The Frontiers [PRIVADO YSY-Evil-perro-House]

Sabía que era una noticia dura y difícil de digerir, pero tampoco pretendía ocultarle la verdad.
Suspiró.

— ¿Recuerdas cuando te dije que era una mujer de palabra…? Escúchame. Conserva el arete. Pero cuando vuelva no lo haré por el arete, sino por ti. Quiero que lo tengas y lo cuides por mí para que tengas un recuerdo mientras yo esté ausente.

Se mordió el labio inferior.

—Te prometo que después del año y medio, o lo que dure la gira, regresaré.

-Prometeme que... prometeme que cuando regreses te casaras conmigo-

Fue de regreso a la cama y se sento a un lado de ella.

-Cuando regreses y me veas convertido en alguien de quien estes orgullosa, prometeme que no seremos solo amantes a escondidas, que viviremos juntos y tendremos una familia-

Era la unica forma de soportarlo, la esperanza de que cuando volviera la tendria para siempre.

Pensó en decirle lo que pasaba con los rastreadores, con todo eso que investigaba con Van, pero solo la angustiaria, ademas de que aun no estaban 100 por ciento seguros.

Una familia. Aun se sentía muy joven para eso, pero una familia era lo que siempre había necesitado y querido. Una familia que la reconociera como tal y que ella pudiera cuidar, mantener y amar todo el tiempo.

—Te lo prometo. Te prometo que cuando vuelva formaremos la familia más hermosa de esta galaxia.

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Ornella estaba en la red, haciendo post en la red social más famosa del momento. Estaba emocionada porque el FC oficial de su ídola tenía una cuenta allí y podía hablar de sus aficiones con otras personas que compartían el mismo gusto por la música de Geraldine. Además que así estaba informada de cada movimiento de la gira.
Siempre veía videos, coleccionaba canciones raras, demos, fotografías e imágenes de posters promocionales. Todo lo conseguía de esa página.

Ella era una gran soñadora. Si tan solo tuviera la misma “suerte” que la diva… tal vez así podría convertirse en una gran cantante a la que todos admirarían. No seguía a Geraldine por su erotismo, sino por su talento y desbordante autoconfianza.

En ese momento estaba hablando con algunos fans, que organizaban de la manera en que irían, se encontrarían, etc.
A veces Ornella no era muy consciente del peligro de hablar con desconocidos, pero ella creía que se podría defender gracias a sus vagos conocimientos de boxeo.

Así como Vanderveer usaba su arete de metal como cable USB, Ornella tenía un collar muy femenino y delicado que colgaba de su cuello que cumplía la misma función. Tiró un poco de la piedrita principal que más resaltaba de ese collar. Ella había tenido la fortuna de que, al modificarse, pudiera elegir entre un collar, un arete, una pulsera o un anillo por su dinero, de lo contrario tendría que haberse conformado con una porquería que siquiera le gustaba. Era una niña de tres años cuando la operaron… sin embargo, nunca renegó de eso. Ella encontraba muy útil los implantes, aunque fueran dolorosos de soportar. Le facilitaba la vida. Aunque no era muy consciente de la realidad, pues era eso, una adolescente ingenua.

Ella era una jovencita muy sentimental y risueña, a comparación de la mayoría de las chicas de su edad, que tan adelantadas estaban y se caracterizaban por ser frías como témpano de hielo. Era como una niñita aun, seguramente por la sobreprotección de su hermano. Vivía en un cascarón de fantasía. Inocente y pura.

Quedó reunirse con el grupo que iría en primera fila, a pesar de que no conocía a nadie personalmente. No se lo diría a su hermano, pues este se pondría como loco. Solo haría como si nada, como si de una travesura se tratase, hasta que este la dejara en la entrada del estadio y se fuera en su auto viejo; luego haría amigos.

Van estaba entre los del grupo de primera fila.

Se tumbo encima de ella, agarrándola con los brazos por encima de la sabana, apoyando la cabeza sobre su pecho.

-Tu ropa esta en la lavadora aun, ve a tardar un rato en secarse.-

Trataba de decirle que quería aprovechar el tiempo para estar juntos antes de despedirse, que quería hacer lo mas especial del mundo ese día para que se llevara un recuerdo que jamas olvidara.

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En el edificio central de la Universal, el almirante Petrenkov, el oficial de mayor jerarquía de toda la flota Universal se encontraba agonizante sobre la cama, un tubo entraba conectado por su boca, una maquina le proporcionaba respiración artificial, y una docena de sistemas mas monitoriaban su estado de salud.

El almirante era un hombre de muy avanzada edad, alrededor de 102 años terrestres son los que cargaba encima, su padre y el padre de su padre habían sido almirantes de la flota, a pesar de no ser un titulo hereditario.

La condición del almirante se había mantenido en secreto, su hijo, el capitán Vasiliev Petrenkov II, se preparaba desde hacia ya varios meses para ser ascendido y ocupar el puesto que el creía por derecho le correspondía, era el hijo menor del almirante, el mas chico pero el único con vida, todos sus hermanos habían muerto en enfrentamientos con mercenarios, todos en condiciones extrañas e inexplicables, solo Vasiliev había sobrevivido mientras escalaba posiciones en la armada hasta pertenecer al selecto circulo de concejales que gobernaban cada aspecto de la Universal, era reconocido por su capacidad y astucia, aspectos solamente apocados por su insaciable ambición, y su enfermiza percepción del progreso.

—Qué importa la ropa... Eso es lo de menos ahora. Ven acá, tontito, que me gustas mucho y solo necesito que estés conmigo.

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El mánager de Geraldine, Erick Daison, estaba furioso con la joven. Tenía ganas de arrancarle los ojos a mordiscos, o tal vez a la antigua, como los cavernícolas, tomarla del pelo y arrastrarla por el piso hasta que aprendiera a cómo comportarse.
La casilla de mail estaba que explotaba de tantos mensajes que él consideraba “SPAM”. Además que la página del fanclub en la red Social se encontraban quejas y debates de donde podría estar la dichosa señorita Geraldine.

La policía hacía su trabajo, pero para él no era suficiente. Él no era cualquier representante, sino uno de los mejores de toda la galaxia. Y no dejaría que los caprichos de una niñata le devastaran la carrera.
Harto de que lo ignoraran y no siguieran el ritmo que él quería, se puso a revolver la escena de los hechos y descubrió el directorio abierto. Tenía una página arrancada, y la que le seguía, estaba manchada con lápiz labial fucsia. El lápiz labial favorito de Geraldine. Entonces supuso que había usado la guía para encontrar a alguien. Y el único alguien que se le ocurrió, fue el chico de los videos y las fotos en Torii Génesis besándose con ella, el cual, por dichos de ella tratando de evadirlo, era de Universal.

—Perra— Murmuró. Fue a pedir otro directorio, del mismo año y se puso a buscar la página faltante. No sabía cómo se llamaba, pero se lo comentaría a la policía para que hicieran el reconocimiento gracias a los videos que daban vueltas por ahí y dieran con la dirección de él. Era obvio que se había fugado, según él, para ver a ese muchacho, dejando todo tirado.

Faltaba un día para el primer concierto y la muy desgraciada… no valía la pena. Tenía el presentimiento de que volvería antes de tiempo, igual iría a buscarla para darle una lección.

Se acomodo entre sus brazos y se quedo inmovil, como si fuera a dormir. El dulse aroma que desprenda su piel lo arrullaba mientras contemplaba solamente el cristal empañado de la habitacion.

-Hay algo que quiero darte, algo mio para que te lleves como recuerdo y que a su vez sea simbolo de nuestro compromiso... pero te lo dare despues.-

—Está bien, amor mío.

Ella esperaba que descubriera las propiedades de sus aretes y que viera porque era tan especial para su persona.

—Lo estaré esperando ansiosa…

Había pasado un tiempo. Se oyó un fuerte golpeteo en la puerta de entrada. Se notaba que la persona que estaba pegándole con el puño a la puerta, o estaba ciego que no había visto el aviso o le importaba tres pepinos.

— ¡Geraldine! Sé que estás ahí. Se acabó el juego, vuelve al hotel de una vez— Habló el hombre con un tono moderado, pero evidentemente molesto— Vaya que me haces engranar... Nunca pensé que ibas a dejar tu profesionalismo de lado por un pene — Fue directo y cortante.

Eso hizo que la diva reaccionara.

—¡Tu madre!

Le respondió, furiosa.

-Creo que ya se habian tardado en encontrarte, o no?-

Por supuesto que no estaba dispuesto a dejarlo que se la llevara.

-Parece que esta muy molesto... sera mejor que vaya a hablar con él-

Beso a Geraldine en los labios y salio de la cama, a ponerse de vuelta el overol, pero sin subirse el cierre.

Camino hasta la puerta y la abrio para tenerlo frente a frente, poniendo ambas manos a los lados del marco para que no se le ocurriera pasar de él y entrar por las malas.

-Que acaso no vio el letrero?- Dijo con tono burlon.

—Lo vi y no me interesa— Empezó a mirar hacia dentro para ver si podía divisarla— No te pases de listo conmigo. Ella mañana tiene un concierto y en este mismo momento debe prepararse para ese y los otros dos. No estar perdiendo tiempo con un… tipo. Como si se pudiera enamorar en un par de días.

Ella tenía ganas de contestarle y mandarlo a lavar los platos.

-Desgraciadamente no puede... ni quiere irse aun, su ropa esta en la lavadora y no estara seca hasta dentro de un par de horas-

Entrecerro los ojos y lo examino con cuidado.

-Eso podia haber sido la escusa mas pobremente elaborada de no ser por que es cierta, cuando salio a la calle nadie le dijo que hay ciertas horas del dia en los que no se puede salir sin equipo de respiracion, casi se ahoga de tanto humo que inhalo, ademas de haber quedado llena de hollin-

Se inclino hacia el frente, vio a ambos lados para asegurarse de que no habia nadie mas.

-En fin... ella ya decidio que se va a quedar un rato mas, asi que si nos haces el favor...-

—Mocoso insolente. Como todos los de la edad de ustedes. Se creen que por tener un poco de fama son la gran cosa. Tú por salir con ella, o andar metiéndola donde no te corresponde; y la otra porque se cree el papel de diva más de lo recomendado.

Metió las manos en sus bolsillos.

—Bien.

Se sentó al lado de la puerta.

—Si decidió quedarse, entonces yo la esperaré aquí afuera.

Estaba seguro que ella no lo iba a despedir, pues tenían un trato. Un pacto, más bien.

Le preocupaba mucho que quedara embarazada. Eso arruinaría toda su carrera y ya no podría ser una máquina de facturar dinero.

-Preferiria que volvieras en un par de horas- Dijo Sven con tono imperativo. -Me pone nervioso que cuando escuches lo que hacemos aqui adentro quieras entrar por la fuerza y tenga que... ya sabes... dispararte-

Volteo a dentro del departamento, haciendole una seña a Geraldine para que se acercara.

Cerro la puerta de nuevo y se regargo sobre ella.

-Que tipo tan pesado-

—Es el único que organiza mi itinerario— Puso una mueca de disgusto. No le podía decir porque ese sujeto seguía revoloteando alrededor de ella, no por el momento. Cuando se casaran se lo diría, era una promesa que se había hecho a sí misma en menos de lo que canta un gallo.

Se acercó como se lo había pedido.

-Podemos dejarlo que se quede ahi... o podemos hacer algo para que nos deje tranquilos un rato mas-

Se asomo por la mirilla de la puerta, para comprobar que seguia ahi.

-Seguro que si te pones a gemir en voz alta y le pides que vaya a traerte preservativos se va si o si-

Sonrio con malicia cuando volteaba a verla.

-O si prefieres pdemos hacer esos gemidos reales y esos preservativos de verdad necesarios-

Le hizo la misma seña con el dedo que la vez esa, cuando se vieron por primera vez.
Fingir era su fuerte, pero prefería hacer su fantasía realidad.

—Aun así no creas que se irá. Tendrá que aguantarse toda la faena… y te aseguro que lo hará.

No era la primera vez que le hacía lo mismo. Incluso, luego la obligaba a tomar una pastilla anticonceptiva muy potente con horribles efectos secundarios. Sacudió la cabeza al recordarlo.

-Pues entonces que espere... haremos como que no esta aqui, tomaremos el tiempo que sea necesariio para despedirnos sin conciderar cuanto sea-

Fuera del departamento no habian sillas, ni tampoco nada sobre que sentarse salvo el frio y duro suelo de metal que a veces se calentaba a causa de las tuberias por las que circulaba aire a presion, eso le dio bastante risa a Sven.

-Solo espero que al muy idiota le sangan hemorroides-

Se la llevo de vuelta a la cama a continuar lo que a causa del cansancio tuvieron que detener el dia anterior, el tiempo se empezo a ir volando, y cuando se dio cuenta ya habian pasado cuatro horas, de las cuales en ningun momento se habia acordado del sujeto que estaba fuera.

Erick tuvo que pararse. Su orgullo también era grande y cumpliría con su palabra con tal de fastidiar. No se fue de ahí hasta que Geraldine terminó de tener sexo con ese sujeto. No era la primera vez que la esperaba después de que a ella se le ocurriera tener una aventura alocada. Y él creía que esta vez no era la excepción… solo otro tipo más, un capricho que pronto se le pasaría en cuanto se fueran de esa nave de mierda.

Pasaron los días, y había llegado el quinto día de la estadía de Geraldine en Universal y el último, pues esa madrugada debía irse hacia la flota más cercana para continuar con esa extensa gira. Estaba más nerviosa que de costumbre, puesto que vendría a verla su prometido en primera fila, junto al amigo de este, el mismo con el que había hablado por teléfono. Y digamos que sus shows no eran aptos para novios celosos… ni amigos de novios que pudieran ver sus nalgas.

Se encontraba en su camerino, viéndose en el espejo, como siempre. El arete parecía brillar más que de costumbre. Sudaba a chorros. No quería despegarse de Sven por tanto tiempo... el trabajo la obligaba, debía pagar cuentas y muchos impuestos por su lujosa vida. Igual tenía el consuelo de que se casaría con él apenas pusiera un pie en la Universal otra vez. Y formaría la familia que siempre quiso tener.

Era raro pensar de esa manera, puesto que la “moda” de ese entonces era solo encuentros casuales, en su mayoría, con cero compromisos. También ser un swinger, una relación abierta en la que cada uno pudiera hacer lo que se le viniera en gana. A lo máximo que podías aspirar, era convivir sin estar casado.
Esas cosas eran sumamente anticuadas… aunque diferentes y extrañas, a ella le llamaban la atención. Esas cursilerías de “el amor lo puede todo”, “el poder del amor”, etc. La podían. Y esa cosa anticuada y a la vez simple era lo que le atraía de su amor.

Él le había mencionado que leía. Trataría de comprar algún libro de la Tierra que quedara dando vueltas por ahí, sin importarle la suma que tuviera que pagar. Quería hacerlo feliz también.

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Ornella se había maquillado para la ocasión. También llevaba una mochila con la fotografía de su ídola estampada en la tela. Dentro contenía maquillaje de marca.
Estaba algo desconcertada, pues su hermano en esos días vendió el automóvil a ruedas de sus padres, un auto viejísimo pero útil aun. Ahora la llevaba en una motocicleta. Iba aferrada a él atrás suyo; le aterraba a la velocidad que conducía.
Cuando llegaron, decir que estaba mareada era poco. El estómago se le había subido a la garganta. Había demasiada gente.

—Te acompañaré hasta la entrada— Dijo Leonardo, frío.

— ¡No, no!— Agitó las manos. Tenía que encontrarse con esa gente y hablar con ellos, hacer amigos y ser agradable para que estos también lo fueran con ella. Lo que menos deseaba era que su hermano estuviera como perro policía siguiéndole el paso y controlando todo— No hace falta, hermanito.

—Es por tu seguridad— Insistió mirando por encima de su cabeza—Encima viniste con esas fachas… — Se refería al maquillaje.

—Por favor, no seas cruel— Puso ojos llorosos y todos tiernos. Le estaba rogando.

Suspiró.

—Bien. Nos veremos en unas horas… tengo que ir a trabajar. Compórtate. Te estaré vigilando— remató, para que se sintiera intimidada y no hiciera macanas.

Cuando por fin se fue, buscó las caras de las personas de las fotografías que usaban como avatares en la red social. Para su mala suerte, se encontró con el grupo… los cuales solo eran unos vándalos que se aprovechaban de niñitas ingenuas como ella. Pero ella no lo sabía. Así que con solo intercambiar unas palabras, se convenció de que eran los fans que compartirían fila con ella.

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Vanderveer estiraba los brazos hacia arriba, en dirección al cielo. Era de noche.

— ¿No te molesta el hecho de que todo el mundo te esté mirando? No es que me guste meter cizaña, pero desde que el mánager salió diciendo por la tele hace unos días cosas malas sobre ti, que todo el público masculino te odia por envidia y las chicas te detestan por nada.
>>Ahora eres famoso. Lo bueno de todo esto es que conseguimos pases Vip, je… Lo malo es que llamaste tanto la atención que no pasas desapercibido por ningún lado— Lo miró de reojo. Lo menos que necesitaban era llamar la atención. En el fondo le molestaba.

Geraldine era como una especie de embajadora de la cultura en Génesis y Universal, y cualquiera que se involucrara con ella estaría en la mira. Todo lo que ella hiciera, sería criticado o alabado por los políticos de turno. Así funcionaba la cosa. Y como buen paranoico, Van temía que todas sus investigaciones salieran a la luz.

-Y que lo digas, No es tan malo cuando es solo uno, pero ahora que están todos aquí reunidos me da un poco de miedo.-

Estaban en la zona VIP, donde había solamente unos pocas personas, pero el resto estaba completamente abarrotado, parecía una marabunta de gente, todos viéndolo y hablando entre susurro sobre él.

Había un pequeño grupo dentro de la zona VIP que no encajaba con el resto, un grupo de militares, Sven había reconocido a un par de ellos por sus identificaciones, eran dos tenientes veteranos, pilotos completamente modificados que bajo el uniforme no tenían ni un centímetro de piel, globos oculares sintéticos que parecían dos lamparas rojas, servomotores en brazos y piernas, mas maquinas que hombres.

Que hubieran sido fans de Geraldine le hubiera parecido hilarante, pero eso era imposible, ellos no tenían sentido del gusto, no tenían ni siquiera emociones, y se le notaba solo de verlos, parados de forma completamente erguida viendo hacia el frente, esperando como aves rapaces a una presa moribunda.

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-Tiempo?- Pregunto uno de los Tenientes a través del comunicador.

-Tres horas, cuarenta minutos y diesieis segundos y contando-

-Las ordenes de Petrenkov?-

-Una vez que los de Genesis sean evacuados se cerrara el perímetro, las lineas de comunicación ya han sido cortadas, las implantaciones empezaran fuera de la zona del concierto donde la población es menos densa, las tropas rodearan el edificio y procederemos a formar y trasladar en grupos pequeños a los que queden dentro.-

-Uso de fuerza letal?-

-Permitido- Dijo por ultimo seguido de una pequeña risa.

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Las lineas de comunicación habían sido cortadas, las tropas renegadas se habían introducido dentro del domo y ahora aterrizaban a mitad de la ciudad, el desalojo de casas y habitaciones había comenzado, los implantes poco ortodoxos se daban a mitad de la calle, los que se resistían recibían un tiro en la frente.

La ciudad estaba casi vacía, casi toda la población estaba dentro del concierto, alrededor del 80%

Bloque por bloque las personas eran sacadas de sus viviendas, las fuerzas de seguridad no estaban preparadas para enfrentar soldados armados, vehículos de artillería y armamento pesado, la incursión fue prácticamente silenciosa, en menos de media hora habían tomado el control de la Universal central, y el resto de naves estaban en progreso de terminar igual.

Vanderveer también notó eso, pero se hizo el tonto (como siempre). Algo se traían entre manos y debía averiguarlo sin levantar sospechas.

—Bueno, Cupido, no te extrañes que cuando estés solo te quieran dar una paliza— Empezó a buscar a alguien con la mirada— La otra vez conocí a alguien por internet y me dijo que iba a venir aquí. Extraño que no haya llegado, parecía muy entusiasta.

Estiró las piernas y se fue por el lado contrario de donde estaban esos tipos… o cosas.

—Volveré. Voy a buscarla— Fue su excusa.

Faltaban apenas unos minutos para que el show comenzara.

Vanderveer, una vez afuera, pudo notar la tremenda anormalidad de cantidad de gente que había en el lugar. Está bien que se hacía en un predio abierto, pero técnicamente estaba toda la maldita población, sin exagerar. Gato encerrado.
Quiso consultar algo por internet, pero no pudo acceder al servidor.

— ¿Qué carajos…?

Un llanto cerca de él lo sacó de sus pensamientos. Pensó que alguien necesitaba ayuda, así que fue a ver. Era una chica, la misma chica con la que había conversado día antes en internet, intentando ser abusada por unos sujetos.
La cara de desesperación de esa niña lo descolocó completamente, encendiendo una rabia que tenía oculta en el interior. Como si de un hermano mayor se tratara, sin tomar mucha conciencia del peligro, se abalanzó sobre los tipos y les partió la madre a todos ellos con una fuerza que ni él sabía de dónde había sacado.
La pobre Ornella había quedado en shock ante la situación y solo era capaz de mirarlo con un miedo que le podía partir el alma a cualquiera. Vanderveer, cuando terminó de golpearlos en un acto heroico, se dio cuenta de esto.

—Lo lamento tanto… Ornella— Sonrió, avergonzado.

—¡!— Esta, al reconocerlo, se puso a llorar de inmediato.

—No llores… Eso es horrible para cualquier hombre. Vamos, te llevaré a tu lugar. El show está por comenzar y no te lo querrás perder, lo estuviste esperando siempre, según tus post ¿No?— Le tendió una mano tratando de transmitirle seguridad y confianza. Le recordaba mucho a su tierna y adorable hermana menor.

Él tenía un tono de voz tan cautivante y llevador que se dejó convencer.

—Me siento una tonta…— Agachó la cabeza.

—Todos tenemos momentos de ingenuidad. No pasa nada. No eres tonta por eso; pero si debes ser más cuidadosa con la gente que hablas por internet. Yo no soy un mal tipo, pero hay individuos con muy malas intenciones dando vueltas por ahí.

Le tendió una mano y la ayudó a levantarse. La pobre niña temblaba.

— ¡OH DIOS! ¡USAS REVLON!— Exclamó Van al ver la base de maquillaje desparramado por el suelo— Es una de mis marcas favoritas. Cubre tan bien la piel, y la deja tan lisita.

Ornella creyó que era un homosexual de primera categoría al oír eso. Largó una pequeña risita. Van se alegró por haberla hecho distraerse del mal momento. Aun así, siguió mirando a los alrededores, preguntándose porque había tanta gente. Encima no podía acceder a nada… que mal estaba todo.

Entraron al lugar.

—Bueno, tortolito, he vuelto.

— ¡El novio de la señorita Geraldine!— Entonces recordó que eso era de mala educación y se sonrojó.

Van rió.

—Bueno, ya hice lo que tenía que hacer— No sabía cómo decirle lo que pasaba— Mucha gente ¿No? Encima no funciona el servidor y al parecer la línea telefónica está congestionada— lo dijo en un tono neutro, pero era obvio que le estaba informando a su manera lo que pasaba, como si tuvieran sus propios códigos.

-Que extraño...- Respondio a Sven, que al principio no comprendia. -Ire a ver que pasa-

Le parecia demasiado raro, la presencia de esos dos y ahora esto, algo andqba muy mal.

Fue a revisar al entrada, que aun estaba congestionada de gente y entraban sin cesar, pero las salidas estaban cerradas, nadie podia salir. Fue a un telefono a tratar de comunicarse, pero todas las lineas estaban cortadas, incluso las de uso oficial.

Subio a la parte mas alta del lugar, ya que no encontraba ni siquiera una sola ventana, cuando llego al techo pudo ver las naves siendo descargadas a lo largo de la ciudad.

-hijos de perra!- Maldijo al verlos.

Volvio corriendo a donde estaba Van, noto que esos dos sujetos ya no estaban.

-Van a hacerlo ahora!- Le dijo muy alterado. -Hay como veinte naves desparramadas por toda la ciudad... tenemos que irnos de aqui-

— ¡Como puede ser eso posible! — Si no fuera porque generalmente era tranquilo y rara vez se sobresaltaba tanto, entraría en pánico.  

De repente, las luces se fueron. El concierto estaba comenzando.

“En el principio de la existencia, desde los cielos, los ángeles tocaron una hermosa melodía… y la reencarnación de la música ahora es una estrella”

Se escuchó una voz femenina recitar esas palabras. Luego se vio en una pantalla gigante una cuenta regresiva.
Acto seguido, el instrumental comenzó a sonar, mientras el escenario parecía agrandarse y desprenderse, para transformarse en una inmensa plataforma flotante que se alzaba por encima de las cabezas de los presentes. Gracias a la tecnología de la época, proyecciones en 3D creaban la ilusión de que había diferentes escenarios, y bailarines “mecanizados” que se trataban nada más ni menos que una especie de robots articulados, los cuales también eran una variedad de hologramas. Todo era tan espectacular que dudabas si lo que estaban viendo era real o no, porque lo que creías que era cierto no lo era, y viceversa.
La gente gritaba como desquiciada, y fue más emocionante cuando, combinada con el juego de luces, salió la diva a enfrentar a todo ese público con toda la naturalidad del mundo.

—1, 2,3… — Contó mentalmente Geraldine, y comenzó a bailar y cantar.

Palabras solitarias buscan alcanzarte
Vanas pasiones pasean aun por aquí
Mi cálido y exaltado corazón estalla
Cuando nuestros ojos se encuentran.

No importa si no estás a mi lado
El recuerdo de tu abrazo es fuerte
Y tu voz a la distancia, a años luz.

Viajé de constelación en constelación.
Te encontré al final de la galaxia.
Mi pesadilla siempre fue perderte.

—Carajo… ¡No va ni por la mitad de la canción! ¿Cómo se supone que vamos a salir de aquí!  

[Busco sobrevivir en el poder del amor
Llenarme de una abrumadora sed
Enviar mi alma al vuelo de tus cielos.

Poder y amor, corazón y alma
Poder y amor, corazón y alma.]

La gente empujaba, se subía encima de las butacas, y la zona donde era campo, se mataba por estar más cerca.

De cara a la luna, de cara al sol
Soy una flor silvestre, no lo comprendes
Estoy hambrienta del brillo de tu ser.
Podríamos ser todo lo que hablamos.

En tiempos lejanos dimos la vuelta
Ahora lo entiendo casi todo
Yo busco tu presencia, aun ahora.

Escudriñas mi pecho cálido, mi canto
La esperanza descontrolada
Así y por siempre, continuamente.

[Busco sobrevivir en el poder del amor
Llenarme de una abrumadora sed
Enviar mi alma al vuelo de tus cielos.

Poder y amor, corazón y alma
Poder y amor, corazón y alma.]

Hasta siempre…

Geraldine on stage.

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Imaginemos una cosa parecida a esta... con mucho más fanservice (?)

Spoiler:

-Hace unos dias estuve explorando los antiguos ductos subterráneos de la Universal, esta todo conectado y son lo bastante anchos como para sacar a todos... el problema es que necesito la cortadora de plasma para moverme entre ellos, así que esto es lo que haremos: saldré por el techo y tratare de llegar a mi departamento, tu te quedaras aquí y esperaras a que Geraldine termine la primera tanda, luego iras a buscarla y le contaras que es lo que esta pasando, necesitamos informar a la gente lo que esta pasando y ella tiene mucha influencia sobre ellos, le creerán y harán todo lo que les diga, yo iré abriendo y marcando los túneles que utilizaremos para llegar a la nave, y cuando termine volveré para acá -

Vanderveer asintió. El tema era como diablos llegar a Geraldine, puesto que tenía mucha seguridad que le impediría el paso.
Se puso manos a la obra y salió de la zona VIP.

Ornella se lo quedó mirando extrañada, puesto que veía a su salvador muy preocupado por algo. Se preguntaba si todo estaba bien, y le preocupaba que su hermano estuviese en peligro, por alguna razón. El presentimiento de una mujer nunca fallaba.

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Geraldine buscaba con la mirada a Sven, aunque sin dejar de hacer su show. No lo encontraba por ningún lado… tal vez había decidido no ir para no verla y sentirse celoso, cosa que la desilusionó un poco.

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Vanderveer buscaba la oportunidad perfecta para hablarle. Interrumpir la actuación sería una estupidez, sería abucheado y sacado de allí de inmediato. Cuando se dio la vuelta, estaba esa niñita adorable.

—Te puedo ayudar a llegar a ella— Ornella sonrió.

Era peligroso involucrar a otras personas, pero esta vez era necesario.

—Necesito que distraigas a los guardias mientras yo me voy detrás del escenario ¿De acuerdo? Tu recompensa será un autógrafo.

—De acuerdo— Lo miró de reojo— ¡Pero después me cuentas la verdad, eh!

Sonrió y se fue corriendo hacia la zona VIP de nuevo. Intentó trepar la valla de metal que la separaba de la planta baja del escenario, captando la atención de los musculosos hombres de prevención que custodiaban que nadie se sobrepasara de los límites.
En esa fracción de segundo, Vanderveer aprovechó y se coló. Subió las escaleras hacia arriba, maldecía su falta de actividad en el último tiempo, habiendo optado por una opción más sedentaria, a pesar de que le encantaba bailar e ir al gimnasio. Una vez allá, comenzó a hacer señas y morisquetas a la idol para que esta le prestara atención. Geraldine lo veía de costado, no sabía quién era y le dio miedo que hiciera algo. Justo la canción terminó y todo se puso negro otra vez, retumbando el sonido del bombo de una batería que creaba un ambiente de suspenso, pues Geraldine debía ir a cambiarse de ropa la más veloz posible.

—Debes pagar para estar detrás del escenario, soquete— Fue grosera y fría. Odiaba los fans desubicados.

—Soy Vanderveer.

Fue tomado de los hombros y sacudido como un muñeco de trapo.

— ¡El del teléfono!

—Escúchame… esto es urgente y serio. Tienes que hacer lo que te diga al pie de la letra, pues…— Y empezó a explicarle lo que sucedía.

Toda esa información impactó a la artista. No tenía idea de que todo eso estaba ocurriendo.

—Cuenta conmigo. Yo soy Geraldine ¿Lo olvidas?— Le guiñó un ojo y fue hacia el centro de la plataforma que aparentaba levitar en el aire. Tomó el micrófono de nuevo y los gritos no tardaron en hacerse presentes. Entonces exigió que le prestaran atención, pues debía informar de algo muy importante. Comenzó a explicar TODO con la mayor calma posible, sin mostrar dudas y miedo en su voz, demostrando una increíble seguridad y firmeza en lo que decía.

De todos modos, la gente entró en pánico y no tardaron en comenzar a golpear las puertas de salida para correr despavoridas.

Sven subió de vuelta a la parte mas alta, donde daba al a parte oculta del escenario, donde estaban todos los sistemas de sonido y vídeo, esa sección tenia una estrecha saliente por donde accedían los de mantenimiento, al final una escalera de servicio que daba a otro edificio.

Logro salir del evento hasta llegar a la calle, el aire era espeso y sucio, pero los años que llevaba viviendo ahí le habían enseñado como sobrevivir sin equipo de respiración. Se tapo la cara con su abrigo y fue corriendo hacia la estación de metro mas cercana, ocultándose para que no lo vieran con cualquier cosa que bloqueara la vista, la llegar se dio cuenta de que el transporte urbano tampoco funcionaba, el lugar estaba vació.

Salto hacia las vías y camino unos cuantos cientos de metros hasta encontrar una entrada al subterráneo, una que ya había utilizado antes y que le permitio llegar hasta el edificio donde estaba su departamento.

Se puso nuevamente el traje y tomo la cortadora, que aunque pequeña era lo suficientemente potente para cortar superaleaciones, blindajes gruesos y si se usaba a quemarropa podía atravesar un cuerpo humano.

___

El informe de Geraldine fue escuchado también por uno de los tenientes que estaba dentro del concierto, no sabia como es que se había enterado de todo eso pero no se quedaría de brazos cruzados,

Fue hacia el escenario moviendo a la multitud, hizo a un lado a los guardias y subió hasta donde estaba la diva, de un manotazo le tiro el micrófono y la sujeto del cuello.

-Se termino la presentación... El almirante dijo que te dejara marcharte a ti y a tu gente cuando terminaras de cantar... y ya terminaste.-

— Me importa una mierda... ¡Y no! ¡No he terminado!— Exclamó a pesar de que no podía respirar y sentía como si le partiera la tráquea en dos. Puso la mayor cara de desprecio posible y le escupió en la cara, mientras intentaba sacárselo de encima.

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La gente gritaba horrorizada por lo que estaba pasando. Nadie veía muy bien lo que sucedía por allá arriba, puesto que la altura no dejaba apreciar muy bien ciertos detalles.

Vanderveer estaba desesperado, agredir a ese sujeto no era una buena opción, tampoco le haría nada, ni un solo rasguño, a pesar de que él en parte estaba mecanizado por dentro. Se le ocurrió una cosa.
Se dirigió con la rapidez de un rayo hacia el equipo de control, hacia las computadoras para ser más específico, las que se encargaban de la iluminación, las proyecciones en 3D y de las pantallas plasma gigantes.
Con el movimiento de su mano, apareció el escritorio personalizado de él e hizo click con el dedo en la opción de “Filmar”. Conectó su aro a la computadora y empezó a mirar al tipo que estaba estrangulando a Geraldine. La imagen esa se hizo ver por la pantalla del fondo más grande, de enormes dimensiones y en alta definición. Después buscó la forma de bajar el escenario hasta abajo, donde estuviera a la altura del público, cosa que logró.

La gente se indignó por lo que ese desgraciado le estaba haciendo a su ídola, y no dudaron en comenzar a tirarle objetos contundentes para que la soltara.