۩ღ Acacia Amarilla ღ۩ [Privado , Evil-Dog]

Tendria que haber estado sumamente nerviosa por esto. Pero la verdad es que estaba tranquila, porque ¿Qué podía salir mal?
Mi prima solo era una niñata caprichosa cegada por sus emociones, y actuaba de acuerdo a ellas, como yo solía hacerlo antes, nomás que ella a la millonésima potencia. No poseía demasiado peso ni tampoco credibilidad.
Por otra parte mi padre era fácilmente manipulable por la parte emocional, y ahora que sabía sobre mi embarazo, sería más flexible para que su nieto tuviera una vida tranquila.

Así que no tendría por qué preocuparme demasiado…

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El rey del Norte llegó por fin. Estaba decidido a dejar unas cuantas cosas en claro.

Estaba todo listo para aquel encuentro, por un lado estaban los ejércitos del norte y del sur espectativos por cual seria la decisión que tomarían sus reyes, si todos ellos volverían a casa, o si los harían pelear entre ellos como mas tenían, por otro lado estaba el ejercito del Éste, en formación de falange, preparándose para echar por las malas a aquellos invasores.

Podía sentirse la presión en el aire, solo hacia falta que alguien mirara mal a otro para que todo se fuera al diablo.

Lo único que nos separaba era una colina, la cual serviría como zona neutral, y a la cual nos acercábamos cada vez mas.

—“Mentalízate” — Me repetía a mi misma mientras nos íbamos acercando. Me juraba muy adentro mío que cuando yo fuera reina , estas cosas no pasarían nunca más , por lo menos mientras yo estuviera viva.

Nos acerca amos lentamente hacia aquella encrucijada, todos nosotros sin dar a conocer ninguna expresión, para cuando me di cuenta. Estábamos todos de frente, sin decir nada.

-"Me alegra que hallan podido venir"- Dije para romper el silencio

Lucifenia contenía las ganas de agarrarlo y apuñalarlo con una daga bañada en el más mortífero de los venenos. Su cara de profundo odio era más que evidente y parecía que explotaría de rabia en cualquier momento.
Se mantuvo en silencio por el bien del mundo.

El Rey del Norte estaba serio , pero tranquilo , no enojado ni nada por el estilo. Aunque era muy difícil descifrar lo que estaba pensando en realidad en ese momento.

-No iba a faltar a una reunión así - Miró a Amaya con detenimiento. Debía admitir que estaba bastante cambiada de la última vez que la había visto , ya no era nada una pequeña niña e incluso la notaba mucho más adulta con solo echarle una miradita de soslayo.

-"Bien, entonces vamos dejando las cosas el claro, y terminemos con esta ridícula disputa de una vez por todas. Yo amo a su hija, como a nada en el mundo, y la razón por la que la aparte de su lado del modo en el que lo hice fue solo para protegerla, ella no esta conmigo contra su voluntad, pues esto fue algo que decidimos los dos..
y pudimos habernos quedado escondidos por un tiempo indefinido de haberlo querido y jamás nos hubiera encontrado, pero ver toda la muerte y destrucción que han provocado o han permitido con tal de encontrarnos, decidimos dar la cara, solo para preguntar; Acaso esto vale la pena? Tal vez fuimos muy tontos al imaginar que podría haber un mundo en el que pudiéramos llevarnos bien, pero es acaso ese mundo tan lejano, tan otro y tan ajeno que no vale la pena intentar alcanzarlo?"-

El Rey del Norte tan solo negó con la cabeza y de entre todos sus ropajes , sacó una carta bien gorda y se la dio a Amaya.
Amaya la tomó y le alcanzó la de ella.

-Es mejor que la leas ahora - Dijo ella por las dudas de que las palabras de su esposo no hubieran sido suficientes.

Luego de varios minutos , de estar leyendo en silencio las diez hojas , miró a Amaya.

-Si revolví cielo y tierra es porque no te comunicaste como me prometiste. Tan solo quería darte ese sobre que tienes en mano y entregarte otras cosas que eran de tu propiedad y de tu madre , incluido tu clavecín.
Comprendo que haz crecido , entiendo que ahora incluso serás madre y que ya eres toda una mujer... Pero los lazos entre un padre y su hija , nunca cambian. Aun si no hayas sido un heredero varón , me cuesta tenerte lejos porque haz estado siempre ahí alegrándome el día con tu sola presencia... siempre serás un niña para mi. Porque eres especial.

-Muy lindo todo , pero el tema aquí es matar a este traidor y recuperar a la princesa , como en los lindos cuentos - Comentó con sarcasmo Lucifenia - Tu tienes que pagar por tus crímenes.

-No tienes como demostrar que fue él , Lucifenia. Estabas inconsciente cuando todo pasó y el que te salvó la vida fue él. Estuvo todo el tiempo conmigo ¿Como podría haberlo hecho?

-Es obvio que está confabulado con alguien. No me creas estúpida.

-No tienes pruebas de todos modos.

El Rey veía como discutían las dos mujeres.

-Si esto sigue así , me obligarás a crear una guerra.

-Pero yo no te ayudaré - El tono del Rey del Norte fue sumamente tajante - Tendrás que hacerlo sola , porque... la memoria de mi hermano está viva aquí - Se señaló la cabeza - No en ti. Y no voy a permitir que lleves a la ruina a mi reino por aprovecharte de nuestra alianza , por aprovecharte de esa memoria. Si formar una guerra , estate segura de que seré el primero en destrozarte. Si me obligas y sigues presionando , encontrarás lo que buscas y además , volveré a unificar los reinos de Yellow - Le advirtió y dejó en claro. Se puso bastante firme al respecto.

Eso fue sorpresivo para la princesa. Bastante.

Y agregó :

-Si eso es necesario para que mi hija y mi nieto estén en paz , pues te aniquilaré a ti y te demostraré tu patética inexperiencia en la parte bélica , además que te haré sentir el amargo sabor de la derrota.

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Debo admitir que le puso el tapón en la boca a Lucifenia...

Solo me mantuve en silencio, cualquier cosa que dijera estaría de mas, pues por lo que podía sentir, el padre de Amaya no confiaba del todo en mi, y Lucifenia parecía que estaba a punto de explotar.

Lucifenia estaba roja de la ira. Se había quedado sin palabras del odio que inmediatamente se apoderó de ella.
Ahora no sabía qué hacer, puesto que si se le tiraba en contra el Norte, pasaría exactamente lo que había dicho el Rey del Norte… la unificación. Y tenía terror de perder su poder.
Había sido una jugada que no se había esperado.

—Bien joven del Este, aceptaré tú… tregua, pero con una condición: Quiero que una o dos veces al año mi hija esté en mis tierras y que dejen pasar por la frontera todo lo que mande para Amaya y mi Nieto. Y más te vale no hacer sufrir carencias a mi hija, porque de lo contrario, arrancaré unas cuantas cabezas y las clavaré en una pica.

-"Juro por mi vida que así será"- Le conteste -"Sin embargo siento la obligación de expresar mi preocupación, pues viajar del Este al norte supone un gran peligro para Amaya y para nuestro hijo, pues las personas que organizaron el ataque al palacio sigue ahí, y ni usted ni su sobrina están fuera de peligro"-

—Entonces cuando hagan el viaje, tan solo envíen una carta y mando a más guardias especializados para que los acompañen durante el trayecto.

-"Esta bien... Si durante el embarazo de Amaya se lo permite iremos a visitarle antes de que nazca nuestro bebe, si no será después"-

El Rey asintió.

-¿Algo más que decir?

-"Que nos casaremos otra vez, esta vez de una manera mas formal"-

—Bien — Miró a Amaya — Entonces tomen todo lo que les traje como regalo de bodas por adelantado.

voltee la mirada hacia Amaya y le sonrei -"Te dije que todo se habría de resolver"- Al menos casi todo, pues Lucifenia no hacia mas que gritar por dentro con cada palabra que deciamos

Lucifenia tan solo se retiró de allí echando humos.
El Rey del Norte no pudo evitar esbozar una sonrisa de medio lado ante eso.

-No lo dudé en ningún momento - Sonreí.

Esta vez nos habíamos salido con la nuestra, Podría llevarme a Amaya a vivir conmigo sin tener que romper lazos con su padre. Aunque seguramente Lucifenia no pensaba darse por vencida, por lo menos podíamos respirar tranquilos.

Marcus solo podía observar desde lejos como su cómplice se alejaba de ahí derrotada, estaba de brazos atados pues por orden del rey nadie podía acercarse, tenia que esperar hasta que se le diera la orden de entregar los objetos que se le habían encomendar, pues con algo de suerte lo haría en persona.

Tan solo tenía una sonrisa de oreja a oreja. Estaba segura que la carta que le había entregado a mi padre había sido de mucha ayuda para que tomara esa posición.
Me encontraba más que satisfecha y feliz.

-"Pues que así sea, Amaya ve con tu padre a recoger aquellos obsequios que te ha traído, yo iré a decirle a mus superiores que habrá tregua... Cuando terminemos, si su majestad esta descuerdo, podemos celebrar nuestra nueva alianza con un banquete"-

Asentí con energía y fui a ver aquello que mi padre había traído para mi. Aunque cuando vi una fila de carretas... enormes carretas , con demasiadas cosas.

Reporte todo lo ocurrido a los comandantes del ejercito del Éste, los cuales exalaron aliviados, como había dicho se organizo un gran banquete para celebrar el fin de las agresiones entre el Yellow del Norte y Sôl Austan, aunque aun estaba por verse que haría Lucifenia.

Por lo que podía ver de todas las cosas, es que estaba mi hermoso clavecín en la primera carreta que pude alcanzar a inspeccionar con la vista. Pegué un gritito de emoción.

Ese día debía estar más presentable que nunca.

-"Espero que no haya sufrido ningún desperfecto durante el viaje, los caminos por los que cruzamos para venir aquí son muy irregulares"- Dijo el que alguna vez fue el escultor del palacio el cual estaba a sus espaldas a un par de metros de distancia

Me di la vuelta muy lentamente para mirarlo. Me sentí muy feliz de que estuviera aquí.

—Pues agradezco que hayan hecho el esfuerzo — Sonreí — Supongo que debes estar muy cansado… — Me sentí un poco mal por eso.