria un buen momento para llevarla a ver la esfera que había en el ultimo piso, pues tal vez eso la relajara un poco.

Me decidí en ir a la habitación nuevamente. Solo que a paso pesado y prácticamente con ganas de nada… mi cabeza comenzó a extrañar algunas cosas del Norte y eso solo logró entristecerme.

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Lucifenia estaba sentada en el trono ese día. Estaba organizando a sus tropas, que ahora obedecerían absolutamente todo lo que les ordenara, por más descabellado que fuera.
Si en dos semanas no recibía respuesta de su prima, entraría en el Este por la razón o por la fuerza. Después de todo, ganas no le faltaban, estaba que explotaba de rabia y furia como solo un volcán lo podía hacer. Estaba en erupción casi.
También, de esa manera, obligaría al rey del Norte a ser aliado y aniquilar de una vez por todas al que creía el asesino de su hermana y tía; además que le había arrebatado a Amaya, por la cual ahora sentía una obsesión enfermiza, más aun al no tener a nadie a su lado que le hiciera compañía, pues ella inconscientemente estaba tratando de ocupar la ausencia de Ladelly con la presencia de su prima.

Cerró los ojos por un momento.
Sin padres, sin hermanos, sin primos… Nadie. Se sentía abrumada por una soledad absoluta.  Para colmo el castillo era enorme y no podía oír ni una sola risa.
Recargó el brazo en el trono, pensativa.

—Ladelly, si pudieras ver que ahora soy una reina — Murmuró con fastidio —No me importa cuántos cadáveres tenga que pisar, cuánto dolor tenga que hacerle sentir al mundo, que clase de métodos deberé utilizar para desquitarme, a que personas deberé matar; pero juro que te voy a vengar y pagarán con sangre lo que te han hecho — Prácticamente hablaba sola, en voz muy baja, mascullando toda clase de cosas, pero sin que nadie pudiera entender con precisión lo que decía.

Se paró de repente y se retiró del salón principal. Necesitaba oír el sonido del mar.

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En cambio, el rey del Norte estaba cada vez más desesperado.
Se lo veía ir y venir, caminando en círculos por toda la habitación, tratando de hacerse una mínima idea de donde podría estar su pequeña hijita, su Amaya.
Por un momento empezó a pensar que tal vez ella estaba secuestrada y por lo tanto, completamente incomunicada.  Esa idea le aterraba y llenaba de una furia incontrolable.

Pero él mismo se encargaría de mover la primera pieza del tablero y arriesgarse.

—¡¡MARCUUUUUUUUS!! — Exclamó con su fuerte vozarrón. Amaya gritaba y ordenaba de la misma manera. Cuestión de familia — Quiero que te encargues de organizar un viaje hacia la frontera del Este. Necesito que envíes unos objetos y regalos para Amaya en carretas — Serían demasiadas cosas — Quiero que tenga su clavecín, todos sus vestidos, los de su madre, joyas, zapatos y todo lo que se te ocurra.  Y si no quieren recibirlas, te impones. Yo sé que Amaya debe estar allí y por eso no me lo quiso decir. ¡Así que vale la pena arriesgarse!

Si Amaya no le había dicho nada , era porque él se ponía como un toro de agresivo y cerrado como una almeja. Y lo reconocía , pero muy a sus adentros.

-"Sabes, pensé que no ibas a venir"- dije una vez que estuvo frente a mi -"Me he dado cuenta que empiezas a sentir al de nostalgia, y sabes que haría lo que fuera para aminorar ese sentimiento... lo que sea... pero es que cuando te veo así, triste, cansada... como si te cansaras de mi..."- Me acerque a ella y la acorrale contra la pared -"Pero es que cada vez que te veo... quiero abrazarte, besarte, tomarte del rostro y decirte cosas... quiero ser tu paraguas, tu cobija y tu almohada, tu vela y tu sendero... quiero ser el único nombre que puedas pronunciar"-

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Marcus acataba las indicaciones del rey con gran eficiencia, sobre todo cuando se trataba de Amaya, pues la sola idea de estar cerca de sus pertenencias le hacia enchinar la piel.

Ya había confabulado con la nueva reina de Yellow del sur para hacer lo necesario para traerla de vuela, de ser por la fuerza de i es necesario.

No sabía que decir.
Me sentí peor puesto que no me merecía esas dulces palabras. Tal vez siquiera merecía a Marcus, ni a nadie, porque defraudaría a todos por igual.  

Tan solo intenté pensar en otra cosa.

—Yo solo… soy una estúpida — Hablé por fin apartándolo un poco de mí, no porque no lo quisiera cerca, sino porque no quería lastimarlo — Arruino todo con mi impulsividad y mi poco sentido de simulación. Supongo que soy un ser demasiado egoísta aun— Agaché la cabeza — Y desconsiderado.

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— ¡AHORA VETE Y HAZME CASO! ¡O TE DARÉ UN PUNTAPIE!  Quiero listo todo para este día para que te vayas esta noche— Exclamó bastante nervioso, esperando a que todas las cosas salieran como esperaba…

-"Eres una tonta"- le apreté las mejillas con las manos y la hice que me viera -"Tu no me has decepcionado de ninguna manera, no me has ofendido, ni has sido egoísta ni desconsiderada, todo eso son cosas que están solo en tu cabeza"-

—Eso espero — Agregué un poco fría, pero pretendía serlo solo conmigo misma. Estaba tan insegura que lo arruinaba todo — Olvídalo. En fin… ¿Qué querías decirme?

-Fingir no es mi fuerte. Aunque supongo que algún día lo lograré.

-"No se trata de que finjas, sino que te olvides de todo lo que te agobia... pero bueno, ya encontrare un modo"- Me aparte de ella y me fui a recostar.

Tan solo esperaba a que no hubiera más líos en los próximos días.
Ahora empecé a preocuparme por eso.

No estaba molesto con ella, pero era bastante frustrante que se pusiera así cada vez que mencionaba algo relacionado con yellow del norte. Solo me recosté boca abajo y espere a que ella se fuera a recostar también, no tenia sueño, ni estaba cansado, pero no tenia ganas de hacer nada.

Tan solo me senté en la esquina de la cama, intentando asimilar y digerir mejor la información y pensando que poner en la carta. Después dicen que ser princesa es lo mejor que te puede pasar en la vida… Apesta.

Empecé a escribir en el aire con el dedo, mientras las palabras iban fluyendo muy lentamente desde mi mente. Estaba simulando escribir obviamente, siempre lo hacía antes de hacerlo en serio, pues me facilitaba de algún modo al explayarme en una carta luego.

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El rey a último momento dio un aviso de otra cosa a través de su mensajero : No solo no debían irse de allí hasta que recibieran las cosas , sino que tampoco lo harían a menos que Amaya respondiera una carta que llevaba encima el hombre. Tenían que recibir respuesta de ella o de lo contrario , dejaría que Yellow del Sur entrara por la fuerza.