۩ღ Acacia Amarilla ღ۩ [Privado , Evil-Dog]

-"No, esta noche no pienso dormir ni dejar que tu tampoco duermas, no hasta que me supliques entre gemidos y gritos que por el amor de tus ancestros te deje descansar"-

Me puse de rodillas sobre ella y me saque la camisa.

-"Después de todo, esa es la mejor parte de estar casados"-

Relajé bastante la mirada al escuchar eso y me entregué a él , por lo menos esa noche.

Esa noche Amaya no se opuso a nada de o que le pedí, y para variar me dejo estar arriba, pero fue a través del transcurso de la madrugada que la noción de arriba y abajo se perdió por completo, en un momento era en la cama y al siguiente era en el sofá o contra la pared.

A la mañana siguiente, me puse el vestido rojo que me había mandado mi padre. Era un vestido muy bonito, bastante elaborado y de una elegancia única. En la parte inferior era blanco y estaba bordado delicadamente con hilos de oro, el atuendo digno de una vanidosa y caprichosa princesa como lo era yo. Y aun así para mi gusto, las joyas que venían con la prenda, eran algo exageradas.

Faltaba muy poco para la coronación de Lucifenia. Y no podía parar de pensar en eso.

Me levante al día siguiente con un dolor de cabeza bestial, tenia la boca seca y aun estaba desnudo, lo cual era extraño por que juraría que me había puesto ropa interior antes de dormir.

En eso entré a la habitación con una botella de vino y dos copas que encontré en la mano.
Aun estaba pensativa, pero no tanto.

—Me dejaste tantos chupones que no los puedo tapar ni con maquillaje.

-"Mmm... no, te los debiste haber hecho sola por que yo no me acuerdo de... no, espera... ya me acorde"- Empece a reír aun algo somnoliento -"Tienes idea de donde quedo mi ropa? no la encuentro por ningún lado"-

—La mandé a lavar — Me senté en una silla — Así que tendrás que esperar a que terminen de fregarla y luego que se seque.

—Sí, me lo mandó ayer mi padre. Es la primera vez que tengo uno rojo. Encontré una nota que no había visto dentro de la caja, que decía que era uno de los vestidos que mi madre no había alcanzado a estrenar.

Fruncí el seño de inmediato. No sabía si tomarlo como un chiste, un halago o la peor de las ofensas.

—En otra circunstancia te hubiera mandado a decapitar como a ese infeliz — Mencioné muy seriamente — Ya sé que no estoy a su altura, no hace falta que me lo recuerdes — Me refería a la reina.

Tomé el libro de la mesita y comencé a ignorarlo.

—Está bien, si me lo dices así — Pronuncié no muy convencida todavía.

En eso… en eso se me vino a la cabeza que no tenía una idea clara de qué había muerto mi madre. No tenía idea de que. Nunca me habían informado de nada.
Ahí seguramente estaban las respuestas que yo había estado buscando todo este tiempo. De ahí partía todo. ¡Qué Idiota por no darme cuenta!

-"lo siento"- dije en vos baja mientas me recostaba enredándome entre las sabanas

—Creo que al fin podré encontrar las pruebas de tu inocencia — Le dije de repente — Todo parte desde la muerte de mi madre.

Ciertamente me parecía muy sospechoso que el padre de Amaya no hubiera hecho comentarios sobre lo que paso con la reina, ni de como llego a la conclusión que yo estaba detrás de todo eso, tenia un horrible presentimiento, temia que Amaya buscando desenterrar la verdad encontrara algo que terminara lastimandola mas.

-"En que necesitas que te ayude"-

—Por ahora, en nada. Primero necesito descansar un poco… — Me tiré en la cama — Prometo que en cuanto despierte, comenzaré de nuevo con todo esto… — Cerré los ojos.

-"Siempre que me dices que vas a dormir, me dan ganas de no dejarte dormir en lo absoluto... pero esta vez haré una excepción"-

Me puso unos pantalones viejos que había entre los cajones y luego busque mis botas, la camisa no era imprescindible, tome la botella de vino que había traído y la vacié afuera de la ventana.

-"Puede que este como una jodida cabra, pero no pienso dejar que bebas alcohol mientras estas embarazada... llámame aguafiestas si quieres "-

—No seas pervertido — Hablé en voz alta aun con los ojos cerrados — El vino era más para ti que para mí. Así que tiraste un vino de cien años que vale unas cuantas monedas de oro por la ventana.

-"Aja... y la segunda copa era para que no tuviera que esperar para seguir bebiendo cuando me terminara la primera no?"- Le pregunte sonriente -"voy a salir a buscar a unos amigos, volveré para antes de que despiertes"-

—Aun así tiraste una botella de vino de cien años… idiota — Me tapé con la sábana para terminar de conciliar el sueño — Está bien. No pierdas tus pantalones.

-"Igual ya planeaba dejar mis vicios"- Fui hasta donde estaba recostada y la bese -"y no te preocupes, si todo sale bien volveré con mas ropa que cuando me fui"-

—Está bien. Te estaré esperando entonces — Sonreí dulcemente entreabriendo los ojos para mirarlo un momento y luego los volví a cerrar , pero par esta vez caer en un sueño muy profundo.

Salí por la misma ventana por la que tire la botella y fui a los barrios bajos del la capital de Yellow del norte, una vez ahi, a través de sobornos y amenazas logre dar con los hombres que buscaba; los lobos de hierro.

Describirlos en una sola palabra era imposible, ellos podían ser... criminales, guerreros desalmados, ladrones, asesinos... todo eso si el fin justificaba los medios.

Si había una palabra que mas se apegaba a su descripción era la de mercenarios, sin embargo no era el dinero lo que los motivaba.

Ellos llevaban como uniforme ropas blancas con capuchas y un velo negro que cubría su rostro. cuando llegue hasta donde se encontraba su líder, este se acerco a recibirme, pero por la prenda que cubría su rostro no podría saber sii era una cálida bienvenida la que me esperaba.

-"Deberías ser mas cuidadoso de donde te metes, Duque... Ya no estas en el Este"- Me dijo en tono amenazante.

En mi cabeza solo podía cuestionarme si me había metido en el lugar indicado.