۩ღ Acacia Amarilla ღ۩ [Privado , Evil-Dog]

-"Si, ya llegamos"- recuerdas eso de hacer algo realmente estúpido, pues es que necesito que me ayudes a secuestrar a alguien- Le dije sonriendo.

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"-Lo digo por que es cierto"- Tome su rostro enjtre mis manos y la hice verme a los ojos -"Que debo hacer para que me creas que lo que te digo es verdad?"-

-Debí preguntar antes de venir - Pensó la chica antes de emitir un sonido de su boca - Olvídalo - Sentenció.

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-Nada. No debes ni esforzarte para eso. Tal vez una sonrisa sea suficiente para convencerme - Ese día tenía cierto sentido del humor. Sonreí nuevamente.

-"Sabia que dirías eso... así que tendré que optar por la opción dos, voy a adoptar a esa niña, y tu vas a ayudarme."-

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Sonreí al instante, mientras recogía su vestido y la cubría con el -"La escultura esta lista"-

-Entonces prefiero la opción número uno.

Si Amaya se llegaba a enterar... Nuevamente su furia se desataría.

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-Perfecto - Mencioné. Aunque no tenía ni la más pálida idea de como volver a vestirme - ¿En que la hiciste esta vez?

-"Bueno, como al parecer no te gusta ninguna de mis ideas... asi que supongo que tendré que hacer ambas"- Le dije mientras caminaba hacia las enormes puertas de la catedral, las cuales extrañamente se encontraban cerradas.

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-"Mármol blanco... la hice no muy grande para poder ocultarla con mas facilidad, pero sin dejarme ningún detalle"-

La joven princesa Lucifenia no solo tenía ganas de matarlo , sino también de morirse o directamente desaparecer del mapa.
Ella no ayudaría a hacer una cosa de ese tipo... Y aunque sabía que lo que haría sería jodidamente estúpido , lo haría de todos modos para acabar con el problema de una vez.

Pronunció las palabras que le había dicho Amaya que recitara cuando estuviera en peligro... y apareció aquella criatura de metal que aun no actuaba debido a que no había recibido orden alguna.

Este suceso dejó muy impresionada a Lucifenia , tanto que tuvo una reacción peor que la de Amaya. Directamente , en vez de reaccionar bien y normal como lo había hecho su prima , no hizo más que formar un semblante horrible en su rostro. Había entendido a la perfección para que servía ese ser... y le sacaría el jugo.

-Asesinalo.

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-Es perfecta - La observé detenidamente. Era la primera vez que me sentía bella en toda mi vida y no renegaba de lo que tenía por naturaleza desde nacimiento.

El golem se quedo inmóvil ante la orden que Lucifena le había dado , tal vez había sido a través de su energía que el golem había sido invocado, pero ese ópalo estaba hecho con mi sangre, y era yo al único que reconocía como maestro, camine hacia donde este se encontraba y con solo tocarlo con mi mano se transformo de nuevo en el objeto base que era, la daga de plata de Lucifenia.

Por suerte no había nadie cerca, así que recogí la daga tomándola por el lado de la hoja y ofreciendocela de regreso

-"Tómala, vas a necesitarla, si quieres matarme tendrás que hacerlo tu misma, no a través de mis propias criaturas"-

Estaba que explotaba de furia. Quería reventar de la rabia que sentía y el fuego interno que iba creciendo como las mismísimas llamas del infierno.

-Maldito perro.


Siquiera se dignó en tomar la daga. Su orgullo era más grande que cualquier otra cosa.

-"Cual es el punto de llevar esta daga contigo todo el tiempo si cuando tu enemigo te da todas las facilidades para que acabes con el, no puedes ni juntar el coraje suficiente para hacerlo"- Le dije mientras dejaba caer la daga al suelo. -"No se que historia te habrá dicho Amaya, pero la verdad es esta; Los ópalos son míos y la única razón por la que ustedes los tienen es por que trate de protegerlas, pero ahora me doy cuenta que fue algo bastante irresponsable de mi parte"- Acto seguido tome el ópalo que colgaba de su cuello y se lo quite de un tirón -"Arreglatelas como puedas ahora"-
Me di la vuelta y camine de regreso hacia la iglesia, solo para darme cuenta detrás de esas puertas había ocurrido una masacre.

Lucifenia había pensado en una milésima de segundo que si esa criatura lo asesinaba , nadie iba a creer semejante cosa "fantasiosa". En cambio , si lo hacía ella misma con su daga , habría pruebas contundentes...

Pero sí , había desperdiciado su oportunidad.
Aun le faltaba mucho que aprender para concretar sus planes y eso era lo que más rabia le daba. Ese sentimiento simplemente la cegaba completamente.

Guardó silencio. Simplemente se quedó ahí donde estaba , sin dar un paso más. Pero fue lo suficiente como para poder contemplar la sangre derramada por todas partes del lugar y los cadáveres tirados en el suelo con las tripas afuera.

Y allí en el fondo , definitivamente , estaba el sujeto encapuchado , esperándolos...

Inmediatamente busque con la mirada los cadáveres que para mi suerte, ninguno era de la niña.

-"Así que al fin te atreves a dar la cara"-

La ultima vez que nos enfrentamos el pudo escapar, pero esta vez llevaba mi cráneo conmigo y no tenia planes de dejarlo ir con vida.

-No seas demasiado cruel conmigo esta vez- Mencionó en un tono burlón. Prácticamente la sombra de la capucha tampoco le dejaba ver ningún rasgo de la cara , como si tampoco tuviera una - Fue demasiado sucio ese truco de la última vez... Pero temo que esta vez no dejaré que me hagas algo.

-"Lo verdaderamente reprochable es que hayas salido huyendo, pero esta vez solo uno de los dos se ira con vida"-

Solo basto un movimiento de mi mano para que e los cadáveres de los monjes que se encontraban en el suelo se alzara una horda de esqueletos vivientes, ensangrentados y deformes, con garras en vez de manos, con colmillos y cuernos la infame hora disponía a abalanzarse sobre mi enemigo, Esperando solamente a que diera la orden.

-"Y ese no seras tu"-

Ante esto , siquiera palideció. Simplemente se paró del lugar en donde estaba sentado y con una velocidad inhumana , empuñando en mano una espada sagrada que había en la iglesia , traspasó el cuerpo de una de esas infrahumanas criaturas con su cuerpo como si se tratara solo de un ser espectral y desde atrás le cortó la cabeza con la misma.

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Me había dicho Ladelly que había escuchado como su hermana Lucifenia y él habían salido , pero no sabía porque.
Como a mi me resultó muy extraño que esos dos anduvieran juntos sin más , me puse a pensar a dónde podrían haber ido. Y luego recordé lo del libro... ¿Habría conseguido un traductor? ¿Pero que sentido tenía haberse llevado a Lucifenia para que se enterara de TOOOOODO? Aparte lo del traductor era mi trabajo.

-Prima... Salgamos a buscarlos. Tal vez puedan encontrarse en algún lugar.

-Sí , pero no creo que eso sea en el pueblo. Vayamos a la iglesia.

Ladelly asintió.

-De paso quiero rezar.

-Y yo debo hablar con el sacerdote para que me preste un libro y me lo explique - Era la misma excusa del otro día , nomás que se la estaba diciendo a mi prima.

En silencio , nos escapamos por la salida secreta para llegar a destino.

No podía quedarme viendo como ese sujeto mataba mis criaturas, así que también tome un escudo y una lanza que pertenecían a uno de los guardias muertos y de los restos de mi esqueleto conjure una armadura.

Por un momento pensé en hacer el mismo truco del otro día, y transformar su espada en un golem de hierro, pero eso solo haría que escapara de nuevo, así que opte por una opción mas arriesgada

-"Si te reusas a ir al infierno, entonces tendré que traer el infierno hasta ti"-

Saque un cuarto ópalo que colgaba de mi cuello y con una voz gutural llame a las mas peligrosa de mis criaturas; un golem de fuego.

-Es muy interesante , pero tienes que recordar que puedo desmaterializarme completamente sin ningún tipo de impedimento.

Aunque eso no querría decir que no iba actuar de forma más precavida.

Lucifenia , en todo ese momento , no quitó la mirada de encima al tipo. Impotente de no poder hacer nada , tan solo cogió la daga del suelo por las dudas , y se quedó observando absolutamente todos los movimientos.

En eso , se le ocurrió que el sujeto debía tener un período de tiempo en el que pudiera actuar con su forma fantasmal y un límite para hacerlo también. Y luego , por unos segundos , volvía a un estado solido nuevamente.

-"Debe haber un modo de poder lastimarlo, pero cual...?"-

Tenia un ultimo as bajo la manga, invocar espíritus para atacarlo en su forma eteria, no había garantía de que pudiera funcionar y corría el riesgo quedarme sin energía demasiado rápido.

En eso , llegaron Amaya y Ladelly.
Ladelly , sin saber absolutamente nada , se adelantó unos metros a Amaya al ver a Lucifenia , feliz de haber podido encontrarla.
Incluso quedó delante de ella y le dio la espalda a toda aquella batalla.

-¡Aquí estás! Que bueno haberte encontrado...

Y en esa milésima de segundo , un grito de horror resonó por todo el lugar.

-¡LADELLY! ¡NO! - Y seguido de ese grito , un llanto desgarrador.

El sujeto , en su forma etérea , había traspasado todos los obstáculos fácilmente en una velocidad increíble y atravesó su brazo en el estómago de Ladelly y luego quedó en forma sólida , causando instantáneamente el efecto de una lanza clavada en su cuerpo que entraba por un orificio y salía por el otro.
Había hecho eso para crear una distracción y salir huyendo... pues más tiempo no podía soportar esa pelea. Sacó el brazo ensangrentado.

Ladelly cayó del caballo como una bolsa de papas , agonizante , con pocos segundos de vida , aun confundida por lo que había sucedido. Tan solo escupía sangre.

Lucifenia tomó a su hermana e intento presionar la herida , pero el orificio era muy grande y literalmente , se podía ver el resto de los órganos vitales y una hemorragia gigante de la que ya no había vuelta atrás.

Amaya también se acercó a Ladelly , pero esta vez sosteniéndole la mano y mirándola a los ojos. Ya sabía su macabro destino , aunque sería duro de aceptarlo.

-Solo no llores - Le pidió y le acarició el pelo.

La mano de Ladelly perdió fuerza y sucumbió.

-¡PERRO, MALDITO PERRO! ¡TE MATARÉ! ¡BASTARDO! - Le gritó al asesino.

Este solo arrimó un poco la cara , mostrando sus labios y una terrible sonrisa.

-Adiós.

No tenía demasiado tiempo como para poder asesinar a todos , no estando su contrincante mayor ahí. Se llevó como trofeo la espada sagrada de la iglesia y la vida de la princesa menor del sur.

-Volveré por ti.

Esta vez , pronunció unas extrañas palabras , se hizo invisible y se fue.

No pude hacer nada para detener al asesino, solo podía contemplar impotente aquella escena.

En mi mente solo podía culpar a Lucifenia por no haberse ido, o a Ladelly y a Amaya por venir a entrometerse, pero ellas no eran las culpables, la culpa era mía, pues fui un tonto al pensar que mis poderes servían para algo mas que matar y destruir, no se como llegue a pensar que realmente podía llegar a usarlos para proteger.

Solté las armas que portaba y Desconvoque al golem y a los esqueletos que quedaban, ya no había mas que hacer.

No sabía qué hacer más que quedarme allí, aun sosteniendo la mano de mi primita adorada del alma muerta. Mi mente se había quedado completamente en blanco y los sentidos se me anularon totalmente, aunque siquiera me desmayé.
Ni siquiera escuchaba el llanto de Lucifenia. Como tampoco podía captar enteramente bien lo que sucedía a mí alrededor.

Tan solo… tan solo… lloré tan amargamente en silencio, que siquiera era suficiente como para aliviar el dolor del pecho que solo crecía a cantidades extraordinarias.
Le cerré los párpados a mi prima.

—Todo es mi culpa— Dije solamente para pararme e ir hacia Fir.

Un tiempo después llegaron los guardias. Nos habían seguido. Hicieron lo que tenían que hacer.

Al día siguiente fue el velorio de Ladelly, en el que Lucifenia simplemente se quebró de tal manera que no quería despegarse del cuerpo aseado e inerte de su hermana. E incluso amenazó con quitarse la vida públicamente, sin importarle nada de que eso fuera considerado un pecado y que tal vez no podría entrar al cielo por esa misma razón.
Los reyes del sur, mis tíos, por primera vez en toda mi vida, vi que estaban llorando amargamente, pero sin acercarse al cadáver.

La música que sonaba de fondo en ese momento era  la pieza favorita de Ladelly : Canon en D mayor.

Luego del entierro, los días pasaron demasiado lentos y sin noticias de ataques nuevos.

Yo sentía que estaba muerta en vida, que me habían robado un pedazo enorme de mi alma como castigo por mis caprichos estúpidos de niña. Y que la vida de alguna manera estaba encargándose de flagelarme por algún extraño e incomprensible motivo. O tal vez la ira de Dios había recaído sobre mí y esto era tan solo una advertencia para mí que me decía a los gritos que cambiara mi forma de ser.

Sea como sea, la culpa estaba presente.

Desde ese fatídico día, que no salí del palacio ni para asomarme al jardín. No quería vivir… no quería ver a nadie. Ya siquiera estaba preocupada por el matrimonio arreglado. Me habían quitado a una hermana.
Tan solo deseaba una explicación, dejar de sentir culpa y quería venganza.

Me acerque al cuerpo sin vida de Ladelly y discretamente le pedí a mi compañero que atrapara su alma. no le dije ni a Amaya ni a Lucifenia de lo que planeaba hacer, pues no poseía los elementos necesarios para asegurar que fuera a funcionar, pero iba a intentarlo.

Desafortunadamente había perdido la única persona que podía ayudarme a descifrar ese libro, no habían encontrado restos de la niña entre los cadáveres, así que supuse que el asesino se la había llevado.

Los días siguientes me mantuve aislado de todo el mundo, incluso de Amaya, quería decirle, quería contarle mis planes pero no sabia que efecto tendría en ella. así que un día solo salí de mi habitación y me senté en el jardín, no sabia si ella me culparía a mi por la muerte de su prima, por lo que me abstuve de buscarla. si ella quería algo de mi, tendrá que ser ella la que me busque.

Prácticamente había pasado el suficiente tiempo como para no haber visto a Lucifenia.
La única noticia que tenía de ella, era, por supuesto, que estaba muy enferma y debilitada. Siendo realistas, por el estado que me habían descrito sobre ella, tal vez moriría de tristeza muy pronto. Solo espero que tenga la suficiente fortaleza como para aguantar toda esa angustia y obtenga el valor de no sé dónde para salir de esta y seguir adelante.
Yo también me sentía bastante débil. Tal vez les seguiría a mis primas… pero yo no quería eso. Por lo menos debía agradecer que aun estuviera en pie y podía caminar, poco, pero lo hacía.

Me fui al salón donde estaba el clavecín y esa tarde compuse nada más ni nada menos que catorce pequeñas piezas musicales de una duración de cinco minutos cada una. Dejé salir todo lo que sentía y anoté lo primero que se me vino a la cabeza sin borrar nada.
No era experta haciendo esto, por lo menos yo no me consideraba un prodigio, pero era lo suficientemente triste como para solo archivar esos pentagramas y no volver a verlos jamás.

Luego de terminar con eso, fui al jardín. No quería ver a Lucifenia.
Allí me encontré con él y sin decir nada, me senté a su lado, en una silla aparte, mirando la nada misma.

— ¿Y el libro? — Pregunté.

-Probablemente lo mató o , con suerte , habrá salido de viaje junto con el otro grupo de monjes. Era de la iglesia , debo suponer , pues no por nada estabas ahí...

-"Dejalo ya... no importa lo que haga, no importa cuanto lo intente o cuanto lo desee, cada vez que trato de cuidar a alguien, las cosas se me revierten, Lucifenia trato de usar el golem que le diste para matarme, la niña si no esta muerta ya, solo es cuestión de tiempo para que la encuentren, y Ladelli... murió..."- hice una pausa y me puse de pie -"Pero puedo traerla de vuelta"-