۩ღ Acacia Amarilla ღ۩ [Privado , Evil-Dog]

—Te aseguro que si fuera así — Descolgó uno de los cuadros de la pared en que se la mostraba a ella con otro peinado y apariencia más de la nobleza, de señora y se lo mostró — Las cosas serían muy diferentes. Pero bueno… igual yo gané porque fui la primera en atarte —Le sacó el pañuelo que tenía dentro del saco y lo sacudió en el aire, para apreciar mejor la letra “L” bordada en la esquina— Puedo adivinar… Lu-ci-fe-nia.

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Los de la guardia especial se encargaban de darle la paliza que se merecían esos sujetos, despejando el camino para encontrar a: 1) el que estaba a cargo o 2) A la princesa. A cualquiera que vieran primero.

— ¡No veo a la princesa!—Moses se tapó la nariz por el tremendo hedor de la bomba olorosa.

—Yo tampoco… No respiren esa mierda— Exclamó Gammón — ¡Vayan a por el hijo de perra que esté a cargo! Octo vendrá conmigo. Si encontramos a la princesa primero, alguien debe de curarla.

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— ¡Suéltame ,hijo de puta!— Exclamé dándole una patada en la cara con las pocas fuerzas que tenía. Una vez que pude deshacerme de él, volví a treparme y empezar a caminar por los tablones, tratando de ver si alguno estaba cerca.

-Exijo que me devuelvas eso- Dijo sin atreverse a tocarla, pues temia que con solo un roce de su piel callera bajo su influencia.

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Andreas seguía avanzando tranquilamente detrás del golem, viendo entre las multitudes donde se podría encontrar su amada esposa, hasta que al fin la encontró, una melena negra y un pañuelo atado en la muñeca, una voz femenina y delicada que le gritaba "hijo de puta" a cuanto infeliz se le cruzaba... por fin!!! después de tantos años, después de tanto dolor y sufrimiento al fin la había encontrado.

Ella forcejeaba con un guardia que la sujetaba de los pies, asi que me acerque corriendo, desenfunde la maltrecha espada y se la clave en el cuello, atravesándolo y clavándose en el suelo.

La tome de la mano para ayudarla a pararse, no sabia que decirle, como le explicaría que aquel fatídico día morí y reviví solo para buscarla, que escusa le pondría para no dar explicaciones... no lo se, solo la vi a los ojos y espere a que ella decidiera que pasaría después, y que fuese lo que tuviera que ser.

— ¿Y piensas que de verdad te lo voy a dar así como así? — Olió la fragancia del pañuelo — Jazmines… —Sonrió.

Le dio una poción a la niña para que durmiera y no tuviera que oír nada.

—¿Me tienes miedo?

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Me quedé paralizada en cuanto lo vi. No podía creer que él en verdad estuviese vivo, ahí parado frente a mí, mirándome directamente a los ojos. Sinceramente no cabía de la felicidad, pero a la vez de una profunda y terrible tristeza.

No le reclamaría nada, tampoco tenía palabras para decirle, ni dulces ni amargas.
Yo estaba algo cambiada en apariencia física, más desarrollada, con el cabello como solía usarlo antes, suelto como una diosa guerrera… pero, sin embargo, mentalmente en ese momento era como la misma chiquilla enamorada de los dieciséis años.

Tan solo me puse a llorar sin mover un músculo de la cara, como si nadie existiera a mí alrededor. Lo abracé fuertemente.

-Sabes que no me gusta que llores... por ningún motivo- es lo unico que atine a decirle.

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-Ha!!! yo? miedo de ti? Jamas, lo que siento es lastima de ti... un ser impuro, indecente y vil!!!- dijo mientras retrocedía para no entrar en contacto con ella

—Es sorprendente que incluso en esta vida la gente siga sintiendo lástima por mi— Sonrió aun más interesante— Pero luego de más de mil años de existencia eso ya no debería de importarme. Te contaré un cuento para pasar el rato; no vayas a pensar que los súcubos solamente servimos para copular, eh.

Agarró la silla donde él estaba sentado antes y atinó a apoyarse allí como todo un verdadero machote.

—Había una vez un reino, el cual tenía un rey y una reina, los cuales eran parientes cercanos, primos hermanos más bien, que los obligaron a casarse bajo las normas de la religión de esa época. El rey se llamaba Uthier y el nombre de la reina se perdió de los registros siglos después.
>>Ellos vivían en un castillo gris de piedra , cerca del bosque encantado , donde allí vivía el caballero elfo , Lee , que alguna vez había sido un humano y ahora les guardaba rencor a los de sus propia especie por desequilibrar el medio natural. De allí, de ese bosque, provenía la única persona que podía entrar y salir de él con una libertad envidiable: El mago personal del rey y mano derecha. Este era muy poderoso, pues se contaba que podía controlar los elementos, hablar con los animales, predecir el futuro, preparar poderosas pociones, entre otras cosas.
>>La Reina, era completamente infeliz con su matrimonio porque su esposo no le prestaba la atención que era debida, así que pasaron los años, sola, hasta cumplir los treinta y dos, donde todo comenzó a cambiar… tal vez para peor. Quedó embarazada por fin de su primer hijo, al que llamó Sebastian. Y a su vez comenzó a sentirse atraída por el mago y sus imponentes habilidades y misteriosa naturaleza.

Hizo una pausa.

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—Ya esta altura llorar siquiera me importa— Tenía ganas de derretirme en sus brazos y quedarme así toda la vida — Feliz aniversario — Le recordé.

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Mientras tanto , los de la guardia especial se preparaban para agarrar al sujeto que estaba a la cabeza de todo , al cual se lo veía bastante alterado y preocupado por la situación. Daba vueltas por aquella cabina , totalmente desquiciado.
Aprovecharon su momento de inestabilidad para atraparlo y amenazarlo con quebrarle el cuello si no obedecían sus órdenes.

-Mira no quiero escuchar nada mas, por muy trágica que sea tu historia no pienso dejar que tomes nada de mi...- aunque Morgana parecía sincera en su historia, Marcus conocía perfectamente la naturaleza de los sucubos, y ellas tenían que extraer la esencia vital para sobrevivir, y hasta donde el sabia ella no se habia alimentado en varios días.

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-Feliz aniversario Amor- Era probablemente el día mas feliz de estos últimos tres años, pero si quería que no fuera el ultimo día feliz en mucho tiempo teníamos que salir de ahí lo antes posible

Lo ignoró olímpicamente y continuó.

—Si bien la relación al principio se tornaba fría, la reina simplemente ganó sin querer el corazón del mago con su actitud curiosa por el medio que la rodeaba, con ansias de aprender más allá de lo que ella conocía. Entonces, cada vez que pasaban más tiempo juntos, más se enamoraban. Hasta que decidieron confesarse lo que sentían, ignorando todas las personas que los rodeaban y las vidas que llevaban.
>>La reina descuidó estúpidamente a su familia, pero aprendió del mago a hacer pociones. Su esposo comenzó a sospechar de la relación extraña que llevaban ellos dos, pues los veía pasar todo el día, acompañándose mutuamente. Y cuando él estaba en campaña o en guerra, tenía fuentes que confirmaban sus sospechas. No tardó en deducir que eran amantes, pero le faltaban pruebas para afirmarlo con certeza.
>>Ella tenía otro amor, y ese era su pequeño niño Sebastian. Era la luz de sus días y cada vez que se enfermaba , la reina se encargaba de arroparlo y cuidarlo personalmente , como también darle pociones preparadas por ella misma para que este se curara de todo mal. Ambos tenían una relación muy buena, aunque ella estuviese demasiado ocupada tratando de mantener la relación prohibida con el mago. Y no se imaginaría que eso la perseguiría toda la vida…
>>Cuando el esposo llegó de expedición de tierras lejanas, mandó a espías a vigilar a su mujer, que tan gélida era con él. Y sí, el mago se dio cuenta de esto y por miedo la delató, clavándole un puñal por la espalda... El destino de la reina fue la muerte: condenada a morir en la hoguera por fornicación, adulterio y brujería.
>> ¿Qué había hecho ella? Solamente cumplir las perversas fantasías de un viejo degenerado que se había aprovechado de su ligera ingenuidad. Por alguna extraña razón, lo último que sintió la reina fue algo sorprendente incluso para ella, pero que en realidad no debía de extrañarle: Lujuria. Una inmunda e intensa lujuria. Su esposo nunca la había complacido, y el hombre que sí lo había hecho, le contagió sus ideas más perversas.
>>Nunca más se supo el destino del mago. Dicen que se fundió con los espíritus del aire en el bosque, otros que permaneció encerrado debajo del lago y otras versiones afirman que quedó atrapado en el tronco de un árbol, esperando algún día no salir para no enfrentar el destino que había forjado, a él y a su amada.
>>Sebastian contemplaba la ejecución pública de su madre…Tiempo después, él pecaría de lascivo y se iría al infierno, donde ella trataría de salvarlo y traerlo de vuelta a la tierra, pero esa es otra historia.
>>Más tarde, la reina despertó de su ensueño en un cuerpo idéntico al de ella, pero mucho más agraciado y de una belleza inhumana… Por un momento pensó que ya estaba en el infierno a punto de padecer algo, pero al descubrir sus nuevas habilidades y de lo que realmente era capaz de hacer con tal de subsisitir, mantenerse joven y bella, comprendió que el infierno era la Tierra.
>>De allí en más se dedicó a vagar por lo que pronto sería el Reino Amatista del Oeste, meditando sobre su pasado y su condición actual. Quiso acercarse a su querido Sebastian en cuanto fue rey, pero esta simplemente se arrepintió de la vergüenza que sentía de sí misma. Pronto él murió de sífilis, y allí es cuando la ex reina empezó su otra aventura… Al fracasar miserablemente, decidió hacer lo que no había podido con su esposo e hijo: Ganarse la confianza del sucesor y estar allí siempre para él, aconsejándole. También siendo la mano derecha del rey… y del que le siguió… y así sucesivamente por los siglos de los siglos. Hasta la actualidad.
>> Pero ahora, la ex reina está perdiendo tiempo tratando de no consumir al sujeto que tiene en frente, pues la verdad es que se muere de ganas, pero tiene otros planes.

Morgana se paró, soltó el pañuelo y recogió algunas de las pinturas de las paredes, salió afuera con una dormida Isabel en brazos, para empezar a caminar hacia el punto donde debía esperar a la princesa.

—Te quedas o te pierdes.

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Solo me limité a sonreír. Pero pronto las fuerzas comenzaron a fallarme y caí arrodillada al suelo , apoyando las manos en el mismo , tratando de no desmayarme por la falta de alimento y agua.

-Aguanta un poco mas cariño, ya nos vamos- LA tome en brazos como solía hacerle hace años, aunque ahora estaba mas desarrollada y por lo tanto mas grande, pesaba menos de lo que recordaba, pero no podrá decir si era por la falta de alimento o por que yo ya no podía medir mi fuerza con tanta facilidad.

Salimos de ahí escoltados por el golem que se encargaba de quitar del camino a todo el que se topaba, por lo que no tuve necesidad de desenfundar la espada.

Llegamos hasta la salida donde debíamos esperar a la guardia, ya habían pasado por lo menos 15 minutos y ellos no regresaban, pero no podía arriesgarme a dejar a Amaya e ir a buscarlos, ni tampoco a llevarla conmigo, así que solo quedaba esperar.

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Marcus recogió el pañuelo y se fue detrás de Morgana, guardando cierta distancia pues no confiaba en ella.

Recuerdo estar a punto de desmayarme y seguir oyendo gritos por todas partes que resonaban en cada esquina de aquella terrible prisión. Gritos desesperados y llenos de profundo desconsuelo.
Luego escuché un tremendo estruendo proveniente de atrás nuestro. Cuando se acercaron a mí, pude reconocer a uno solo, pero tardé algo de tiempo en darme cuenta de quiénes eran: Era Octo, dándome agua para que bebiera.

Al lado estaba un tipo que vociferaba a todo volumen, siendo sujetado por la guardia especial. Ese era el que estaba a cargo de toda la cárcel y el trabajo en las minas.

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—Ya cállate, infeliz — Moses decidió romperle la cara de un solo puñetazo, causando una rotuna de nariz importante.

—Llévalo hasta donde lo necesitemos. Luego quiébrale el cuello — Ordenó Gammón.

—Ella está muy deshidratada y por debajo de su peso corporal… — Decía Octo viendo como la mujer tomaba agua a duras penas.

Joshua se lamentó por la tardanza.

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—Evidentemente me tienes miedo. Pero no lo tenías cuando no parabas de mirarme el trasero.

Podía aguantar días estando así , pero si pasaba más tiempo , estaría en graves problemas...

-Yo no... Ni te estaba viendo ni te tengo miedo... solo me preguntaba que rayos es lo que vi en ti para dejar que me hicieras eso.- Mentir no era una de las cualidades de Marcus y si era cierto que esa "experiencia" casi le costaba la vida, fue probablemente el momento mas placentero que había sentido en su vida.

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-Para que traen a ese inútil, solo nos va a retrasar- Dije, pero luego solo lo ignore y seguimos por la ruta de escape

—Me viste el trasero— Sonrió como si nada— Tal vez no quieres reconocer de que te fascinaría repetir la experiencia… y te voy a decir una cosa: sea la mujer que elijas para hacerlo, nadie se comparará a lo que yo soy capaz de hacer. Me invocarás de rodillas para que vuelva y forniquemos.

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—Por eso— Gammón señaló la salida que estaba llenos de guardias indecisos que prefirieron quedarse donde estaban antes que ir a rescatar a su jefe.  Una vez los perdieron de vista, le quebraron el cuello y lo dejaron flotando en el agua para que se ahogara por “las dudas”.

Una vez estuvieron en el bote, Octo comenzó a revisar a la futura reina. Definitivamente estaba bastante castigada y necesitaba desinfectarle algunas heridas y cortes de su cuerpo, además de limpiarlas también.

—El agua salada servirá para esto— Tomó entre sus manos el agua del mar y comenzó a frotarle muy cuidadosamente las heridas. Luego empleó su poder para cerrarlas.

-Si quisiera suicidarme tal vez... pero eso no sucederá pronto... no, mejor dicho nunca, así que guárdate tus propuestas para alguien que este mas desesperado-

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-Mierda esto esta muy lento...- El mar estaba muy picado esa noche, había luna llena y por cada tres metros que avanzábamos las olas nos regresan dos metros atrás, así que tome el ancla y la arroje al fondo del agua, la transforme en golem empezó a correr, jalandonos a toda velocidad detrás de el.

—Volverás a mí… Todos lo hacen. Ya verás.

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Fui despertando lentamente y pude ver la hermosa luna encima de mí, iluminándome en pleno rostro.
No estaba muy segura de lo que pasaba a mí alrededor. Solo me digné en sentir el viento acariciándome el rostro.

-Eli , Isa - Fue lo único que atiné a decir.

¿Se rindió? pensó por un momento ¿De verdad me dejara en paz? por un lado le alegraba enormemente por haber podido mantener su compromiso con Lucifenia que, pues aunque no podía contarle nada de su relación con la sucubo y de como se resistió a ella. pero por otro lado la lujurio le destrozaba, desde que probo por primera vez las caricias de una mujer, era raro el día en el que no pensara en repetir esa experiencia, y aunque lo de lucifenia era en serio, estaba consciente de que la posibilidad de llegar a eso con ella estaba muy lejos.

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-Resiste un poco mas cariño... ya casi llegamos- Dije aunque aun no podía ver la orilla.

Morgana comenzó a reírse, pero esta vez con la voz de Lucifenia. Debía reconocer que le gustaba meter cizaña.
Por fortuna ya habían llegado al punto de encuentro.

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Tan solo volví a cerrar los ojos, esperando que al abrirlos, toda esta pesadilla haya terminado. Estaba tan débil que siquiera podía hablar bien o pensar claramente. Pero tenía la enorme necesidad de ver a mis hijas.

-Maldita bruja...- Dijo en voz baja y se fue a sentar a lado de un árbol.

Estaba terriblemente cansado, a apenas podía mantenerse despierto, se frotaba los ojos para no sucumbir ante el sueño.

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Cuando llegamos a la orilla seguimos corriendo a través del bosque siguiendo las instrucciones que Morgana nos había dado, no parecía que nos estuvieran siguiendo pero no podíamos detenernos o siquiera aminorar el paso, pues con todo el relajo que hicimos debíamos irnos lo antes posible, de lo contrario nos encontraríamos con demasiada seguridad si esperábamos a otro día.

Morgana comenzó a divisarlos en la distancia.

—Más vale que te vayas levantando, inútil, porque ya tenemos que irnos. Los escoltaré a través de todo el camino, para así zafar de los guardias si es que aparecen por ahí , gracias a mi influencia.

-Perfecto, no veo la hora de salir de este lugar.- se puso de pie y tomo sus cosas, listo para salir de ahi lo antes posible

Llegaron hasta donde Morgana con Amaya en brazos, el plan había funcionado a la perfección, pero la pobre estaba muy débil.

-Tenemos un problema- Le dije a la sucubo -No podemos seguir como hasta ahora, son dos días de camino hasta la costa y Amaya no puede continuar en el estado que se encuentra, necesita descanso-

—En su estado probablemente duerma muchos días seguidos y veo que lo hará. Además que debe tener muchas más lastimaduras de las que se ven— En eso recordó la flor que le había robado a Lee — Puedo darle algo… pero tendré que prepararlo ahora, inmediatamente.  Originalmente se lo iba  a dar a Isabel para curar sus pies, aunque no tuve tiempo de hacer nada, pero también sirve para recuperar energías.  También lo puedo suplementar con otra cosa. Así que andando.

La preocupación de Morgana era que mientras más tiempo pasara, más se expandirían los soldados bloqueando todas las salidas y caminos habidos y por haber. Además que el rey de seguro sospecharía enseguida de ella por su extraña conducta en el último tiempo.

—Y otra cosa, si quieren salir de aquí con ella, deberá vestirse como las mujeres del Oeste. De lo contrario, con esas fachas , se abalanzarán todos sobre ella, pues la noticia no va a tardar en llegar a oídos de todos.

-Y por que específicamente de mujeres? es que acaso un puñado de travestís no va a llamar la atención?- dijo Marcus pues la idea no le había gustado en lo mas mínimo

-No podríamos pasar por mujeres tan fácilmente... pero que tal si robamos uniformes de soldados... así, si vamos contigo no levantaremos sospechas-

-No , imbéciles , a ella hay que vestirla como a una mujer del Oeste para pasar por desapercibida en una parte del camino. A menos que ustedes quieran ser violados. Ustedes pueden hacer eso o seguir como mercaderes , y de última yo voy tapada - Eso le causó algo de gracia - Después de todo , en el puerto hay muchas mujerzuelas...

Juraría que leí "deberán"...

-Ohh.. esta bien vamonos- Dijo apenado por el error - Donde conseguimos ropa para Amaya?-

Juraría que fue un dedazo o me expresé mal xD

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—Le daré de la mía — Aunque no pareciera, ella tenía ropa decente, pues era obvio que si debía mezclarse entre las personas y que estas no supieran hasta ahora que era un súcubo, tenía que parecer lo más normal posible —Pero primero hay que darle un baño y terminar de curarla… urgente. Mientras tú - Señaló a Andreas -La bañas y la vistes , yo voy a preparar la poción con esto - Le mostró la flor de color extrañamente aguamarina , que brillaba como si fuera una estrella.

Se fue a buscar el vestido. En el Oeste se vestían parecido a la antigua grecia : cómodas y ligeras , pero a la vez femeninas y elegantes. Los colores predominantes de las ropas eran verdes y colores apagados , y magenta ,violeta o azul para los que eran de mayor posición social.

Pero había algo que ella no había mencionado : en el Oeste existía la clase media , así que muchos podían progresar y terminar vistiéndose como los ricos.

-De acuerdo... ustedes esperen aquí, pero no bajen la guardia, aun no estamos a salvo-

>>Si hay problemas y necesitan ayuda, el golem puede encargarse, pero no entiende español, así que hablenle en señas-

-faru kion vi diras- Le dije a la bestia y me fui a la casa de Morgana, con una aun muy dormida esposa en brazos.

Una vez Andreas estuvo lo suficientemente lejos, Octo y Moses comenzaron a hablar.

—Yo sé que haz sentido lo que yo sospecho que sí — Le dijo Octo a Moses con el rostro completamente serio.

—Sentí tantas cosas sobrenaturales estos días que apenas puedo saber de cuál de todos me estás hablando.

—Sobre Andreas.

— ¡Ah! Eso… Pues sí, reconocería algo así aun si estuviera hasta el tope de alcohol.

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Morgana le dio un vestido que era de color lila, no tan brillante, sino más bien apagado, junto con una especie de caderín del mismo color pero con hilos dorados y una pañoleta que combinaba perfectamente con el caderín ; también un par de zapatitos discretos.
Luego se fue a preparar la poción.

Amaya, al sentir el contacto con el agua, abrió un poco los ojos. Le ardían los cortes y heridas del cuerpo como el mismísimo infierno.