۩ღ Acacia Amarilla ღ۩ [Privado , Evil-Dog]

La noche había caído y la completa oscuridad había inundado el interior de aquella casa, el aire se volvió denso y pesado, y un frió glaciar se hacia evidente al volver visible el aliento de aquel hombre de avanzada edad, por fuera se escuchaba como las puertas y ventanas eran arañadas y golpeadas con violencia, alas batiéndose y uñas clavándose en la madera era lo único que se podía diferenciar del resto de los sonidos del oscuro bosque.

El viejo herrero yacía sentado en una mecedora a mitad de la sala con su hacha en mano, meciéndose de aquí a allá con tranquilidad, si rostro no mostraba la menor preocupación, pero sus manos estaban temblorosas, había pasado por esto centenares de veces, cada luna llena era lo mismo, cada luna desde hace tres años "Ellos" lo visitaban, le exigían que saliera, lo provocaban y lo insultaban para que les hiciera frente, pero El sabia que debía ignorarlos, que nada bueno saldría de confrontarlos, Solo una vez lo hizo y las consecuencias fueron terribles, nunca mas lo volvería a hacer.

La noche siguió avanzando hasta dar las tres de la madrugada, los ruidos se detuvieron para dar lugar a leves e incomprensibles susurro, y aunque lo que decían era incomprensible el delicado timbre y las dulces risas daban la impresión de que se trataba de niños.

-Madre! Madre me escuchas!- Se escucho de repente fuera de la casa. -Soy yo, Sebastian!- Decía una y otra vez..

El viento se volvía cada vez mas y mas violento, trayendo consigo lluvia y azotando las ramas de los arboles contra las paredes.

-Esta haciendo mucho frió acá afuera. y padre seguro esta buscándome... no dejes que me encuentre! Déjame entrar!.- decía con preocupación mientras golpeaban con fuerza la pared.

-Ahí viene! Madre!-

Un gruñido fuerte se guido del inconfundible sonido de una cabeza reventándose contra la pared puso un silencio absoluto. La lluvia se detuvo, el aire seguía gélido y las alas batiéndose regresaron una vez mas.

Morgana abrió los ojos de golpe al oír lo que sería la voz de su niño tan cerca de ella, solo separados por una pared. Se reincorporó violentamente y apoyó la oreja en la pared, clavando sus largas y esculpidas uñas en la misma, con cierta desesperación y sobresalto.

— ¿Sebastian? — Preguntó al escuchar aquel estruendo — ¡SEBASTIAN!

Y empezó a llorar de forma bastante desconsolada. Su lógica le decía que eso no podía ser posible, pero su parte emocional le pedía a gritos que saliera corriendo a asistirlo.
No sabía a quién obedecerle primero y se sujetó la cabeza, tapó sus oídos y cerró fuertemente los ojos.

— ¡TU ESTÁS MUERTO! ¡ESTÁS QUEMÁNDOTE EN LAS LLAMAS DEL INFIERNO! — Exclamó triste e iracunda.

Pero, luego, sus emociones salieron a flote.

— ¡UTHIER! ¡TE JURO QUE TE MATARÉ! — Exclamó, parándose de un salto y empuñando la daga sin los guantes, causando que se quemara horriblemente; pero no le importó — ¡TE MATARÉ ASÍ COMO LO HICISTE CONMIGO!

Antes de hacer algo estúpido e impulsivo, se paralizó al sentir algo terrible que se aproximaba… una sensación que nunca en su vida había experimentado, algo que le recorrió cada fibra de su ser.

— ¡VETE! ¡YO NO SOY TU MADRE! ¡USTEDES DOS ESTÁN MUERTOS! ¡¡¡MUERTOS!!!

Soltó la daga y respiró fuertemente. Se curó la mano con la solución y esperó a que esta hiciera efecto. En medio de temblores, solo atinó a aspirar aquel aire gélido y exhalarlo.

-Sebastian murió de adulto... tú eres un impostor - Soltó con una voz más calmada , pero llena de un odio increíble.

Solo hubo silencio.

Aquellas criaturas sabían que no lo iban a conseguir nada esa noche, el tiempo se les agotaba y los primeros rayos del sol estaban por salir por el horizonte.

Una vez mas batieron sus alas y le alejaron en la oscuridad restante para no volver hasta la próxima noche sin luna.

No fue hasta que el alba llego en plenitud que el viejo Ed abrió de nuevo las puertas y las ventanas de la casa, con una escoba y un recogedor Empezó a limpiar el desastre que habían causado, recogiendo como era costumbre los trozos mutilados y semi-devorados de docenas de animales del bosque.

El caos en su cabeza estaba presente como nunca antes en muchos malditos años. Y ni hablar de como su pecho estaba encogido en su máximo esplendor.
Y así es como pasó la madrugada: Sin dejar de lagrimear por cada imagen y recuerdo que se le venía la cabeza. Y ahora no solo imágenes, sino también la voz resonando en sus tímpanos.

“¿Qué diablos fue eso?”

Era capaz de preguntarse por dentro, aunque dolida en el alma.

Generalmente la angustia que se reservaba todo un año la descargaba en un solo día, pero dado los sucesos de hacía unas horas, esta seguramente le iba a durar un indeterminado tiempo.

No quería ni salir de aquella oscura habitación. De algún modo, aquella oscuridad era lo único que la hacía sentir protegida.

Se tapó la mitad de la cara con su mata de pelo, mientras enredaba sus pies en las sábanas y llevaba sus manos a su vientre… ¿Por qué…?

Dirigió su desconsolada vista hacia la puerta. No deseaba salir por nada en el mundo.
Pero, pronto, esa mirada se mezcló con el más irrisorio de los odios.

Golpe bajo.

Luego de acomodar todo lo mejor que pudo fue hacia el taller donde el desastre era aun mayor, mas que el usualmente dejaban después de una noche, pues no solo derribaron cada una de las piezas que tenia ahí exhibidas, sino que esta vez lograron arrancar el sarcófago de la base a la que estaba encadenada e inclusive lograron forzar una de las muchas cerraduras que este tenia. El techo había sido destruido por completo, arrancado con uñas y dientes por lo que se podía apresiar.

-Cada vez están mas cerca...- se dijo así mismo. -Devieron haber sido un centenar por lo menos-

Se sentó después de una batalla interior que deliberó que eso es lo que tenía que hacer para acabar con esto de una vez por todas.

Todo lo que había sentido la noche anterior, a flor de piel, fue algo indescriptible. Pero supuso que ya debía acostumbrarse a ello (o con cada cosa que se le topara en el camino) si en verdad quería encontrar a ese maldito desgraciado.
Podía presentirlo, estaba más cerca que nunca. Por algo era que habían utilizado a su difunto hijo de pequeño, pues seguramente querrían sacársela de encima y sabrían sus intenciones.

No debía perder más tiempo y ser asertiva, antes de empezar a envejecer y perder gradualmente sus poderes y dominio sobre su conciencia.
Paró la oreja para oír todo lo que sucedía a su alrededor, cada insecto caminar por ahí, cada voz articulada en el aire…
Comenzó a vestirse rápidamente. Colocó el cinturón con todas las cosas alrededor de la cintura. Pasó las manos entre su extremadamente largo cabello y desapareció de aquel cuarto para aparecer a unos, tal vez, dos centímetros del hombre en su taller, cruzada de brazos. Esto era a propósito.

Su dulce, serena y humana mirada había desaparecido por completo, para mostrar esos ojos malignos rebosantes de odio –aunque no para con el hombre- y centelleantes de la más desbordante de las ironías y frialdad, aunque también de tristeza muy disimulada y fusionadas, todas juntas. Además que la expresión de su rostro era de piedra.

—En mi país, hasta el insecto más insignificante que merodea por ahí tiene terror de mencionarme aun por mi segundo nombre… aun el que no me conoce por rostro, solo por leyendas, relatos orales y rumores. Por lo tanto, es tan extraño para mí que me falten el respeto. Y no hablo por usted necesariamente — Hizo un gesto con la cabeza, señalando todo el desastre.

De un segundo a otro, desapareció y apareció detrás del hombre.

—Y eso no lo puedo dejar pasar— Largó una risita algo macabra— Podemos comenzar desde el principio , con confianza , sin miedo.

El viejo no pudo escuchar por completo lo que Morgana le decía, y de lo poco que pudo entender no logro comprender lo que trataba de decirle, pero la extraña mueca le dio a entender mas o menos el mensaje.

Lamento lo de anoche, por incompetencia mia olvide que ellos vendrían, de lo contrario le juro que no me hubiera atrevido a invitarla, me disculpo.-

Aun así anoche fueron más agresivos de lo usual... Mas ansiosos, aunque no puedo asegurar por que, lo que nos visito anoche fue una hueste de "Caídos", horribles seres que se afiguran a ángeles en estado de putrefacción, fieles sirvientes del mismo demonio que hace poco mas de tres años llego para asolar las tierras del norte

La pupila de Morgana disminuyó de sobremanera al oír eso, para después rasgarse levemente, aunque pronto volvió a la normalidad.
Quedó muda por unos breves segundos después de que el hombre terminara de hablar.

Empezó a hacer un movimiento con los dedos, como si estuviera tocando unas castañuelas al ritmo de una música tradicional muy animada.

Era obvio que se habían puesto más violentos por ella, así que eso quería decir…

— ¿Dónde está?— Preguntó sin rodeos, de forma bastante contundente.

Sabía, SABÍA que estaba ahí.

-Donde esta qué?- pregunto el viejo confundido por la ambigüedad de la pregunta.

Se agacho a recoger una tira de la cadena que rodeaba el sarcófago, la cual había sido destrozada por los demonios y que tenia una inscripción por cada uno de los eslabones.

-Archimonde- contestó sin más. Por fin había podido recordar el nombre completo.

Era obvio que su búsqueda principal había terminado. Tenía que proceder a eliminarlo sin contemplaciones.

"Tanto tiempo buscando a alguien como yo y miren...Debe perecer en mis manos. Oh la ironía..." Pensó nuevamente.

-No había escuchado ese nombre en muchos años... no se por que lo busca, pero déjeme darle un consejo; olvídese de El, no va a encontrarlo.-

Le sudaban las manos y le temblaban los pies, solo escuchar ese nombre le hacia estremecerse.

Morgana sonrió.

—Bien… Debo cumplir con las estrictas órdenes de la Reina Jarishmort Amaya. No es que sea de obedecer lo que me digan, ni ella, ni usted, ni nadie, pero si no hago lo que tengo que hacer en este momento, vendrán esos seres de nuevo, se lo llevarán y el mundo que conocemos dejará de existir y se irá bien a la mierda.

Volvió a pasarse las manos por su dócil cabello y posó su mirada llena de interés en aquel sarcófago envuelto en cadenas.

—Y tengo que empezar justo ahora — Apareció al lado del sarcófago y se apoyó en el mismo con un brazo como si nada, totalmente relajada — Bien Archi , ha llegado tu maldita hora. O es tu trasero o es el mío. Y créeme que prefiero ser egoísta — Le hablaba.

-Usted no entiende... no puede matarlo.-

El hombre trataba de explicarle, pero no encontraba las palabras para hacerlo.

-No puede matar lo que es intangible, no puede destruirlo... yo ya lo he intentado y aun con mis conocimientos no he encontrado la manera... he empleado casi toda mi vida manteniendolo encerrado... Si usted lo saca ahora...-

— ¿Y cree que es mejor mantenerlo encerrado, aguardando a que se lo lleven? Si lo libero ahora y escapa, será igual que mantenerlo encerrado para que luego lo postren ante los pies de ese demonio para ser consumido — Se puso una mano en la barbilla, como pensativa — Y si eso llegara a suceder… recuperar  todo lo que se ha luchado para volver a la normalidad será imposible. Además que ese Malebolge acrecentará su poder y bueno… Nadie se puede imaginar el caos que se desatará en el mundo; y por todo lo que hemos trabajado, por todo lo que hemos sufrido, llorado, vivido, alegrado, se irá para siempre.

Miró el sarcófago con cierta pena, entrecerrando los ojos.

—Tantos años imaginando la sola existencia de estos seres, seres como yo, impuros, de energía tan densa como negativa, de naturaleza horriblemente degenerada… y tener que hacer esto cuando por fin los encuentro. Todos estos años en soledad... No es nada fácil para mí tampoco. Pero no queda otra. La reina habló, Amaya Jarishmort , una de las personas que cambiarán el mundo , me devolverá mi humanidad y mi mejor amiga… y Gisella, mejor conocida como Morgana Pedran , también lo ha hecho.
>>Un riesgo que hay que correr.

-Pero El no esta ahí dentro... ese sarcófago no es una prisión, sino un relicario... si se lo llevan no servirá de nada.-

Lo que se encontraba dentro del sarcófago no era Archimonde, sino irónicamente, la llave para liberarlo.

-Lo que hay dentro no es Archimonde, sino su espada.-

Morgana quedó sin palabras y con la expresión totalmente en blanco.

—Y esta es la parte en que usted comienza a contarme todo desde el principio— Habló un tiempo después de guardar silencio. Volvió a cruzarse de brazos.

Ya veía que tendría que ir a buscar más víctimas para renovar fuerzas, pues pronto comenzarían a irse…

Exhalo con pesadez y se recargo contra la mesa, se rasco la cabeza y miro fijamente al sarcófago.

-Archimonde no es una persona en si... es como un estado mental, una posecion de algo que no tiene consciencia, que solo vive para una cosa... La batalla.-

-Todo empezó hace muchos años, la guerra entre otomanos y cristianos estaba en su auge, el continente estaba dividido y los jóvenes como yo eran reclutados en ambos bandos, en ese entonces yo aun vivía en la Inglaterra católica, y como tal fui llamado por mi rey para unirme a la batalla.

-Marchamos hacia el Este, Rumania, Turquia... Valaquia, ahí nos enfrentamos a las fuerzas de Constantino... sufrimos muchas bajas la primer semana, mas de 1/4 de nosotros estaban; muertos, o capturados por el enemigo.-

-Mas de una vez pensé en abandonar a mis compañeros y volver a Inglaterra, pero si lo hacia moriría al llegar, me colgarían por desertor y deshonraría a mi familia... no tenia opción, debía quedarme, aunque eso significaba una muerte segura.-

-Una noche mientras reparaba mi espada el demonio se presento ante mi, me ofreció darme la oportunidad de salvar mi honor y mi vida, me ofreció un arma con la cual seria invencible... una espada.-

-Al principio no note lo especial de la espada, salvo su descomunal tamaño, pero no fue hasta después de mi primera victoria que empece a sentir los efectos, cada enemigo que moría a mis manos me transmitía su fortaleza, sus conocimientos y su habilidad... cada vez era mas fuerte hasta el punto que me volví invencible... pero mientras mas fuerte me volvía un poco de mi cordura se desvanecía.-

>> Llegue al punto de ser un peligro para mis compañeros, no me importaba si era aliado o enemigo, lo único en lo que podía pensar era en la pelea... la sangre era el vino de la victoria y yo estaba ebrio... me enviaron de vuelta a Inglaterra como un héroe... pero yo no estaba satisfecho.-

>> Vencí a muchos espadachines después de eso, nadie era rival para mi... y no fue hasta que no hubo nadie mas para enfrentarme que me di cuenta el monstruo en el que me había convertido.-

-Trate de dejarlo, pero la espada tenia demasiado control sobre mi, y nunca estaba satisfecha, no podía librarme de su influencia, no podía estar cerca de aquellos a los que amaba por temor a herirlos, así que me aislé mi castillo.-

>> Años después recibí la visita de alguien con una historia parecida a la mía, una mujer... Su nombre era Iggdrasil, ella me ayudo, me dio la cura para mi enfermedad, y pude librarme de mi maldición.

>> Los años siguientes busque la manera de destruir la espada, conocí a muchos maestros artesanos, herreros y armeros de todo el mundo, pero ninguno pudo ayudarme, descubrí que la única forma de mantener esa maldición lejos del mundo era esconder la espada, ponerla donde nadie pudiera empuñarla.-

—No sé por qué diablos esto tendrá que encargarse la mismísima reina y sus pequeñas manos… — Se dejó caer sentada al suelo, pensando alguna solución.

Solución, solución, solución… ¿Y si usaba algún ácido? Pero no, no se lo podía dañar, por lo menos no físicamente. Tenía la cabeza atascada de todo tipo de cosas. Volvió a quedarse en blanco.
Entonces, después de unos minutos de mudez de muerte, se le ocurrió algo, tal vez descabellado, sin pies ni cabeza, pero tal vez, solo tal vez...

—No se ha podido destruir esta cosa porque se la ha estado atacando desde el lado equivocado. Físicamente no puede recibir daños, no se destruye, siquiera sufre rasguños. Mi fuerza bruta no servirá de nada, probablemente me rompa las dos manos en el intento… Tampoco mis pociones, ni soluciones de ningún tipo, nada que sea tocar la materia— Hizo una breve pausa — Si es un estado mental, una posesión, entonces se tiene que ir por ese camino. Hacerlo añicos espiritualmente.

Nuevamente comenzó a hacer ese movimiento con la mano, un tic muy propio de ella.

-Olvidelo, no es posible destruirlo, interrumpir el vinculo fue la única manera de pararlo, si saca esa espada del sarcófago no se que podría pasar.-

>> Ellos no tratan de llevársela, si quisieran hacerlo la habrían tomado con todo y sarcófago... ellos quieren abrirla, solo debo esconderlo mejor... tal vez cambiar de lugar... tal vez bajo tierra.-

—La desenterrarían. Y si lo arrojara al mar , hasta serían capaces de dividir las aguas. Además que la reina claramente me dijo que lo destruyera… solo debo buscar una manera. Y ya le llegó la hora.

El experimento que tenía en la cabeza era más descabellado aun. Pero sabía que no sería posible y los resultados serían nefastos.

—Si fuera por mí, estaría en mi casa, leyendo y pintando, pero debo hacer esto cuanto antes. La reina está embarazada y no puede hacer el trabajo sucio en este momento. Y como dije, no estoy dispuesta a aguantar alguno de sus berrinches…

Paró de mover los dedos y suspiró pesadamente. Era la parte que más odiaba: negociar. Pero era sencillo: o se rendía… o actuaba por la razón o por la fuerza.

-Y que es lo que pretende hacer entonces? dígamelo.-

El viejo no tenia intenciones de sacar la espada de su sarcófago, no lo había hecho en muchos años, y no iba a hacerlo ahora.

-Lo obvio.

Y eso era sacar esa mierda y hacerla más mierda aun.

-Como negociar no es exactamente lo mío - Apretó el puño - Una pena.

Pero luego abrió la mano.
Lo miró directo a los ojos , tratando de hacer lo mismo que con Lee aquella vez en el bosque encantado... para sacárselo de encima.

-Entonces va a matarme verdad?, y sabe lo que pasara después? la espada encontrara otro dueño, puedo asegurarle que no he sido el primer Archimonde y que probablemente no seré el ultimo... pero si es lo que desea hágalo, estoy indefenso, me he escondido demasiado tiempo pero sabia que tarde o temprano tendría que dar la cara... solo espero irme con dignidad.-

Se empezó a reír. Al principio de forma pausada y despacio , pero luego a carcajadas.

-Si quisiera matarlo , ya lo hubiera hecho desde un principio , o mejor dicho , cuando solito soltó toda la verdad. Y créame que las muertes en mis manos son horrorosas , pero a la vez placenteras. Aunque no creo que ser sodomizado o abusado por mí de alguna manera pueda considerarse como una idea atractiva... En fin , no vengo a matarlo , solo a buscar una solución definitiva a este maldito problema que solo hará que mi infinita paciencia y tranquilidad se pongan a prueba.
>>Si no me lo quiere dar , está bien. Pero no lo mataré. Puede que sí termine algo herido , pero tampoco se me apetece. Está de suerte... no , tampoco eso. Ni siquiera de suerte. Solo es que ha sido bueno conmigo y eso lo debo recompensar de alguna manera.

Se paró.

-Bien , no quiero ser incompetente , así que me pondré manos a la obra.

Una lástima que tuviera que dejar todos esos escritos antiguos en su cabaña del Oeste que le podrían estar sirviendo en este momento.

-¿Cada cuanto vienen esos...seres? Querrán llevarme a mí también , así que supongo que tengo poco tiempo...

"Sodomizarme?, que mujer tan extraña..." Pensó.

-Vienen una vez al mes, cuando hay luna nueva, pero... a que se refiere con que vendrán por usted también?-