۩ღ Acacia Amarilla ღ۩ [Privado , Evil-Dog]

-A veces pienso que lo que me esta pasando últimamente es como un sueño, demasiado bueno para ser verdad... haberte conocido en especial.

Le dio un abrazo rápido y volvió a trepar la barda para emprender la retirada.

-No quiero darte problemas, así que debo rime ya... asegúrate de mirar en esta dirección siempre que pases por el pasillo, vendré a verte luego.

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-Estoy completamente de acuerdo con eso... Isabel va a asistir sin falta al conservatorio y no lo dejara hasta que logre su meta de ser una artista reconocida.

Tomo la mano de ella con la suya, acariciándola por fuera de la vista de Elizabeth bajo el mantel de la mesa.

-Y pueden contar conmigo para lo que necesiten cuando estén ahí... Elinor me contaba lo malos que eran los dormitorios de las de primer año... si necesitan lo que sea para hacerlo mas cómodo no duden en pedírmelo.

― ¡Espera! Quiero darte algo antes de que te vayas. Para que lo tengas el resto del día contigo― Volvió a acercarse con una gran sonrisa y los brazos extendidos hacia delante― Tienes que acercarte.

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―Bien. Mañana volveré― Miró a Isa de modo que ella tendría que hacer lo mismo― No me he sentido muy bien, por eso estoy aquí, si te lo preguntabas…

Isabel bufó, no le quedaba otra que obedecer. La había puesto entre la espada y la pared.
Debajo de la mesa retiró la mano que le estaba acariciando su prometido para cruzarse de brazos.

―Nada será malo para nosotras― Contestó Isabel cambiando el tema y relajando un poco los hombros.

En eso llegó Ed.
Le extrañó encontrarse a todos en el comedor de la casa.

-¿Ah si? -Preguntó para luego bajar de la barda de un salto y quedar de nuevo frente a ella. -¿De que se trata, Elinor?-

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-Si te sientes mal no deberías estar fregando el suelo... hay un doctor aquí cerca por si quieres ir, igual había contratado un servicio de limpieza para que hagan el aseo en mi casa una vez a la semana, podría pedirles que limpien aquí también.

No presto atención a Ed cuando llego, pero si que noto su presencia, no le tenia ningún cariño por el modo que había estado tratando de aprovecharse de Isabel el otro día, prefería no dirigirle la palabra.

Elinor lo envolvió con sus brazos, sonriente, y se acercó a su rostro para terminar dándole un beso en la boca que lo hizo durar unos cuantos segundos.

―Eres libre.

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―No hará falta. Solo fue baja presión, pero ahora estoy bien. Mañana podré continuar con mis actividades, y mis compañeras también― Sonrió― Bienvenido, Eduardo.

―El dinero ahora no hará falta: Conseguí un trabajo de medio tiempo para aportar a la casa― Eduardo correspondió a la sonrisa de Elizabeth― No tendrás que arruinar tus manos de ahora en más, Eli. A la mañana trabajaré, a la tarde iré a estudiar y a la noche me quedaré practicando y haciendo las tareas que me manden― Si quería lucirse, debía asegurarse de explicar todo con las menos palabras posibles.

― ¿Podrás mantener ese ritmo? ¿Seguro?

Eso significaba que había logrado entrar al conservatorio...
Elizabeth estaba preocupada por esa sobreactividad. Se estaba cargando demasiado.  

―No habrá problema. Déjame servirte el té, linda.

Isabel alzó una ceja.

Alexander se había puesto rojo luego de eso.

-Ah... esto... si. -Balbuceaba sin sentido.

En su mente solo podía recordar las palabras de su hermano, lo pasivo que era y la poca iniciativa que había tenido en toda su vida. Pero el estaba decidido a no ser el mismo de antes, no la perderia por ser tan timido y no atreverse a demostrarle cuanto la queria y lo mucho que le gustaba.

-NO QUIERO SER LIBRE! -Dijo emocionado. -No quiero estar disponible para nadie mas...

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Maximilian simplemente rodó los ojos.

-No soy medico, pero creo que un té no seria lo adecuado para ella, si tuvo una baja de presión un te rico en relajantes musculares podría ser perjudicial... es mejor que tome algo dulce rico en vitaminas.

De la bolsa de papel que llevaba consigo saco los emparedados y el envase de jugo de naranja que le había comprado al vendedor ambulante de camino a la casa.

-Con que traigas los vasos sera suficiente.

―Me refería a que podías irte tranquilo― Rio discreta después de eso― A menos que quieras que te acompañe y me escape contigo para hacer locuras de jóvenes de la capital.

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La mirada de Ed no fue nada bonita. No entendía como Isabel podía estar con un sujeto que hablara de esa manera con las personas. Le caía mal en todo sentido de la palabra, y si lo conocía más, de seguro seguiría sintiendo lo mismo.

―Yo me serviré, no se preocupen por mí...

Eli notó la tensión del lugar y tomó la iniciativa para romperla.
Juntó las cosas necesarias y las puso encima de la mesa, sirviendo los tés y la comida.

―El joven que te acompañaba ayer hacía una pareja perfecta para ti― Comentó Isabel con gracia. Quería ver la reacción de Ed.

―No digas eso… Es mi instructor. No quiero tener problemas.

―Instructor o no, te mereces una compañía.

A Ed se le cayó una taza del juego al suelo. Ese tipo no había entendido su amenaza/advertencia.

―Tal vez hasta te comprometas con él, quien sabe.

―¡Isabel!― Estaba avergonzada.

-Seria genial pasar tiempo contigo... pero no te obligaría a escaparte de tus clases, no quiero que tengas problemas.

Le daba mucha pena haberse confundido de esa manera, no podía quitar ese sonrojo de su cara.

-Ademas no se a donde ir, aun desconozco esta ciudad.
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-A si que ese chico era ese prodigio del que tanto hablan... he escuchado mucho de él, de su familia en realidad... su padre y su abuelo fueron músicos de Yellow del norte muy respetados internacionalmente, y su madre la directora del conservatorio Amaya Jarismoth.

Maximilian se había dado cuenta de que era lo que Isabel pretendía sacando el tema, decidió seguir la corriente.

-Deberíamos invitarlo a una cita doble o algo así... seria un gran placer cenar con una celebridad, ¿no crees Isabel?

―Esta noche… esta noche quiero que me esperes afuera. Te llevaré al pueblo, así que vete vistiendo como un vagabundo. Vamos a divertirnos como se debe― Volvió a acercársele y le dio otro beso― ¿De acuerdo?

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―Oh, claro que sí. Una exquisitez. Incluso, quién sabe, al final de la cita todo termine en un be-so― Agregó divertida.

Ed solo barría los trozos de la taza rota en silencio.

―Pues no. Imposible.

―Entonces voy y lo invito yo por ti― Le hizo ojitos.

―Me moriría de vergüenza…

―Entonces te gusta.

―¡Que no!― Se puso roja.

-Esta bien... me pondré algo que no llame la atención. -Comento nervioso, estaba pensando que seguía en esa pasividad dejándola que ella lo sacara a pasear, pero quería hacer algo para remediarlo.

La tomo de los brazos sujetándola de los codos y le propino un beso, un tanto agresivo pues al hacerlo se inclino al frente e incluso dio un par de pasos al frente, para terminar empujándola contra la barda del conservatorio.

-Te veré a las 8:30 afuera de la entrada.

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-Oh Isabel no seas mala con tu hermana... sera una cena nada mas, no debemos presionarla... que eso lo decida ella después al terminar.

Recargo el rostro sobre su mano, y la miro de reojo.

-Pero si no lo invitas tu tendré que enviarle una invitación por escrito diciéndole que debe ir como tu acompañante... se sentirá confundido si no eres tu quien se lo informa.

―Nos veremos a esa hora, no te preocupes. Me tendrás allí, para ti― Agregó eso último y se despidió con la mano y una gran sonrisa en su rostro.

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―Solo era una medida drástica. ¡Hay que hacerlo!

―Ni siquiera lo conozco. No seas atrevida. Aparte es muy bochornoso pasar por una situación así, pensará que de verdad quiero algo de él, o peor aún, conseguir quien sabe qué cosa.

―Conseguir su amor y su corazón.

―Que no, dije.

―Vamos, vamos. Piensas demasiado en el que dirán y en el que pensarán. Nunca sales a ningún lado, siempre estás en la casa o estudiando. Un poquito de diversión no te vendría mal. Solo será una cena, no tienes que decir nada si no quieres.

Elizabeth se resignó, echando un suspiro.

Antes de decir otra cosa solo se despidió con la mano volvió a trepar por ultima vez la barda, resistiendo el impulso de ir tras ella y llenarla de besos hasta que se sintiera tan incomodo que tuviera que dejarla.

-Hasta entonces...-

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-Pues ya esta decidido, le conseguiremos nov... digo, iremos a cenar todos juntos este viernes.

Con lo que tenia planeado hacer, Isabel no podría decir que no planeaba cosas para ella, seria toda una sorpresa.

― ¡Me harán pasar la vergüenza de mi vida! ― Soltó Elizabeth con un gran rubor en sus mejillas.

―Si Elizabeth me invita, entonces procuraré mitigar un poco esa vergüenza― Fueron las palabras de Ed, a lo que Elizabeth se lo quedó mirando.

Esta negó con la cabeza.

―Enfrentaré todo como una señorita, con la dignidad que tengo.

Isabel largó una risotada.

―Qué exagerada― Replicó la menor.

-O tal vez sea el mejor día de tu vida, no tienes por que ser tan negativa... solo dices que es una cena de gratitud... o de compromiso, no tienes que ser tan explicita cuando le cuentes, tienes que ser un poco mas misteriosa.

Maximilian aunque decía todo en broma, hablaba como si realmente la estuviera aconsejando.

-Al fin y al cabo el fin de todo esto es divertirse, nada mas eso.

―Si yo soy misteriosa, creerá que de verdad quiero algo más― Alzó una ceja― El mejor día de mi vida será cuando estrene mi primera sinfonía u ópera o lo que sea en el teatro de la capital o incluso en el palacio del rey Raziel.

No debía por nada en el mundo desviarse de su objetivo, mucho menos entreteniéndose con muchachos y “noviecitos”. Ella había desobedecido a sus padres y escapado de aquel destino a Europa para estar ahí, y si no lograba hacer lo que se había propuesto y esforzado con mucho esmero para llegar a ser reconocida, sería la vergüenza de la familia.
Para colmo, como la hermana mayor, ella sentía la responsabilidad de dar el ejemplo con sus propias acciones; si fallaba, arrastraría con ella a Isabel al gran abismo del fracaso.

La determinación de Eli despertó un interés dormido en Eduardo. Ahora sentía el mismo amor intenso que con Isabel, y Elizabeth ya no era la segunda opción… estaba al mismo nivel.
También se prometió algo interno: La protegería a ella y sus sueños de cualquier bribón.

―A Elizabeth no le está pareciendo nada divertido. Ya no la incomodes más― Protestó Ed con un claro tono de fastidio― Lo hará si así se le apetece.

Eli apoyó la mano en su hombro.

―Tranquilo. Yo decidiré eso― Le sonrió y decidió cambiar de tema― Vamos, vamos, tomemos el té que se enfría. Yo me encargaré de beber esa naranja y los miro.

-Es cierto... estoy siendo demasiado grosero con ella, me estoy tomando demasiada confianza y eso no debería ser así, permiteme pedirte disculpas y dejarme recompensarte... tu dedicación hacia tu meta es admirable, una mujer que ve por sus objetivos sobre aquellos que la sociedad le impone siempre es de admirarse.

Max se puso de pie inmediatamente, y le hizo una reverencia en señal de disculpas.

-Dime Elizabeth cual es el instrumento musical que mas te gusta?, te mandare hacer el mejor del mundo de inmediato.

Elizabeth no hizo más que otra cosa que terminar poniéndose roja por completo ante esas disculpas y esa pregunta.
No le gustaba pedir aun si le dieran a elegir, ella estaba acostumbrada a ganarse todo (Aunque por su buena conducta y por mimarla siempre obtuvo lo que quiso).

―Oh no, no es necesario. Bastará con lo que hay en el conservatorio…

―A Elizabeth le gusta el piano. Ese sí que se puede decir que es su novio o su marido― Respondió Isabel por ella. Elizabeth era humilde, jamás se atrevería a responder de forma afirmativa.

-Un piano sera entonces... aunque los instrumentos personalizados tardan mucho en hacerse, pero seguro que lo tendrás para antes de tres meses.

Maximilian tenia un plan para eso, tendría que convencer al rey Raziel primero, pero haría restaurar el clavecín de la princesa Amaya para ella, seria el modo perfecto de decirle a ella quien es en realidad.

―En verdad no es necesario. Eso me incomodaría mucho más que un simple comentario― Miró a Isabel de forma fugaz, como diciéndole que se callara la boca. En respuesta, la menor se sonrió y le sacó la lengua― A veces siento que los pianos no han terminado de mejorar y que podrían dar un mejor sonido del que ya tiene― Se sonrió.

―Elizabeth nos tocará una sonata hermosa. Sus frágiles dedos demostrarán cuanto talento tienen. Incluso delante de su instructor-novio― Isabel largo otra risotada― Eso sería magnífico. Quedará prendido de ti al instante.

―Ya basta― Se cubrió el rostro con ambas manos.

Eduardo estaba sentado al lado de Elizabeth, y cada vez estaba más rojo. No de la vergüenza, sino de ira.

-No te sientas avergonzada, miralo como un regalo de buena fe de mi parte... pronto seremos todos familia y es comun que entre la familia se den regalos, ademas vas a querer practicar cuando estes en casa los fines de semana.

Se sento de nuevo en la silla y tomó la mano de Isabel.

-Yo se que a veces los internados en ese conservatorio se presentan en el palacio... y tu dijiste que tu meta era llegar a ese punto, tuyo y de Isabel, por eso quiero ayudarte en lo que pueda, y creo que lo fundamental es que tengas lo necesario para hacer musica.

Metio la mano en su bolsillo y reviso su reloj, debia irse pronto.

Antes de que se levantara Alexander cruzo la puerta de la entrada, encontrando de nuevo a todos juntos, para su sorpresa.

-Que hacen todos aqui?-

―Es que, si me das una cosa así, deberé devolverte por el doble todo lo que haces por mí. No es que me moleste, solo que soy mala formulando esas ideas.

―Eli es una persona muy tímida, amor. Es una santa, no te imaginas hasta qué punto llega su consideración― Isabel sonrió.

―Oh, no agrandes las cosas― Elizabeth continuaba roja― Pero bueno… una vez que llegue a tocar para el rey, me pondré otra meta aún mayor. Tal vez incluso eso siquiera exista, pero habrá algún modo de superar lo que tengo en mente, una situación inimaginable.

Le brillaban los ojos cuando hablaba de sus sueños. Recordarlos tan solo hacía que se llenara de una infinita ilusión.

―Y gracias a ti, yo también podré ser tan o más grande que el mismo Leonardo Da Vinci.

Isabel suspiró, no con pesadez, sino con optimismo.

Ante la llegada de Alex, Eli lo recibió con una sonrisa alegre.

―Elizabeth se sintió mal y la mandaron para casa… Y ellos dos no sé― Fue la respuesta vaga de Ed. Al fin pudo reaccionar ante esa situación tan humillante para él. Por su mismo machismo no se permitió mostrar sentimientos, mucho menos de angustia. Aunque tenía los ojos más o menos vidriosos.

-Elizabeth? Pero ya te sientes bien, verdad? -Preguntó Alexander al escuchar eso. -Espero no fuera nada grave.

El sabia lo delicada que era ella, y seguramente el suceso de la noche anterior estaba relacionado.

-Me ire a mi habitacion, voy a salir en la tarde y tengo que prepararme... quisiera hablar contigo Eli, mas tarde.

Maximilian nuevamente se puso de pie y se preparo para irse.

-Tambien debo irme, pasare por ti en la tarde Isabel.

―Adiós amor, nos estaremos viendo.

Isabel se encargaría de usar algo cómodo, pero que a la vez lo deslumbrara en cuanto la viera. Y se maquillaría igual que cuando conoció al rey Raziel y pondría ese labial de cereza que de seguro le gustaría mucho.

―Me siento mejor, Alex. Gracias por preguntar. Por cierto, ya hice el aseo de toda la casa cuando no estuvieron, no tienen por qué preocuparse.
>>Hablaremos después, entonces.

Comenzó a recoger todo para empezar con el aseo.

― ¡Yo te ayudo! Hoy estabas mal, no voy a permitir que te descompongas aún más. Déjame a mí, linda― Y la apartó para lavar él.

-Oh, gracias. Eres tan amable.

Maximilian asintio antes de irse y le dio un beso de despedida, largp y apasionado, un mero gesto de cariño o un marcada seña de posecion para Eduardo, que le decia que ahora ella era suya, que se mantuviera apartado.

Veria otro dia lo del clavecin para Elizabeth, ahora tenia planes para Isabel, primero conseguiria unos musicos y despues unas barcas para un paseo por el lago.

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A pocas semanas de que sus hijas se hubierqn marchado a seguir sus sueños, Andreas seguia en Francia, descansando de sus viajes, habia decidido dejar de una vez por todas esa clase de negocios, pues solo lo alejaban de su familia y hacia que se perdiece sus mejores años.

Se preguntaba por que no habia recibido noticias de esas dos, ya deberian de haber llegado y empezado sus clases, y por supuesto escrito una carta para avisar que estaban bien y a salvo. De no ser por que tenia un sexto sentido para esas cosas ya se habria preocupado, de algun modo sabia que estaban bien, quizas solo estaban molestas, eso pensaba.

Ya era muy tarde, el cielo habia oscurecido y seguramente el resto de sus hijos ya estaban dormidos o acostados, mientras el esperaba sentado en el balcon de su habitacion, contemplando los amplios terrenos que rodeaban los limites de su propiedad.

Isabel tan solo atinó a sonreír como una grandísima tonta, embobada por ese beso recibido. Al final, la que había caído ante sus encantos había sido ella misma. Y no renegaba demasiado de esa idea, o por lo menos porque aun no había tomado consciencia de eso. Si lo hacía era probable que se pusiera mañosa y tratara de voltear la torta.

Elizabeth miró de reojo ese beso. Le dio algo de pudor, pero se mantuvo al margen. Isabel hacía años no ponía esa mueca, una mueca de profunda alegría. Una muy similar a cuando su padre volvía de los viajes.

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Amaya solo podía pensar en sus hijos y en el nuevo integrante de la familia que de seguro vendría en camino. Aun no le había dicho nada a Lis y Dante, pero lo haría en cuanto confirmara que estaba embarazada.
Suspiró un poco y fue a hacerle compañía a su esposo.

—A veces me acuerdo de cuando tenía la edad de Lis. Un año antes de conocernos... Estaba comprometida, olvidé el número correspondiente del pretendiente ahora; era divertidamente superficial, y lo hice quedar mal frente al rey gracias a un preparado que mandé a comprar al pueblo, el cual causaba grandes cólicos y finalmente una inminente diarrea— Se rió por eso— Pero Lis es incapaz de hacer eso... A menos que se sienta provocada o amenazada, como yo. Pero bueno...

Sonrió discretamente con esos recuerdos.

-Lis no va a tener que sufrir eso... ni yo tampoco, no habrá pretendientes en esta casa mientras yo viva aun en ella.

Andreas era muy protector con sus hijas, ninguna de ellas había tenido aun algún novio, no soportaba la idea de entregar a una de sus adoradas hijas, no estaba listo para dejarlas.

-Ademas... solo pensar en tus pretendientes y los futuros que pudiste haber tenido con ellos me hace enervar en celos, o en tristeza tal vez... habría muerto antes de dejarte llevar por alguien como aquel mocoso de España.