۩ღ Acacia Amarilla ღ۩ [Privado , Evil-Dog]

-Si... Me doy cuenta-

Le paso la mano por encima del vientre, luego el ombligo, pechos y hombros.

-También te he extrañando como no tienes idea... Ya sabes como me pongo cuando te extraño, un mes es mucho tiempo y solo la imagen de tu recuerdo puede hacer mas llevaderas las noches solitarias... Los sabes cual... La que me diste aquella noche en el laberinto del jardín.-

Sonrió al recordar esa medianoche cargada de las más intensas de las lujurias, en la que prácticamente dejaron a rienda suelta sus deseos carnales.
Se dio la vuelta para mirarlo a la cara.

—Podemos repetir la experiencia cuando quieras— Fue todo lo que dijo con aquella mueca que parecía inocente, pero si la analizabas bien era bastante ambigua, escondiendo intenciones detrás de esos carnosos labios.

Se acomodó la chalina con finos estampados en ella, la cual llevaba por encima de sus antebrazos y le colgaba levemente detrás de la espalda.
En ese momento llevaba el cabello semi recogido y rizado…

—Pero recuerdo que Liz está inquieta y se me pasa— Rió. Nunca dejaba sus jueguitos sucios de lado.

-Lo tendré en cuenta, pero recuerda que me gusta jugar sucio y poner las cosas lo mas vergonzosas posibles... Para ti-

La rodeo con un brazo y empezó a caminar, aun cojeaba aunque lograba disimularlo casi a la perfección con ayuda del bastón.

-Como van las cosas por acá? Y las niñas?-

—Todo va bien. Excelente. De lo contrario no podríamos estar arreglando de a poco el palacio. Los campos están dando el fruto del duro trabajo ejercidos en ellos y por mayor. Ahora hay plazas y lugares públicos de esparcimiento para todos. Estaba pensando en construir la primera biblioteca pública...

>>Y las niñas… mis angelitos, ahora se encuentran durmiendo la siesta. Ayer se aburrieron mucho en su clase de caligrafía. Tenía que recompensarlas de alguna forma, así que decidí que siguieran un par de minutos más de largo y que luego comerían de la fruta que hemos recogido de la huerta.

Se sentía tan tranquila. Todo marchaba tan bien que eso la llenaba de una profunda alegría.
No le mencionó nada del vestido de novia. Se lo guardaría hasta que llegara la fecha.

-Enronces no hay nadie que nos interrumpa... Perfecto, quiero ver a la pequeña lis de cerca... Ansio descubrir cuanto ha cambiado tu cuerpo, que nuevos sabores y olores tiene para mi... Que nuevas sensaciones puedo provocar en el y que otras puede provocar en mi.-

siguió caminando tranquilamente, la estaba llevando hasta su habitación, de verdad quería ver cuanto había cambiado.

Cuando llegaron a la habitación, Amaya se sacó el cintillo que adornaba delicadamente su cabeza y sostenía un poco su melena ahora artificialmente rizada.
También comenzó a desvestirse lentamente, hasta que finalmente todo quedó fuera, para que contemplara su maternidad en su máximo esplendor.
Era obvio que había engordado un poco, que tenía más estrías que antes y que sus pechos comenzaron a llenarse de leche materna. Sin embargo, ella consideraba que ese estado de su cuerpo era como alcanzar la gloria.

-Es como en tu primer embarazo... Lo recuerdo perfectamente, en aquel entonces observaba minuciosamente cada cambio que ocurría día por día, tus pechos tenían un tonoas rosado cuando eatabas embarazada de Elizabeth, después de amamantarla se volvieron café oscuro...-

Se puso de rodillas frente a ella para ver mas de cerca su barriga.

-Estas marcas de aquí son de Elizabeth... Estas otras son de Isabel... Y estas son nuevas.- pasaba con la llena de sus dedos cada una de las estrías, de verdad recordaba cada una de ellas y podía saber cual era nueva por el color que tenían

-Aun así no has perdido la piel tersa en el resto de tu cuerpo, tu compleccion sigue esbelta a pesar de que te esfuerzas por comer un poco mas para ti y tu bebe... Tus manos huelen a mermelada y conociendote probablemente sea de un fruto color violeta,-

Luego se puso de pie hasta quedar a la altura de su rostro, a estas alturas ya debía empezar a sonrojarse, pero aun quería continuar.

-Estas por tener a tu tercer bebe y apenas se notan los efectos en tu cuerpo, tus pechos siguen en el mismo lugar que cuando los estruje por primera vez, ni siquiera una pequeña inclinación a pesar de estar mas pesados por toda esa leche materna dentro de ellos... Seguramente ya te han empezado a doler por no sacarla.

>> Eres una venus mi amor, eres una mujer fuerte, fértil e increíblemente hermosa, no hay mejor forma de expresar todas esas cualidades que comparándolas con las de una diosa.-

Estaba tan apenada por todas las cosas lindas que le decía, que automáticamente se llevó las dos manos al rostro para cubrírselo. Dejó un espacio abierto con los dedos para poder verlo. Pero sucumbió ante la tentación y lo abrazó, ocultando aquella cara en llamas en su pecho.

—No mencionaste algo, querido… — Le clavó la vista en los ojos — Mis caderas se han ensanchado un poco más que las veces pasadas. Y si en este momento quieres delinear mi figura para comprobarlo, adelante.

-Cual es la prisa? Aun tengo bastante tienmpo para contemplar con detalle hasta el mas mínimo detalle de tu morfología, seria una lasrima que por entrar de forma tan directa en esas zonas tan peligrosas el juego terminara prematuramente... Así que no, dejaremos las caderas para el final.-

Le tomo de la cintura y camino hacia la cama.

-Es muy difícil para mi estarme agachando y levantandome todo el tiempo, y me facilitaría enormemente las cosas si la nueva reina accediera a recostarse.

Si bien aún no había sido coronada, prácticamente ya era la reina. Además que todos apoyaban el hecho de que lo fuera , incluso el creciente sector burgués… sí , esos nuevos ricos que antes intentaban imitar el estilo de vida de los aristócratas , pero que ahora habían descubierto su autonomía.
Pero no era hora de pensar en política en aquel momento, así que se recostó aun manteniendo aquella mirada tranquila, pero a su vez provocadora que lo incitaba a que explorara su cuerpo como le placiera.

Una vez adoptó la posición que le pidió, aguardó el siguiente movimiento.

-Un mes en soledad es mucho tiempo, sabes? La soledad no es buena compañera, y durante ese tiempo no pude evitar pensar en todas las veces que me llamaste... Como era? "Guarro", "Pervertido", "Cerdo"... Insultos que en su momento no les di la menor importancia pero que en una noche mientras pensaba, acompañado de mi soledad, dichos pensamientos se acumularon en mimente, y entonces pensé: "Amaya tiene razón, me he comportado de forma despreciable y la he orillado a adoptar conductoas impropias de una Reina con tal de no llevarme la contraria, soy una verguerza para el modelo de esposo tradicional y un enemigo de las buenas costumbres... Pero eso va a cambiar: Desde ahora nada de sexo oral, nada de posiciones extrañas, ni Juegos perversos... La leche de sus pechos será solo para nuestro bebe, y haremos el amor solo entre las 9:30 y las 10:00, para que tengas tiempo suficiente para descansar bien durante toda la noche.-

Todo esto lo decía con un obvio tono de broma, con olas manos haciendo señas con cada cosa que decía.

-Así es como se debe comportar una reina...-

Pero sus acciones no iban acorde a sus palabras, pues a acariciarle la entrepierna.

—Oh querido, pero sabes que yo digo esas cosas cuando no quiero que hagas tales otras en ciertos momentos. Y no tiene nada que ver el hecho de que haya sido princesa y del que ahora sea una reina… Yo te dije que una vida de pureza no era para mí, nunca lo fue y nunca jamás lo será.
>>Me he hecho tan dependiente de ti que no podría imaginar un matrimonio “correcto” y sin sexo... o un sexo tradicional , aburrido , en el que no nos exploremos. Eso definitivamente no sería lo correcto — Sonrió.

-Entonces si las cosas son como dices, ni siquiera deberías ponerme esos calificativos, por que si mal no recuerdo siempre acabas cediendo y me dejas hacer lo que quiera... pero no esta vez, si quieres que las cosas continúen como hasta ahora tendrás que ser tu la "guarra" y decirme que es lo que quieres, con lujo de detalles que yo te haga.-

Se cruzo de brazos y se recostó a la do de ella, a espera que es lo que le iba a decir.

Sonrió bastante juguetona al respecto. Aunque por dentro debía reconocer que le daba una pena terrible el hecho que tuviera que admitir que le encanta que le hiciera todo lo que ella normalmente decía que era “pervertido”.
Pero esta vez, decidió sacar a esa mujer que explotaba de hormonas.

—Oh bueno, sería perfecto que nos empezáramos a besar como aquella vez en el laberinto de aquí el Sur, de esa manera tan fogosa, de lengua, compartiendo e intercambiando saliva aquí y allá, explorando las cavidades orales de cada uno sin problemas…
>>Luego, masturbarnos a lo loco mientras uno mira al otro con descaro… o hacérnoslo mutuamente.
>>Prosigamos con un exquisito sexo oral… vale seguir haciéndolo aunque nos retorzamos.
>>Y bueno… finalizar con una larga rutina de posiciones extrañas mientras penetras mi bella orquídea.

Lo dijo como si estuviera hablando de cualquier cosa menos de lo que le daba más pudor.

—Y el plus te lo dejo a tu elección.

-Bueno... eso es bastante detallado.-

No esperaba que accediera tan fácil y sin hacer esos pucheros tan frecuentes en ella, se sentó recargado sobre el respaldo de la cama y se golpeo los muslos con las palmas invitándola a ponerse encima.

-Ven aquí, antes de que cambies de opinión.-

Se le fue a la carga inmediatamente. Si no fuera porque hubiera pasado un mes, de otro modo no hubiera accedido… por lo menos tan fácilmente.

—Solo ten cuidado— Y ahí formó aquel característico puchero en ella.

No le dejó decir nada que ya le había comido la boca.

-Así no tonta... al revés-

Le dio la vuelta, de modo que quedara de espaldas contra el, sin despegar su boca en ningún momento, y estimulándola a su antojo.

Espero hasta que su cuerpo adquiriera ese tono rosado y sus pechos se pusieran duros para pasar a lo siguiente, se dejo caer hacia un lado pero sin soltarla, paso de sus labios y recorrió toda su silueta, desde los hombros hasta la cintura, y de ahi meterse entre sus piernas.

Amaya no tardó en ponerse a gemir y suplicarle que parara… aunque de un momento a otro le suplicaba para que no lo hiciera y prosiguiera.
También cumplió con su parte y le hizo a su esposo todo lo que había dictado en un principio. Esta vez no le dio vergüenza alguna, al contrario, lo disfrutaba bastante como nunca. Pensó que tal vez deberían estar más tiempo separados para tener esos encuentros tan salvajes.

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Aquel mismo día, habían tomado un descanso antes de proseguir con la búsqueda de aquellos aristócratas que se ocultaban en las islas Acacias del sur. Esos golpistas desgraciados no iban a escapar de la furia de Morgana… habían dejado tirados a sus hijos y esposas en Yellow del sur, totalmente empobrecidos y llenos de carencias.
Pero por las noticias que habían llegado desde el país sureño, las cosas iban arreglándose de a poco y la economía de sus habitantes fue mejorando.

Por su parte, Morgana, cuando no estaba fornicando con cada aristócrata refugiado que encontraba, se adentraba a lugares impensados dentro de la misma isla (la más grande del archipiélago) en busca de ese oscuro al que ya había apodado “Archi”.
Pero en este mismo día, había llegado una fecha nefasta para ella, que le recordaba sus miserias, su incompetencia y egoísmo… además de lo único bello que había hecho en el mundo: Era el cumpleaños de su único hijo, Sebastian. Si bien en esa época el calendario estaba compuesto de otra forma, ella se daba cuenta de la llegada del cumpleaños por unos simples cálculos matemáticos y fijándose el cambio del clima dentro de las estaciones.

Estaba tan desanimada y deprimida, que se alejó de los demás y se puso a dibujar otra cosa que no fuera botánica, animalejos o fórmulas raras.
Se sentó encima de una roca y tomó una barra de grafito y una hoja y comenzó con la labor, al principio bastante torpe, ya que hacía muchísimo tiempo que no dibujaba humanos. Pero luego de varios intentos, su trazo se hizo más estable, aunque apretaba demasiado la barrita por el sentimiento de frustración que la invadió por completo.

Si pudiera volver el tiempo atrás, volvería a abrazar a su pequeño niño de nuevo, aunque sea, por una última vez.

Cuando terminó la ilustración, se la quedó mirando fijamente con lágrimas en los ojos. Sentía que su pecho iba a colapsar en cualquier momento y le dieron unas profundas ganas de morirse, que aquel demonio que la buscaba la consumiera y fin.

La imagen de la carita de Sebastian de pequeño estaba tan viva en su memoria como si lo hubiese visto hacía un par de horas. El solo saber que estaba muerto y que se encontraba en aquel lugar horrible sufriendo eternamente, hacía que su pútrida alma se carcomiera en una lenta agonía.

Terminó llorando desconsolada, haciendo el duelo de nuevo, así como cada año de los últimos… ¿Cuántos? Ya había perdido la cuenta.
Se llevó una mano a la frente y siguió descargando su pena. El otro brazo estaba encima de su rodilla , extendido hacia el frente , sosteniendo con la mano aquel papel en el que estaba plasmado uno de sus más memorables recuerdos (y también el deseo que quisiera cumplir en ese triste momento) : ella de humana consolando a su niño luego de que este se hubiera lastimado jugando y repitiéndole con una gran serenidad cuanto lo amaba.

Dibujo:

-Esta usted bien, señorita?- le pregunto un hombre de repente, que salia de entre los arbustos.

El hombre, alto y robusto pero de avanzada edad se le acerco con un gran trozo de leña bajo el brazo y un hacha descansado sobre su hombro.

-No es mi intención entrometerme en donde no me llaman, pero es que estaba recolectando algo de leña aquí cerca y la escuche llorar, así que supuse que necesitaba ayuda.-

Puso su hacha en el suelo para no asustarla y se acerco con cuidado.

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Después de aquel desenfrenado encuentro sexual Andreas apenas podía moverse, tenia la respiración acelerada al punto que casi se le salían los pulmones por la boca, estaba tan cansado que apenas podía contener el sueño.

Aun seguía besándola, pero de forma mas lenta y prolongada, aun la tenia envuelta en sus brazos, aunque ya había dejado de hacerle el amor, literalmente estaba seco pero aun estaba esa ese final especial que le había dejado a su criterio, y pensaba aprovechar la oportunidad.

A Morgana en ese momento no le importaba que la vieran llorar. Tenía el orgullo y la moral por los suelos. Siquiera se tomó la molestia de secarse esas lágrimas que se reservaba solo para este momento del año.

—Quisiera que todo esté bien... Pero nada está bien — Agachó la cabeza — ¿Nunca ha tenido a alguien que ha amado con locura y que sabe que jamás volverá? ¿Que tiene la certeza que eso NUNCA pero JAMÁS sucederá?— Siguió observando su dibujo- Hoy es ese día para mí... el día que me recuerda que la última persona que me amó de verdad ya no estará en mis brazos.

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Amaya lo miró y sonrió.

—Haces el amor como una bestia… y eso me encanta. Sé que te mueres de ganas de hacerme algo… ¿Qué esperas? ¿A qué recobre fuerzas y me empiece a mover encima de ti nuevamente? ¿A que reanude esta carrera de loco sexo?

-Si, pero no aquí.-

Salió de la cama y se puso de vuelta los pantalones.

>> Para lo que tengo pensado necesito una botella de vodka, un licor de cafe y una tina con agua... Yo me encargo de conseguir los dos primeros, tu ve llenando la tina y metete en ella, vuelvo enseguida.-

Tomo de vuelta el baston y se transporto hasta su casa en el Este.

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El hombre se sento a lado de Morgana, usando el trozo de leña como asiento.

-He vivido lo suficiente como para ver partir a algunas de las personas a las que mas he amado, pero jamás he dado por hecho que no volveré a verlas otra vez.-

>> Tal vez suene un poco tonto, pero mi casa esta aquí cerca y si gusta puedo ofrecerle un poco de té para calmar las angustias-

Amaya se quedó un poco confundida, sin embargo, se dirigió a lo que sería el cuarto de baño y empezó a llenar la gran tina de la habitación con agua. Apenas podía moverse, estaba agotada.
Se mordió el labio inferior, divertida, esperando que tipo de travesura le iba a hacer…

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Morgana estaba tan débil emocionalmente en aquel momento, que accedió inmediatamente sin chistar, más bien, sin pensarlo.

—“Si supiera cuanto tiempo he vivido yo” — Pensó.

Guardó el dibujo dentro del libro que colgaba de su cinturón.

-"Y que no tomo té".

-Acompañeme, mi carreta esta por acá- El hombre recogió sus cosas y le tendio la mano.

-Se nota que usted no es de por aquí, debo suponer que viene junto con los hombres del Este... Verdad? -No se que este haciendo una mujer como usted en una campaña como esa, no es que quiera entrometerme, vera: yo soy un herrero y algunos de esos hombres me pidieron que reparara sus armas y armaduras.-

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-Ten, sujeta estas botellas- Dijo Andreas que se había aparecido por detrás sin que se diera cuenta, le dio ambas botellas y se metió a la tina.

-Hay una bebida que a mi en particular me gusta bastante, lo llaman "Ruso blanco", y se prepara con esos dos licores mas un poco de leche, -Lo que quiero que hagas es que biertas un poco de esos dos en mi boca, la leche ya sabrás de donde pienso sacarla... Por eso necesito que te subas encima de mi otra vez.-

—Estoy en plena campaña y en una misión que se me ha sido encomendada. Una cara bonita puede ser mucho más de lo que aparenta ... — Era obvio que estaba buscando a los aristócratas, pero nunca mencionó nada sobre lo del oscuro, puesto que esa misión se la había dado la reina Amaya en secreto.

Tomó la mano de aquel hombre. Solo esperaba que no sintiera su influencia o alguna sensación “extraña”.

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—Solo espero no arruinar tu bebida , dado que mi leche es algo salada— La había probado , por eso lo decía. Curiosidad del momento nomás.
Se le subió encima.

El hombre no pudo evitar reír en su interior con esas palabras, pero por fuera solo mostró una leve sonrisa.

Fue hasta la carreta, la cual estaba cargada con bastante leña y varias piezas de armadura desgastadas.

Durante el trayecto, parecía que el hombre solo daba vueltas en círculos sin ir a ningún lugar, cinco veces paso por el mismo cruce de caminos, pero en diferente dirección. cuando parecía que estaba completamente desorientado de un momento a otro en el mismo cruce de caminos que ya habían recorrido cinco veces se abrió un nuevo sendero, el cual llevaba a una colina en le cual el hombre tenia su hogar.

Dentro del lugar estaba la que seria sin duda la colección de armas y armaduras finas mas grande del mundo, piezas que solo un rey podría aspirar a poseer, piezas hechas con materiales tan variados, y de formas tan detalladas y adornadas que incluso de haber estado hechas de oro puro, el trabajo artesanal habría valido mas que el material en si.

-Por favor tome asiento, no tardare mucho con el té- con su hacha corto la manzanilla que crecía en su jardín y tomo uno de los trozos de madera que había recolectado y se fue hasta la cocina.

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-Cariño, a mi gusto lo que brota de tu pecho es el néctar mas dulce que puede haber sobre la tierra, ademas... lo que de verdad importa no es como sepa, lo importante es como lo preparo.-

Tomo ambas botellas y vertió un poco de licor sobre los pechos de su mujer, para después empezar a chuparlos.