۩ღ Acacia Amarilla ღ۩ [Privado , Evil-Dog]

-Si tu lo dices... ento ces te dire cosas lindas todo el tiempo! no pasara un solo dia en el que no haga que esto valga la pena, yo... hare especial cada dia, no se cuanto pasara antes de que puedas volver a Yellow, pero no tendras tiempo para sentir nostalgia, ya lo veras!-

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Marcus se aclaro la garganta, seña para Lucifenia para que se preparara.

Tambien tenia un par de cosas que decir, pero esperaria que Raziel se desahogara.

Lo que menos deseaba en el mundo y menos en ese momento, era comenzar a sentir melancolía y nostalgia por el recuerdo de la imagen de la cara de su hermano que se le venía a la cabeza cada dos por tres. A su dulce madre, y las tan iguales pero diferentes gemelas que tenía como primas. Tan solo largó un largo y fuerte suspiro.

—Confío en ti… Y no es porque es lo único que me queda, sino porque de verdad lo hago sin dudarlo. Sé que me harás feliz, pero también la felicidad mía dependerá de mí, porque si yo soy feliz, permitiré que tú incrementes ese sentimiento. Aportar un granito de arena, diría.

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El rey ni siquiera tomó los cubiertos para comenzar a comer.

— ¿Me vas a venir a decir a mí lo del bienestar familiar?— Resopló y lo fulminó con la mirada. Su tamaño físico y voz fuerte, grave y algo áspera eran muy intimidantes cuando hablaba.

—Sí— Raziel tenía una voz agradable y juvenil, a comparación de su padre, pero de un tono medio que podía cambiar según sus emociones. Ahora el color de su voz había cambiado para ser uno más serio— ¿Cómo abordar este tema sin que te ofendas estúpidamente ante mis palabras? Porque dudo que me dejes continuar una vez que comience a soltar toda mi verdad, la que no te gustará oír… y me interrumpirás.

Estuvo a punto de hacerlo, pero Raziel se le adelantó.

—Deja a Amaya en paz— Le exigió, un poco molesto— Ella es feliz sin ti. Tú fuiste la razón por la que ella se fue, o más bien, por las exigencias innecesarias y presiones que ejerciste sobre ella.

Eso escandalizó al rey.

— ¡Cómo te atreves!

-Seremos felices... ya no pueden detenernos, para mañana estaremos muy lejos buscando nuestra propia felicidad, haciendo las cosas a nuestro modo sin consultar a nadie... salvo el uno al otro claro-

Andreas no lo sabia en ese momento, pero la noticia de su fuga ya habia llegado a los oidos de su hermana. Por supuesto no iba a permitir que su hermano hiciera lo que se le viniera en gana, pues eso dejaba en muy mala posicion al pais en cuanto a relaciones con Yellow y Amatista, esa misma tarde junto un batallon y marcho en direccion a la ciudad de su padre, donde seguro lo encontraria.

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-Su majestad, quizas deberia escuchar a su hijo el principe...- Dijo Marcus tratando de volver la conversacion mas calmada antes de que empezaran con los gritos. -El compromiso con el rey de Amatista con la princesa Amaya no ha e mas que abrir una ventana para que este se haga con el trono de Yellow, no se obtiene ningun beneficio de esta alianza que justifique los peligros que se corren-

Ella solo atinó a sonreír y le dio un beso.

— ¿Te imaginas… a nuestros hijos? Siendo libres también. Jugando, corriendo, revolcándose por ahí y gritando mientras hacen travesuras y se divierten.
>>Alguna vez lo he imaginado. Siempre mi prioridad fue mantener mi libertad a salvo, pero sabía que sería inevitable que llegara el día en el que debiera traer una vida al mundo. Así que empecé a trazar algunos planes para prolongar la libertad de mis hijos y confeccioné una especie de lista de cosas por hacer con ellos.
>>La primera era ser feliz. La segunda era amar. La tercera era ser respetuoso. Luego seguía reír siempre, porque un día sin una sonrisa era sinónimo a un día perdido… También divertirse, conservar la esencia de un niño, jamás perder la curiosidad, explorar lo que nos rodea y si se puede más allá, tener metas a corto, mediano y largo plazo; cumplir esas metas, adorar lo que haces, aprender, tener esperanza y mantener la fe… Y la lista no acaba ahí, pero es lo que recuerdo por el momento.

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— ¿Y tú que sabes? Quince pretendientes desperdiciados, ahuyentados por la actitud soberbia de una niñita. Qué cosa más “graciosa”.

— ¿Y tú que sabes de Amaya? A ti seguro tampoco te gustó cuando te comprometieron con mi madre ¿Verdad?

—Irrespetuoso.

— ¿En serio? Tú nos irrespetas todo el tiempo, de las formas más crueles posibles, pero la que destaca más es tu egoísmo e indiferencia. No sabes lo que se siente ser comprometido— Miró a Lucifenia con tristeza, no quería lastimarla, aunque era ignorante de lo que ella sentía en ese momento— Seguro tampoco le preguntaste a nuestra madre si estaba de acuerdo esa vez.

Gloire se sobresaltó con eso.

— ¡Castigado estarás después de esta infamia!

—Estoy grande para eso— Respondió, tranquilo— Pero, ¿Me vas a negar que te ibas de juerga al pueblo disfrazado de plebeyo para rehuir de tus responsabilidades? Lo mismo que haces ahora de grande, solo que sobrecargando a Marcus porque no quieres hacerte cargo de lo que te agobia. Porque entre tus responsabilidades está tu familia, y eso te enloquece. Somos una carga para ti, y si dices que no, pues lo lamento, es lo que demuestras.
>>Lucifenia tampoco merece ser infeliz conmigo por el resto de su vida. Amaya tampoco. Ni ninguna mujer más de esta casa. No como nuestra madre.

— ¡Ya basta!

—La viva juventud de nuestro hijo nos está demostrando algo, querido… Y eso es que tiene razón en todo lo que dijo hasta ahora— Interrumpió Gloire. En eso, sacó la escultura de su hija— Si no quieres ver a Amaya en un trozo de mármol por el resto de tu vida, deberemos hacer unos cambios a partir de hoy. En nuestras cerradas costumbres y cultura si así es necesario. Yo ya soy una señora mayor, ya viví todo eso. Pero no voy a permitir un segundo más que mis hijos sigan siendo infelices.

-Hablas como si fueran a ser mas de uno o dos... no lo habia pensado de esa forma pero ahora que lo mencionas si que me los imagino, aunque realmente lo que veo son versiones infantiles de ti... tengo cierta facilidad para la predicción y apuesto a que tendremos niñas primero-

Se separo un poco, apoyándose sobre sus manos por encima de ella.

-Niñas bonitas de mejillas rosadas... de cabello negro y ojos violeta, eso es lo que veo-

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Sabia que el rey era el hombre mas terco del mundo, pero este asunto se había vuelto algo sumamente intimo, entre su hijo y su madre lo tenían contra la pared, solo esperaba que no explotara con una de sus rabietas y mandara a todos al carajo.

—Sería divertido… digo, no tendría que verme al espejo todos los días si ya tengo una versión en miniatura de mi en frente— Sonrió con ese comentario— Ah, pero algún día tendremos una parecida a ti ¿Cierto?

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—Me esperé de cualquiera los puñales, pero nunca de mi esposa y mi primogénito. Tendría que mandarlos a la guillotina por semejante insolencia. Que ofensa, por Dios.

—No mencione a Dios en vano— Gloire frunció el seño— Bien, ¿Quiere hacer eso? Hágalo. Quiero ver como se queda solo y afronta la realidad que le toca, sin su familia al lado apoyándolo. Apoyé demasiadas cosas incorrectas de su parte, incluso de manera bastante inconsciente la separación que ha causado en esta familia y en cada una de las almas que habitan este palacio. Pero ya no más. De ahora en adelante las cosas se harán por la vía correcta y decente… me ofende rey. Como reina, como mujer y como madre.

El rey no sabía que decir. Era amedrentado antes de poder contestar algo a todas esas acusaciones.

Lucifenia se metió a la conversación, frente a sus padres que estaban con la boca abierta, con toda la frialdad del mundo. Dejó la servilleta de tela encima de su regazo y comenzó.

—Pues parece que la infelicidad es contagiosa. Y como algunos son infelices, quieren que los demás también lo sean. Y si, tampoco nadie me preguntó qué era lo que yo sentía o pensaba con respecto a todo esto— Lucifenia era experta metiendo cizaña— Y ya que nos estamos sincerando y como soy parte de la familia, pienso que la idea de comprometernos a Raziel y a mí, desde el principio fue una pésima idea. No pegamos con nada. Solo nos vemos como hermanitos pequeños y no tan cercanos. Fin.

Eso hizo que el rey explotara en rabia, se parara de repente y se tomara el palo.
Era dejar el orgullo de lado o aceptar que muchas cosas debían ser modificadas.

-No lo se... se ve que tienes genes muy dominantes- Sonrió. -Pero eso no me molesta, sino todo lo contrario-

Acabó tumbándose otra vez, con la cabeza sobre su hombro, no tenia sueño, pero la sensación era demasiado cómoda.

-Al menos déjame ponerles sus nombres...-

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-Eso si que no me lo esperaba...- Dijo Marcus en voz baja.

Se había quedado sin palabras, y realmente no podía decir nada mas, el asunto se había vuelto puramente familiar.

Giró un poco la cabeza para verlo de reojo.

—Ponle los nombres que quieras, querido. Seguro serán bonitos e irán de acuerdo con su futura personalidad— En cambio ella estaba tan relajada que comenzó a entrarle sueño.

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De repente, la madre de Lucifenia se paró y se acercó a su hija. La agarró del brazo y la paró de un tirón, para luego llevársela. Era obvio lo que pasaría después… lo malo es que hasta podría llegar a pegarle con tal de disciplinarla.
Eso preocupó a Gloire. No dijo nada tampoco, se retiró y se fue atrás de la reina del sur y la princesa.

El rey también se fue, pero a seguir a su hermano.

Quedaron Raziel y Marcus solos.

-Algo tienes entre manos ¿Cierto?- Preguntó Raziel sin rodeos.

-Pero no serán muy largos... con sus apellidos tendrán de sobra-

Le dio un beso en el cuello y se quedo inmóvil, durmiendo a los pocos minutos.

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-Que hay de malo en cambiar las cosas a mejor... te aseguro que todo lo que hago es única y exclusivamente para la felicidad de otros mas que por la mía- Refiriéndose a Lucifenia. -Lo hiciste muy bien Raziel... puede que no haya sido una victoria inmediata pero pusiste las cartas sobre la mesa, y eso ya es un gran avance-

—No dije que hay algo de malo en eso. Pero no entiendo porque estás tan preocupado en la felicidad de otros… Ya sé que nos quieres, pero te conozco y sé que hay otros motivos detrás.
>>Sin embargo, haré como Amaya: esperaré a que la verdad llegue sola a mí.

Apoyó las manos encima de la mesa.

—Ahora hay que ver el siguiente paso a dar.

Solo esperaba que su padre no se pusiera más agresivo que de costumbre. Eso lo averiguaría al día siguiente.

-Si... Mañana-

Se puso de pie y fue a su habitación, esperaría que todos se fueran a dormir y luego iría a buscar a Lucifenia.

Pasaron un par de horas en las que no podía dejar de pensar en ella, en la forma en la que su madre se la llevo, solo esperaba que no hubiera sido demasiado dura con ella.

tomo el pasadizo y camino por los pasillos secretos del castillo hasta llegar a su cuarto, no escucho ruido dentro así que abrió la puerta escondida.

Lucifenia estaba acostada en su cama, boca abajo, con la cara enterrada en la almohada. Si no fuera por su tía, su madre la hubiese molido a golpes… solo alcanzó a darle una fuerte bofetada, pero con la suficiente fuerza como para haberle dejado hinchada la mejilla. Además que también tenía la marca de sus dedos en el brazo que le había tomado.

—“Vieja bruja”— Odiaba a su madre con su alma. Se hacía la que era una santa y luego, cuando los demás se daban vuelta, era una fiera terrible y violenta.

Golpeo la pared un par de veces levemente para que notara su presencia.

-Espero tu madre no haya sido demasiado ruda contigo esta vez...-

Se acerco a la cama y se sentó a un lado, poniéndole la mano en la espalda.

-Una noche inolvidable la que tuvimos hoy-

—Sí, ya lo creo que fue inolvidable— No despegó la cara de la almohada en ningún momento. No quería que la viera en esas condiciones— Presiento que todo irá de mal en peor. Están todos como locos… mi madre incluida. Aunque esa mujer ya está loca como una cabra desde siempre.

Se dio la vuelta y le dio la espalda.

-Pero nosotros no nos quedaremos por mucho tiempo para aguantarlos, verdad?-

Le puso la mano sobre el hombro.

-Si las cosas se ponen peor igual nos iremos a donde no nos encuentren, a como yo lo veo no tenemos nada que perder-

-Estoy muy preocupada por Amaya. Pero creo que tengo que empezar a pensar más en nuestra familia... y no me refiero a la mía, sino a la que estamos esperando...

Volvió a darse la vuelta, enterró la cara otra vez en la almohada, a excepción de un ojo.

-Nosotros no corremos peligro, no tienes de que preocuparte... dependiendo de los próximos días decidiremos si apresuramos nuestro escape o seguimos con el engaño mas tiempo, pero quiero que sepas que ya tengo todo listo por si ocurre una emergencia-

Le acaricio el cabello, y se recostó a un lado de ella.

-Fuiste muy valiente hace un rato-

—Nosotros no… pero nuestro hijo sí. Si hoy no fuera por mi tía, mi madre hubiera acabado por darme una golpiza y hubiera terminado tan solo hacía cinco minutos. ¿Por qué piensas que Ladelly es sumamente sumisa?— Guardó silencio— Gracias— Le costó pronunciar esa palabra, tuvo que hacer una fuerza sobrehumana— Es lo que tenía que hacer.

-Entonces procuremos no hacer enojar a esa mujer dragon hasta nuevo aviso... bueno, hasta que alguien le avise que te escapaste y que estas quien sabe donde ya, entonces puede hacer cuantas rabietas quiera-

Volteo a verla, aunque apenas alcanzaba a ver algo por debajo de aquella densa cabellera.

-Solo un poco mas... tratare de hacer el tiempo un poco mas llevadero, pero aguanta todo lo que puedas-

Suspiró con fuerza, sin siquiera intentar disimular un poco. Ya estaba harta de tener que aguantar a sus estrictos padres, que para ella no eran más que un montón de basura acumulada y vestida de lujosas ropas.

—Estaba recordando cuando me viste en esa fiesta con el vestido dorado. Lo primero que sentí al verte fue una intensa lujuria— Se sinceró como si nada.

-Pensamientos bastante precoses teniendo en cuenta que en aque entonces tenias poco mas de diesiseis años...-

Se giro y se puso de lado, viendola de lado.

-Pero supongo que de no ser asi no habria podido empezar a cortejarte en secreto... no habria tenido ninguna oportunidad de hacerlo en publico-

Extendio la mano para acariciarle la mejilla.

-Y tu tambien me pareciste muy atractiva... y muy desarrollada para ser tan joven-

—La mejor parte fue ponerme ebria con ese vino patero tan fuerte y fingir que me quedaba dormida encima de ti— Despegó la cara del almohadón y le sonrió con dulzura— Eso me dio la libertad de hacer lo que quisiera justificándome solamente con “uy, está borracha”.

-Y podias solamente habermelo dicho, yo te habria dejado que lo hicieras sin poner ningun pero-

Le sonrio tambien.

-Pero supongo que hacerlo de forma prohibida e incorrecta es mas divertido... como vernos aqui cuando todos se han ido a dormir, haciendo el amor bajo el mismo tdcho que todas las personas que se escandalizarian si nos descubren-

-Ahora quiero hacer algo muy diferente a otros días: Deseo permanecer abrazada a ti, hasta el amanecer, sin hacer nada más que mirarnos a los ojos de manera mutua. ¿Podríamos hacer eso, sin llegar a los extremos de siempre?

Se reincorporó, agarró la colcha y lo tapó a él junto con ella.

-Supongo que podriamos...-

Le hizo espacio para que lo abrazara.

-Pero eso dependera de si resistes no hacer nada mas una vez que estemos los dos tan cerca y empieze a hacer calor-