Unos cuantos relatos cortos

Se despertó. Comprobó efectivamente que todo seguía igual. La misma oscuridad de fondo. El mismo deprimente paisaje en todas direcciones: Nada. El más puro vacío. Curiosamente, hacía una perfecta analogía a como se sentía en ese momento. O, mejor dicho, como no se sentía. Deseaba poder sentir algo. ¿Cuánto tiempo llevaba ahí? Era difícil medir el tiempo. En todo caso, había estado mucho tiempo en el suelo, o lo que fuera que lo sostenía en esa masa de vacío. Sus piernas empezaban a entumecerse. Pensó que podía matar un poco de tiempo trotando, si el tiempo siquiera existía ahí. En cualquier caso, no sería tan aburrido como el solo estar inmóvil ahí. El entretenerse en algo le ayudaría a mantener la cordura. Se incorporó con algo de dificultad. Súbitamente, algo comenzó a fastidiarlo. No sabía que era, pero podía sentir como lo molestaba, erizaba de rabia cada vello de su ser. Al estirarse, la sensación se hizo mayor. Su corazón se aceleró por el estrés. A cada momento era más insoportable, y crecía cada vez más, como amenazándolo con hacerlo perder la cordura. Y lo estaba logrando. En ese momento comenzó a hacerse las preguntas que, por alguna razón, no se había hecho desde que estaba ahí ¿Qué era ese lugar? ¿Por qué estaba ahí? ¿Cómo había llegado? No recordaba nada ¿Siquiera estaba en un lugar? ¿Siquiera existía en ese momento? Poco a poco la desesperación crecía. Apretó la mandíbula, sintiendo que sus sienes iban a explotar. Cerró los ojos y, súbitamente, lo comprendió. Era el aire (¿Era siquiera aire lo que lo rodeaba?). El aire alrededor contra su piel. Lentamente extendió la mano hacia adelante. Definitivamente era eso. Insoportable. El aire a su alrededor de su piel producía una sensación cada vez más horrible. Era como estar tocando una masa de grasa muy fría. Estar cubierto en ella, sumergido. Y aun así, era solo aire, aire común y corriente. Quiso volver a dormir. Volver a dormir para escapar de esa sensación. Abrió los ojos de nuevo y miró hacia abajo. Se veía a si mismo muy claramente, demasiado claramente, podría decirse. Los colores contrastaban con la oscuridad de una manera casi dolorosamente brillante. Volvió a sentarse en el suelo como antes. Sin saber por qué, soltó una carcajada. Una carcajada apagada, amargada, una risa de resignación, a la vez que comprendía que no tenía opción. Poco a poco, cerrando los ojos, se dejó invadir por la oscuridad de alrededor, a la vez que esta era invadida por él. Ahora él era la oscuridad, y la oscuridad era él. a medida que se volvía parte del aire que lo rodeaba, soltó un suspiro, dándose cuenta de que, ahora, por alguna razón, era feliz...

Ese día, después de incontables años, la tierra volvió a retumbar. Los grandes gigantes de piedra se levantaban de nuevo, con sus poderosas pisadas haciendo temblar las entrañas del mundo de una manera que solo las antiguas y monstruosas criaturas que hicieron su hogar en las profundas grutas cuando el mundo aún era joven podían recordar. Contemplaron, con sus ojos llenos de musgo, el mundo del que eran señores absolutos una vez más, viendo, complacidos que estaba tal y como lo recordaban. Pero esto no era verdad. Si hubieran observado con más atención el suelo, habrían descubierto ruinas, trozos insignificantes de concreto, vidrio y metal, recuerdos de unos seres pasados, hace tiempo olvidados, llamados humanidad.