۩ღ Acacia Amarilla ღ۩ [Privado , Evil-Dog]

—Oh, viejazo, pero es cierto. Solo que no te gusta que te diga que estás viejo. Pero a la vez tú mismo te encargas de decírtelo. Yo te sigo la corriente. — Se pasó la mano por la mejilla — ¿Cómo te atreves?

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— ¡Pero estás exponiéndote!

— ¿Qué sucede? ¿Morgana? ¿Qué haces aquí? — Se arrimó Amaya a ver qué pasaba, encontrándose con la sorpresa de que su amiga estaba allí. — Ya empezaba a preocuparme, porque no mandabas ningún informe.

— ¡Amaya! Tienes que escucharme — Empezó a decirle lo mismo, cosa que iba transformando la cara de la reina poco a poco, en una de angustia y horror.

La pobre solo podía atinar a deshacerse estando parada. Pero estaba en una actitud terca, que quería negar todo lo que había entrado por sus oídos. Solo guardó un silencio propio de un panteón.

— ¡Reacciona! — Le gritó Morgana. Parecía que ninguno de los dos estaba dispuesto a oírla y aceptar sus sugerencias.

Amaya parpadeó un par de veces y le dio vuelta la cara, literalmente.

—Te juro que no miento…

—Suelta esa daga. — Le ordenó Amaya en un tono frío.

—Hazme caso…

— ¡QUE SUELTES ESA DAGA! — Y de un segundo a otro, amagó con agarrarle del cuello a Morgana, pero se arrepintió a último momento y guardó su mano, apretándosela contra su propio pecho. El súcubo siquiera se defendió.

—Definitivamente todo es posible contigo. — Mencionó con un tono de profunda tristeza.

-Y si estoy tan viejo... por que alguien tan joven y bella acepto casarse conmigo?-

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Archimonde interrumpió en la habitación bruscamente, golpeando la puerta con su cuerpo y abriéndola de par en par.

Aun estaba mareado por el viaje, pero entro como pudo a intervenir antes de que empezaran a pelearse.

-Quien es él?- Pregunto Andreas.

Se sonrojó.

—Porque eras el único dispuesto a amarme de verdad, entre todos los candidatos. Solo pude ver tu sinceridad, aunque mi naturaleza desconfiada se puso en el medio y decidió probarte. Pero una vez que pasaste esa prueba, acepté lo que venía sin más.

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Se llevó una mano a la cara.

—“Lo que faltaba” — Pensó Morgana — Eso no importa ahora.

— ¡Te preguntó algo! — Amaya dio un paso al frente, con una actitud ciertamente temeraria. La misma actitud de aquella vez que enfrentó al que era su esposo, luego de despertar después que le lanzara ese maleficio debilitante.

—Mi esposo. — Respondió, tajante. Pero no dijo de quién se trataba.

Eso sorprendió a Amaya. Que ella supiera, siempre Morgana estuvo soltera, llevando una vida inmoral.
Morgana intentó desviar el tema , pero reflexionandolo bien , la súcubo no estaría tan loca de formalizar una unión con alguien que iba a perder tarde o temprano, así que hizo una loca suposición dentro de su cabeza en menos de un segundo.

—¿Qué...hiciste?

-Dime que esto es una maldita broma... dime que es solo tu retorcido sentido del humor la causa de todo esto-

Dijo mientras daba vueltas por la habitación.

-El es el Oscuro que fuiste a buscar a las islas de sur verdad?-

El otro dio un paso al frente, poniéndose a lado de Morgana.

-Lo soy... y esto no es ninguna broma, tu existencia pone en riesgo todo este mundo, desconoces tu propia naturaleza y tu papel en los planes del demonio, por eso es necesario ponerte fuera de su alcance de la única forma que podemos-

—No les dejaré tocarlo. No les permitiré que hagan nada. Si no paramos a ese demonio, mi hija, mi Eli… todos… — Tenía la cabeza que le explotaba. Se sentó en una silla que había en la habitación y recargó la cabeza en su propia mano. Aun así se mantenía a la defensiva.

—Nada de lo que te estoy diciendo es para perjudicarte. Ya no soy tu enemiga, eso quedó atrás y tendrías que saberlo.

-Esto no tiene sentido... y por supuesto que no voy a dejar que ustedes se entrometan-

>> Malebolge aun desconoce lo que soy... y soy yo el único que de verdad puede hacerle frente, lo conozco mejor que nadie, se de lo que es capaz y se perfectamente cuales son sus limites... en cambio tu- Le apunto con el dedo -¿Ya olvidaste la ultima vez que te enfrentaste a él? ¿crees que la próxima vez sera diferente?-

>> La próxima vez no va a haber nada que se interponga... si lo que dices es que si me consume a mi ya no los necesita a ustedes, eso no quiere decir que si los consume a ustedes va a haber alguna diferencia... como lo veo ustedes dos están en la misma situación que yo, y corren el mismo riesgo... la única diferencia es que yo si tengo lo necesario para detenerlo, y puedo demostrarlo si es necesario-

Morgana apretó los puños.

—Está bien. — Se dio la vuelta, dispuesta a marcharse— Yo ya hice lo que tenía que hacer. Si ustedes deciden lanzar al mundo por la borda, está bien, porque ya no depende de mí, sino de ustedes dos. Quédense con su terquedad. Si todo termina para todos, me voy a dedicar a pasar los últimos momentos de mi vida como se me antoje, no renegando con ustedes.

Aun dándole la espalda a Amaya, sin voltearse, agregó:

—Adiós.

No quería entrar en una lucha directa ni con Andreas ni con Amaya. No quería lastimar a la reina y mucho menos a la criatura que se formaba en su vientre, y entrar en combate con Andreas significaba que ella se iba a meter a defenderlo, era más que obvio.

Algo se había roto.

Se fue caminando por dónde había venido.

Antes de que Morgana dejara el palacio Andreas fue detrás de ella, usando el hechizo de teletransporte se apareció delante suyo.

-Tu lo consideras terquedad, pero eso es por que no entiendes mis motivos... de mi depende toda mi familia, si yo llegara a morir Amaya moriría conmigo... llevándose a nuestra hija consigo, ademas de que Eli...-

Saco de su bolsillo el reloj de arena que Des les había dejado, se lo arrojo a las manos y le contó el resto de la historia.

- Así que no estoy dispuesto a morir, ni a dejar que ese monstruo me mate, solo tengo la opción de pelar hasta mi ultimo aliento... si lo que dices es cierto y yo no fuera capaz de vencerlo destruiré mi cuerpo antes de que lo consuma... pero igualmente le haré frente-

—Aun así las cosas no siempre salen como uno quiere… o como uno lo planea. — Agregó al final— De todos modos, yo ya no cumplo ninguna función más. No puedo hacer nada más que advertirles, pero al final solo ustedes decidirán qué es lo que harán, sea cual sea el resultado.
>>Si eres consumido , el fin de la civilización como la conocemos vendrá y deberemos recibirla , recitar las últimas plegarias o tener un Dios aparte para salvarse. Nadie quedará en pie , ni Amaya , ni tus hijas, ni amigos ni nadie. Y si no es así, mejor. Pero como veo que viene la mano...


Dio a entender muchas cosas con esa última frase.

Le devolvió el reloj.

Antes de irse, quién sabe a dónde, iría a buscar las cosas suyas que habían quedado en el palacio. Y cambiarse de ropa, por supuesto.

Se estaba retirando. De su vida de guerrera y política. Quería estar en paz. Lástima por algunas cosas pendientes , pero no podía resolverlas , pues debía hacerlo en Amatista.

-Dile a tu mujer que gracias por ofrecerme su amistad y que es hora de tomar caminos distintos.
>>Ella tiene su familia. Es hora de pasar tiempo con la mía , con la que he formado ; recuperar tiempo perdido y vivirlo a pleno.
>>Ah , y que si todo sale bien , le escribiré.

Sonrió.

-Esta bien, te entiendo aunque no lo creas... si estuviera en tu lugar probablemente haría lo mismo con Amaya y mis hijas, pero lamentablemente no puedo solo alejarme de esto y dejar que las cosas sigan su curso.-

Se llevo las manos a los bolsillos, tenia una expresión de vergüenza en el rostro.

-Malebolge es mi obligación... es la carga que puse en mi por haberlo ayudado aun de forma inconsciente durante casi toda mi vida... y Mordred... es mi derecho por todo el daño que le hizo a mi familia, y al pueblo de Acacia.-

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Archimonde escuchaba aquella platica desde lejos, no pretendía intervenir, aunque no estaba del todo de acuerdo con Morgana.

EL demonio aun los buscaba, jamas los dejaría estar tranquilos, no por mucho tiempo al menos.

—Está bien. En realidad, Mordred, en parte es mi responsabilidad. Pero ya es demasiado tarde para lamentarse. No puedo acceder a él con facilidad y por cómo se dieron las cosas en el último tiempo, tampoco podría haberlo hecho.

De su cinturón sacó la daga, que estaba dentro de su estuche y se la ofreció.

—Tal vez te sirva. Más que a mí, supongo. Puede ser útil, quien sabe en qué momentos. Descubrirás sus propiedades cuando la uses, pero asegúrate de protegerte las manos antes de agarrarla.
>>Lamento tener que hacer esto. Pero tengan en cuenta que siempre estaré dispuesta a ayudarlos. Solo que esta vez no estoy de acuerdo con su decisión, por eso esta breve separación. En algún momento volveré, tal vez cuando menos se lo esperen. De todos modos, Isabel sabe cómo llamarme.

Se dio la vuelta y comenzó a caminar hacia una de las habitaciones del palacio, para recoger aquel pequeño saco que tenía papeles mezclados, pero que en su desorden ella sabía cómo encontrar las cosas por si tenía que buscar algo.
Cuando por fin dio con la habitación, buscó con la mirada ese saco con forma de bolso, del que sobresalían unos pergaminos, algunos papeles y pinturas viejísimas enrolladas. Buscó algunas de sus ropas, una menos sugestiva, que no tenía tanto escote, pero que sí tenía innumerables detalles en dorado.

Spoiler:

Los otros tres vestidos sobrantes que poseía los guardó doblados junto con los papeles dentro de ese saco-bolso.

Mientras se cambiaba, reflexionaba. Sabía que no todo se acabaría ahí.

Andreas no tenia pensado detenerla, si quería irse que se fuera, pero no iba a darle despedirse de Amaya por ella, si iba a decir adiós que lo hiciera en persona.

Volvió a la habitación y fue directo al ropero a buscar sus cosas, tenia que irse antes de que se hiciera tarde.

-Morgana esta a punto de marcharse... si quieres decirle algo antes de que lo haga es ahora- Le dijo a Amaya, sin siquiera voltear a verla.

Amaya estaba desconcertada por todo lo que estaba sucediendo.
Sabía que su esposo se iría en cualquier momento. Como no se volteó siquiera a mirarla, se arrimó un poco tímida y lo abrazó con fuerza desde atrás, pero sin llorar. Tampoco dijo nada, no era necesario, no con ese abrazo que ya lo decía todo.

Una vez lo soltó, se fue a buscar a Morgana. Tardaría una eternidad en encontrarla en la inmensidad de ese palacio. Pero en la habitación contigua, escuchó la voz de la súcubo hablándole a alguien.
Cuando entró, estaba ella ahí, despidiéndose de una dormida Isabel. Tan solo alzó un poco la mirada, pero no la sostuvo.

Amaya hizo lo mismo que con Andreas, solo que esta estaba de frente. De alguna manera le pidió perdón por el exabrupto, también sin articular ni una sola palabra.

—Gracias por todo.

Fue todo lo que dijo Morgana mientras le acariciaba la cabeza. Deshizo aquella muestra de afecto y se fue caminando por la puerta.

Amaya tan solo miró como se iba y oyó el sonido de sus pisadas alejándose, con una sonrisa en el rostro.
Prefirió quedarse en esa habitación, contemplando a sus hijas dormir.

Se asomo por la puerta, llevaba puesto el abrigo que ellas le habían regalado, ya era hora de irse.

-Es mejor que me vaya antes de que despierten... no sabría como decirles que tengo que irme otra vez-

Dio un paso al frente y se puso bajo el marco de la puerta.

-Se que con lo que te dijo Morgana debes estar aterrada, pero te juro que esto no es un adiós... volveré antes de lo que piensas, sano y salvo-

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Archimonde esperaba fuera del palacio, su presencia solo complicaba las cosas, era mejor si la esperaba aparte.

—No estoy aterrada. Solo un poco shockeada. Pero yo… — Volvió a acercarse y le sonrió con dulzura — Confío a pleno en ti.

Hablaba en susurros.

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Morgana hizo acto de presencia.

—Solo dime donde quieres ir y nos iremos de aquí...

Se la notaba bastante tranquila a pesar de todo.

-Y yo jamas defraudare esa confianza- Esta vez el fue quien se acerco, paso sus brazos por encima de sus hombros y alrededor de su cuello, y la apretó contra su pecho.

-Cuida bien de ellas hasta que regrese.-

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-Gisella, no he estado en el mundo en casi trescientos años, no tengo idea de que es lo que se hace ahora o a donde ir, solo se que a donde vaya debo estar contigo... así que tu decide, si quieres viajar de un lugar a otro o asentarte en un lugar que te guste y tener una vida tranquila...-

—Lo haré, querido, ten por seguro que lo haré.

Cerró los ojos para sentirlo por un momento.

—Te estaré esperando. Siempre.

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— ¿No quieres volver a tu casa? ¿O prefieres dejar eso en el pasado? — No quería ser tan egoísta. Fuera cual fuera la respuesta, tenía un regalo que darle en agradecimiento por haberla aceptado en su vida.

-No cierres la puerta del balcón de nuestra habitación... y déjame un espacio en la cama cuando vayas a dormir, volveré cuando menos lo esperes-

La beso en la coronilla de la cabeza, luego aparto los brazos.

-Despideme de ellas cuando despierten, diles que volveré pronto.-

Dichas esas palabras dio un golpe con su bastón y desapareció.

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-Ese lugar ya no es seguro... él nos buscara ahi- Le recordó. -Vayamos a donde no nos encuentre, donde de verdad podamos alejarnos de toda esta locura.-

Amaya solo se quedó mirando la nada. Hizo un gesto de despedida con la mano, aunque él ya se había ido y no podía verla.
Suspiró un poco. Tenía el consuelo de que su prima estaba presente para ella y se acompañarían con sus embarazos.

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—Solo se me ocurre fuera del continente. No he estado mucho por afuera, pero ya me haré una idea de donde podríamos ir.
>>Pero primero lo primero.

Sacó su libro y del mismo el arma que le había robado a uno de esos demonios. Se la dio con una sonrisa.

Andreas en un parpadeo estaba de regreso en el norte, dentro de la casa en la que Razziel estaba atrapado.

No estaba de humor para charlas, solo salio del lugar y fue a buscar al oficial al que había dejado a cargo, ya habían pasado algunos días desde que esa carta había llegado, La capital de Amatista estaba desprotegida, desde lejos parecía desocupada, sin gente entrando o saliendo... tenia que verlo con sus propios ojos.

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-Vayamos a la costa, tomemos el primer barco que vaya fuera del continente y empezamos en donde sea que nos deje- Le respondió sonriente. -Tomemos esto como nuestra luna de miel, recorramos todo el mundo de punta a punta, que cada día sea una historia diferente-

—Estoy de acuerdo. — Sonrió en repuesta, extrañamente tímida. — Recordé que debo enseñarte a usar esta cosa — Agitó el arma— Supongo que será cuando lleguemos a nuestro desconocido destino. Vaya, nunca pensé que iba a salir algún día de este continente.

La idea la tenía emocionada y se le notaba en los ojos.
Se había olvidado por completo de sus penas al oír todo eso. Nunca había tenido una luna de miel… ni nada parecido. Sentía mariposas en el estómago.

-Ahora mismo eso no es prioridad para mi... esa arma para mi no es mas que un juguete, y no voy a desperdiciar mi tiempo aprendiendo como funciona un juguete cuando podría estar aprendiendo como funcionas tu-

Le paso las manos por la parte baja de su espalda.

-Aun eres una desconocida para mi... hay mucho de ti que no se, pero creo que eso podemos arreglarlo pronto-

Volvió a guardar aquel artefacto.

—Claro que se solucionará pronto. — Respondió con un tono muy expresivo de emoción. De alguna manera estaba volviendo a ser esa mujer vivaz de treinta y algo de años que creyó haber enterrado mucho tiempo atrás— No seré un misterio para ti. Te haré feliz, siempre podrás contar conmigo, también te amaré mucho y cocinaré todos los días para ti. No te arrepentirás de tu elección. Verás, ya verás. — Estaba siendo atolondrada en ese momento, pero era un “ahora o nunca”. Era terrible, muy difícil decirlo para ella, más que demostrarlo; completamente al revés que con la mayoría de las personas.

Se quedó pensando un momento.

—Yo sí conozco algo de ti. Y esas son tus caras de sexo. — Largó una risilla pícara a lo bajo. Entrelazó los brazos en su cuello y le dio un beso.

Planeaba hacerlo tan dependiente de ella, tan adicto a todos sus encantos y cuerpo sensual de modo que nunca la dejara. Y si lo hacía, que volviera a sus pies al no encontrar ni otra igual ni una mejor.

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LPM... Nunca más escribo desde el celular. Ya olvidé lo que iba en mi post anterior , porque me cortó el mensaje

-Solo espero que las recuerdes bien... por que de ahora en adelante no creo que las veas tan seguido, o de lo contrario vas a dejarme en los huesos-

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Después de mucho discutirlo y planearlo no había mas dudas, La información era verídica, la capital de Amatista había sido abandonada repentinamente, a pesar de ser un bastión con muros altos y gruesos, y el palacio una fortaleza impenetrable.

La ciudad estaba a bastante alejada de la frontera, no había un peligro inmediato a pesar de haber destruido esta, no tenia sentido que cedieran un punto estratégico tan importante, pues perder la capital seria como perder la guerra, simplemente era algo incomprensible.

Sin perder mas tiempo Andreas tomo todo lo que podría necesitar estando ahí y se marcho, usando de nuevo el hechizo que la sucubo lo había enseñado, reapareciendo en una colina a unos pocos kilómetros de la entrada de la ciudad, lo que encontró al llegar le dejo la sangre helada.

Desde lo lejos se podía ver el interior de esas murallas, la peste a muerte y putrefacción se extendía por toda la región, los cadáveres secos de lo que alguna vez fue el ganado que pastaba los campos alrededor de las murallas se extendían como ronchas sobre campos enfermos y lúgubres.

-Esto solo puede ser obra de Él- Se dijo a si mismo mientras se acercaba, cubriendo su rostro con la manga de su abrigo, tratando de no inhalar esa peste.

—Ya vendrás a rogarme. — Fue todo lo que dijo antes de soltarlo y comenzar a caminar hacia la salida del terreno donde estaba el palacio, el cual estaba custodiado por guardias que permanecían firmes en su entrada.

Por ahí vio a la guardia especial, algo lejos, dirigiéndose por el lado contrario al de ella. Le guiñó un ojo a Moses y le tiró un beso con la mano, el cual reaccionó con una mueca de disgusto.
Era su última oportunidad de disfrutar del bello paisaje de Yellow del sur, y tal vez no volvería por demasiado tiempo si las cosas marchaban bien.

— ¿Prefieres ir al puerto transportándonos mágicamente o a perro?