YOUNG GUNS III

Cuando alfin pudo reaccionar y logro separar sus labios por un momento, fue tanta la impresion que no pudo decir nada. La detuvo sujetandola del rostro con ambas manos, viendola a los ojos.

-Esto esta mal en muchos sentidos. -Fue lo que atino a decir.

Pero ella tenia razon, solo bastaba con dejarse llevar para que las cosas se dieran, la pregunta era si de verdad queria que se dieran.

Debia ser honesto, fisicamente esa mujer era muy deseable, pero quizas las cosas luego no fueran como lo esperaba.

-Entonces lo aremos a tu modo. Le dijo para luego seguir con ello, besando sus labios como hace un momento.

No apresuro las cosas, dejo que ella lo guiara para desempolvar ese aspecto de la masculinidad que hace tanto habia olvidado.

No pensaba faltar a esa reunión por nada en el mundo, y tampoco permitiría que todo se echara a perder por ese “feeling” inexistente.

Así que procuró hacerle el amor como una bestia, para terminar lo antes posible y aun así tener tiempo para volver a arreglarse de nuevo. Hacía bastante tiempo que no tenía relaciones sexuales, y era un milagro que nunca se hubiera agarrado nada. Tampoco le preocupaba en lo absoluto quedar embarazada… tanta hierba abortiva que había ingerido en el pasado de verdad repercutió para mal, había tenido consecuencias. Ya era tarde para lamentarse.

Cuando estuvo lo suficientemente cansada, y lo suficientemente segura que ahora no iba a quitarle los ojos de encima por un tiempo, fue cuando paró y se recostó a un lado, tratando de recuperar el aire y posteriormente lograr vestirse con tranquilidad.

―Ahora sí.

-Era el unico modo?- Preguntó con el aliento agitado.

Se quedo ahi recostado bocarriba viendo hacia el techo.

-...Por que no siento ninguna gran diferencia-

Siendo objetivo, si lo hubiera hecho acostarse con una prostituta y luego tratar de pensar en ella como en una esposa habria tenido el mismo resultado. El hecho era que Silas ya habia estado casado, ya habia sentido esa sensacion y la habia perdido cuando ella murio, probablemente no volveria a sentirla otra vez nunca, esa parte de él estaba marchita.

-Fue placentero y estimulante, no lo niego... pero espero que sea suficiente-

―Lo mismo digo…― Se acomodó el cabello, salió de la cama y volvió a vestirse, para después sentarse frente al espejo y secarse el sudor de la frente con un pañuelo de tela. Comenzó con el ritual de maquillarse hasta quedar presentable otra vez. Arregló su cabello para que quedara digno de ver. Se colocó un perfume caro, como el que usaría una reina.

Cada vez que hacía eso al principio no sentía nada, pero después se le comenzaban a revolver las tripas. Eso con el paso de las horas o los días.

―Es la mejor experiencia vacía… O eso dicen― Fue su comentario.

-Este matrimnio... este teatro quizas tenga que durar varios dias y repetirse otras veces en el futuro, ¿estarias dispuesta a intentar algo diferente a un simple acoston con tal de hacerlo mas creible?-

Lo cierto es que el tenia otra manera, aunque era un metodo de prueba y error.

-Creo que va a funcionar bien, y ni siquiera te vas a dar cuenta de que lo estoy haciendo, de hecho... independie temente de lo que me digas lo voy a hacer, asi que no hace falta que respondas-

―Todo sea por la causa. Esto solo tómalo como un impulso necesario para el momento… nada más que eso. La teoría no sirve si no se va a la práctica.

Ya estaba lista. Puso las manos encima de sus propias rodillas, esperando que se vistiera para así irse. Tenían veinte minutos.

-Por la causa. -Repitio para luego ponerse de pie.

Se volvio a vestir y a poner todo como iba, notando solo un pequeño cambio, su ropa tenia el aroma de su perfume.

-Es un buen detalle, espero que lo note. -dijo mientras olfateaba su camisa.

Se acerco a ella y le puso las manos en los hombros, acariciandoselos gentilmente.

-Es hora de irse cariño, cada minuto que nos demoremos es un minuto que le damos a ese malnacido para que respire un poco mas-

Sonrió disimulada con eso. Ese era el tipo de trato conyugal del que estaba hablando. Se alegraba de que al fin lo entendía. Solo esperaba que lo siguiera haciendo hasta la siguiente hora…
Salió hacia afuera, agarrada del brazo de él, mentalizándose todo lo que tenía que hacer para que los resultados fueran favorables y seguir avanzando con ese loco plan, a veces que simulaba no tener pies ni cabeza, pero que funcionaba como ella quería.

-Solo espero que cuando lo veas sepas contenerte... esta visita servira tambien para estudiar a nuestro enemigo, entre mas aprendamos de él mejor podremos predecir sus movimientos y exponer sus debilidades-

Cruzó el brazo con ella y se fueron juntos hacia aquella reunion, el alcalde Wright los esperaba en su oficina buscando en su archivero los titulos de propiedad que habia adquirido a base de homicidios y extorcione.

―Si tengo que ser sincera, tengo la mente fría y el corazón hirviendo― No tenía ningún tipo de inseguridad latente, solo una masa extraña revuelta en su pecho que estaba conteniendo y tampoco podía salir hacia afuera. Estaba atascada en su corazón, y atravesada en la garganta― Nunca lo vi personalmente― Fue lo otro que agregó.

Ella tomaba esto como la obra que determinaría que tan buena artista era. Si fallaba, todo se echaría a perder. Y si no, subiría a la cima del mundo.

Aun tenia dudas de que fuera a funcionar tan bien como esperaba, pero ya no habia vuelta atras.

Al llegar al ayuntamiento la secretaria del alcalde los recibio y los hizo pasar sin mucha demora, era una mujer de unos treinta años, voluptuosa y muy maquillada para ser una secretaria, tenia aroma a sexo oculto bajo una fina capa de perfume, supo de inmediato que era tambien su amante.

Dentro de la oficina, Wright los recibio poniendose de pie estrechando la mano de él y besando la de élla.

-Ustedes deben ser el señor y la señora Sullivan, un placer conocerlos- dijo con una dura sonrisa.

Así que ese tipo era el hombre que había arruinado su vida en todo el sentido estricto de la palabra. Ese tipo por el cual, por sus actos, la había dejado sola en el mundo y hundida en la miseria más grande que se pudiera uno imaginar. El sujeto que generó una evolución extrema del sentimiento de odio, para llegar a tocar la parte más oscura de su mente que concebía las peores atrocidades para él y los sujetos que trabajaban para él. Ese el cual era la personificación del mal en carne y hueso. Ese era la causa de todo…

Sin embargo, todo eso pasó en su cabeza a una velocidad extremadamente rápida, sin poder llegar a concebir todo y pensar en detalle.
Igual tenía una sonrisa risueña en el rostro, como la sonrisa que tendría una joven adulta de su edad que estaba felizmente casada y disfrutaba de los placeres de la vida junto con un esposo adinerado. Y su mirada era dulce, sin llegar a ser empalagosa, resaltando la belleza de sus ojos verdes, dándole la apariencia pura y libre de todo mal, además de una sensual ambigüedad sutil que le daba la forma avellanada de los ojos.
En resumen, una mujer encantadora.

―El gusto es nuestro― Fue la respuesta de Shalonda al recibir el saludo de cortesía.

-Según tengo entendido desean adquirir una propiedad en los limites de mu pueblo... me parece bastante bien y estoy dispuesto a venderles alguna, pero primero quisiera saber cuales son los motivos por los que decidieron venir a Celloville- Cruzó los dedos y se recargo hacia atras en su gran silla.

Como era de esperar actuaba de forma precabida y ahora esperaba la forma en la que respondian, tenia muchos enemigos y debia cuidarse de ellos.

-Señor alcalde dejeme ser franco, nosotros deberiamos estar locos como para querer vivir en un lugar como este, la razon por la que me interesa adquirir tierras cerca de Celloville es por que en años venideros pienso arrear mis vacas desde Texas hasta la costa Oeste, principalmente a California y desde hace unos años el crimen y el robo de ganado se ha intensificado en los poblados que hay en ese trayecto, por eso he estado comprando granjas a lo largo del pais, para mantener seguras a mis reses y no hacer viajes tan largos-

Supo cuando se ilumino su rostro al oirle hablar de reses que lo tenia en la bolsa, sin duda ya estaba planeando como y cuando se las iba a quitar en cuanto pusieran una pesuña en sus territorios.

-Ya veo... no niego que las cosas han empeorado desde que termino la guerra de sucesión y que su bella esposa sufrio un altercado hace unos dias a causa de unos malvivientes que no eran de estos lados... pero le aseguro que fue un incidente aislado y los responsables recibieron su castigo-

Se preguntaba si había puesto la misma cara antes de complicarle la existencia…

Shalonda arqueó las cejas hacia arriba cuando mencionó lo del altercado, como si aún estuviera muy asustada por lo sucedido aquella noche. Su expresión de compungida fue fenomenal. Si hubieran existido los Oscars, se lo ganaba a mejor actriz protagónica.

Ella se mantuvo en el papel de señora recatada, que solo decía algo si así fuera necesario, y si su esposo se lo autorizaba.

-Espero que así sea... mi mujer lo es todo para mi, nunca la habría enviado sola a ningún lado de no ser por que era absolutamente necesario, desgraciadamente mis negocios me mantienen de viaje todo el tiempo y es difícil para mi mantenerme en un solo lugar, por lo que ella se quedara aquí hasta que termine de arreglar mis asuntos en california, no estaré aquí para protegerla, así que necesito adquirir una propiedad grande y segura inmediatamente.

Mientras hablaba tomaba su mano con cariño y la acariciaba con delicadeza.

Ante esa acción, terminó sonriendo con una ternura propia de la muchacha enamorada que supuestamente era, sonrojándose en el proceso y mirándolo directamente a los ojos. Una expresión adorable por donde la vieras. Nada en exageración.

―Todo sea por ti, cariño…

Esperaba que esa información le fuera suficiente como para despertar un interés genuino en sacarles todo lo que “tenían” en su poder. Y que no hiciera más preguntas.

Le agradaba que las cosas se tornaran iguales que años atrás. Las ironías de la vida.

Wright guardo silencio unos segundos, tomo una carpeta de su escritorio y la puso sobre este.

-Creo que tengo el lugar perfecto para ustedes.-

La propiedad de los Abrahams que había sido adquirida apenas hace una semana luego de que sus dueños la hipotecaran y murieran asesinados por los hombres del alcalde.

-Diez hectáreas, con una cerca de piedra de dos metros de alto, los antiguos dueños eran ganaderos también, los corrales son grandes y están en buen estado, ademas de que el rió corre cerca de ahí, es suya por treinta mil-

Silas volteo a verla, había visto esa granja y valía mas de treinta mil, quizás el doble.

-¿Que opinas cariño?, ¿te gustaría ir a verla antes de comprarla?-

― ¡Me encantaría! Pero… ¿Es realmente necesario?― Le preguntó a su “esposo”. El papel de ingenua le venía bien, al pelo. Tenía que darle el primer lugar, ceder, hacer creer que la opinión de él era la más importante. Y que ella era una señora que se preocupaba por lo que pensaba su esposo, y que aceptaría sin más lo que le dijera, por el amor que le tenía y el cariño que sentía hacia su persona dada su juventud y los años de inexperiencia en la vida matrimonial.

Se mostró emocionada por completo. Como si esa próxima propiedad sería el nuevo nicho de amor al que podría llamar hogar.

-Supongo que no, si le hace falta algo lo construiremos o lo mandaremos traer- Dijo, aunque sabia que eso no importaba, el lugar era perfecto.

-Entonces esta decidido, le hare un cheque mañana y dependiendo como este el clima iremos a visitar nuestra nueva granja-

Silas se puso de pie y justo despues lo hizo igual el alcalde Wright, estrechando sus manos con formalidad.

-Supongo que estara cansado por su viaje- comentó mientras los acompañaba a la puerta. -Puede descansar tranquilo en mi pueblo señor Sullivan, hare que uno de mis chicos de confianza cuide la posada, le aseguro que no habra mas altercados.

Shalonda asintió con una sonrisa, aunque sabía lo que eso significaba. Genial, más sujetos para lidiar con los que seguramente debería guardarse la mano en el bolsillo para no partirles la jeta de un puñetazo.
Se despidió con una reverencia típica. Por dentro quería irse corriendo de ahí. Su desprecio aumentaba a pasos agigantados con cada segundo que pasaba… al igual que la angustia.

Lo peor es que después de eso quería estar en completa soledad pero no podría estarlo. Tomar su caballo e irse cerca del río para descargar su infinita pena. Eso era una imprudencia. Tenía que descartarlo.

-Tenemos que salir de este hotel a mas tardar mañana, esa persona que va a enviar... lo mas seguro es que ponga a alguien a vigilar nuestra puerta y otro a escuchar a travez de la pared, tendremos que actuar un poco mas hasta mañana, no hablar de esto en voz alta y preferiblememte durante la noche cuando se canse de escucharnos.

Tal y como lo habia dicho, para antes de que llegaran a la posada, en la habitacion de a lado habia un hombre con un estetoscopio pegado a la pared, y otro hombre cuidando la puerta.

Shalonda no respondió nada ante eso. Seguía sonriendo, extrañamente, como si de verdad se hubiera tragado el papel de esposa buena, esposa ingenua y joven inexperta de la vida. Cada paso que daba era como caminar por un sendero de cristal, como si pudiera resquebrajar con sus tacones al solo pisarlo. Tan frágil. Así como su vida. Estaba perturbada.

―Ya había pensado todo eso…― Fue todo lo que dijo. No podía hablar más. Era terrible el dolor… si su corazón hervía, este causaba que su mente se nublara.

Al llegar a la posada, subió de inmediato las escaleras, ansiosa por revolver sus cosas y encontrar algo importante entre sus pertenencias.
Abrió el baúl de golpe y empezó a sacar todo, reboleando sus cosas en el aire, desesperada. Allí encontró una foto vieja, toda gastada y maltratada. La foto de un hombre delgado y alto, con apariencia no muy grata, como la que tendría un campesino intentando subir de posición social, parado y apoyado contra una cerca de madera. Tenía los ojos entrecerrados y una gran sonrisa que arrugaba su rostro.
Cerró el baúl y se sentó encima de la tapa, dándole la espalda a la puerta y mirando hacia la ventana a una distancia prudente. No tardó en comenzar a lagrimear, todo en un abrumador silencio. Un dolor secreto.

Silas solamente se quedo en la cqma sin hacer ningun ruido, no podia decirle nada al respecto sin descubrir todo el engaño que habian montado, esperaria a la noche para poder hablarle entre susurros.

Quizas hubiera sido mejor ir a ver ese lugar, pero eso hubiera significado pasar mas tiempo actuando frente a Wright, lo pudo haber descubierto.

Ahora tenia que esperar en esa habitación, verla sufrir sin poder hacer nada para ayudar.

Se quedó sentada allí, sin moverse en lo absoluto, manteniendo una postura recta. De vez en cuando miraba la foto que tenía entre sus dedos de la mano derecha. La luz de la luna entraba por la ventana y parecía aumentar la soledad y silencio que la perturbaba.
Se había soltado el cabello, pues le había empezado a doler la cabeza terriblemente, una jaqueca insoportable. Pero en ningún momento se desvistió. Las cosas seguían desparramadas por toda la habitación.

Ya eran alrededor de las tres de la mañana, y seguía petrificada, con una mudez de muerte.
Acostumbraba a quedarse hasta muy tarde, y se terminaba durmiendo dos horas antes de que amaneciera. También escribía sin falta en su diario. Nada especial. Nada que la delatara. Pero esta vez no hizo nada de eso. Y dormir no era una opción, no podía hacerlo.

Se habia quedado dormido despues de un rato de haberse acostado,no lo habia hecho desde la noche antepasada asi que el cansancio le pudo.

Al despertar se dio cuenta de que ella seguia donde mismo, la noche estaba fria y la brisa helada entraba por la ventana, eso fue lo que le habia despertado.

Se levanto de la cama y se llevo la manta consigo, fue hasta donde estaba ella y la cubrio dejando sus manos en sus hombros y tocando fugazmente su piel.

-Estas muy fria, si sigues aqui te vas a enfermar- fue lo que le dijo. -Ven a la cama, necesitamos hablar- Todo esto entre susurros cerca del oido.