۩ღ Acacia Amarilla ღ۩ [Privado , Evil-Dog]

-Supongo que tengo que ir a buscarla... no?, antes de que se haga algo...- Claro que con algo me refería a que se empezara a tocar como una desquiciada y se quedara dormida a mitad del jardín.

fui a perseguirla por el jardín, se había emborrachado demasiado y ni siquiera habíamos podido jugar un poco mas.

La dulce niña que había sido antes de tomar, se había desvanecido para dar paso a esa loquita fiestera busca sexo que tenía guardada allí, bien adentro, cuando estaba con otras personas. Pero ahora no le importaba nada: que la oyeran gritar, decir incoherencias o gemir como desquiciada.

— ¡VIVA EL SEXO ORAL! — Empezó a gritar al cielo con las manos alzadas en dirección al mismo, dando vueltas en su mismo eje, agitando su cabeza para que se moviera su cabello con libertad — ¡En cuanto te atrape , voy a partirte al medio mi amor! ¡Verás! — Se cayó al suelo, riéndose estúpidamente boca arriba, esperando a que la encontrara y le diera lo que quería.

Si yo podía escuchar lo que decía, entonces todos los demás también podían hacerlo.

Convencerla de que fuéramos a un lugar mas privado podría ser imposible, dad la situación, pero al menos debía intentarlo, pues si ahora no le importaba, cuando estuviera sobria me lo habría de agradecer.

-Cari... creo que has bebido demasiado... que tal si nos vamos a la cama a dormir un poco?- Dije mientras la buscaba.

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-Corrijeme si me equivoco, ¿pero escuche que gritaba sexo oral?- Dijo Marcus todo sorprendido

— ¡NO!— Exclamó, aun tirada en el suelo y riéndose. No se podía levantar por nada en el mundo — Hasta que no me hagas sexo oral y me estrujes las tetas (xD), no pienso dormir. ¡No quiero dormir! — Volvió a gritar y patalear, pero enojada.

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—No te hagas el puritano — Lucifenia sonrió maquiavélica.

— ¡Pero qué cosa más horrible!— Exclamó Morgana con fingida sorpresa, saliendo de las sombras donde no alumbraba el candelabro — Parece que llegué tarde… o no me invitaron. Ese vino huele delicioso. ¿Alguien quiere más? — Miró a los fortachones de la guardia especial, los cuales dos estaban dormidos y el otro par papando moscas.

Luifenia miró a Morgana con cara de pocos amigos, rompió una botella vacía contra el borde de la mesa y se le lanzó encima.

— ¡PUTA! — Exclamó esta, intentando llegar a su cuello y cortárselo en miles de pedacitos.

Morgana la apartó muy fácilmente, pero sin llegar a ser brusca.

—Controla un poco a tu mujer. Ese bebé que tiene allí no crecerá si le doy una tunda en este momento — Agarró las manos de Lucifenia, inmovilizándola, la cual no dejaba de gritar improperios al aire.

-Claro cariño, pero no aquí... vamos a la cama y hacemos lo que quieras- Dije en un ultimo intento de llevármela de ahí.

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Marcus sujeto a Lucifenia para que se tranquilizara un poco

-En efecto, llegas tarde... la fiesta se acabo y nosotros ya nos vamos- Le dio una patada a la silla de uno de los guardias para que se despertara.

-Se acabo!!!, todos arriba- Les grito a estos

— ¿De verdad? Porque yo sí quiero… — Comenzó a lloriquear porque no podía ni sostenerse de algo.

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— ¡Oh no! Esto está muy divertido. Y por lo que veo, aun no han abierto el mazo de cartas — Se sentó en la mesa con una gran sonrisa.

Un guardia cayó al suelo, redondo y durmiendo lo más tranquilo, como un dulce bebito.

—La noche aun está en pañales— Puso los pies arriba del guardia tirado en el suelo — Relájese, su majestad, que no vengo con malas intenciones. Mientras tanto podemos charlar de política.

Lucifenia resopló.

—Está bien— Soltó la botella. Tenía la visión borrosa.

-Lo eentiendo cariño... Caminos, te prometo que cuando lleguemos te haré el mejor sexo oral que he haya hecho jamás y te estrujare las tetas hasta que se te salga leche a chorros-

La levante del suelo y la cargue sujeta sola del trasero y me la lleve de vuelta rumbo a la habitación.

-Burno mis estimados, esta fue una velada memorable, pero mi mujer esta muy ebria y será mejor que me la lleve a dormir... Con su permiso- dijo a los demás que estaban en la mesa antes de retirarse.

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Marcus solo se quedo mirando como esas dos mujeres se retaban con la mirada, ignoro por completo lo de Andreas pues le preocupaba lo que Lucifenia y Morgana estaban a punto de hacer, ese juego de cartas no iba a ser tan inosente como el hubiera querido, habrían de apostar algo y Lucifnia no era de las que solían ganar.

Amaya tan solo se quedó lloriqueando en la habitación, pero luego terminó durmiéndose como toda una bebita, con pulgar en boca y todo, hecha una bolita.

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— ¿Y bien? ¿Qué apostarás, súcubo?

Morgana sonrió y miró a Marcus.

—Tranquilo muñeco — Hizo una mueca y empezó a mezclar las cartas — Apostaré los planos del castillo de piedra más grande del Oeste, donde está viviendo Mordred… mi descendiente.

Lucifenia se la quedó mirando.

— ¿Descendiente…?

—Como escuchas, pero es una larga historia. Ahora es tu turno.

Se quedó pensando.

—Apuesto la información secreta que tengo archivada de cada uno de los miembros actuales de la corte del Oeste.

De algún modo, esas dos empezaban a tirarse información a su manera, mediante el juego.

—Gisella Morgana Pedran.

Ante esto, Morgana se sonrió aun mucho más.

—De acuerdo, Lucifenia Antonieta Jarishmort. También agrego a todo esto información confidencial sobre las prácticas de este clan oscuro.

Arrimó unas fichas al centro de la mesa.

-Lo siento amor, pero si hubiera hecho lo que me pedías, jamas me hubieras perdonado.

Al verla toda acalorada e incomoda en la cama decidí quitarle su estorboso vestido, y asi lo hice, le saque la ropa y los zapatos, a excepción de las medias, pues me parecía morbosamente sensual verla desnuda solo con un par de medias.

La escena me pareció tan erótica y excitante que no pude evitar cumplir mi parte del trato, asi que le empece a hacer sexo oral.

LA lami desde el culo al clítoris, poniéndola en una posición en la que estando sentado podía llevarme sus partes intimas a la boca y a la vez estrujarle los pechos

(Maldito internet, no me deja postear)

Fue despertando poco a poco por eso, pero en vez de reaccionar bien… Simplemente se puso a llorar, como si estuviera asustada y perturbada por algo. La borrachera ahora le jugaba una muy mala pasada.

—No… por favor…

Me detuve por un momento al ver que no lo estaba disfrutando como yo pensaba

-Esta bien cariño, solo soy yo- me detuve por completo y me puse a lado de ella para que pudiera verme.

—…— No respondió nada ante eso, solo sollozaba sin parar —No quiero… — Negaba violentamente con la cabeza.

De nuevo se le vinieron esas terribles escenas a la cabeza, donde era abusada brutalmente por incluso tres hombres. Y luego, las violaciones se hicieron peores cuando mató a uno de ellos en legítima defensa.
Incluso, antes de entregarla a los nobles de Amatista, la habían tenido como una prostituta, paseándola como una perra en celo de puterío en puterío. Después de todo, tener una carita de muñeca atraía a más sujetos. A nadie le importaba que estuviera embarazada de Isabel.

Si bien callarlo era lo mejor para todos, no lo era para ella. Pensaba en eso cuando no hacía nada, cuando no estaba con sus hijas o con su esposo, en esas horas o minutos muertos.
Se sentía avergonzada y muy humillada, degradada al punto de rebajarse a un animal.

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Las mujeres comenzaron a jugar, mientras se lanzaban peligrosas miradas de muerte.

—Desde que has entrado en guerra con Amatista, que no tienes exactamente con quién comerciar, haciendo tu economía inestable y cerrada. Además que tus gastos se acrecentaron mucho más de lo deseado. Los nobles pronto no tardarán en comenzar a querer pedir tu cabeza en una bandeja— Hablaba la súcubo, acomodando sus cartas entre sus dedos.

—Parece que alguien aquí sabe de economía. Pues bien, estás en lo cierto, Gisella Morgana. Pero ahora estamos a punto de comerciar con otros continentes, llevando materia prima principalmente. Además que ahora recortaremos un poco los gastos de la realeza… supongo que sí, me quieren muerta, pues ya han empezado con los panfletos.

—Comerciar con otros es una idea perfecta… Pero me temo que Amatista se aproveche de eso y saquee sus barcos mediante corsarios.
>>Está en peligro, su majestad. Tanto los nobles del Sur como del Oeste están confabulando en su contra. Debe apurarse y hacer un plan económico de emergencia. Aunque en este momento, haga lo que haga, dejará descontento a un sector u a otro.



(Internet putooooo! No me deja postear xD)

-Esta bien amor... no llores... todo estará bien- dijo tratando de consolarla

Al final solo la abrazo y la beso en la mejilla, si se quedaba dormida seria lo mas facil, aunque si no era en ese momento tendrían que hablar de lo sucedido algún día.

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-Y si buscamos ayuda del Este?- sugirió Marcus -Desde la ultima vez que casi invadimos tanto el Sur como el Norte, no ha habido intentos de limar asperezas, aunque ahora que Andreas es prácticamente el Rey del norte, tal vez se pueda convencer a su hermana de que nos ayude.-

Correspondió a su abrazo, pero esta vez acomodándose. Lloró tanto hasta el punto de quedarse profundamente dormida. Pero si de algo no se arrepentía, es que pensaba que había podido hacer mucho provecho a su nación sacrificándose ella misma.

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—Hmp— Lucifenia deformó la cara — Estaría bien. Pero temo que Amatista también se la agarre con el Este en el caso de que comenzáramos a comerciar nuevamente con ellos. A pesar que siempre dicen que no te metas en más de una guerra, Amatista es la actual potencia y quién sabe qué es lo que puedan llegar a hacer con tal de cobrar venganza. El Norte cayó, están esperando el momento oportuno para meter cizaña para que el Sur lo haga también... y llevarse por delante a todos.

-Aunque también ten en cuenta que pese a que el Norte cayo, no fue a manos de los de Amatista, ese demonio se adueño completamente de las tierras, y tanto los del Oeste como nosotros en el sur tenemos el mismo problema, que ese demonio expande su dominio en todas direcciones, y que por mas que lo intentemos no podemos frenarlo... aunque eso de cierto modo nos ha facilitado las cosas... los de Amatista son incapaces de lanzar su vanguardia por tierra, pues para llegar a nosotros tendrían que pasar por los dominios de El... pero ahora que encontramos una forma de recuperar ese terreno podemos ser nosotros los que decidamos como se va a librar esta guerra-

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Una vez que Amaya se durmió, Andreas empezó con esa vieja practica de hablarle mientras dormía.

-Lamento tanto lo ocurrido... lamento tanto que no te puedas desahogar conmigo, pero es que si me contaras lo que te hicieron... no lo soportaría, la sola idea de que otro hombre te tocara me vuelve loco, me llena de rabia, de odio... a veces solo quisiera ir a buscar a todos esos malditos y asesinarlos de formas horrendas, pero no ganaría nada con eso... por que tuviste que hacerlo, por que no te fuiste junto con todos los demás... lo peor del caso es que a pesar de todo no hubo ninguna diferencia con que te hayas quedado, ninguna.-

Esa noche no pudo dormir, se levanto de la cama y se empezo a vestir, quería aclarar su mente y salir del palacio a dar una vuelta.

—El señor tiene razón. Además, el Oeste solo podría atacarlos por mar. De ya les voy avisando que esa no es su especialidad y se arriesgarían a perderlo todo.
>>En fin, ganas tú por esta vez, Lucifenia. Lo mejor será que vayas a descansar, mañana te terminaré de contar las cosas.

— ¿Ga…né? — Se sonrió, sorprendida y adormilada.

-Señor?- Dijo Marcus extrañado de que usara ese termino con El.

En eso Andreas bajo de vuelta al jardin. No dijo nada, solo sigui de largo hacia la salida del palacio.

Tenia la mente hecha un tormento, pues si no fuera suficiente con lo de Amaya, tambien tenia que lidiar con el hecho de que El mismo era una abominacion, no estaba vivo ni estaba muerto...

-POR QUE DIOS!!! POR QUE PERMITES QUE COSAS COMO ESTAS SUCEDAN!!! - grito al aire una vez que estuvo fuera y bastante lejos del palacio.

-YO DEBERIA ESTAR MUERTO, NO QUIERO SEGUIR CON ESTA MIERDA... TU MALDITA COSA, SI ME VIGILAS AHORA MISMO QUIERO QUE DESHAGAS LO QUE ME HICISTE, YA NO PIENSO SEGUIR CON ESTA LUCHA, QUIERO QUE TODO TERMINE PARA MI... QUIERO QUE ACABE MI TORMENTO-

—Alguien no capta mi sarcasmo — Se rió y levantó al de la guardia del suelo y lo acomodó en la silla en la que estaba sentada ella — Desapareceré antes que alguien decida clavarme una botella rota en el cuello nuevamente.
Y se esfumó como la llamita oscilante de una vela.

—Un día de estos me van a volver loca… Y aun debo pensar el nombre del niño.

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La pequeña Elizabeth despertó en medio de la madrugada por alguna razón. Se le había ido el sueño, así que decidió que lo mejor era ir al cuarto de sus padres para ver si se apiadaban de ella y la dejaban dormir con ellos.
Al dirigirse hacia allá y ver que su madre estaba durmiendo desnuda… le dio cierta impresión, pero se acostó con ella de todos modos.

—Mami, la otra vez pensé que te habías ido porque no me querías… No te vayas nunca más ¿Vale? Porque yo te amo — Buscó su pecho y se apoyó en él, quedándose dormida.

Isabel, que la había seguido, se sintió bastante celosa al respecto. Se sentó en el suelo a contemplarlas.

Al no haber respuesta de ningún tipo por parte de aquella entidad, decidió poner fin a su miseria el mismo... o mejor dicho buscar a otra entidad que se encargara de hacerlo.

Andreas, entre los muchos conjuros e invocaciones que conocia, habia uno en particular que solo un invocador demente o muy desesperado se atreveria a pronunciar: llamar a la muerte en persona para que viniera por el.

-Hoy algo en el aire esta noche
Me envia saludos desde el otro lado
Quiere ver la vida que hay debajo de El
Pues muerte habra cuando toque el suelo
No hay un dios al que encomendarme cuando me vaya
Pues es El quien causa mi tormento

Te dejo ir, dejame solo
Mi trabajo esta hecho, y ahora es tu turno
No quiero ver atras, ni decir adios
muéstrate ante mi, Ereshkigal

La siguiente parte del conjuro suponia que debia hacerme una herida de muerte, aunque en mi condicion un corte un la yugular o en el corazon seria suficiente.

-"Perdoname Amaya..."- Dije empuñando la espada rota que cargaba conmigo

Al sentir aquel cálido abrazo de parte de la futura princesa Elizabeth, Amaya también la rodeó con sus brazos, inconsciente de todo lo que ocurría a su alrededor. Sentía que le estaban dando todo el amor del mundo e incluso protección.

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Lucifenia se quitó los zapatos.

—Creo que fue una muy mala idea organizar esto. Todo terminó tan mal, no sé qué podría empeorar.

Cuando el conjuro se completo y mi sangre fue derramada en ofrenda a la muerte, rayos, truenos y centellas invadieron el cielo

Negras nubes cubrieron el cielo, la tenue luz de la Luna desapareció por completo y solamente el resplandor de los rayos que golpeaban el suelo permitía que viera lo que estaba por suceder.

Pude escuchar como algo grande batia sus alas en la oscuridad del cielo nocturno. La criatura no tardo en postrarse ante mi, era un ser grotesco, un humanoide que encorvado media cinco metros de alto y que sostenía una especie de guadaña, no tenia ojos, su piel era gris y era casi lampiño.

-No pensé que fueras a ser tan feo...- Dije, burlandome de el.

La criatura solo grupo y empuño su arma con ambas manos y con fuerza y extrema violencia la uso para atravesar mi torso, dese la espalda hasta el pecho.

La criatura alzó el velo nuevamente hacia las nubes, llevandome consigo al otro mundo.

Cuando abro los ojos me di cuenta que ya no estaba en ningún lugar del mundo mortal, sobrevolabamos un desierto con arena de color purpura, no había ningún tipo de vegetación en el, solamente cuerpos moribundos regados por ahí que eran atormentados por mounstrosas aves rapaces.

La muerte me llevo hasta lo que parecía una ciudadela, un lugar imposible, con enormes edificaciones de formas demenciales que parecían haber sido construidas por gigantes.

Los muros de la ciudad estaban completamente corroídos y desgastados, las calles cubiertas de arena y sus habitantes eran solamente almas atormentadas que vagaban sin rumbo.

No cabia duda, ese era el infierno.

“¿Qué podría empeorar?”

Se volvió a repetir a sí misma Lucifenia antes de cerrar los ojos.
Y sí, definitivamente, su optimismo no tardaría nada en derrumbarse como una débil torre de naipes.

La noticia no tardó en llegar a sus oídos al día siguiente al apenas levantarse y quedó en un estado de shock. Pero si todo parecía estar marchando más que bien… ¿Cómo se lo diría a su prima?¿Con qué cara iría a enfrentarla? ¿Y las niñas? ¿Qué sería de esas pobres criaturas?
No podía ser posible ¡Debía ver eso con sus propios ojos! Pero mejor no, porque sentía que si lo hacía, iba a desfallecer. Sinceramente no pudo digerirlo.
Tenía que informárselo a Amaya antes que esta se enterara por otros medios.

Fue corriendo así en camisón como estaba, a la habitación de esta. En la puerta estaban Elizabeth e Isabel con una cara aterrada, como si hubiesen visto un maldito espectro.

—Mierda— Quiso abrir la puerta, pero estaba trabada desde adentro. Comenzó a tratar de derribarla — ¡GUARDIAS! ¡GUARDIAS! ¡GUARDIAS! — Exclamó a los cuatro vientos — ¡NANAS! ¡LLÉVENSE A LAS NIÑAS!

Definitivamente se había enterado de las malas noticias.

Le dio muchas patadas a las puertas, con toda la fuerza del mundo, pero no consiguió romperla hasta que vinieron los de seguridad y la tiraron abajo, literalmente.

Y allí estaba ella, Amaya, sentada en el suelo, desnuda, con el cabello revuelto y una mirada demencial. Había perdido la cordura, como si un “click” le hubiera hecho en la cabeza de un segundo a otro.  Se abrazaba las piernas, mientras balanceaba su cuerpo de adelante hacia atrás. Y se perturbó aun más cuando se acercaron a ella. Atacó al primer guardia y le arañó toda la cara, además que le arrancó la punta de la nariz de un mordisco.
Con una fuerza que estaba fuera de todo límite, la fuerza inhumana de un loco, derribó a todos los guardias y a Lucifenia y salió corriendo, toda manchada de la sangre de aquel desafortunado hombre y un cinturón en la mano.

— ¡SÍGANLA! ¡ATRÁPENLA ANTES QUE HAGA ALGO! — Se paró como pudo — ¡¿Quién MIERDA SE LO DIJO?! ¿QUIEEEEEEEN!

Amaya, fuera de sí, llegó hasta la huerta donde había estado el otro día y vio el pozo que había hecho jugando con sus hijas. Ahí se largó a llorar a los gritos, mientras decía miles de incoherencias. Embarrada, agarró el cinturón y se lo puso  y ajustó en el cuello, mientras repetía el nombre de sus familiares, vivos como muertos. Todo lo que le habían arrebatado…

— ¡LADELLY! ¡PADRE! ¡MADRE! ¡RAZZIEL! ¡LUCIFENIA! ¡TÍOS! ¡ELI! ¡ISA! ¡ANDREAS!

Fue hacia la parte trasera de la huerta, afuera, y allí envolvió el cinturón a la rama de un árbol.

— ¡LADELLY! ¡PADRE! ¡MADRE! ¡RAZZIEL! ¡LUCIFENIA! ¡TÍOS! ¡ELI! ¡ISA! ¡ANDREAS! — Volvió a gritar hasta escupir sangre. Se había lastimado la garganta — ¡DIOS, JEHOVÁ, YAVÉ! ¡LO SIENTO!

Y se ahorcó.

Fue demasiado tarde cuando la encontraron.

Lucifenia sentía que su corazón se encogió al punto de desaparecer, que explotó y se murió miles de veces de la forma más atroz posible.
Se largó a llorar a los pies de su prima, que, loca, se había suicidado. Se los besó con cariño mientras trataba de acariciarlos mientras los guardias la descolgaban.

—Eli, Isa… — Quería morirse con ella. Sintió el mismo vacío que cuando se había muerto Ladelly.  Pero debía ser fuerte, por esas niñas… — Que Dios perdone tus pecados y tengas un buen camino al cielo.

Aquella cosa se paro encima de una enorme estatua, esta tenia una forma mas humana, pero con dos pares de cuernos que salían de las sienes.

-Hemos llegado- Dijo la bestia

-A donde?- le pregunte, pues aunque mi pecho estaba destrozado y mis pulmones completamente rasgado podía seguir hablando.

-A tu bautizo Astaroth... Tu bautizo de fuego, La diosa del mundo verde te escogió para que reestablecieras el balance que rompió Malebolge al introducirse en el mondo Mortal-

-Yo no puedo detenerlo... Malebolge es demasiado para mi, conoce todos mis poderes, sabe todos mis trucos... La ultima vez que me enfrente a el... No podría decir que salí con vida, de no ser por esa mujer...-

-Te equivocas, ella no te hizo nada en absoluto... Si seguías con vida después de ser asesinado, es por que hay mas de Malebolge en ti de lo que crees-

>>hace veinte años, cuando Malebolge culminaba sus planes para entrar al mundo Mortal en su verdadera forma, fue traicionado por sus sacerdotes, que robaron sus poderes para ellos mismos... Pero eso no fue suficiente para que se echara atrás en sus planes, debil, pero no vencido busco a alguien, a ti... Un niño con alma de mago que era fácil de manipular y controlar. Y así durante años Malebolge en secreto formaba en ti el recipiente perfecto para su regreso... Pero dadas las circunstancias te abandono y te traiciono antes de que estuvieras listo.

>> Pero ese fue su error, y esa es la ventaja que debes aprovechar, La diosa del mundo verde no te lo dijo, pero dentro de ti hay un semidiós, el cuerpo de un señor del infierno... De este, el octavo circulo del infierno.-

>>Por eso te he traído aquí, al momunemto de los inquisidores, pues en este glorioso día renaceras como un inquisidor... La némesis de Malebolge y el único que puede devolverlo al inframundo.

Lo sujeto del torso y lo arrojo desde la estatua hasta un poso el cual estaba lleno de la energía residual de millones de almas torturadas, los habitantes del infierno.

Cuando este salió por la orilla del poso, había cambiado completamente su apariencia, su cuerpo era oscuro del cabello a los pues pueda excepción de la cara y el pecho que eran completamente blancos, le habían salido cuernos y sus dedos terminaban en afiladas garras... Era la misma imagen que tenia aquella estatua.

Podía sentir cada centímetro de ese infernal lugar, cada alma que novia dentro de el y cada nueva alma que atravesaba la frontera del mundo de los vivos... Amaya!

-Tonta... Por que lo hiciste- Maldije -MUERTE! ACEPTO EL TRATO QUE ME OFRECES! PERO CON UNA CONDICIÓN!, DEBO LLEVARME UNA ALMA CONMIGO!- le grite

La muerte me llevo hasta la entrada del purgatorio donde Amaya estaba por llegar

-Puedes llevartela si quieres... Pero te sugiero que la dejes caminar por el purgatorio para que limpie su consciencia y pueda volver contigo-

-Entonces esperemosla del otro lado-

Esto era algo que Amaya debía hacer sola, para superar el trauma de su suicidio y el infierno que sufrió cuando estuvo cautiva en Amatista.

Lucifenia mandó enseguida a velar a su prima, que ahora, por lo que podía ver en su rostro sereno, parecía estar encaminándose a un lugar donde pudiera estar en paz consigo misma.

Tardaron un par de horas en prepararla para que estuviera presentable, aunque ni con maquillaje lograban tapar aquellas horribles marcas del cinturón en su cuello; así que procedieron a ponerle una cinta blanca en su garganta, de donde colgaba una cruz pequeña de oro con diamantes y rubíes incrustados.
También la peinaron, pero Lucifenia prefirió que la dejaran con el cabello suelto, para recordar esa faceta sencilla que estaba teniendo en el último tiempo, en la cual se la veía más viva que nunca.
La muerte parecía haberla embellecido por un momento, en el que aquel aire fantasmal simulaba estar presente en ella por la apariencia que le daba aquel blanco vestido romántico de novia.

— ¿Por qué…? Tus niñas Amaya, tus niñas — Sollozó una vez que la trasladaron a la segunda iglesia principal de Yellow del Sur.

Allí comenzaría la misa privada e improvisada. Tuvieron que posponer todo lo que tenían programado para llevarla a cabo, y más si se trataba de la linda y dulce princesa del Norte.

La noticia no tardó en llegar a boca y oídos de todo el mundo, haciendo perder la esperanza nuevamente en todos los habitantes que creían que con la vuelta de la heredera al trono, se iba a solucionar su indefinida situación.

Tuvo un gran impacto social que conmocionó incluso al que no sentía mucha simpatía por ella. A pesar de las críticas, algunos estaban un poco arrepentidos, pero otros sonreían maléficamente pues se habían sacado, literalmente, un muerto de encima y además podrían hostigar a Lucifenia en su estado de debilidad para que esta renunciara a su trono o se fuera bien lejos para olvidar lo sucedido.

Se declaró duelo nacional inmediatamente.

Las niñas estaban presentes y pudieron ver por última vez a su madre. Elizabeth estaba destrozada y comenzaba a sentir algo nuevo que iba creciendo poco a poco: decepción.
Su madre le había prometido que estaría ahí por ella siempre en todo momento… y miren, allí estaba, intacta en un cajón, habiendo roto todas sus promesas y desligándose egoístamente de ellas.

—Esperemos que esta misa sirva para acortar su estadía en el purgatorio — Le habló en un susurro el sacerdote a la Reina.

-Ahí viene- Dijo la Muerte -Déjala expiar sus culpas, En estos momentos su mente es un tormento, pero contrario a lo que la mayoría de los mortales creen, el purgatorio no es un lugar de tormento para las almas... Cuando termine de recorrer el sendero estará tranquila y podrás hablar con ella-

-Recuerda nuestro trato muerte... Si ella no se va conmigo de regreso, malobolge puede quedarse con la mierra entera, pues no me interesa una vida sin ella-

-Ella puede irse una vez que enfrente a sus demonios y expie sus culpas... Y tu debes hacer lo mismo, debes caminar por el purgatorio y librarte de los demonios que te atormentan, la vida de violencia y horrores que tuviste a lado de Malebolge... El trauma de tu muerte, y el de tu esposa-

>>Camina por el purgatorio y encuentrate con ella a medio camino, si residen continuar con su vida en la tierra y enfrentarse a Malebolge los regresaré a esa noche antes de su muerte, si deciden rendirse y quedarse en el infierno sigan el paso por el purgatorio hasta las puertas negras, y quede se aquí por el resto de la eternidad.-