Theresa Knorr nació en California en el año 1946. Fue tristemente célebre por el asesinato de dos de sus seis hijos y por las torturas a las que los sometía. Las palizas constantes fueron la banda sonora de la vida de esta mujer, cuya ira irracional y sus delirios la llevaron a ocupar un lugar en la historia como la “Madre Monstruo”.
Theresa Jimmie Francine Cross era la más pequeña de su familia y estaba muy unida a su madre. Cuando murió en el año 1961, se derrumbó.
Ella tenía 15 años, y se casó a los 16 con Clifford Clyde Sanders. Tuvieron un hijo llamado Howard, pero no eran precisamente una familia feliz. Sus discusiones eran frecuentes y violentas y Clyde decidió abandonarla.
Theresa tenía 18 años y estaba a punto de cometer su primer asesinato. No iba a permitir que su marido se fuera, así que le disparó con un rifle en el pecho y lo mató. Ella alegó defensa propia y como estaba embarazada de su segundo hijo, William y las peleas entre ellos eran bien conocidas, fue absuelta.
Se casó con otros dos hombres, del primero, Robert Knorr, tomó su apellido, por el que sería más conocida y tuvo cuatro hijos más: Susan, Sheila, Robert y Terry.
Sus matrimonios no fueron bien y llegó un momento en el que se encontró madre soltera de seis hijos, viuda, divorciada y alcohólica.
Su consumo de alcohol, cada vez mayor, empezó a relacionarse con horribles brutalidades contra sus hijos.
Theresa solía obligar a sus hijos a pasar horas y horas inmóviles en el suelo de la cocina. Ella los miraba fijamente y si movían aunque fuera los ojos, recibían monstruosas palizas. Solía pegarles muy a menudo, les lanzaba cuchillos de cocina y los tenía encerrados.
Un día alzó en el aire a su hija más pequeña, Terry y le puso una pistola del calibre 22 en la cabeza para asustarla. La niña tuvo horribles pesadillas a partir de este momento.
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Theresa, con su estilo de vida sedentario y con mala alimentación, comenzó a engordar desmesuradamente. Acusó a su hija mayor, Susan, de ser la causante por estar poseída por el demonio. Decía que la estaba hechizando para hacerla engordar. Para vengarse, preparaba gigantescas ollas de pasta con queso y grasa, le obligaba a quedarse desnuda en una silla de la cocina, le colocaba la hirviente olla en las piernas y se la hacía comer entera; para asegurarse de que se pusiera tan gorda como ella.
Susan, la hija más maltratada, escapó de casa y corrió a la policía a contar las atrocidades que se estaban cometiendo contra ella y sus hermanos. Theresa dijo que Susan tenía una enfermedad mental, que necesitaba ayuda psiquiátrica y que no decía más que mentiras, y la policía la creyó y devolvió a la niña a casa.
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Al llegar, su madre obligó a sus hermanos a darle una paliza. Theresa había comprado unos guantes de cuero para que sus hijos se los fueran pasando y pegaran a Susan en el estómago. Ella misma también participó en la tunda.
En la autopsia se descubrirían en el cuerpo de Susan un tumor ovárico y muchas hemorragias internas como consecuencia de este día.
Pero el castigo no había terminado. Susan fue atada a la cama, sin poder moverse, mientras sus hermanos eran obligados a vigilarla por turnos y darle de comer dos veces cada día.
Susan, con el paso del tiempo se rindió, y su madre parecía convencida de que no volvería a escapar, así que la soltó. Salir de casa, sin embargo estaba prohibido y no podría volver a la escuela.
Theresa seguía con la idea en la cabeza de que Susan le lanzaba hechizos porque seguía engordando. Theresa estaba furiosa, y ante la negación de la niña, que no reconocía los hechos, cogió su pistola y le pegó un tiro en el pecho.
La niña sobrevivió, y para evitar problemas con la policía, en vez de llevar a Susan a un hospital, ordenó a los chicos que la metieran en la bañera, donde limpió y vendó las heridas.
Las otras hijas se turnaban para cuidarla, limpiarla y darle de comer hasta que se recuperó, pero la bala, que no había atravesado el cuerpo, seguía dentro.
En una fuerte discusión, poco tiempo después, Theresa apuñaló a Susan en la espalda con unas tijeras afiladas. Las heridas eran muy graves, y Susan, que no soportaba más tiempo los maltratos, le dijo a su madre que quería irse de esa casa.
Por raro que parezca, Theresa aceptó, pero puso una condición: la bala que seguía en la espalda de Susan tenía que desaparecer. No quería que nadie pudiera acusarla.
A la chica no le quedaba más remedio que aceptar, tenía que salir de allí como fuera. Su madre le dio una gran cantidad de alcohol y pastillas, con lo que estaría drogada mucho tiempo. Los niños fueron obligados a ayudar en la rudimentaria operación.
Theresa no paraba de gritar órdenes a su hijo de 15 años, Robert, para que cogiera un cuchillo, hiciera un gran corte en la espalda de Susan y extrajera la bala.
Tuvo que cortar una gran cantidad de tejido muscular y remover con los dados en la herida para encontrarla. Las condiciones eran horribles, poco higiénicas, inexpertas. La niña había tenido mucha suerte de sobrevivir al disparo, pero era evidente que esta operación no podía salir bien.
Al día siguiente Susan se despertó entre gritos con un dolor insoportable. Su madre le dio un montón de pastillas como antibióticos y antiinflamatorios pero la infección y los daños eran demasiado grandes. Su piel y sus ojos se volvieron amarillos y perdió el control sobre sus propios intestinos.
Theresa no soportaba más los gritos y amordazó a Susan con cinta americana. Después la ató de manos y piernas y mandó a sus hijos subirla en el coche. Cogió todas sus cosas y las metió en una bolsa de basura. Después, condujo el coche hasta un puente, donde bajó a la niña y un bidón de gasolina. Empapó todas sus cosas mientras ella intentaba gritar y escapar. Susan también fue encharcada de carburante, y miraba aterrorizada a su madre y a sus hermanos.
Theresa, imperturbable, tiró la cerilla en el cuerpo de la chica y la familia subió al coche y se alejaron mientras su hija se quemaba viva.
- +13:
Theresa acababa de cometer su segundo asesinato. Había disparado a su marido y torturado a su hija hasta la muerte, pero la historia no terminaría ahí. Las ganas de aumentar los ingresos económicos de la familia impulsaron a Theresa a prostituir a su segunda hija, Sheila. Ella no quería, pero viendo lo que le había ocurrido a Susan, no se atrevió a desobedecer.
Sheila tenía mucho éxito y empezó a llevar bastante dinero a casa. Theresa le daba más libertad, la dejaba ir a donde quisiera y durante una temporada todo fue bien.
Pero Theresa pensaba que Sheila estaba embarazada y para sonsacarle información la acusó de tener una enfermedad venérea. Ella lo negaba así que le dio una paliza y la encerró en un armario muy pequeño.
- Spoiler:
En el interior del mueble hacía un calor insoportable pero Theresa obligó a sus hijos a vigilar la puerta y a no abrirla bajo ningún concepto. También tenían prohibido darle a Sheila de comer o de beber hasta que confesara. Sheila le dijo a Theresa lo que quería oir, pero aun así la mantuvo encerrada, acusándola de mentir.
Varios días después oyeron un ruido muy fuerte dentro del armario, que sería la última señal de vida que daría Sheila. Cuando sus hermanos la sacaron del armario, tres días después, ya estaba medio descompuesta. Había muerto de desnutrición y deshidratación.
- Imagen fuerte:
La familia metió el cadáver en una caja que tiraron en el monte, y para evitar que quedara alguna prueba en el armario o donde fuera, Theresa prendió fuego a su propia casa.
Terry, la hermana más pequeña, fue la obligada a echar el combustible y la cerilla.
La policía y los bomberos descubrieron que el incendio había sido provocado y cada uno salió corriendo por su lado, huyendo de esta casa de los horrores.
Del hermano mayor, Howard, nunca más se supo nada.
William, que tenía 24 años, se fue a vivir con su novia.
- Spoiler:
Terry, la hija pequeña, tenía 16, y para poder huir y vivir por su cuenta, se hizo pasar por su hermana Sheila y utilizó sus documentos de identidad.
Robert, el hijo pequeño, que tenía 19 años, se quedó con su madre, y fue el que peor acabó. Angustiado por la falta de dinero que les asediaba desde la muerte de Sheila, y teniendo que empezar de cero, sin casa y huyendo, atracó un bar y asesinó a su dueño. Le acusaron de asesinato en primer grado y fue condenado a 16 años de cárcel.
Terry se casó y su marido la ayudó a superar el trauma, aunque ella dice que lo que vio la dejó marcada para siempre. Cuando pasaron 11 años desde la muerte de Susan (y 9 desde la de Sheila) acudió a la policía a denunciar a su madre.
Theresa Knorr fue acusada de la muerte de sus dos hijas y se declaró inocente. Robert accedió a testificar contra ella a cambio de una reducción de su condena, y Theresa, se declaró culpable para evitar ser condenada a muerte.
Al final la condenaron a dos cadenas perpetuas, aunque podría salir en libertad condicional en el 2027.
- Spoiler:
William fue detenido por los sucesos pero no fue condenado. Lo dejaron en libertad vigilada con la condición de que fuera a terapia.
Si Theresa Knorr sale en libertad en el 2027 tendrá 80 años. Sin embargo, sus hijas Susan, Sheila y su marido, no podrán cumplir ninguno más. La crueldad con la que esta mujer trató a sus propios hijos sigue poniendo los pelos de punta. Es la horrible historia de una madre asesina.
fuente
Tema: Theresa Knorr, la madre de hierro. 
Jue Abr 19, 2012 4:34 am
