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| Salai [ORIGINAL +18] | |
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YSY Mod - Baronesa del oscuro tormento
Mensajes : 6058 Fecha de inscripción : 09/05/2010 Edad : 28 Localización : Dentro de tu inodoro...
Hoja de personaje PUNTOS DE VIDA: (50/50)
| Tema: Salai [ORIGINAL +18] Jue Abr 02, 2015 12:16 am | |
| ACLARACIONES Con esta historia no pretendo incomodar ni ofender a nadie, mucho menos a las personas homosexuales.
Lo que estoy relatando aquí solo es el estilo de vida de un puñado de gente ficticia, inspirado en hechos reales, personas conocidas y anécdotas que surgen en ciertos momentos luego de varias tazas de café y música de fondo preferida, exacta para la ocasión. Digamos que es una recopilación de todas esas experiencias.
Esto está dedicado a una amiga que gusta de este tipo de historias. Advierto que es algo simplona y hasta cliché… y dramática.
En fin... Estreno esta especie de novela por acá. Desde ya digo que si quieren compartirla en otro lado, solo denme los créditos. SINOPSISEl arte es hermoso , que expresa la sublimidad de la esencia humana y la belleza de incluso lo más estrafalariamente retorcido. El gran Leonardo Da Vinci decía : “Hay que conocer lo feo para hacer lo bello”. Pero Leonardo también tenía dos discípulos : Francesco Melzi y Gian Giacomo Caprotti da Oreno , también conocido como “Salai”. Este último resultaba ser un desastre en su vida privada , y fue principalmente conocido siglos después por ser el supuesto amante de su maestro. Siglo XXI. En el pasado de una chica llamada Delfina , tenemos al que podría ser la reencarnación de un nuevo Salai : Gian Marco Lombardi , un estudiante de arte, inmigrante italiano , genio y talentoso de nacimiento , de personalidad chocante , compañero de conservatorio y mejor amigo de Delfina y el detalle más traumático para ella : un declarado homosexual. Curiosamente , es igual físicamente al Salai del pasado , el del siglo XV ; también parece ser la copia exacta en personalidad. Delfina está muerta de amor por él , solo que este no lo sabe. Y la sola idea de amar a alguien que no le corresponderá jamás , es una tortura que solo puede terminar de una manera : mal. Ellos se aman como hermanos , aunque Delfina como algo más. Pero esos sentimientos verídicos tambalearán a medida que vaya pasando el tiempo y sucedan cosas que desaten el caos… Delfina siempre aseguró , tal vez agregando o modificando a su modo los dichos del gran Leonardo , aplicándolo para las personas : “Hay que conocer lo horrendo de los demás para ver la belleza que hay detrás y viceversa … siempre y cuando se sea siempre uno mismo”. ¿Podrá seguir manteniendo la misma postura? ¿Conservar la amistad con Salai? ¿O todo se desvanecerá en el aire y caerá como una débil torre de naipes? ¡Pueden encontrar la misma historia en Wattpad! No duden en seguirme y comentar. Ante cualquier duda, pueden mandarme un mensaje privado.
CAPÍTULO I.
- Spoiler:
Antiguo estudiante de arte (más bien y probablemente, artista y genio de nacimiento); tez blanca, abundante cabellera rizada castaña con reflejos rojizos, nariz recta, frente y mentón redondeados, ojos avellanados de color marrón claro tirando a miel; de rasgos algo femeninos y cierto aire andrógino. Solo un poco más alto que el promedio, no mucho; complexión mediana, manos delicadas, de dedos cilíndricos pero alargados; delgado, estilizado… Por ese entonces un hermoso muchacho en plena flor de la juventud, rebosante de energía y de la típica viveza de un caradura de su edad. También un declarado homosexual, que no va ni viene, solo se queda ahí en su condición; aunque el rol en sus relaciones podía depender de su pareja o por capricho suyo.
Nunca le conocí una pareja estable, mucho menos un vínculo romántico que fuera duradero. Siempre acababan cortando por algún u otro motivo, en general estupideces, pero que eran excusas por parte de Salai para sacarse al individuo de encima, muchas veces porque le molestaba su presencia o cuando le decían algo que a este no le gustara. Poseía una fila inmensa de hombres ansiosos por su carne fresca, o por deleitarse un rato con su apacible voz y aparente carácter dócil, tal vez que le daba un aire sumiso… Así que si se cansaba de uno, ya tenía a otro para reponerlo. Un clavo saca otro clavo, por lo menos eso dicen.
Personalidad… Bueno… Complicado, en resumen. Rasgos destacables: Un excelente mentiroso, contrastando, irónicamente, con su sinceridad brutal al estilo “digo lo que pienso, no me importa y te jodes si no te gusta”. Muy obstinado, creyendo que se la sabe todas. Ladronzuelo, una raterilla de por ahí; travieso y caprichoso como un niño. Dado a los vicios (tabaco, alcohol, glotonería, drogas…). Amoroso como nadie si se lo propone, muy compañero y extrovertido. Cualquiera diría: “Toda una loca”.
¿Y qué flauta toco yo acá, hablando de Salai? Estaba (estoy) perdidamente enamorada de él. Salai era mi mejor amigo. No amigo de toda una vida, pero sí desde el primer instante en que cruzamos miradas e intercambiamos palabras.
Nos conocimos cuando ambos teníamos veinte años a finales de los años noventa, en el conservatorio de arte de mi ciudad de origen. Estudiábamos artes plásticas, pero, por su parte, Salai también iba a un taller de un reconocido pintor hiperrealista del mundo que vivía en nuestro país. A partir del segundo uno comenzó a llamarme la atención como movía enérgico sus manos, y hablaba en cierto tonito cantarín, melodioso y delicado. Se notaba a leguas su facilidad para entablar conversaciones con perfectos desconocidos como yo. Congeniamos rápido y no tardamos nada en organizar una salida para irnos de bailanta con otros compañeros del aula, incluidas personas de años superiores.
Lo curioso de todas estas salidas, es que cualquier persona que se lo topara y lo conocía, lo llamaba “Salai”. Me perdía de algo, en definitiva. No me atreví a preguntarle, porque tal vez era un apodo que a él no le hacía ni pizca de gracia. Pero como respondía afable ante el mismo, no parecía molestarle en lo absoluto, empecé a nombrarlo de esa manera en vez de su nombre de nacimiento (Que era Gian Marco). Cuando tuve ese pequeño atrevimiento, la confianza entre nosotros aumentó a niveles desproporcionados.
— ¿Sabes por qué me dicen “Salai”? — Escupió las palabras en un estado de ebriedad total una madrugada en su casa, después de consumir varios tequilas mezclados con una extraña bebida hecha casi por entera de ron en el boliche del que veníamos.
Yo me limité a sonreír, aun muerta de curiosidad. También me encontraba un poco alcoholizada, nada grave que afectara mi memoria o la percepción del espacio y tiempo.
— ¿Porqué… “Salai”? — Respondí muy jocosa al respecto.
Él tan solo se paró del sillón en el que estaba recostado, tambaleando de acá para allá, balanceándose como un péndulo o una hamaca que es mecida por el viento una tarde de otoño. Apoyaba su cuerpo contra las paredes, todo de una forma bastante cómica e histriónica, como si quisiera llamar la atención de alguna manera con sus conductas que chiquillo. La verdad era que caería redondo al suelo en cualquier momento, dada su condición de borrachín pseudo andante, que no le permitía dar dos pasos como la gente que amenazaba con caerse al suelo y romperse la cabeza en mil mitades. De todos modos, él reía a carcajadas, sin importarle los vecinos contiguos al departamento donde estaba viviendo. Eran las cinco de la mañana y el escándalo aumentaba; parecía que lo hacía a propósito.
Arrastró firme los pies hasta llegar a uno de los tantos cuadros hechos por él sobre lienzos de lino blanco. Despegó el cuerpo de la pared y se quedó mirando, aun temblorosa y débil, con ojos entrecerrados y todo, una impresión de un retrato, tal vez renacentista, del que podría asegurar que era Salai. Señaló la gigantografía.
—Salai te presenta a <<Salaì>> — Rió bastante fuerte, sobre todo al notar mi cara, que delataba mis verdaderos pensamientos.
—No aclares que oscurece — Respondí, seria.
Pegó otra carcajada.
—Salaì era el discípulo preferido del gran pintor renacentista, Leonardo Da Vinci — Hizo una pausa y perdió la mirada por ahí, pensativo, con una pizca de enajenamiento mezclado en aquellos bellos ojos de tonalidades amarillentas. Suspiró y continuó contando la anécdota — Del que siempre se sospechó que había tenido una relación homosexual con él por muchos años, hasta la muerte de este. — A continuación, clavó ambos ojos en esa impresión digital, con una notable mueca de medio lado surcándole por el rostro — Yo podría ser su clon. Tanto en lo físico como en lo puto. — Él nunca reconocería que en personalidad también, claro, todo según las notas de Don Leonardo; aunque de esto yo me enteraría después — Aunque el muy hijo de puta se casó con una mujer. Yo jamás en la vida tocaría a una mujer para fornicar. >>Tal vez les tengo fobia, en el sentido sexual… No veo el atractivo, más bien, no noto que sus genitales sean propiamente hermosos. La mujer, para mí, solo es la representación más grande que nos pudo dar Dios sobre la pureza; esperen ¿Existe un Dios? , en fin, tampoco importa — Hizo como si quisiera vomitar.
Otra pausa.
—Salaì entró al taller de Leonardo a temprana edad (como yo). Solo que yo no al taller de Leonardo, sino al del hiperrealista Taldegardo Leopardi, otro buen tano (también como yo). Lo único en lo que nos diferenciamos, es que a mí no me dio el flechazo por mi maestro de pintura. — Se carcajeó, escandaloso — Taldegardo se sorprendió la primera vez al verme, puesto que nunca antes había tenido a un jovencito que fuera la viva imagen del seguidor del mismísimo Leonardo. Además que gracias a mis rasgos faciales, serví de modelo, seguro para muchas piezas homoeróticas de parte de un montón de maracas reprimidos del taller. — Bromeó, cínico — Entonces, me apodó “Salai”, sin la “I” latina acentuada al final, quedando una tilde imaginaria en la segunda “A”. >>No sólo me asemejo de forma aterradora al discípulo de uno de los más grandes genios que tuvo la historia de esta estúpida humanidad, o tengo la misma nacionalidad, sino que también llevo su nombre ¡Y le hago honor, eh!
Al terminar su ferviente discurso, se dejó caer al suelo de traste como si su delgado cuerpo estuviera compuesto por un costal repleto de papas o llena de piedras lisas de río. Estaba tan ebrio que apenas sabía cómo mantenerse en pie sin trastabillar. Cabeceó varias veces. Volaba por el quinto sueño.
La charla era interesante, definitivamente. Nunca alguien había comentado algo tan atrayente como la historia de su loco apodo, un apodo que tenía un chisme muy curioso detrás y que me había sorprendido.
—Mirá vos.
Suspiré y sonreí al verlo dormido.
—Pero estoy segura de que eres más un Leonardo que un Salaì — Callé la boca por un breve momento — No, ni Salaì, ni Leonardo, sino Gian Marco.
Última edición por YSY el Lun Oct 12, 2015 7:08 am, editado 5 veces | |
| | | HouseMDfan Blorch King
Mensajes : 1319 Fecha de inscripción : 28/02/2010 Edad : 33 Localización : No me encontrarás, estoy tras siete proxies
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| Tema: Re: Salai [ORIGINAL +18] Vie Abr 03, 2015 7:54 am | |
| Pobre chica, los amores no correspondidos siempre duelen. | |
| | | Bloody Zim Mini Alce
Mensajes : 57 Fecha de inscripción : 01/08/2014 Edad : 27 Localización : En tus pesadillas.
Hoja de personaje PUNTOS DE VIDA: (50/50)
| Tema: Re: Salai [ORIGINAL +18] Vie Abr 03, 2015 8:13 am | |
| Que triste por parte de los 2 | |
| | | YSY Mod - Baronesa del oscuro tormento
Mensajes : 6058 Fecha de inscripción : 09/05/2010 Edad : 28 Localización : Dentro de tu inodoro...
Hoja de personaje PUNTOS DE VIDA: (50/50)
| Tema: Re: Salai [ORIGINAL +18] Dom Abr 05, 2015 3:47 am | |
| Y las cosas se tornarán más dramáticas a partir del capítulo tercero... CAPÍTULO II
- Spoiler:
Salai siempre solía hablar de Italia, o más bien, de su ciudad de origen: Nápoles. A veces de Milán, su segunda casa en la vida. Mencionaba las ciudades con una mezcla extraña de sentimientos , sentimientos encontrados más bien ; a veces asqueado de la sobreactividad de Milán , otras alabando la prosperidad de la metrópoli , que lo había hecho surgir de la miseria de Nápoles en la que había estado viviendo con sus padres. También de las tiendas de la misma, en las que de adolescente despilfarraba el sueldo que cobraba de su trabajo de lavaplatos en ropa, accesorios, salidas y sobre todo, materiales de arte con los cuales encerrarse en su casa y pintar hasta el hartazgo, al punto que su muñeca amenazaba con acalambrarse. En demás ocasiones (la mayoría), platicaba de Nápoles con un amor infinito, describiendo cada detalle de la capital de Campania como si estuviera refiriéndose a su propia madre. Le guardaba tanto cariño a su lugar de nacimiento que era increíble oírlo endulzar su tono de voz para referirse a las calles, patrimonios culturales y el maravilloso paisaje mediterráneo que se extendía hasta donde la vista no diera más. Lo único que detestaba de Nápoles, era la pobreza y las mínimas oportunidades de progresar para así mejorar la economía de las familias; también el creciente crimen organizado, que, según él, ya desde cuando era chico, estaba en pleno galope y retrasaban descaradamente el desarrollo económico y social de la zona, convirtiendo a los habitantes en esclavos de la ignorancia. Pensándolo bien, me resultaba bastante cómico que criticara a las mafias de Nápoles por sus sucios negocios y turbias actividades, cuando él mismo iba a los antros donde se encontraban los vendedores de droga de pésima calidad, los comúnmente llamados dealer, y les compraba la mercancía que ofrecían por un precio desorbitado. Obvio, consumía; cocaína en menor medida, marihuana de forma habitual.
Le fascinaba contar las historias más alocadas que a una se le pudieran ocurrir y la verdad es que lo hacía con tal entusiasmo que te contagiaba aquella mismísima efusividad que transmitía con tanta facilidad. Sus anécdotas se transformaban en algo muy parecido a cuentos fantásticos muy elaborados que atrapaban al receptor de manera inmediata.
—Como buen Napolitano, tengo en mis venas la sangre de mis antepasados, que en vez de ser rica en glóbulos rojos, es rica en cultura histórica, artística y gastronómica — Comentó todo orgulloso — ¿Sabes algo, Delfina mía? A pesar de que adoro Nápoles, tuve que rajar de ahí hacia el norte antes de que el Vesubio me hiciera volar por los aires… o las balas de la misma mafia. O me comieran los piojos. >>Mis padres eligieron el destino para mí en ese entonces, pero las vueltas de la vida hicieron que yo comenzara a manejar mi vida como se me diera la gana. De otra manera, no se hubiera acrecentado mi amor por el dibujo y la pintura o no hubiera descubierto mi verdadera sexualidad, quedándome encerrado en un closet para siempre, atrapado en el movimiento continuo de Milán y sus nocturnas luces artificiales.
Lo noté muy nostálgico al respecto. No quería que se deprimiera. Estaba algo ido para lo que acostumbraba a ser, pues se estaba pasando de tragos. Prendió un cigarrillo. Si no fuera porque nos sentamos en la zona de fumadores, nos habrían echado a patadas, pues era el quinto cigarrillo que encendía.
El lugar era un resto-bar, que se encontraba dentro de un predio en la zona oeste de la ciudad donde vivíamos, en un parque gigante, al cual la gente asistía para esparcirse; ya sea haciendo ejercicio físico en los alrededores, dando caminatas familiares por los numerosos caminos conformados por tierra fina y molidas almejas blancas , tomando mate en los pequeños puentes de madera donde se podían encontrar echados un grupo de amigos , fotógrafos profesionales , artistas haciendo sus obras o niños inventando imaginarias e interesantes aventuras. Tal vez era ese aire de familiaridad en el ambiente que tanto agradaba a Salai, o la tranquilidad que nunca había conseguido en su vida allá en Italia.
—Delfina, querida mía, hoy te noto bastante silenciosa. ¿Conseguiste un chongo que te trata mal, hermosa? — Me preguntó con un notable deje de interés — Si es así, dime y voy y le parto la cara. Podré ser una loquilla, pero a la hora de pelear soy todo un macho — Golpeteó con el puño cerrado su ancho pecho, justo en el pectoral, a lo Tarzán.
¿Qué es lo que podía decirle a Salai? Muchas opciones no me quedaban. Confesarme no era una, así que abordaría la pregunta y su debida respuesta por otro lado. Estaba callada solo por el hecho de que andaba escuchándolo, solo por eso.
Reí.
—No es eso, Salai. No conseguí ningún “chongo” ¿Qué decís? — Suspiré después de inflar el abdomen de forma violenta. Estaba que echaba chispas y me ponía a llorar allí mismo, pero me conformé con inhalar el humo del cigarrillo encendido que mi amigo fumaba — Es obvio que voy a estar callada si me hablas sobre tu interesante vida en Italia. Yo nunca estuve allí y lo sabes. Puede que no venga de una familia tan humilde como la tuya, aunque lo es al fin y al cabo, pero nunca pude costearme un viaje hasta allá. Así que enterarme de tus aventuras y desventuras es algo más que divertido: es informativo, más que un folleto turístico por lo menos.
— ¡Un folleto turístico! — Arqueó ambas cejas hacia arriba — Bueno, bueno, que eso sí ha sido un halago. Todavía no comprendo por qué no tienes novio — Calló la boca por un momento , meditando en breve, mientras yo rogaba al cielo para no tener que contestar absolutamente nada ante ese comentario que invadía mi privacidad ; aunque no tenía ni un poco de valor para echárselo en cara — Eres tan hermosa como una Madonna , con los rasgos faciales propios de una santa virgen de la época medieval o renacentista ; y yo tengo la maldita suerte de poder mirarte cada día , porque eres mi bella amiga del alma , que alegra los días de este pobre diablo , de este Salai. >>Mejor que no te pongas en pareja, de lo contario te perdería, no estaríamos tanto tiempo juntos, hablando sobre estas cosas, algunas trivialidades, otras más serias. En fin, ya entiendes a lo que me refiero.
Aquel comentario me había parecido de lo más egoísta en el mundo, dado que yo no era el objeto ni pertenencia de nadie, mucho menos de un hombre joven que fuera encantador y hermoso, así como él. Yo tenía derecho a ser feliz como me placiera, pero no podía escoger a otra persona para que me hiciera compañía puesto que mis sentimientos por Salai iban mucho más allá de una simple amistad. Lo amaba con tanta locura que muchas veces me daban ganas de lanzármele encima, besarlo a lo bestia y gritar a los cuatro vientos mi verdad, sin importarme cómo reaccionaría ante esos atrevidos actos. Sin embargo, no poseía los ovarios necesarios; siquiera me atrevía a dar un paso más allá del mismo límite que me había establecido a mí misma: tenía un miedo absurdo a arruinar nuestra invaluable relación.
Apagó el cigarrillo en el cenicero. Antes que se me diera por la verborragia, prosiguió.
— ¡Yo te voy a llevar a Italia! Vamos a recorrer toda La bella Italia. Cuando nos graduemos del conservatorio, conseguiré un buen trabajo, ahorraré lo suficiente como para dos pasajes y estadía incluida, renunciaré y nos largaremos de este país. Te mostraré unos de los países más hermosos de la civilización; iremos de acá para allá, deambulando como dos pordioseros, sin un lugar fijo en el cual quedarnos, experimentando el placer de vivir de esa manera, aunque no tanto tampoco. Y, obviamente, mucho chongo como nunca — Y guiñó un ojo para la ocasión. Apoyó una de sus delicadas manos en mi mejilla izquierda, esbozando una sonrisa cálida que podría cautivar a cualquier chica; y no hace falta mencionar que mi corazón dio un gran vuelco.
Era tan dulce cuando quería. No obstante, llámenle celos irracionales, yo sentía que no sólo atrapaba los desprevenidos corazones de las chicas en cuanto demostraba estas muestras de afecto, sino también a sus novios, a sus amantes; y que sólo lo hacía conmigo con el propósito de practicar para ser sumamente convincente a la hora de la verdad con los hombres que le gustaba.
—Vayamos a la bella Italia, amico mio. Solo no te molestes en buscarme un chongo y tampoco me molestes a mí para que encuentre uno — Le respondí con cierto desaire disimulado en mis palabras — Cómo dice el dicho: “Mejor solo que mal acompañado” — Esperen, eso incluía a Salai de alguna extraña manera.
—Nadie es merecedor ni digno de tu belleza, de tu belleza inmaculada de Madonna, siquiera mis mismos hermanos Italianos. Te advierto: estoy seguro que llamarás de inmediato la atención en ciertas zonas y, quién sabe, tal vez no se resistan a tus encantos. O tú termines doblegándote antes las tácticas de seducción de esos canallas. Pero ya sabemos que me muero si llegara a perderte. — Ahora el desanimado era él.
—<<Posesivo>>— Pensé.
Seguimos un buen tiempo conversando sobre trivialidades al apenas terminar de hablar del asunto del viaje hacia Italia. Él terminó de beber sus tragos exóticos y carísimos y yo me paré para irme derechito a mi hogar.
Estaba estresada. Cansada de tener que fingir el papel de la amiga estúpida, a la cual se le podía venir a lloriquear de los temas habidos y por haber , sin que a mí me afectara en lo más mínimo. Comprendía que era la única manera de tener a Salai cerca: soportando sus berrinches, sus desventuras y líos amorosos con hombres gays inmaduros que no sabían qué hacer con su vida y se apoyaban orgullosamente en su sexualidad para seguir con su patética existencia, exhibiendo su condición sexual como trofeo de guerra. Salai era un tarado para dejarse usar de esa manera. Ninguno de esos hombres lo merecían; ninguno de esos hombres lo apoyaban como yo lo hacía, tampoco se dignaban en prestarle la debida atención y satisfacer sus necesidades emocionales ¡Ninguno! ¡Ninguno!. Los celos estaban ahí. Estaba increíblemente celosa de aquellos hombres, que tenían la fortuna de tocar a mi amigo, de oler la dulce fragancia que desprendía su cuerpo, acariciar los rizos de su medianamente larga cabellera rojiza, contemplar las tiernas muecas que le surcaban el rostro…
Quería irme a la punta del mundo con él si era necesario, si así él mismo me lo ofrecía. Yo no iba a negarme para nada, en lo absoluto: era una de las cosas que más anhelaba en ese entonces, cuando yo solo era una estudiante jovencita con las ilusiones de una niña enamorada que espera cualquier cosa de parte de su amado; además que si no me lo proponía, la primera en comentar algo sobre el tema sería yo misma. Todo con tal de ver el resplandor de sus acaramelados ojos al despertar, amaneciendo a su lado una vez más , como tantas veces lo hacía luego de venir de bailar , cuando compartíamos la cama de su habitación con tal de no dejarme dormir en el sillón de la sala , “por si las moscas”. Por las noches podía sentir su calor, la dulce calidez de su entrenado cuerpo, provocando que perdiera la razón de una forma tan lenta como agónica. Tenía que recurrir a prácticas que yo consideraba bajas para satisfacer los intensos deseos que quería cumplir y dejar a rienda suelta aquel instinto insanamente carnal, todo en la soledad de mis sentimientos, sin despertar a Salai en medio de la madrugada. De lo contrario, debería dar explicaciones y la verdad no era buena mintiendo. Descubriría mi sucio secreto en menos de lo que canta un gallo.
En la mitad del trayecto a mi casa, me despedí de Salai y le dije claramente que no quería que me siguiera acompañando. Extrañado, preguntó porqué, a lo que respondí con un gesto y una cara de pocos ánimos. Sabía que no me iba a dejar así como así, por eso salí corriendo, disparada en cualquier dirección que diera solo oscuridad, dejando a este joven lo suficientemente preocupado como para cuando, al llegar a mi casa y prender el celular (que lo apagaba cada vez que salía para que mi madre no molestara con sus acosadores mensajes), noté que tenía veinte simultáneas llamadas perdidas de las que provenían de un mismo número: el número de celular de él. Pobrecillo, lo habré dejado preocupado. Tan bien que estábamos hablando en aquel bar del parque…
Fui hacia el baño y me encerré en el mismo, abriendo la canilla de la bañera, llenándola con agua. Me sumergí con ropa y todo. Meditaba.
Por mi mente pasó la loca idea de que si el viaje a Italia se daba, en alguna ocasión yo iba a meter la pata y terminaría confesándome en plena borrachera o un ataque de sinceridad inminente. Acabaría todo rastro de amistad si cometía una estupidez de esa magnitud. Tal vez yo era la que tenía que irme de viaje, pero sola. Así meditaba un poco y asentaba la cabeza de una vez por todas. Las posibilidades de que estuviéramos juntos como algo más, se desvanecían en el aire como el humo del cigarrillo que había quedado en el cenicero del restorán.
Última edición por YSY el Jue Oct 08, 2015 1:09 am, editado 1 vez | |
| | | Bloody Zim Mini Alce
Mensajes : 57 Fecha de inscripción : 01/08/2014 Edad : 27 Localización : En tus pesadillas.
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| Tema: Re: Salai [ORIGINAL +18] Miér Abr 08, 2015 1:57 am | |
| Mejor si reflexiona para detener aquella locura, ojalá evite convertirse en la sirenita. | |
| | | HouseMDfan Blorch King
Mensajes : 1319 Fecha de inscripción : 28/02/2010 Edad : 33 Localización : No me encontrarás, estoy tras siete proxies
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| Tema: Re: Salai [ORIGINAL +18] Mar Sep 08, 2015 7:22 am | |
| ¿Ya no va a continuar? ¿Lo haz abandonado o simplemente no lo has subido al foro? | |
| | | YSY Mod - Baronesa del oscuro tormento
Mensajes : 6058 Fecha de inscripción : 09/05/2010 Edad : 28 Localización : Dentro de tu inodoro...
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| Tema: Re: Salai [ORIGINAL +18] Mar Sep 08, 2015 7:50 pm | |
| Tengo dos capítulos hechos , solo hay que revisarlos y corregir unas cosas. En cuanto me desocupe un poco , me sentaré a hacerlo. | |
| | | HouseMDfan Blorch King
Mensajes : 1319 Fecha de inscripción : 28/02/2010 Edad : 33 Localización : No me encontrarás, estoy tras siete proxies
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| Tema: Re: Salai [ORIGINAL +18] Dom Sep 13, 2015 12:08 am | |
| No hay problema, tómate el tiempo que necesites. Entiendo que muchas veces la escuela o el trabajo van primero. Me alegra que no lo hayas abandonado | |
| | | YSY Mod - Baronesa del oscuro tormento
Mensajes : 6058 Fecha de inscripción : 09/05/2010 Edad : 28 Localización : Dentro de tu inodoro...
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| Tema: Re: Salai [ORIGINAL +18] Lun Sep 28, 2015 8:34 pm | |
| Tarde pero seguro. Capítulo III- Spoiler:
Los días siguientes al inconveniente sucedido en el resto bar, no volvimos a hablar. Y era muy comprensible, pues yo había hecho un cambio bastante abrupto en mi conducta después de aquella conversación en la que Salai me había notado extraña, aun con bebida alcohólica rebalsándole hasta por las orejas. Estoy segura de que esa vez, logré desconcertarlo de tal manera que prefirió mantener distancia para pensar o darme tiempo a que se me calmaran las aguas que él sospechaba que estaban agitadas por alguna incomprensible razón. No sé si a él le daba la mente como para suponer que la verdadera razón de mi exabrupto fue porque me había desanimado al comerme la cabeza por mis descontrolados celos.
Ahora prefiero concentrarme en lo que pasó un lunes, después de un fin de semana horripilante donde llovió a cántaros durante toda la noche, y donde yo me quedé encerrada en mi casa con todos los medios de comunicación apagados para no tener que enterarme de nada, así como tampoco recibir una llamada de Salai o algunos de sus amigos para preguntarme cosas que yo no quería responder. Ese lunes aconteció que debíamos hacer nuestras prácticas de anatomía otra vez, solo que de un cuerpo masculino delgado completo y desnudo (obviamente). Todos los días solía esperar en la entrada del conservatorio a que llegara Salai, corriendo, apurado, como siempre, cargando miles de bártulos que agarraba con torpeza mediante esos brazos y curiosos dedos cilíndricos; pero no lo hice. Entré directamente sin girar hacia atrás, cosa que me permitió esquivarlo un momento más, para mi supuesta tranquilidad improvisada ; así que cuando él llegó al salón donde todos estábamos practicando , tarde , como siempre , yo solo hacía mis labores de estudiante y trataba de concentrarme en cada curva y trazo ininterrumpido que daba sobre el papel con un carboncillo. Puedo jurar con toda el alma y el corazón, que sentí como la mirada de ese muchacho al que yo trataba de ignorar por completo, se me clavaba como una estaca bañada en veneno al costado de mi cuerpo, pues se había sentado a mi lado. Igual seguí trabajando, aguantando las ganas de romper en llanto y comportarme como una chiquilla neurótica frente a toda la clase. Era obvio que tendría que darle explicaciones. Él tampoco me saludó. La clase terminó. Todo estuvo normal, pues Salai, en general, cuando teníamos clase de morfología y prácticas, hacía todo tipo de comentarios soeces con respecto a los modelos, ya sea al compañero de junto o incluso al mismo pobre modelo que solo se había ofrecido a ser el centro de atención. Muchas veces el profesor amenazaba con sacarlo de la habitación o iba y lo hacía sin tener que decir algo más. No fue así. Silencio absoluto.
Por alguna extraña razón, esperamos a que todos se retiraran y quedara el aula vacía, con nosotros dos dentro. Solo mantuvimos una postura recta, mirándonos desafiantes, matándonos con la mirada, sufriendo como dos locos, agonizando con cada segundo que pasaba, intentando, de modo inútil, aparentar que nuestro despreciable orgullo lo era todo y nada nos afectaba.
Para mi sorpresa, el primero que dio el brazo a torcer ¡Fue él mismo! Sin articular una sola palabra y bajando los ojos como un cachorro arrepentido, con el rabo entre las patas, se dirigió a paso lento pero seguro hacia mí. Observó el enorme cuaderno apoyado en mi atril, y examinó como cuan crítico de galería ese insulto al arte que pertenecía a una promedio como lo era yo. Nada revolucionario o que destacara. Sonrió de medio lado.
— ¡Oh, por Dios! ¡Tus terribles fallas hacen de esta obra un encanto! — Exclamó de repente. No hacía falta aclarar que tenía la descarada intención de romper esa tensión que nos estaba lastimando a ambos. Abobamiento: ese fue mi sentir.
Quería crear un tema de conversación y yo solo era capaz de atinar a permanecer en un reprochable silencio de muerte. Pero él seguía ahí, mi Salai querido, sonriendo de medio lado, hasta ensanchar esa curvatura preciosa que se le formaba en ese finísimo rostro. Como una estúpida, deliberaba entre responderle con calma o lanzármele encima.
Al ver que no había una reacción por parte mía, levantó el dedo índice en el aire y puso una expresión de sorpresa, cuan como niño pequeño se le ocurre una maravillosa idea, y desplazó su humanidad velozmente hacia el bolso donde guardaba todos sus materiales artísticos. De una cartuchera de tela cosida a mano por él mismo y manchada por tinta china negra, sacó una barra de carbonilla de mediana longitud, y volvió a acercarse al atril donde estaba esa barrabasada mía.
— ¡Qué pecado sería estropear con unos cuantos rayones, apretando esta inútil barrita, agujereando la hoja, las imperfecciones que hacen perfecta la labor de una señorita que elige a su mutismo selectivo antes que a mí! ¡Dios mío, qué tragedia! ¿O será que la señorita preferirá que eche a perder todo su esfuerzo por no soltar palabra alguna de su boca? ¿Haciendo rayas inútiles al azar que no formarán absolutamente nada, generando manchones degenerados y perceptibles a la vista, como también corrigiendo lo que debería quedarse así tal cual como está? — Y fue aproximando su mano con el carboncillo a la hoja, haciendo un esfuerzo lastimoso por no tirar abajo esa cosa horrorosa que pretendía ser el esbozo de un cuerpo humano de un hombre joven y delgado. Se tornaba tan dramático…
Quería mis palabras. ¡No! , las necesitaba. Estaba consciente de eso.
Agarré su muñeca y terminé por abrazarlo. Un fuerte abrazo del que no me quería soltar jamás, por nada en este mundo, siquiera por la intervención divina; un gesto sincero, digno de no deshacer. Empecé a sollozar, para después pasar a un llanto efusivo del que derramaba más lagrimones que lágrimas; le mostré mi rostro empapado por mi infinito pesar. Haberlo ignorado de esa manera había sido sinónimo de darle vuelta la cara, y todo por egoísmo. Él no tenía la culpa de ser ignorante de mis sentimientos. Él no tenía la obligación de quererme, y sin embargo, estaba allí, pasando el dorso de su mano manchada con el carboncillo en una de mis sonrosadas mejillas, tratando de adivinar lo que pasaba por esta caótica cabeza, debatiendo qué hacer después de que todo pasara, en el que ese momento vergonzoso quedara en el olvido.
— ¡Perdón! — Grité, sin que nadie más me fuera a escuchar, a excepción de él.
—Ya todo está… — Hizo una pausa —, estaba pensando en una cosa, Delfina, querida mía. Solo no malinterpretes lo que te voy a proponer, y creas que quiero aprovecharme de la situación. — Y borró de inmediato esa expresión seria de la cara que se le había formado por mi llanto. Prosiguió con el tono más pícaro que jamás le oí entonar en lo que llevaba conociéndolo. — Ahora, por tu mala conducta, por ignorarme de esa manera tan fea, por fastidiarme a tal punto en que verdad pensé que me iba a morir de un coma etílico al beber, y beber, y beber el fin de semana, pensando en la manera de que me volvieras a dirigir la palabra, tendrás que cumplir una tarea para conmigo. ¿Y sabes qué? No te voy a perdonar hasta que cumplas con esto…
— ¿Me harás practicar anatomía durante horas?— Lo interrumpí, preguntándole lo primero que se me vino a la cabeza.
Una mueca retorcida le surcó de oreja a oreja.
— ¡No, no! ¡Para nada! ¡Nada que ver! — Sobrevino un alivio inmediato en mí — Se me ocurrió, mientras el profesor daba la clase y revisaba nuestros bocetos, cuidando nuestros trazos, que el modelo era muy aburrido. Lo mismo de siempre, ya sabes. Y que alguien diferente a lo habitual debería estar ahí , mostrando la gloria que Dios le concedió al venir al mundo, pero admirando el tierno rubor de una carita nueva que recién está , por primera vez , ejerciendo la labor de posar para que alguien dibuje sus interesantes curvas ; en lugar de ese sujeto al que desconozco totalmente, haciendo por costumbre lo mismo de siempre y contribuir con su físico, ya sea para que los demás aprendamos o despertemos fantasías insospechadas de nuestro interior.
Ya me lo venía venir. Era una propuesta que cualquiera podría malinterpretar, llegando de quien fuera. Lo normal sería plantarle una cachetada o un fuerte puñetazo en medio del rostro y salir corriendo, pensando que hay un pervertido suelto en la clase, que iba más allá de solo querer dibujar a alguien desnudo por obligación, por necesitar aprender la morfología humana y aprobar la materia sin más.
—Tú vas a ser mi modelo.
— ¡Salai! ¡No! ¡De ninguna manera! — Exclamé, avergonzada.
— ¡Oh si! ¡Claro que sí! No aceptaré ni un solo no como respuesta, Delfina, querida amiga mía. Además prometo que te divertirás mucho, aunque posar sea más aburrido que chupar un clavo. >>Tu desnudez servirá como alimento para mis neuronas, que producirán la fuente de energía para que la creatividad se apodere de mí, me envuelva por completo en un aura de profundo éxtasis. ¡Y crearé uno de los cuadros que más famosos se volverán en este siglo, gracias a ti y tu renacentista finura natural! ¡Le haré honor al pasado, a los antiguos maestros, a la hermosura perfecta que brilló con intensidad en aquella época! ¡Y esa hermosura llevará tu nombre! ¡Serás tú! ¡Traeré la belleza del pasado a la actualidad por medio de ti!
Amaba en profundidad su contagioso entusiasmo. Esas eran una de las cualidades que me habían hecho enamorarme de él hasta el fin, perderme en ese torbellino de emociones del que no podía salir y no estaba segura de si podría llegar a hacerlo algún día, mucho menos estando con él a su lado, instándome, indirecto, a animarme a hacer ese tipo de cosas; a una tranquila y reservada chica de ciudad proveniente de un sereno hogar.
Acepté sin más ante esa tormenta de efusividad. No puse objeciones. Tan solo guardé mis cosas de una manera rápida, le tomé de las manos y salimos corriendo del conservatorio hacia el departamento de Salai, al igual que dos novios enamorados escapan de un desastroso destino...
Estaba súper contenta de dar por sentado que era la musa inspiradora de un genio.
Yo le veía un potencial supremo que rompía cualquier barrera si se lo proponía, creo que más que cualquier maestro renombrado que pudiera llegar a tener para enseñarle todos sus conocimientos (llámese Taldegardo Leopardi, su profesor del taller al que iba aparte del conservatorio; fulano, mengano y sultano o quién diablos fuera), o compañeros de estudio que estuvieran detrás de él, alabándolo, y viendo con ojos curiosos las maravillas que él creaba con su impecable técnica. Incluso puedo meter a sus novios/amantes: ellos nunca, no, ¡Jamás! , notarían el valor de la obra de un prodigio, el esfuerzo que le conllevaba superarse todos los días de su vida y a veces las facetas oscuras que debía pasar para que la inspiración le volviera y así crear, crear y crear sin parar hasta desfallecer… y que él considerara mi físico y fisonomía como inspiradora, me llenaba de una inmensa e indescriptible alegría.
Así que una vez que tuvo todos sus instrumentos de trabajo preparados, ordenados mediante una simetría propia del más fanático de la perfección, salí del baño con la bata personal de Salai puesta, saqué la susodicha bata que cubría mi desnudez y me postré frente a él completamente desvestida, haciendo una posición de por demás sensual, aunque tímida y delicada al fin y al cabo, con un tono rojizo tan evidente en hombros y mejillas que llegaba a dar cierta gracia. Estando yo de espaldas, arrodillada, pero con el rostro de perfil, los brazos llevados hacia atrás con ambas manos agarradas, demostrando un inconsciente sometimiento, y el cabello suelto, tomó la paleta con una mano, preparó los colores en óleo con una pequeña espátula de metal, para atinar a la perfección con los pigmentos; agarró varios pinceles con la misma mano con la que había tomado la paleta y comenzó su arduo trabajo.
Solo podía oír su tranquila respiración, sentir como su delicado pecho se inflaba y desinflaba, suave, demostrando una profunda serenidad al solo apenas largar el aire en el vacío de la decorada habitación. No estaba nervioso. No estaba excitado. ¡No obstante , en su interior vibraba! Y esa energía que irradiaba se lograba apreciar a flor de piel. Una vez más, esas ganas de llorar, esta vez de emoción y regocijo, aparecieron otra vez.
Las agujas del reloj iban completando el círculo que formaban el reloj; las horas pasaban todas de una forma rápida (por el placer) y lenta (por la ansiedad).
Por la mente se me pasaban las mil y un melodías dignas de un ferviente defensor del romanticismo, amante de la música que confesaba los más íntimos sentimientos del “yo” interno. A veces aparecían , fugaces , ciertos fragmentos de Nocturnos de Chopin; otras de Beethoven, en pleno neoclasicismo, aportando una delicadeza inigualable dentro de un movimiento rígido y estructurado, donde la razón lo era todo y el sentimiento quedaba descartado… mientras las numerosas pinceladas iban dejando la que él había llamado su obra sobre un sencillo lienzo blanco de mediana proporción.
—Posar es aburrido ¿Eh? — Rompió con ese encantador silencio que se había formado en el ambiente hacía horas, pues ninguno se atrevió a decir ni una sola palabra. — Si supieras, si supieras… — Repitió varias veces.
El clima era perfecto. Más de lo que hubiera podido pedir.
—No si posar conlleva quedar en la historia mediante el esfuerzo y talento de tus manos— Respondí muy dulce y aun más sonrojada. El carmín de mis hombros y cachetes se iban extendiendo por cada miembro de mi cuerpo. — A veces, cuando te veo bocetar, mis ojos se llenan de dicha, como si fuera una madre que se alegra cuando su hijo tiene una competitividad extraordinaria para ejecutar ciertas habilidades. Y es en esos momentos, que me dan ganas de llorar... — Y solté unas lágrimas sinceras, lágrimas de deleite mezcladas con la más amarga de las tristezas.
Vi, mediante mi visión periférica, que algo se movió. Y con los oídos, escuché a la perfección que fue él quien se corrió de su lugar para acercarse a secar el producto de mi llanto, acariciando con las yemas de sus dedos la pequeña gota que se deslizó por la curvatura de la propia cara.
—Gracias, Delfina. No te imaginas lo feliz que me haces. — Largó en un susurro apenas audible. Y se quedó allí, parado, manchado con miles de colores. — Esta vez no he bocetado nada. Solo he dejado que la maravillosa belleza tímida que heredaste de tus antepasados me dejaran llevar hacia el confín de quién sabe qué universo. Tal vez alcanzando la gracia divina. Eres de otro mundo.
Eso causó que llorara aun más.
Yo no tenía nada que considerara especial. Era alta, delgada, pero no flaca, complexión mediana; de manos grandes y dedos alargados; pies flacos, huesudos; con curvas naturales como cualquier mujer, no en exageración, por supuesto. Y mis pechos ¡Oh! ¡Tan normales y caídos! Y la cara, madre mía: Pálida al extremo; nariz prolongada, de tabique largo y al final el cartílago formaba una punta simpática y redonda, también respingada. Ojos avellanados, algo pequeños, solo que el iris era de color miel (regalo de mi difunta abuela); labios finos, aunque el inferior resultaba ser más grueso. Agrego cabello rubio, tirando a miel por ahí. Podría seguir, pero temo aburrirlos.
Proseguiré con lo que sucedió después.
No alcancé a pronunciar ni una letra del abecedario, que alguien irrumpió de repente en la sala. Estaba tan concentrada admirando los ojos de Salai, que no oí el sonido de las llaves chocar entre sí y por consiguiente, el de la cerradura al ser abierta. Tampoco el picaporte chirriar. Salai desvió de inmediato la cara hacia el susodicho desconocido, y la expresión le cambió en un santiamén. De un solo salto, se paró y salió corriendo hacia la persona que entró en la habitación.
— ¡Hola, amor mío! — Exclamó Salai. Y mi mundo se derrumbó. Si me dieran a elegir una cifra, al cien por ciento.
—Parece que olvidaste la cita que teníamos hoy. — Replicó una voz masculina — Si sabía que ibas a estar perdiendo el tiempo haciendo… esto , me quedaba en casa mirando la televisión o una película porno.
— ¡Eres tan cruel!— Chilló Salai, poniéndose en el papel de víctima. Y esta vez tenía razón, ¿Quién se creía ese tipo? Además… ¡¿Un nuevo novio?! — Cuando sobreviene la inspiración, hay que dejarse llevar, terroncito de azúcar.
—Por favor, Gian Marco.
—Por favor nada. Ahora, amor mío, siéntate en el sillón que debo proseguir. No me cortes el flujo de energía 'inspiracional' — Inhaló aire, exagerado — ¿No ves que mi modelo está pudriéndose en fastidio? Y muriendo de frío, además.
Reí. Suspiro por parte del otro.
— ¡Y encima tienes el descaro de no saludar a mi mejor amiga!
Golpe bajo. Otro suspiro.
Salai siguió haciendo de las suyas. No tenía la menor idea de cómo no se le cansaba la mano o le dolía la cintura de estar tanto tiempo parado. ¿Sería que no podía comprender lo que se sentía pintar hasta el hartazgo por inspiración, porque solo estaba estudiando arte porque se me daba dibujar y pintar y no porque en verdad lo tomara tan en serio?
Lo que pasó luego, tan rápido, fue tan grave como para que me dieran ganas de perder la cabeza, matarlos a ambos y suicidarme después de cometer todos mis delitos, todo por romperme el corazón… una vez más. Fue tan explícito, poco considerado y egoísta, que era como para perder los estribos y superó todo límite establecido. No sé si mi desnudez causó que el nuevo novio de Salai entrara en pánico y se le encendiera la llama (u hoguera) de los celos o qué, pero comenzó con una salvaje rutina de sexo oral mientras Gian Marco pintaba. Lo pude deducir por los sonoros gemidos que emitía mi amigo, que tenía ganas de rebolearlo por una ventana. Y lo confirmé al voltear de repente.
— ¡Y es así como…! — Exclamé, con los ojos inyectados en sangre, sin terminar la oración.
“Y es así como pretendes usarme, ¡Descarado!”.
Pensé.
— ¡Delfina! ¡Espera! — Siguió parado con los pantalones bajos y el otro prendido como garrapata en su pene.
— ¡Déjame! — Exclamé, llorando, encerrándome en el baño, vistiéndome a velocidades supersónicas. Él seguía exclamando mi nombre desde la sala, todo sin dejar de hacer sus cosas, sin siquiera mostrar un poco de interés y acercarse a golpear la puerta y nombrarme preocupado desde ahí. Abrí la puerta, tomé mis cosas.
— ¡Delfina!
— ¡Adiós!
Y pegué un portazo. Que se quedara haciendo el amor… era más importante que pasar un buen momento con su mejor amiga, con la chica que era capaz de morir absurdamente por un idiota que valía y no a la vez la pena. Corrí a paso rápido hasta mi casa, que quedaba bastante lejos, haciendo un zigzag entre las manzanas para que me perdiera si intentaba seguirme y buscarme. Obvio que no lo iba a hacer, su egoísmo era mucho más grande que el valor que le daba a nuestra relación. Tal vez, una relación que ni existía.
Última edición por YSY el Jue Oct 08, 2015 1:10 am, editado 1 vez | |
| | | HouseMDfan Blorch King
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| Tema: Re: Salai [ORIGINAL +18] Lun Sep 28, 2015 9:34 pm | |
| No sé porqué me imaginaba que Salai pintaba con espátulas...
Oh, y muy descarados él y su novio. | |
| | | YSY Mod - Baronesa del oscuro tormento
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| Tema: Re: Salai [ORIGINAL +18] Miér Sep 30, 2015 1:50 am | |
| ¿Por alguna razón en especial? Supuestamente , Salai es un genio. Así que todo material que caiga en su mano se transformará en algo fuera de este mundo.
Por cierto , quería avisar que he publicado esta misma historia en Wattpad , para que no se asusten si encuentran esto allí. El ritmo de publicación irá a la par con este foro.
Eso.
Saludos. | |
| | | HouseMDfan Blorch King
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| Tema: Re: Salai [ORIGINAL +18] Miér Sep 30, 2015 2:06 am | |
| Yo no entro a Wattpad a menos que un amigo me diga que subió una historia allá. La verdad da pena que las historias buenas estén enterradas entre tanta basura.
Sobre las espátulas, será porque es un modo más clásico de pintar y también un poco más difícil que el pincel.
Sí me imagino que Salai podría pintar una obra maestra con un carbón para azar. | |
| | | YSY Mod - Baronesa del oscuro tormento
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| Tema: Re: Salai [ORIGINAL +18] Lun Oct 12, 2015 1:11 am | |
| Lo único que estoy leyendo en Wattpad, son las novelas históricas. Me encanta ese género aunque muchas veces sea muy rosa. Después, hasta ahora no he encontrado algo más que me interese o esté a la altura de mis expectativas. Pues más tarde se mostrarán otras habilidades de Salai... . Capítulo IV
- Spoiler:
A veces, aceptar que algo no marcha bien del todo y debemos replantearnos muchas cosas que quizá podríamos haberlo hecho antes , meditarlo con calma y torturarnos el tiempo que sea necesario con suma tristeza , es uno de los pasos más importantes que tenemos que dar para darnos cuenta de la realidad y poner los pies sobre la tierra. Hablo de ser realista; sí, en todo sentido de la palabra. Y eso es lo que hice cuando llegué a casa ese mismo día que tan fatídico fue para mí. Aunque a los pocos minutos, después de darle mil vueltas al asunto, rememorando una y otra vez esa escena tan desubicada dentro de los confines de mi cabeza, noté que la habitación se iba achicando a medida que más me concentraba en visualizar esas imágenes, oprimiéndome el pecho al punto de sentir un agudo dolor. Eso quería decir algo muy claro: Era hora de irme por un tiempo, y sabía dónde. Tomé la decisión en menos de lo que canta un gallo.
Comprendí a la perfección que si me quedaba sola en la casa que alquilaba y vivía en ese entonces, lo único que iba a lograr era permanecer atrapada en las redes de la soledad y enloquecería. Necesitaba las palabras justas en el momento apropiado, o el silencio más abrumador del planeta en caso que así lo requiriera…
Tomé mi tarjeta de crédito, la extensión que me había dado mi padre en caso de emergencia, y me puse a ver en internet las mejores ofertas en micro para irme a la costa, solo de ida, pues no sabía cuánto tiempo necesitaría para tranquilizarme y permanecería en ese lugar. Saqué el primer pasaje más barato y que saldría esa misma medianoche.
Para entender a dónde fui, hablemos un poco de mi familia. Bernardette es el nombre de mi abuela paterna, mujer hija de franceses, bajita por naturaleza, pero con una personalidad inquebrantable, tranquila, y un espíritu centrado. Casada con un inmigrante de la misma nacionalidad que sus padres, diez años mayor que ella, supo cómo manejar la casa en tiempos difíciles y darles de comer a sus dos hijos cuando la comida escaseaba sin perder la cabeza en el intento. Todo un ejemplo a seguir. Una vez muerto su esposo, tomó los ahorros de toda una vida, vendió su departamento en la ciudad y compró la casa más bonita que vio a una cuadra de la playa. Casa a la que iba a veranear en mi infancia casi todos los años, acompañada de mis padres. Con el tiempo dejé de ir. Hacía rato no la veía. Y ahora era el momento perfecto de volver, puesto que ella sabría cómo aconsejarme, me tendría paciencia y estaría gustosa de recibirme después de cuatro años de no saber de mí. Eso sí, yo no le avisé nada, así que debería tomar mi presencia como una grata sorpresa.
Frente a la puerta de su casa, tras varias horas de viaje, escuché desde adentro la música que alegraba y entristecía de una manera mágica el ambiente del lugar. Eran las seis de la mañana y me encontraba totalmente destruida, por lo menos moral y sentimentalmente hablando.
—Nocturno para piano número dos en E mayor… Chopin. — Murmuré.
Mi abuela paterna había sido la encargada de meterme las melodías de Chopin hasta el fondo del corazón… Por eso era capaz de reconocer sus nocturnos a más de un kilómetro de distancia si así era necesario. Chopin siempre me acompañaba a donde fuera, y también daba justo en la tecla a cuanto emociones se refiere. Siempre.
—Ese nocturno siempre me trae recuerdos— Comentó abriendo la puerta de entrada. Había escuchado lo que había dicho—. No pensé que te iba a encontrar este día. — Fue todo lo que dijo. Era evidente que se había levantado hacía poco tiempo, por el cansancio en su voz. Me invitó a pasar solo con un gesto de su parte.
—Tal vez yo te encontré a ti…
— ¿Puedo saber a qué se debe su presencia?— No parecía molesta. Tampoco lo estaba. Solo quería crear un tema de conversación
—Paz. Busco eso. — Fue mi respuesta.
—Eso aquí no lo vas a encontrar— Contestó en un milisegundo—. Solo olvidarás por un momento lo que sea que tengas. Luego te irás y llevarás tus problemas contigo. Pero eso no importa ahora; puede que la costa te ayude a adquirir lo que buscas, aunque nunca será la solución definitiva. Una mente tranquila es una mente sana, y una mente sana puede separar el trigo malo del bueno.
Por eso era que adoraba a mi abuela. Siempre daba en el clavo y nunca era capaz de juzgarte. Eso sí, tonta no era, así que pronto descubriría mi situación, sea porque me iba a tirar de la lengua o yo terminaría contando todo en un ataque de angustia.
Aun parada, no separó los ojos de los míos. Extendió su brazo e invitó a la cocina, para que cogiera lo que se me antojara de la heladera o sentara en alguna silla. Silencio absoluto por parte de las dos, a excepción del sonido del piano que emitía el quipo de música de la sala.
—Estás bastante moderna— Comenté, sentándome en una silla.
—Puedo imaginarme lo que te aqueja— Interrumpió y sacó de tema—. Problemas que no son modernos, por ende, más antiguos que yo misma: Una pelea con tus padres, distanciamiento con alguna persona, un amor no correspondido; cosas bastante comunes a tu edad, Delfina. Y por lo que veo en el rabillo de tus ojos, es alguna de las dos últimas.
Desvié la mirada instantáneamente. Yo era más obvia que sumar dos veces dos.
— ¡Ajá! Con que es eso.
—Un grave problema interno, abuela, eso es lo que es. Esa persona me provocó un daño que tal vez pueda ser irremediable. Y como dijiste: Tal vez no encuentre la paz aquí en la playa, pero si me ayudará a recapacitar mejor. No es lo mismo la soledad de la ciudad que la soledad en contacto con la naturaleza. Allá hay mucho ruido, aquí solo sonidos que me aproximan a la respuesta que busco.
—No te presionaré. — Fue su ultimátum.
Desayunamos tranquilas el resto de la mañana. Se la pasó repitiendo que debía ir a comprar antes que fuera mediodía, a pesar que faltaban bastantes horas para ello. No sabía por qué tenía tanto apuro, así que dejé de hablarle de nimiedades para que se fuera hacer lo que quisiera, después de todo, independencia era lo que le sobraba y yo no era quien para cambiarle la rutina. Mi presencia no debía afectarle en nada.
Aproveché la repentina ida de la abuela para hacer lo que nunca me atreví por mi cuenta: Agarré el block de hojas blanco del bolso que había traído, junto con la cartuchera llena de lápices de todo tipo, aun con el nocturno resonando en la mente, inspirándome de una manera que jamás había hecho. Los trazos no tardaron nada en fluir, y la flor en una maceta del jardín fue mi modelo predilecto, como cuan rosa de “El principito”: perfecta y vanidosa a su modo, demostrando la soberbia indescriptible de la creación, luciéndola en todo su esplendor. Y aunque yo no me aproximaba ni de chiste al nivel de los antiguos maestros, o al de un artista recibido, pude considerar ese trabajo como mi mejor versión de otras obras, el punto máximo (y también un dibujo que podía superar si seguía manteniendo tal ritmo entusiasta).
La canción se repetía una y otra vez, un sonido imaginario que era tan real y palpable en el interior. Movía la maceta, ubicándola en varios ángulos, para poder observar en detalle los delicados pétalos de la flor y plasmar su fiel belleza en la hoja granulada. Podría decir con toda la certeza del mundo, que esa vez estaba disfrutando como nunca antes en mi vida el simple hecho de dibujar. Estaba dando todo de mí misma, salpicando muestras de profunda emoción y humanidad, las cuales, la mayoría de las veces, las ocultaba tras mi timidez tratando de encubrir mi propia inseguridad. Pronto esas salpicaduras dejaron de ser, para pasar a una tormenta, un sube y baja, un remolino majestuoso de diferentes matices de sentimientos; pasando por la más mísera oscuridad hasta la luz más intensa. Sentí que me conectaba con el universo y lo que había más allá de este…
—Eso no se parece en nada a mí— Interrumpió una voz masculina, cosa que logró asustarme. Pensé que alguien se había metido a la casa a robar; ese miedo desapareció al voltear y descubrir un joven de mi edad, apoyado con ambos brazos sobre el bajo muro que divide las casas, observando con aparente júbilo el block de hojas que algo alzado tenía en el aire al estar chequeando la similitud con mi modelo, y regalándome una enorme sonrisa de oreja a oreja.
Tenía ojos claros, la piel un poco tostada y el cabello castaño claro. Un lindo chico.
—Te quedaste muda. Una pena…
— ¿Y tú eres…?
—Francisco. Parece que me olvidaste. Y al parecer te has portado muy mal en todos estos años.
Entonces comencé a hacer memoria. ¡Claro! Era el vecino de al lado, el chico que siempre me compraba helado cuando estaba triste o le daba ternura a causa de mis evidentes sonrojos. Ah, lo que era ser un niño en esos tiempos. Esa inseguridad tan latente había vuelto galopante a su misma posición de siempre. Tenía un presentimiento.
Notas de autora
He estado releyendo los capítulos de esta historia y debo decir que, como hacía mucho no escribía algo serio de una forma tan seguida, era de esperarse que tuviera bastante fallos. Así que me tomé la molestia de arreglar algunas cosas mínimas, pero que no cambia el sentido de la trama. No hace falta que lean todo de nuevo. Aun estoy en proceso de edición (algún punto por aquí, otra coma por allá...). Puede que el capítulo V tarde un poco más en ver la luz, ya que debo escribirlo. Aunque como compensación por la espera, también postearé el capítulo VI junto con el V. Saludos. | |
| | | HouseMDfan Blorch King
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| Tema: Re: Salai [ORIGINAL +18] Lun Oct 12, 2015 8:17 pm | |
| ¿Otro chico?, diría que le conviene mejor salir con este, pero en realidad no lo conocemos mucho la audiencia, puede que no sea lo que uno se espera.
Había estado leyendo varias historias originles interesantes en Wattpad y AO3 (me alegro que la gente se siga animando a postear cosas originales aún cuando fanfics que requieren mucho menos trabajo son los que se vuelven virales, no que odie el fanfiction, hay muchos buenos).
Una amiga estaba muy feliz porque una historia que está comenzando a publicar (irá por el capítulo dos o tres) recibió reseñas positivas de usuarios famosos en el sitio. Si quieres te paso él link a su historia, aunque ni siquiera sé si yo la voy a seguir leyendo tengo entendido que luego se va a poner muy hardcore, tal vez hasta sadomasoquismo haya. | |
| | | YSY Mod - Baronesa del oscuro tormento
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| Tema: Re: Salai [ORIGINAL +18] Dom Feb 28, 2016 8:37 pm | |
| Pues este chico traerá unos aires más frescos. Aunque algunas similitudes son un karma. Ya sabrás de lo que hablo cuando leas el cap. En wattpad publican cosas buenas muy de vez en cuando, están muy enterradas entre fics yaoi o de boy-bands. Yo estoy leyendo un par de fantasías y otras históricas, pero no pude avanzar mucho con el celular, es tremendamente incómodo. Si termino alguna en estos días, también te paso el link. Me gustaría leer la historia de tu amiga. Capítulo V
- Spoiler:
Al momento que terminé de recordar esas vivencias de una infancia no muy lejana, decidí mirar a los ojos a Francisco, clavando mi pupila en su soberbia mirada azul, interesada e intensa. Podía deducir miles de cosas si decidía traspasar esas ventanas de su alma; sin embargo, mi extrema timidez y personalidad introvertida no permitieron que siguiera manteniendo aquella acción que podría malinterpretarse por el tiempo que me había llevado perderme en esos hipnóticos ojos. ¿Qué podría deducir de mí? Mucho o nada (tal vez…); solo estaba segura de algo: esos ojos me absorbían por completo.
Él continuó en la misma posición de un principio, sonriendo, seguramente, por alguna idea que se le había pasado por la cabeza, y esperando una contestación de mi parte.
Sacudí la cabeza.
—Tengo un presentimiento masculino. ¿Quieres que te diga la verdad o te mienta?— Antes que pudiera pronunciar una palabra (Lo cierto era que mi mudez seguiría persistiendo hasta que reaccionara ante quien sabe qué cosa), prosiguió— Ya lo del presentimiento masculino es una mentira, así que tengo dos opciones: mentir de nuevo o soltar una cruda verdad. Pero como se supone que a las chicas les encanta que les digan mentiras bellamente elaboradas disfrazadas de verdad, optaré por esa opción: Me parece que te comieron la lengua los ratones… y un pedazo de memoria. >>Increíble que no reconocieras las bromas de alguien como yo, además del placer que causa oírme…
Su personalidad abierta, tan contraria a la mía, causó una mezcla de gracia con fastidio, a pesar que en cierto modo me recordaba a Salai por su manera de desenvolverse.
Quería saludarlo cordialmente, un poco alegre por el reencuentro; no obstante, el sentimiento de hastío fue el primero en adelantarse y hacerse notar en mi tono de voz, a su vez inexpresivo y que mostraba mucho más de lo que aparentaba.
—Bastante fantasioso y egocéntrico de tu parte— Le respondí sin más.
— ¡Al fin te dignaste en abrir la boca! >>Los silencios incómodos matan mi estilo. Pensándolo bien, prefiero un silencio incómodo antes que un llanto de tu parte.
—Pues a mí acabas de matarme la inspiración. Muchas gracias— Volví a reprocharle, muy cortante. No tenía idea de porque me había puesto así, cuando lo normal era que me sonrojara y desviara la mirada hacia otro lado, esperando expectante la oportunidad perfecta para decir algo que no me avergonzara a mí misma frente al receptor. Como cuando Salai se emborrachaba, ahí si podía confesar todas mis verdades. También cuando yo me ponía en ese estado de ebriedad; la desinhibición jugaba un papel decisivo en mi personalidad, dándome la actitud avasallante que necesitaba.
Ahora aquella chispa de magia que causaba la musa cuando se dignaba en aparecer con sus actitudes caprichosas había desaparecido casi por completo por culpa de Francisco. Y dudaba que pudiera volver a sobrevolar por encima de mi cabeza, o revolotear frente a mis ojos y sentir los vellos erizados de la piel por un buen tiempo. El nocturno número dos de Chopin se desvaneció en el aire al igual que el cigarrillo de Salai en el resto-bar.
Volví otra vez los ojos hacia los de mi compañero ocasional de juegos de la niñez y recordé ese destello tan único que se asemejaba al movimiento del mar, que se aprecia de tonos azulados a lo lejos y de cerca la transparencia. Entonces comprendí de un instante al otro que la musa no me había abandonado ni ignorado con su cruel indiferencia, sino que estaba plasmada en la belleza del iris del muchacho y no enteramente en la planta que quería copiar a rajatabla con el carboncillo sobre el block de hojas. Un dibujo que mis sentidos querían hacer pasar por la obra más bella que un intento de dibujante podía aspirar a hacer. ¿Acaso esto sería encontrar la inspiración que se requería para darle valor propio a una obra y considerarla como la más hermosa de las creaciones terrenales, pero que por su innegable preciosidad parecía haber provenido del mismo cielo divino? ¿O la razón por la cual uno deja de dibujar y pintar porque se le da bien y prosigue con una actitud más gustosa por esta disciplina que se palpa a flor de piel y sale hacia fuera del pecho con cada latido del corazón?
—Yo también puedo decirte algo, entonces. No te pareces en nada a una planta porque eres una persona— Dejé mis cosas encima de mi regazo y procuré fingir un semblante un poco más confianzudo y no tan malhumorado—. Pero si me permites tener un poco de atrevimiento, con mis habilidades para encantar a la gente con unos simples trazos, lograré hacer un retrato, una buena interpretación de ti. ¿A que no suena divertido?
—La verdad que modelar es bastante cansino… y aburrido. Pero confío en esas habilidades artísticas y encantadoras que dices que tienes (Aunque desde niños te vi siempre con un lápiz en la mano). Además pareciera que me haces esa sugerencia porque ya has pasado por una experiencia similar o igual antes— Rió bastante pícaro al respecto y saltó el muro de piedra como si nada, sentándose frente a mí, en el césped del jardín, cruzando las piernas y apoyando los codos sobre sus rodillas, aplastando las manos en sus mejillas y haciendo una leve mueca risueña lo suficientemente compradora como para que me sonrojara ante su fuerte presencia. Deshizo un poco esa postura infantil y tomó mis manos, para después frotar los nudillos de los dos lados—. Tal vez tú no te acuerdes bien, dado que eres un poco más pequeña que yo, pero hacía esto cada vez que se te entumecían los dedos o tenías frío al atardecer en la playa…
—Si me agarras así no podré comenzar con mi encantadora interpretación.
Era interrumpir o proseguir con una conversación incomoda que no tenía ganas de tener.
Retiré las manos por completo. Los dedos sucios de carboncillo quedaron con las manchas más corridas que en un principio. Tomé un lápiz mecánico 2B, una pésima mala costumbre que adquirí antes de estudiar arte en el conservatorio, puesto que me resultaba más fácil trazar con ella que con el lápiz de madera común y corriente; luego reanudé la actividad hasta terminarla.
Lo único que pude ilustrar fue su mirada, sus ojos, los párpados y cada simpática arruga que se le formaba cada vez que fijaba la vista en algo o sonreía ocasionalmente. Esas patas de gallo recién formadas, tal vez por malos hábitos. Las cortas y lacias pestañas que adornaban lo que yo llamaría en un acto de inspiración “Las ventanas de su alma”. También sombreé las ojeras tenues que dibujaban un pequeño surco en su párpado inferior. Delineé las tupidas cejas, bruscas en apariencia pero que se encargaban de realzar la belleza de su fisonomía superior. Y en profundidad, lo que yo podía apreciar torpemente de sus sentimientos: un amor gigantesco, para recibir, repartir gratuitamente y regalar.
—Terminé…— Musité. Antes que pudiera articular una sola palabra, volteé el block. Tenía curiosidad por saber si él captaba la música mental que generaba en mí, esa adrenalina y motivación suficientes para lograr llegar a la cima del universo.
Miró la hoja, rascándose la barbilla.
—A los artistas les encanta ponerle significados extraños a sus trabajos. Qué más da, si me parecían una obra de arte tus monigotes rellenos a los cinco años, esto lo puedo catalogar como tu obra más importante. >>No sé qué querrá decir, pero siento que es la interpretación más acertada de mí mismo que alguien que no me ve hace años podría dar.
Acto seguido, me arrebató de las manos el cuaderno y acercó con exageración la cara al dibujo, pretendiendo de esa manera encontrar detalles que pudieran pasar por desapercibido o que estuvieran ocultos a simple vista. Yo solo me conformaba con apreciar los surcos alrededor de los ojos, y su sonrisa de medio lado, zorruna. Esas palabras lograron conmoverme.
— ¿De verdad? Y yo pensaba que era un simple despojo de artista— Negué con la cabeza— Siquiera eso. Solamente un intento vano de ilustradora profesional.
—Me sorprende que digas eso. Es como si hubieras perdido esa motivación que tenías. Recuerdo la rabia que sentías cuando algo te salía mal, arrancabas la hoja, la lanzabas por ahí y comenzabas de nuevo. Verdadera pasión fluyendo por tur venas, Delfina. Y no puedo darte la razón en este momento, porque lo que estoy viendo ahora es muy distinto a lo que tú misma describes de ti. No soy un experto en arte…
—No, no lo eres.
―Pero yo sí se reconocer cuando hay algo especial en el trabajo de un imitador de la realidad.
―Es como percibimos la realidad. Los sentidos son muy engañosos.
―Tu filosofía a lo Rene Descartes es interesante: “Pienso luego existo”. Sin embargo, hablas con tanto desaire que me es imposible creerte, repitiendo como disco rayado lo que ya he escuchado de otros, pero ni de lo que tú estás convencida.
Me estaba planteando algo que yo siempre quería evitar a toda costa para que mis verdaderos pensamientos no salieran a flote y terminara por sacar ese lado frágil y vulnerable a la luz. No deseaba lo que hiciera, por eso, la única reacción instintiva que tuve fue enojarme de nuevo.
―No te enojes, Delfina. Vamos a comer helado antes de que llegue tu abuela.
Resignada, acepté.
―Tu hedonismo es insoportable— Le respondí de inmediato.
No le importaba medir sus palabras, no tenía cuidado con ello, tampoco estaba interesado por saber si estas mismas me habían hecho un genuino daño. Siquiera tomó en cuenta mi enfado. Se echó una carcajada.
―No tanto como la puerta del costado de la casa de tu abuela. Cuando la abre para baldear el suelo o arreglar el jardín chirría que da miedo. Eso es molesto. >>Ahora te ayudaré a trepar el muro y salir por la puerta de mi casa. Supongo que estás encerrada con llave. Vamos, vamos, que la tarde en la playa nos espera a ambos. Y el postre antes del almuerzo también.
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| | | HouseMDfan Blorch King
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| Tema: Re: Salai [ORIGINAL +18] Dom Feb 28, 2016 9:31 pm | |
| Genial capítulo, como siempre. Espero la continuación.
Sobre la historia de mi amiga, ni yo la he leído, sólo un pequeño fragmento que puso en face.
Escribe bien, pero al parecer la historia es bastante fuerte, es sexual y con algunas otras cosas.
Según entiendo es sobre dos amigas que descrubren su sexualidad con varios hombres y también entre ellas. Acompañadas de hongos psicotrópicos y no sé que más.
Había escuchado que varias personas le habían dicho que su historia tenía lo que le faltaba a libros cortos de inspiración como 50 Sombras de Grey, que aunque muestran escenas fuertes de sexo explícito, el diálogo interior les sigue dando un toque de mojigatería y sexismo; mientras que sus escritos mostraban al ser humano sin tapujos.
Aquí no sabría decirte si ella realmente escribe tan genial o es que simplemente en internet adoran todo lo sexual, o porque su historia con toque feminista destaca sobre un mar de historias yaoi o parejas hétero con un hombre manipulador y abusivo (gracias por nada, Stephanie Meyer). | |
| | | YSY Mod - Baronesa del oscuro tormento
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| Tema: Re: Salai [ORIGINAL +18] Lun Feb 29, 2016 5:10 am | |
| Gracias por pasarte Pues no podría decir nada hasta leer por lo menos los primeros tres capítulos. Pero por lo que describes, creo que lo pensaré mejor… no es mi tipo de historias, pero me encanta eso de sacarle la careta a la hipocresía tan característica en las conductas humanas. | |
| | | HouseMDfan Blorch King
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| Tema: Re: Salai [ORIGINAL +18] Lun Feb 29, 2016 8:22 am | |
| Igual no recuerdo el link a la historia, sigue hablando de ella en face, de que escribe nuevos capítulos y cómo se frustra con los bloqueos, pero ya no ha puesto el link.
Y me da pena preguntarle, puede ser que vea a su historia como algo personal y no quiera compartirla con sus contactos de face. | |
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| Tema: Re: Salai [ORIGINAL +18] | |
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| | | | Salai [ORIGINAL +18] | |
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