The Frontiers [PRIVADO YSY-Evil-perro-House]

—Eso no es justo. No me gusta ganar así, tan fácilmente— Cerró un ojo y dejó abierto otro— Así que abandono yo también. Fue un empate.
>>Ahora, castigo.

También sonrió. Se podía ver cierta picardía en ella.

-Pero nadie gano!, ¿como que habrá castigo?-

En ese momento lo único que que quería era alejarse de toda esa gente y quizás limpiarse la ropa.

-Que tienes en mente?-

—Empatar es sinónimo de perder tiempo y energías. Así que perdimos los dos. ¿Qué tal si le damos una lección a todos estos mirones? — Empezó de nuevo con esa actitud coqueta— Tu castigo será — Arrimó sus labios a su oído y le susurró muy sensual— Besarme. ¿De lengua tal vez? Ah, y te dejaré que me toques un pecho, el que más te guste, o ambos por igual. O darme una palmada en el trasero. En frente de todo el mundo.

Se alejó y mantuvo esa expresión de perra por unos segundos. Después la cambió por una risueña, como si no hubiese dicho nada indecente.

Entrecerro los ojos por un momento, asimilando lo que acababa de escuchar.

-Debi haber escuchado mal... crei que acababas de decir... hablas encerio? Y tu reputacion?-

Miro hacia su alredor, se acerco a ella esperando que le dijera que era una broma... pero por la expresion de su rostro no lo era.

-Pero cuando termine tu tambien tendras que cumplir col lo que yo te imponga-

Le puso una mano detras del cuello y junto sus labios contra los de ella, un poco indeciso al principio si meter la lengua de por medio o no, pero haciendolo a fin de cuentas.

Con las manos fue un poco mas discreto, un rose y un ligero apreton por encima de la ropa mientras tod el mundo se les quedaba viendo.

No pensó que iba a acceder tan fácil. Tal vez tendría que haber propuesto algo mucho más indecente todavía para que se incomodara y todo fuera más cómico.
Un beso para ella no significaba nada grave. Un toqueteo menos. ¿Un coqueteo? Pfff… Cosa de todos los días. Solo podía decir que estaba disfrutando más de la cuenta y que su divertimento aumentaba a pasos agigantados.

Algunas personas se encargaron de sacar fotos de la situación. Otros se indignaban por hacer esas cosas en público como si nada.

—Qué rico besas— Se relamió.

-Pensaste que me sentiria sobrepasado por esa peticion, pero en realidad no haw hecho mas que replantear mi concepto de diversion... Ahora te toca a ti cumplir con tu castigo por haber perdido... y lo que quiero que hagas es que empece yo lo termines tu, y no me refiero a un solo beso y una fugaz caricia... lo quiero todo, y lo quiero de ti, en privado para evitar repercuciones...-

En ese momento ya no la veia como antes, sino como la mas basica de sus caracteristicas, una mujer, una a la que ya habia saboreado y a la que tenia que explorar hasta lo mas desagradable que su libido le permitiera.

-O sera que no estabas hablando en serio cuando me diste esa pequeña muestra de picardia?-

—Un “touch and go”, eh…

La verdad que no le afectaba ni un poquito. Su vida sexual no era muy importante, pero cuando alguien se le ofrecía así en bandeja y encima, a su criterio, estaba “más bueno que comer pata de pollo con la mano” ¿Cómo desperdiciar esa oportunidad?
Igual se haría la dramática.

— ¿Pero con quién crees que estás hablando?— Cambió el tono de voz de un momento a otro, a uno bastante enojado, que parecía creíble al 100% por sus increíbles dotes de actuación— Soy una dama, por favor. Y no me digas que por haberte dado el lujo de tocar mis tetas y enrollar tu lengua con la mía, tienes derecho a proponerme una cosa así.
>>Sin embargo…— Y otra vez volvió con la actitud coqueta y seductora— Soy una mujer de palabra. Me tendrás tan pegada a ti dentro de un rato, que no me olvidarás jamás. Y me vas a recordar más a mí, a mis besos y caricias, que a este día y todo lo que pueda llegar a tener Génesis—Le aseguró, con actitud desafiante y dándole un pico.

No estaba segura si lo volvería a ver alguna vez, ni siquiera por azares de la vida.
Sí estaba segura que las cosas salían como a ella le daba la gana. Salir del restorán había sido lo mejor que se le podría haber ocurrido, con la excusa de mostrarle parte de Génesis.

Le dio la espalda y comenzó a caminar en dirección al hotel, dejando todo tirado para que los demás se hicieran cargo, mientras tarareaba una de sus canciones como si nada fuera a pasar.

La opinión de la gente se la pasaba por debajo de la axila. Que dijeran y pensaran lo que quisieran, porque ella no se consideraba ejemplo de nadie y tampoco pretendía serlo.

-No me digas- dujo sarcastico en voz baja. -Pues eso lo veremos... quizas te lleves una sorpresa y acabes siendo tu quien no pueda olvidar este dia!-

La siguió po detras en direccion al hotel, con las manos en los bolsillos contemplandola de cuerpo entero, pensando en cuantas sensaciones podia provocarle si echaba a andar su imaginacion.

—En mi vida no existen las sorpresas, cariño.

Ella sola se entendía. No en vano hablaba.
Se volteó un poco y le sacó la lengua.

A pesar de que en el hotel había ascensores en el que solo levitaba el suelo del mismo, prefirió ir por las escaleras para no perder la costumbre de hacer ejercicio, además de querer mantener el suspenso.
Estaba en silencio, maquinando todo lo que podría hacer y dejar de hacer. Sonrió de medio lado y, al llegar al piso donde estaba su habitación, prosiguió con su paso hasta quedar frente a la puerta del cuarto. Una vez que la abrió, se pudo divisar un montón de bolsos y valijas abiertas, con prendas de todo tipo desparramadas por todos lados. Un verdadero desorden.

Antes de comenzar con la faena, se fue hacia un mueble que contenía un espejo, y encima un joyero, también todo revuelto. Se sacó el par de aretes que casi siempre llevaba consigo, con ese cuarzo en degradé de colores azules y los colocó en ese joyero.

—Si no te acercas, dudo que pueda llegar a hacer algo— Comentó con los ojos cerrados.

Tampoco tenía todo el día. Faltaba quien sabe cuanto tiempo para dar su presentación.

-Pues que lastima me das... imaginar una vida sin surpresas es imaginar una vida monotona y vacia- Se acerco po la espalda y se paro detras de ella, quedando los dos viendo sus propios reflejos. -Que es mejor para ti? Una gran alegria al dia pero un largo plazo de aburrimiento, o un monton de pequeñas sorpresas durante todo el dia?-

Apoyo las manos sobre sus hombros y empezo a masajearselos.

-Crees que ya lo haz visto todo... pero si de verdad tuvieras una perspectiva real de todo lo que hay para hacer en la vida sabrias que no has hecho nada mas que rascar la superficie.-

— ¿Y tú que sabes?— Susurró. Eso le había molestado y se notaba porque sus hombros comenzaban a ponerse tensos, agarrotándose— Pero respondiendo a tu pregunta… La primera opción. El aburrimiento trae crisis, la crisis progreso y creatividad.

Bajó la mirada hacia los aretes que brillaban con intensidad por la luz del techo.

-No es lo que se que es... es lo que se que falta.-

Acerco el rostro y lo puso por encima de su hombro, para hablarle al oído.

-Cuando te veo veo solo lo que quieres que vea, escucho lo que quieres que escuche pero siento que dentro, muy en el fondo dices otra cosa-

>> Quizás me equivoco... pero cuando salimos de ese restaurante no fue solo por hacer la buena acción del día con un desconocido, quizás maquinaste elaborados planes en tu cabeza, pero contemplando la pequeña, muscula probabilidad de que esa intención oculta se cumpliera... que detrás de ese exterior de mujer vivida, experta en tratar a los hombres y manipularlos a su conveniencia hay una pequeña y asustada niña que cree que hay alguien ahi que puede enamorarla de verdad, pero que teme demasiado a confundirlo con alguien mas y terminar lastimada que prefiere ocultarse bajo la mascara de una mujer desinteresada en mantener relaciones verdaderas... "un beso o una caricia no son nada para mi" dijiste hace un momento... y si te la diera esa persona? la tomarías como una de tantas y la olvidarías sin mas?-

Frunció aun más el seño, y su cabello pareció cobrar vida propia para elevarse junto con su cara, irónicamente, de la sorpresa.
¿En qué momento se le había dado vuelta la torta? No, no. Tenía que volver a recuperar terreno, hacerlo callar de una vez, para que no siguiera tratando de escudriñarla. Su orgullo era enorme como para reconocer que lo que le estaba diciendo tenía una cuota de verdad. ¡Por Dios, ella era la gran Geraldine, la inquebrantable señorita Mashiro! Y se lo demostraría.

Dejó que terminara de hablar, para pararse y quedar mirándolo con ojos filosos, todo en silencio. Soltó su cabello. Sin ser para nada sutil, lo besó de tal modo para que se entregara a sus brazos y no quisiera decir nada más hasta acabar, cuando ya todo estuviese hecho.

"Supongo que no quieres seguir hablando" fue lo que penso al recibir ese tosco beso.

La tomo de los muslos y la subio encima del joyero, sin despegar sus labios en ningun momento. Ahora no tenia ningun problema con tocar alguna parte de su cuerpo y lo hacia sin la menor verguenza, abriendole la blusa de un tiron para hacerlo mas comodamente, siguiendo despues con el resto hasta descubrir su pecho.

-No, aqui no... en la cama!-

Se alejo por un momento en direccion a la cama e hizo a un lado todo lo que habia encima, luego volteo a verla.

Ni lerda ni perezosa, se le lanzó encima como una fiera, con todas sus fuerzas, para terminar cayendo encima del colchón y se le puso encima. Se lo quedó mirando un momento, contemplando cada reacción que tenía por cada cosa que hacía.
Terminó de desvestirse por completo e hizo lo mismo con él, sin pudor ni nada. No tenía vergüenza, después de todo, para ella era lo más natural del mundo un cuerpo humano desnudo y las relaciones sexuales consentidas.

Tal vez estaba siendo una apresurada, pero ¿Qué joven de esa época no hacía lo mismo después de conocer al otro apenas cinco minutos? Feeling, química, seguramente.
Además, siempre hacía lo que le venía en gana y se dejaba llevar por sus impulsos. Tenía cuanto quería, desde objetos materiales hasta chicos guapos. De a montones.
Pero él tenía razón, había algo más en el fondo. Y aun seguía buscándolo… y buscarlo en él no era la excepción.

En ese momento no le importo que estuviera por encima de el, el rose de su cuerpo contra la piel era una sensación embriagante, algo completamente nuevo, pero a la vez familiar.

Se retorcía de modo que la hacia dar pequeños saltos al momento de penetrarla, mientras exploraba su boca sin pudor con la lengua, o estrujaba sus pechos contra el rostro.

Aun no estaba satisfecho, sentía que podía dar mas de si, que no podría desahogarse hasta que tomara las riendas y lo hiciera a su modo, se detuvo por apenas un segundo y le dio vuela, poniéndola contra el colchón y abriéndole bien las piernas, le sujeto el rostro como si acariciara su mejilla con una mano, y con la otra la cadera, siendo firme pero cuidadoso de no hacer demasiada fuerza y lastimarla. entonces empezó de nuevo, mas rápido y mas duro, siendo firme para que no tratara de cambiar de posición, poniendo su pulgar sobre la boca para que no dijera nada, y lo dejara ser.

Al final terminó explotando de éxtasis. Si bien ella misma no había resistido demasiado tiempo, pues no lo hacía seguido, todo ese tiempo que estuvieron juntos fue más que suficiente para sentirse satisfecha y rebosante de satisfacción en todo sentido.

Después de acabar por completo con la faena, se lo quedó viendo, no indiscreta como acostumbraba, sino de una manera ida, como si su mente hubiera ido a otro planeta. Pensaba en todo y nada a la vez.
Cuando reaccionó, solo fue capaz de atinar a sonreír como una tonta, con un deje de vergüenza poco disimulada.

Tapó su cuerpo con la sábana que tenía a mano.

—Tienes que estar agradecido. Uno no se acuesta tan fácilmente con una celebridad todos los días— Bromeó— Y menos con una celebridad que valga la pena. No como esas pirujas que deben sentarse en un sillón de un estudio de TV a lloriquear.

Estaba hecha un maldito desastre. Ahora debería irse a bañar y arreglarse otra vez como si no hubiera pasado nada.
Planeaba dejar esa ocasión como algo casual.

—Pero bueno... Ya cumplí— Indiferente, con actitud implacable, sacó una cápsula del cajón y la tragó.

-Hablas como si hubiera sido con tu fama con la que hubiera tenido sexo... realmente ni me importa cuan famosa seas, no sabia quien eras cuando te mire en el restaurante, desde ese momento, cuando caminaba detrás de ti a aquel parque, cuando corría detrás de ti por esas colinas y todo el tiempo hasta llegar a esta habitación lo único que he visto es una mujer muy hermosa que moría por un poco de diversión... entiendo que hice una mala predicción y no soy ese hombre especial que creí que esperabas en tu vida... tengo que confesar que fui un poco crédulo, toda mi "experiencia" con el sexo opuesto la he adquirido de antiguos libros impresos que se digitalizaron el la Universal, nunca había estado con una mujer... pero por alguna razón creo que se como hacerlo.-

Se hizo a un lado y se recostó en el espacio vació que quedaba de la cama.

-La vida como la describen en la antigua tierra es muy diferente a lo que vivimos ahora... y también lo son las relaciones entre hombre y mujer... no tengo resentimientos por haberme equivocado, no es como que halla malentendido tus intenciones desde el principio... cumpliste tu palabra y esta sera una ocasiona que nunca olvidare...-

Se giro entre las sabanas y volteo a verla, alzo la mano y le acaricio la cabeza, metiendo los dedos entre su enmarañada cabellera.

—Yo no he afirmado ni negado nada. Son solo conclusiones que no sé de dónde has sacado, ideas locas que siquiera vienen al caso.
>>Mis intenciones son incomprensibles incluso para mí. Y por más que intentara explicarlas, no las comprenderías en lo más mínimo. Pero tranquilo: yo tampoco lo hago.

Se sentía terrible por haberlo hecho ilusionarse con ella. Tenía una culpa arrolladora.
Su inseguridad enterrada bajo toneladas de orgullo estaba saliendo a flote. Se miró las manos, las gotas de sudor deslizándose por su piel a pesar de estar el aire acondicionado prendido…

Al sentir como la acariciaba, se le vino una avalancha de sentimientos extraños. Confusión, incertidumbre, remordimiento, una inmensa soledad. No sabía cómo corresponder ante eso sin meter la pata otra vez.

—“Sus manos son tan grandes a comparación de las mías”— Pensó. Suspiró.

Igual no se sentía preparada para tener algo más. Ni siquiera sabía lo que era eso.
Bajó un poco su nivel de arrogancia.

—Es fantástico estar contigo, my love— Admitió, solo que de una manera cantada, una frase de una canción que a ella le encantaba. Era la única manera que tenía de expresar lo que en verdad sentía, sin ser sarcástica o insoportablemente altanera.

-No tienes que ser condescendiente conmigo... tal vez no sea un experto en esto pero si soy realista, y ahora que lo pienso mas tranquilamente se que no podría ser de otra forma.- Le sonrió. -Yo volveré a la Universal y tu seguirás con tu vida, siendo completamente libre.-

De cierto modo la envidiaba, ahora recordaba cual era su lugar, que esto no había sido mas que un día de suerte que probablemente no se repetiría jamas, pero que atesoraría en su recuerdo para siempre.

-Tienes una junta... recuerda que dejas te esperando a esa gente en tu mesa... tu manager... esa extraña mujer... tienes también una presentación y probablemente un montón mas de cosas por hacer.-

—Cierto…— No respondió nada más. No podía pensar con claridad, todo fue demasiado rápido, incluso para su veloz ritmo de hacer las cosas.

Ni siquiera se volteó a verlo; ¿Para qué? ¿De qué le serviría?
Se paró y fue hasta el joyero otra vez, buscando ese par de aros que tanto adoraba. Se los puso, para después encerrarse en el baño de un portazo y llenar la tina con agua hirviendo. Se sumergió y cerró los ojos.

Por lo menos tenía el consuelo de que ir a actuar le despejaría un poco la mente.

Dio un pesado suspiro después de que azoto la puerta, pensar que le había dicho eso para que no se sintiera mal, ahora parecía que el que trataba de ser condescendiente era él.

Salio de la cama y recargo la cabeza contra la puerta del baño.

-Escucha, voy a arriesgarme a sonar ridículo... a que te rías de mi por siquiera pensar que esto puede ser y a parecer el mayor de los tontos por hacerte esta propuesta- Tomo aire y junto algo de valor. -Si quieres... si algún día se da la casualidad de que vayas a la Universal, podemos vernos o quizás hacer algo juntos... no hay mucho que hacer por ahí pero seguro que podemos encontrar la forma de divertirnos-

Abrió la puerta y se asomo dentro, poniendo una expresión de suplica.

No abrió los ojos para nada.

—Sí, vaya que eres tonto…— Sonrió, discreta— Tengo fecha en Universal para dentro de unos días. Ya arreglé todo con los sponsors. La gira comenzará y estaré cinco días allá. Tres días de concierto, dos de preparación o mejor dicho, de estar encerrada toda la santa mañana, tarde y noche en un cuarto de hotel.

Ahora le daba gracia que casi le estuviera suplicando.
Se levantó de la tina y sacó uno de los aretes y se lo dio.

—Guárdalo bien. Luego iré a buscarlo.

-Haré que esos dos días valgan cada segundo.-

Tomo el arete colgando entre los dedos y le dio un beso.

-Confió en que sabrás como encontrarme...-

Eso le recordaba a los viejos escritos en los que una mujer le daba una prenda a algún pretendiente cuando este la cortejaba, aunque desconocía que tan importante era el arete para ella, lo cuidaría con su vida, quizás el romance no había muerto después de todo.

-Solo tomare algo mas para el camino- Dijo para después darle un ultimo beso, el de despedida. -Solo para soportar un poco mas la ansiedad-

Salio del baño y empezó a buscar su ropa, una vez vestido engancho el arete a la parte oculta de la cadena que sostenía su identificación, y salio del cuarto rumbo al hangar de la Genesis, era hora de volver a casa.

Cuando por fin se fue, terminó de prepararse. No tenía de qué quejarse: Se había divertido y tenido sexo… dos pájaros de un tiro.
Aun seguía confundida por todo, no lograba asimilarlo o siquiera dejar de pensar en eso. Se le venían las imágenes a la cabeza una y otra vez. El impulso de darle el arete fue lo que le hizo reflexionar por un breve segundo todo lo que había hecho desde que tenía memoria hasta el momento.

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Milly estaba esperando a la mujer que debía cuidar y escoltar todos esos días hasta salir de la flota. Solo escuchaba rumores de que se había estado manoseando con un muchacho; otros decían que se habían dado besos indecentes… no importaba, lo único que si sabía era que la mujer “cara de pescado” la repudiaba sin razón alguna. Y no solo lo notó ella, sino también su compañera Flare, que era una Gulliver igual que ella, pero petisa (cuando los Gulliver eran altos y de complexión fuerte, en general).

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Vanderveer revisaba los portales de internet de vez en cuando mientras compraba unas tonterías que le servirían para estudiar la muestra. La noticia hizo eco no solo en las flotas hermanas, sino en otras Torii que estaban a distancias considerables de ellos.

—Qué suertudo. Y yo aquí, con porno y solo.