YOUNG GUNS III

Enfermarse era lo último que le interesaba en ese momento. Y lo último que quería en el mundo era moverse de ahí; empacada como una mula estaba. Comportarse así cuando estaba dolida era algo normal. Tampoco quería hablar… pero eso último fue lo que la impulsó a dejar de lado esa actitud. Esperaba que esos sujetos se hubieran rendido, aunque lo dudaba.

Fue a acostarse sin más. Era cierto que tenía frío, aunque eso había quedado de lado. Puso la foto de su padre encima de su pecho.

Se recosto a lado de ella y se acerco a hablarle cerca del oido, aun por precausion.

-Entiendo que estar cerca de ese hombre y finjir simpatia fue algo muy dificil, pero hoy lo hiciste bastante bien... tenia mis dudas de que si de verdad ibas a ser algo mas que un estorbo, pero hoy me convenci de que seria todo lo contrario... mañana no tendras que verlo de nuevo, pero si va a ser necesario seguir con esto del matrimonio en frente de la gente del pueblo-

>> Pero esta noche... si tu quisieras hablar conmigo respecto a algo, cualquier cosa, puedes hacerlo... o si quieres que aolo te haga compañia o te quite el frio esta vez estoy dispuesto a hacerlo... por la causa o por que de verdad sirva de algo.

No podía creer lo que estaba escuchando. Ella nunca sería un estorbo para nadie, sino solamente para los que se merecían que le pisara los talones. Les metería piedras en los zapatos hasta que se vieran obligados a quedarse descalza, y cuando sucediera eso, les soltaría víboras venenosas y otro tipo de alimañas.

―Muéstrame tu mano― Le pidió en un susurro― Cuando te dije hoy que te iba a matar si te lo quedabas o lo perdías o que valía más que tu vida y la mía juntas, no es porque necesariamente su valor material fuera inmenso (aunque de hecho, lo sigue siendo al ser de oro puro), sino porque tiene un valor sentimental muy especial. Me dolió el hecho de tener que usarlo para esto… Mi padre me hizo prometer que se lo daría al hombre de mi vida. Y me animó a que yo le pidiera matrimonio si él no lo hacía, pero estaba segura de que sentía lo mismo por mí, esa admiración y respeto. Porque eso hizo mi madre con él― Acarició el anillo con cariño y sonrió levemente.

-Es por ellos- comentó viendo el anillo que tenia en la mano. -Esa es la razon por la que lo odias a muerte, tus padres fueron victimas de otro de los crimenes de Conrad Wright-

Sabia que era algun tipo de venganza, pero no sabia que tan amarga podia llegar a ser.

-Se que tu nombre no es Jenny y que no te apellidas Sullivan... ¿quien eres?

―Solo mi padre― Había algo mucho más negro todavía, algo que dejaría como factor sorpresa hasta el final― Si te digo mi nombre real, tal vez te venga algo a la cabeza… Y si te digo como me conocen o solían conocerme todos, quieras entregarme ahora mismo. “Y tal vez te den una oferta mejor por mi cabeza que lo que yo te estoy ofreciendo…”― Pensó a lo último.

-Puede que sea un cazarrecompenzas, pero tengo mis codigos morales y profesionales... pero entiendo si quieres proteger tu identidad, yo lo haria si pudiera- Sonrio al ver lo precavida que era, habia algo en todo ese misterio que le fascinaba. -Entonces solo dime como debo llamarte-

―Faith es mi segundo nombre verdadero. Puedes llamarme así. Es lo más indicado por el momento― Miró el techo y largó un suspiro, y se llevó las manos al pecho para apoyarlas encima de la maltratada foto. En cuanto todo acabara, mandaría a hacer un retrato de su padre, para admirarlo arriba de la chimenea de su futura casa.

-Faith es un lindo nombre, puede que incluso apropiado a tu destino-

Esperaba q a ella no le pasara lo que a él, que por consumar esa venganza le costara todo lo que apreciaba y terminara muerta por dentro.

-Deberias tratar de dormir, apenas hemos empezado con esto y mañana habra que volver a ponernos la mascara de los Sullivan, ir a ver esa granja y empezar a preparar todo para la siguiente fase del plan.

Le resultaba curioso que su madre le hubiese dicho algo parecido cuando ella le preguntó por qué le había puesto ese nombre.

―Tengo que ser sincera en algo, y eso es que no puedo dormir. Y tampoco acostumbro a dormirme temprano. Y tampoco es como que planee fastidiarte con mis costumbres extrañas. Así que me quedaré en silencio hasta que amanezca y debamos reanudar nuestra actividad.

-Aja... pues yo tampoco puedo dormir cuando me despierto por las noches, y en vista de que no puedo salir de aqui supongo que te hare compañia-

Se paso las manos por la detras de la nuca y se quedo viendo el techo.

-Seria muy sospechoso si no desayunamos juntos en la mañana?-

―Sí. Y después habrá que responder preguntas que dan a entender más de una afirmación en tono irónico que otra cosa. No hay que darles pie a nada… podrían interpretarlo como cualquier cosa. ¿Alguna razón?― Se acomodó en la cama y también miró el techo.

-Ninguna... es solo que aqui abajo hay mucha gente y tu y yo llamamos mucho la atención, mas tu que yo en realidad... ¿tienes idea de cuantos hombres te voltean a ver cuando pasas? Es algo increible cuanto puede lograr llamar la atencion... yo se que es un pueblo no muy grande y tal pero, es como si fueras desnuda por la calle cubierta de miel-

No pudo evitar reírse a lo bajo con eso. Estaba consciente de aquello.

―Pensé que un par de trapos lujosos iban a tapar lo que me debería dar vergüenza. De todos modos, le digo a alguno de mis sirvientes que nos traiga el desayuno a la habitación.

Estiró las piernas, pues estaba un poco encorvada. Casi en posición fetal.

―Eso es un gran problema cuando se quiere conseguir un buen esposo― Bromeó.

-Bueno... y supongo que el que los engatuses y luego los estafes tampoco es de gran ayuda a la hora de buscar marido-

Se giro hacia un lado, para verla de frente.

-Comeremos abajo, servira de practica para mi actuacion-

Eso era jugar muy sucio… como ella acostumbraba a hacer cada vez que podía. Karma.

―No digas cosas de las que te puedas arrepentir― Ella sabía lo que decía. Había logrado engatusarlo para lograr que se acostara con ella, independientemente del motivo, eso significaba que podía hacer aún más cosas todavía. No todo estaba dicho― De acuerdo. No me hago responsable de las situaciones que se puedan plantear.

-Que es lo peor que podría pasar?, mientras tu sigas siendo la esposa dulce y complaciente que aparentas ser nada tiene por que salir mal- Pero como el siempre decía, las cosas nunca salen como las planean. -Solo iremos, pediremos algo y fingiremos ser la pareja perfecta y feliz, que va a la iglesia todos los domingos y le pide permiso al padre cuando quiere tener sexo-

―Uno nunca sabe que es lo que pueda llegar a pasar― Y mantener ese papel de niña buena le inflaba los ovarios a límites insospechados. Ella era una mujer que le gustaba ser complacida, y a la vez que encaraba como si nada a quien fuera (por gusto o conveniencia), aunque a veces parecía que esa personalidad atrevida tenía que ser enterrada de una vez― El desayuno es a las ocho. Me lo dijo el otro día la chica que atiende aquí.

Lo miró.

―No pretenderás que vaya a la iglesia… la última vez que fui a una, me tomé el vino y tuve que escaparme de una horda de gente. Y hacer confesiones no es mi especialidad.

-Pues a menos que Wright este muerto para antes del domingo vas a tener que ir, no te van a creer que eres quien dices ser si no te ven puntualmente todos los domingos en la iglesia-

A Silas tampoco le fascinaba la iglesia, estaba por demás excomulgado de ella, pero por suerte su disfraz se encontraría en un viaje ficticio, así que no tenia que ir a ningún lado.

―Diablos… Hubiera preferido una serpiente en mi bota.

Ya comenzaba a entrarle sueño. Supuso que el reloj marcaba las cuatro de la madrugada, por eso cada vez faltaba menos para quedarse dormida y más para que amaneciera.
Cerró los ojos y volvió a cambiarse de posición. Era extraño dormir con alguien tantas horas, estaba acostumbrada a estar sola y que los hombres que llevara a la cama solo estuvieran (a lo mucho) 120 minutos.
Se abrazó a sí misma para entrar en calor.

―Está bien. Haré mis confesiones ante Dios, el hijo y el espíritu santo― Volvió a usar un tono sarcástico, mezclado con uno adormilado― Pero solo me perdonarán por ser atractiva…

Y sucumbió ante el sueño. La fotografía cayó al suelo.

-Eres todo un caso Faith- Dijo mientras se acomodaba para tratar de dormir otra vez. -Me pregunto cuanto dinero valdrás-

Seguramente no se iba a conformar con su segundo nombre y la investigaría a fondo cuando tuviera tiempo.

Le saco un pedazo a la manta con la que la había tapado y se quedo dormido junto a ella, sin llegar a tocarla, se preguntaba como serian las noches de ahora en adelante ahora que debía fingir ser su esposo, si volvería a tener relaciones con ella en el futuro y si serian como esa vez.

A la mañana siguiente, comenzó la tortura de toda mujer de época con el corset. En esos tiempos estaba de moda los corset en forma de “S”, que acentuaban los pechos, disminuían el tamaño de la cintura y realzaba las caderas, dando esa forma tan característica y sensual.

Shalonda había comenzado a usar esas prendas a los 16 años, cuando ya era toda una señorita. Al principio era una tortura, y se había ganado varios desmayos por el mismo. También sabía que esas basuras eran muy abortivas, había visto los estragos que causaba en mujeres embarazadas, aun si no se ajustara mucho. Pero luego se acostumbró, era una prenda más.

Cuando salió el sol, habiendo dormido dos horas solamente, llamó a uno de los criados para que la ayudara a ajustarlo y ordenara la ropa que había desparramado por toda la habitación. Todo mientras su “esposo” se encontraba durmiendo. No hizo un solo ruido. Ella en poco tiempo ya estaba lista para bajar a desayunar y tener que poner su mejor cara de tipa voluble (y boluda). Tan solo se sentó en la tapa del baúl otra vez, mirando el sol entrar por la ventana.

Le tomo un rato despertar y otro reto mas desperesarse, cuando a rio los ojos se dio cuenta que estaba ahi sobre el baul otra vez.

-Ya estas ahi de nuevo mujer...- dijo entre bostesos. -Ni siquiera a salido el sol, que haces levantada tan temprano?-

Se dio un vuelco sobre la cama, su lado aun estaba tibio y tenia ese aroma dulce y delicado que deja una mujer cuando duerme. No pudo evitar la tentacion de tomar toda la manta y estrujarla.

―Costumbre― Respondió veloz. Permaneció de brazos cruzados, disfrutando de la leve brisa del aire que cada vez se iba extinguiendo más para después dar paso a un calor abrasador― Lo dices como si quisieras que me volviera a acostar.

Había estado pensando en esos momentos que cuando todo terminara, su cabeza seguiría siendo cotizada y viva o muerta, ella sería como un trofeo para quien la cazara.
Por eso debía borrarse al final de esa aventura, irse a la ciudad con toda su fortuna acumulada y no volver a aparecerse jamás en la parte Oeste del país.

-Tan malo seria eso?- Preguntó. -Es solo que tengo la sensación de que te desagrada compartir la cama conmigo... y lo entenderia si asi fuera, podfia dormir en el suelo sobre un tendido de ahora en adelante, nadie se dará cuenta-

Se sentia raro, incomodo por haber dormido con la ropa puesta, sobretodo con esa ropa tan formal y elegante.

Shalonda alzó la ceja. Era lo más extraño y estúpido que le había sucedido esa semana. Tal vez el sexo del día anterior lo estaba haciendo comportar así. No pensó que tendría esas consecuencias… bueno, en realidad sí, pero no tan pronto. Esperaba que no perdurara demasiado. Aunque coquetear era inevitable. Maldita naturaleza.

Se paró del baúl y se acercó, para agacharse frente a él y mirarlo a los ojos con una sonrisita socarrona de medio lado.

―Si fuera así te haría dormir en el piso desde un principio. O en la habitación contigua, independientemente de si tengo que cumplir con el plan o no― Se puso la mano bajo el mentón, interesada― A mí me da la impresión de que quieres estar conmigo una vez más…