The Frontiers [PRIVADO YSY-Evil-perro-House]

Vanderveer tan solo alzó el pulgar mientras se atascaba con la comida servida en la mesa.

—Por supuesto que hay más grandes. Yo no requiero tanta ostentación— Era gracioso escucharlo de uno de los tipos que más dinero tenía en la flota.

El teléfono de Geraldine sonaba y sonaba, pero nadie contestaba. Finalmente lo hizo una mujer que no era la susodicha, sino la recepcionista.

—Mansión Mashiro, ¿Quién habla?

-"Diablos... no es ella"- penso.

Naturalmente si decia que era su prometido no le iba a creer, el asunto aun estaba en secreto.

-Si buenas tardes señorita... llamo de... parte del diseñador de la señoruta Geraldine, el pidio que le avisara que adelantara su cita para el dia de hoy... ya sabe, para la nueva linea de escotes que se estrenara la proxima temporada, si pudiera darle el mensaje de que Sven el nuevo diseñador ira a verla en un par de horas se lo agradeceria... muuuuchooo- Esperaba que se lo tragara, habia puesto el tono de voz mas molesto y empalagoso que podia.

—De acuerdo, se lo informaré a la señorita Mashiro. Estará encantada de recibirlo— No era tan cierto, ella estaba de pésimo mal humor y no quería ver a nadie.
La recepcionista se tomó un momento y se lo dijo a Geraldine. Esta no respondió ni un si ni un no. Ella decidiría que hacer una vez que Sven estuviera ahí.

Colgo de una el telefono.

-Bueno... ahora necesito quitarme esto y ponerme algo que me haga parecer menos... letal- Dijo una vez que se vio reflejado en un cristal, tenia el traje aun pursto con algunas quemaduras de lasers en el pecho y hombros, tenia que conseguir ropa de civil para pasar desapercivido.

-Ya se que ya firme el papel pero necesito un par de cosas mas... la nave que deje en la estacion y... ropa para no parecer un bicho raro cuando vaya a visitar a mi prometida a su casa... puede que conosca hasta a sus padres- No parecia mucho importarle eso ultimo, no tanto como lo de conseguirse unos pantalones nuevos.

—Lo de la nave llevará un tiempo sacar de ahí. No nos la dejarán tan fácil… Pero lo haremos tarde o temprano. Mis sirvientas te alcanzarán ropa modesta.

Antes que pudiera decir algo, las mujeres lo llevaron a una habitación aparte, en la que había un mueble gigante que llegaba hasta el techo. De unos cajones sacaron ropa que era para un bebé varón Gulliver, pero que también la podía usar un humano joven sin parecer ridículo. Ropa de marca.

Jamas se habria imaginado que la ropa era para un bebe, las tallas encajaban perfecto para un humano adulto de estatura alta, se preguntaba si solo los varones crecian tanto como aquel sujeto, pues el resto de Gullivers que habia conocido eran todas mujeres que apenas llegaban al metro con noventa, o los partos eran brutales o los bebes crecian demasiado rapido hasta alcanzar semejante tamaño.

Se quito el traje con dificultad, ya que aogunos de los tornillos que lo mantenian ensamblado se habian derretido a causa de los disparos, la armadura que le cubria el pecho ahora estaba inservible, pero probablemente le darian otro una vez empezara. Solo se llevo consigo su vieja identificacion y el arete que le habia dado su prometida.

Escogio de entre todo una camisa blanca de manga larga y una gabardina que le llegaba hasta los muslos, unos jeans y unas botas, y una corbata para no verse tan informal y aparentar que realmente iba a trabajar y tomarle medidas al busto de Geraldine.

Cuaneo estuvo listo regreso a con los otros y los apuro para que volvieran al auto, pidio que los dejaran a ellos en el lugar que les prestarian para vivir y lo dejaran a el dentro de la mansion de Geraldine.

El complejo de mansiones era gigantesco. Y sí, había mansiones más grandes que la del nuevo jefe de Sven. Llegaron a las rejas de hierro forjadas de la entrada del hogar de la siva, enormes también.

—Suerte, idiota. Nos veremos en nuestro nuevo hogar… si nos toca a los dos juntos, probablemente crean que somos una pareja gay— Van le sacó la lengua y lo dejó ir. Ornella saludó con una mano; aun seguía comiendo, unas donas con glaseado rosa.

El guardia, al reconocer a Sven como el sujeto que besó a su patrona y se hizo famoso en internet, abrió las rejas para que pasara. Pensó que era su nueva pareja, y tampoco es que se equivocaba demasiado.

Geraldine estaba en su habitación, en calzones y sin el sostén, como siempre. Se miraba frente al espejo y tocaba el lóbulo de la oreja que tan vacío se sentía.

-Espero que por lo menos tenga mi propia habitacion... me agrada Van pero no pienso compartir mi espacio con él- Dijo en voz baja mientras se adentraba en la enorme mansion.

Le impresiono la facilidad con la que estaba llegando hasta Geraldine, cuando lo recibio la recepcionista se presento por su nombre, esta le indico como llegar hasta ella.

Camino ppr el largo pasillo, al parecer en la mansion no vivia mucha gente, le sorprendia la cantidad de espacio vacio.

Al final llego a la que era la puerta de Geraldine, toco un par de veces, le parecia inapropiado entrar asi sin mas.

—Adelante—Dijo esta sin más. No se movió para nada del lugar en donde estaba sentada, tampoco es como si quisiera hacer algo además de observarse con atención en el espejo.

La habitación también era gigantesca, digna de una princesa… o una reina. Todo era lujoso, desde los muebles hasta el material del suelo. Y había numerosos closet de madera al estilo francés, también conocidos como placares, los cuales reventaban de ropa, zapatos, accesorios y otro tipo de cosas. Pero… faltaba gente. Geraldine era la única dueña, la persona que tomaba las riendas de todo; los demás, solo empleados.

Abrio la puerta y se metio con prisa, volviendola a cerrar cuando estaba dentro.

Se quedo viendola desde el la puerta, como si hubieran sido años los que habian pasado desde que la habia visto por ultima vez. Su corazon latia acelerado, la presion samguinea se elevaba y sus pupilas se dilataban. Estaba tan feliz de que hubiera salido sana y salva de esa situacion.

-Geraldine...- su nombre fue lo unico que alcanzo a decir.

Esta lo miró a través del espejo, pero no se volteó.
Decir que aun estaba asustada y conmocionada por todo, era quedarse corto.

—Lamento haberme ido. Solo que empecé a pensar cosas oscuras cuando llegamos a Génesis. Y eso no me gusta nada— Agachó la cabeza y se abrazó las piernas— Así que aproveché a largarme después de dar unas declaraciones a la prensa y descansar. Pero no pude pegar un ojo. Dormir no es lo mío.

Le temblaban las manos.

-No te disculpes conmigo... hiciste mucho por nosotros y te agradesco que te hayas arriesgado asi por la gente de Universal.- Fue hacia ella y se paro detras, le puzo las manos sobre los hombros.

-Me alegra que no hayas salido lastimada, entiendo que ta hayas sentido de esa despues de todo lo que te paso, yo tambien siento como si las cosas me estuvieran pasando demasiado rapido... si te contara todo lo que me ha pasado hasta el momento desde que sali esta mañana de mi depaftamento-

—He cancelado la gira— Lo interrumpió de repente. No pensaba dar vueltas sobre los asuntos cuando podía decírselo en la cara de forma directa. Acto seguido, rompió en llanto. No por haber cancelado la gira, sino porque de verdad pensó que iba a morir, después de todo lo que tuvo que pasar en su vida para sobrevivir y seguir adelante, perecer era lo último que estaba en sus planes.

No dijo ni una palabra mas, se sento rapidamente a su lado y la recargo contra su hombro, la dejaria que se desahogara hasta que estuviera lista para hablar otra vez, aun si duraba horas.

-Fuiste muy valiente... la mas valiente que he visto- le decia al oido mientras le acariciaba el cabello.

Estuvo como tres minutos lloriqueando como una niña pequeña. Poco a poco fue calmándose, hasta volver a esa actitud fría y algo soberbia, esa coraza que utilizaba siempre para tener que evadir sus problemas o no pensar demasiado en ciertas cosas.

—Te queda linda esa ropa de bebé— Comentó— Incluso hueles como uno. Cuídate de las Gulliver, no vaya a ser que quieran sacarme a mi niño de mi lado.

Sonrió, irónica.

—Espero que note sientas intimidado por este lugar. Uno a veces puede sentir como lo engulle el vacío de cada habitación.

-Parece que ya te sientes de mejor humor... si, es cierto tengo que usar ropa de Gulliver por que mi actual empleo de diseñador de escotes no me da abasto para comprar mi propia ropa, pero no me queda de otra si es el unico empleo donde me pagarian por manosear tus pechos.-

Recordo el asunto de las gullivers, se puso un poco mas serio y mientras le limpiaba el rostro le contaba todo lo que habia pasado desde que ese par de mujeres lo llevo con Guiyd.

—Así que ahora eres un chico malo del SMI— Sonrió— Vas a tener que prepararte para el infierno— Agregó— No es por ser mala (o tal vez sí), pero allí te van a dar con un caño hasta que te adaptes a la tecnología de punta de los Gulliver. Son muy diferentes a todas las creaciones humanas que hayas visto hasta ahora. No me quiero imaginar las armas y sus “avioncitos”.
>>No se ve seguido porque nunca ha sido necesario servicios más que de acompañantes para los viajes interestelares de gente adinerada. Pero si planean hacer todo esto… bueno, nosotros los civiles nos enteraremos luego.

Apoyó el costado de su propia cabeza en sus rodillas, sin dejar de mirarlo.

—Chico malo.

-Estas tratando de provocarme?- pregunto. -o es que solo que tratas de incitarme a ser un chico malo contigo?-

Le alegraba que ya hubiera superado ese mal humor, aun tenia cosas que decirle, pero lo haria despues cuando tuviera oportunidad.

-chiquilla travieza-

—Entonces “chico rudo”— Corrigió.

Le preocupaba todo lo que estaba pasando, veía el futuro con incertidumbre, cuando ella pensó que ya estaba afianzada en la vida y sus dramas se habían solucionado.

—Aunque no suena muy rudo que la recepcionista te haya confundido con un diseñador afeminado. Pero bueno, es obvio que eso de los escotes tiene doble intención.

Se paró y empezó a caminar por la inmensa habitación.

—Te puedo mostrar los alrededores— Lo invitó, como la primera vez.

-Eso estaria bien... Si prometes no dejarme en casa muy tarde, no quiero llegar todo somnoliebto a mi primer dia de trabajo-

Se puso a inspeccionar la habitacion con la mirada, estaba hecha un desastre al igual que la que tenia en el hotel.

-Cuando llegamos pude ver desde la nave una especie de playa... podriamos ir ahi si quieres-

No tenia muy claro que es lo que se hacia ahi, pero valia la pena ver las olas de cerca.

Se volteó de repente con los ojos iluminados.
Sin decir nada en lo absoluto, fue hacia uno de esos placares, comenzó a revolver todo hasta encontrar un traje de baño, una bikini. Se lo puso frente a sus ojos sin importarle nada.
Lo tomó de la mano y lo hizo correr por los pasillos hasta la cocina, que también era exageradamente enorme. Ante la mirada curiosa de las empleadas, abrió el refrigerador, agarró una canasta cualquiera, y con el brazo tiró todos los alimentos de adentro en la canasta. Sacó el mantel de arriba de la mesa de un tirón, tirando el florero de encima al suelo y lo metió todo hecho un bollo, también en la canasta.

— ¡La playa! ¡Sí! Qué divertido— Volvió a agarrarlo, solo que esta vez de la muñeca y más o menos se llevó a la rastra hacia la cochera, donde se encontraba una colección de autos descapotables de reconocidas marcas, de todos los colores. Algunos no tenían ni uso, por no decir la mayoría.

Tiró la canasta dentro de uno al azar y encendió el motor.

—Súbete y prepárate para la aventura— Sonrió— No tengas miedo, tengo licencia desde los 16 años…

-No se por que eso no me tranquiliza...-

Acabo subiendose al auto, tampoco es como que tuviera opcion.

-Puedes al menos decirme por que llevas solamente ropa interior?-

Desconocia por completo lo que era un bikini, en la Universal no habian cosas asi, ir con la piel descubierta en un lugar publico era ir a pescar una infeccion en el cuerpo, ademas de que no existian playas ni albercas, almenos no de algo que no fuera algun liquido corrosivo o agua contaminada.

—Para ir a la playa es necesario, mi amor. Incluso hay playas nudistas… Pero nosotros iremos a una más apartada. — Antes de pisar el acelerador, buscó sus lentes de sol. Amaba cuando en Génesis era verano. Una vez que se los puso junto con el cinturón de seguridad, hizo los cambios y le dio con todo.

Salieron disparados desde la cochera hacia el camino de piedras del exterior, aun estando dentro de los terrenos de la mansión Mashiro. Todo eran verde, lleno de flores y con un sol que rajaba la tierra. El día perfecto.
La velocidad con la que conducía en las curvas daba miedo. Parecía que en cualquier momento el coche desbarrancaría al demonio. Si no fuera porque el guardia recibió la noticia de que la señorita Mashiro estaba saliendo del lugar,  también se llevaba puesta la reja de entrada.

Salieron de la propiedad de Geraldine a toda velocidad, mientras esta reía a las carcajadas. A esa velocidad tampoco se retrasaron en dejar atrás la zona de las mansiones.
Fue por el paso bajo nivel contiguo, con el que se entraba a la ciudad otra vez, solo que hizo un desvío hacia la ruta, la cual rodeaba toda la ciudad, haciendo que esta se viera a lo lejos y pequeñita.

—Puedes alzar los brazos en el aire, nadie te dirá nada por eso. Además que así sentirás el viento.

--La playa que vi no estaba en esta direccion... a donde vamos?-

Sentia la necesidad de ver en todas direcciones, alzar las manos no dra suficiente y mejor se sento sobre el respaldo del asiento, para sentir el aire en todo el cuerpo mientras el camino seguia recto. De un momento a otro empezo a ver el agua y las olas que golpeaban la blanca arena.pero no veia a mas gente.

-A Van seguro le encantafia ver esto... me pregunto como le estara llendo-

Tambien tenia curiosidad de saber como seria el lugar donde iba a vivir, si Guiyd le daria un departamento tan pequeño como en el que solia vivir o si seria algo ostentoso y grande como las casas que habia visto por la ciudad cuando iban de camino.

—Podemos un día venir todos juntos. Sería muy divertido— Sonrió— En medio del mar hay una isla hermosa en la que se llega en avioneta o crucero.

Buscó un lugar donde estacionar que no fuera en la arena. No quería ensuciar el lugar. Una vez que encontró la zona donde estacionar, dejó el auto ahí. Aun así, ese estacionamiento lucía algo viejo y abandonado, se podía apreciar las líneas blancas pintadas en el suelo algo borroneadas.

—Es hora de que conozcas el mar. Quítate el calzado y te mostraré lo hermoso que puede llegar a sentirse la arena blanca entre los dedos.

Bajó la canasta y comenzó a caminar rápidamente, pues el pavimento estaba caliente.