۩ღ Acacia Amarilla ღ۩ [Privado , Evil-Dog]

—Oh bueno, puedo venir a reclamar todo eso que dijo, como también decirle que puede llegar a divertirse mucho desquitándose con varios que se le pongan en frente — Entonces, Amaya, miró a Morgana para que le pasara la caja de madera que dentro contenía el arma — con esto — Y se la mostró, todo para captar el interés de Aurora — Pero puede pasar de contemplar esto a tenerlo en sus propias manos… ¿Cómo? Muy simple…

Y empezó a explicarle la situación y lo que habrían de hacer.

Morgana desvió un poco la mirada, de una manera muy, pero muy disimulada y por un momento le dio una ojeada muy coqueta al rey.

“Si supiera”, pensó ella. Se relamió los labios lujuriosamente.

-Nononononononono- dijo el rey mientras se acercaba a Amaya, interrumpiendola en el proceso. -Mi amada Aurora esta muy malherida, aunque lo que propones suena muy divertido ella no puede hacer tales cosas, debe quedarse aquí a descansar y recuperarse- Le arrebato el arma a Amaya y empezó a examinarlo, ignorante de para que servia o que es lo que podía hacer.

-Pero en cambio yo... Mi pájaro esta hambriento y preparado para destrozar todos esos culitos enemigos- Dijo mientras sujetaba con fuerza el arcabus, jalando por accidente el gatillo y disparando contra una cabeza de ciervo disecada que adornaba la pared, haciendo que esta volara en pedazos. -Oojojojo... He hecho eso yo? Están todos bien? Estas bien Gerardo?- Pregunto al que al parecer era su sirviente favorito (por motivos desconocidos)

A Amaya eso no le parecía una muy buena idea…

Morgana sonrió divertida, estiró la mano y le sacó el arma al rey y la guardó en la caja de madera.

—Parece que a alguien deberé enseñarle a cómo usarla— Comentó Morgana, que ya había estado examinando esa cosa antes de aparecerse en el Este y después de darle una paliza al sirviente de Mordred — No toque esa , puede haber mejores… y solo para usted— Mintió , pero sonó increíblemente convincente.
Si ese tipo accedía a darles todo lo que pedían, ella podía seguir engañándolo en su propia cara como si nada. Además que lo había dicho en un tono algo sugerente, para que solo lo captara el rey.

Amaya alzó una ceja.

— ¿Oh no, Reina Amaya?— Quería que le siguiera la corriente.

—Claro…

-Oh si, si, si!!! Necesitare muchas de esas, una de cada color por lo menos para que combinen con todos mis trajes... Si, iremos por ellas-

Se dio la media vuelta y camino hasta donde se encontraba el hombre de armas de la corte.

-Gerardo, necesito que prepares a mi escolta personal... Mmm... Mejor solo a la mitad, con dosmil hombres serán suficientes para protegerme, pero necesitare muchos barcos para moverlos... Trae a todos los que puedas, y que los demás vayan con mi querido cuñado y su adorable esposa, que se lleven sus porquerías y sus espadas y todo eso que necesitan para jugar a los soldaditos, no me importa... Y caballos! Que lleven caballos!-

Empezó a caminar de regreso a sus aposentos cuando justo pasaba por enfrente de Amaya se detuvo.

-Hablando de caballos... De casualidad aun conservas ese magnifico y viril ejemplar de Árabe purasangre? Dime que si, hace algunos años hice hasta lo imposible por conseguir ese caballo, pero cuando al fin pude rastrear al hombre que lo había traído desde oriente tuve la desdicha de enterarme que ya no lo tenia... Casi mando invadir tu reino para conseguirlo... De no haber sido por... Bueno, ya sabes la historia.- sonrio para seguir caminando.

Amaya no respondió nada, ni un sí ni un no. Y en caso de haber una respuesta, sería un rotundo NO. Fir era sagrado para ella.
Solo miró a Morgana que tenía una sonrisa dibujada y triunfante en el rostro. Quién sabe qué es lo que pasaba por la mente de ese demonio. Pero por lo menos ya tenían lo que querían para “jugar a los soldaditos”.

Morgana pensaba que tenía que cumplir con lo dicho, pero hasta el momento no había visto armas de colores, sino solamente bellamente adornadas. Eso era un problema, pero lo podía solucionar muy fácilmente.

-Entonces supongo que perdí ese caballo para siempre... Bueno, igual ya me había resignado.-

Antes de salir del gran salón, al rey se le ocurrió una magnifica idea, se dio la vuelta y dio un salto hacia adelante.


-tengo una idea, por que no se quedan aquí esta noche? Mi escolta no estará lista para salir sino hasta mañana, y seria una oportunidad magnifica para conocernos mejor-

Amaya estaba por decir un firme y rotundo NO, pues quería estar con sus niñitas, pero Morgana se le adelantó y le dijo que sí con una gran sonrisa. La primera casi fulmina con la mirada a la última, pero Morgana sabía lo que hacía, pues, mientras pudiera retrasar lo de las armas, mejor. Además que podían aprovechar a limar cualquier tipo de aspereza. Sabía que era arriesgado, pero valía la pena.

-Excelente!!!- exclamo emocionado. -Los veré en la cena- fue lo ultimo que dijo antes de retirarse.

Cayó la noche y como lo había prometido, El rey organizo una cena, e incluso mando elaborar invitaciones personalizadas para Amaya y para Morgana, pero no para Andreas que había sido citado para cenar con su hermana por separado.

Los subditos llamaron a la puerta, la cena estaba lista y debía llevar a los invitados a sus respectivas mesas.

El rey, que esperaba en el jardin real, habia colocado una pequeña mesa redonda, con tres sillas simétricamente distribuidas y sobre la mesa una amplia variedad de licores, copas de todas las formas y colores y una docena de meseros que sostenían en bandejas todo el menú de aquella noche.

Aurora por su parte se encontraba en el comedor real, detrás de una larga mesa rectangular, caso con nada mas que un mesero que esperaba inmóvil a lado de ella.

Antes de ir al encuentro, la reina amaya tuvo una leve charla con morgana en la que la última le recordó que empezara a acostumbrarse a hacer ese tipo de cosas, como lo era soportar cenas protocolares, puesto que una reina tenía que tolerarlas muy seguido. Que recordara las clases que le habían dado sus antiguos maestros para prepararla como princesa.
Debía tomarlo como un entrenamiento más.
Se dirigieron hacia allá.
Amaya comenzó a preguntarse donde estaba su esposo.

-Ah, vinieron!- exclamo el rey al verlas llegar -Como si tuvieran opción- dijo bromeando.

-Me he encargado de asegurar que los platillos que cenaremos hoy sean de lo mas exótico que hayan privado en su vida... - hizo una señal a lo meseros para que sirvieran el primer guiso de la noche, que aunque eran porciones pequeñas había mas de una docena de platos diferentes y como era costumbre, debían probarlos todos.

El rey, aunque escandaloso era una persona bastante astuta, no tardo en darse cuenta que la princesa Amaya estaba incomoda por no saber de su esposo e inmediatamente hizo un comentario al respecto.

-Supongo que ya se habrán dado cuenta que nos hace falta un par de hermanos, verán... Aurora esta muy arrepentida de su comportamiento de estos últimos días, por lo que me ha pedido que le... Conciliara la oportunidad de disculparse en privado con su querido hermano, es por eso que no cenaran con nosotros esta noche-

Tomo una de las botellas, la cual estaba llena de burbujeante champán y lleno tres copas.

-Pero eso no significa que no podamos disfrutar nosotros solos de esta velada... Por cierto, Morgana querida... Me sorprende que vengas vestida de esa manera, un cuerpo como el tulló no debería estar cubierto de esa manera con ropajes tan... Extensos-

Amaya, entonces, sonrió al igual que Morgana, de una forma bastante natural y simpática, tal y como se lo habían enseñado sus maestros desde la más tierna infancia: nunca perdiendo la gracia, la feminidad, cortesía y sobre todo, la cordialidad. Pero por dentro estaba muy preocupada; quién sabe que podría pasar. Sabía que era una pésima idea, aunque también comprendía que algo Morgana se traía entre manos y que esto tenía que ser una experiencia más para aprender a ser una buena reina. Solo quería abrazar a sus bebés una vez más.

—Dicen a veces que menos es más… — Respondió aquel demonio con cuerpo de mujer y el carácter y los gestos llenos de gracia propios de una.

No se pondría a dar explicaciones tampoco.

-En tu caso si... Bombón-

Bebio del liquido que llenaba su copa como si de agua se tratara y volvió a rellenarla, esta vez con un licor mas fuerte.

-Debo decir que me gusta que mis reuniones sean memorables... Y aunque siempre digo que nunca hay que perder la elegancia, les agradecería enormemente que nos olvidemos por un momento de las formalidades y seamos un poco mas... Abiertos-

Se puso de pie y se paro detrás de Morgana, para retirarle la capa que llevaba encima y dársela a un mesero para que la colgara-

-Por que no empezamos a romper el hielo de una buena vez? Seguramente tenemos muchas cosas en común... Y estaría mas que encantado de descubrir cuales son... Seguramente a todos nos gustan los caballos... La musica fina... El semen de un hombre en la boca- Dijo con bastante pocardia, dándole un ligero codazo a la sucubo. -No me digan que soy el único en esta mesa que lo ha hecho-

Amaya no respondió a eso. Morgana era un peligro y si pasaba lo que tenía en mente, todo se echaría a perder.

Entonces, antes de poder decir algo, Morgana se soltó su brilloso cabello, que en ese momento lo tenía hecho un rodete y el pelo de esta cayó hasta bien abajo, por donde sería la rodilla. No era ningún secreto que las mujeres seducían con el cabello y que tenerlo largo significaba tener más chances para ligar con un tipo. Y más si este era cuidado y hermoso. El del súcubo lo era.
Morgana se había dado cuenta de que Amaya no quería hablar de esas cosas y por lo tanto debía crear una distracción.

—Je… No es ningún secreto para nadie que todos alguna vez lo hemos hecho— Morgana miró a Amaya y sonrió — Aunque a algunas les gusta más montar a caballo —Esa frase tenía un claro doble sentido.

—Tal vez — Respondió la futura Reina con una pícara sonrisa, siguiendo la corriente.

-Oh, ustedes dos están hablando en claves... Parece que aun no me he hecho merecedor de su confianza, pero bueno... A
Para el final de esta noche sere su mejor amigo, se los aseguro-

Dio la seña para que sirvieran el siguiente plato y de nuevo relleno las copas, pero esta vez con vino rosa.

-Entiendo que dadas las circunstancias pasadas vean en mi a una amenaza, pero creanme cuando les digo que estoy en la mejor de las disposiciones de ayudar, cuando Aurora me dijo que estaba entre tus peticiones empezar a comerciar con Yellow del sur de nuevo no puse ni la mas mínima objeción, por el contrario... De hecho soy un gran admirador de la reina Lucifenia... Tengo un cuadro enorme de ella en mi galería privada, es probablemente uno de mis cuadros favoritos, aunque debo decir que siempre me han gustado las melenas pelirojas... Desde el punto de vista cosmético claro.- Hablaba sin sentido alguno, su objetivo no era otro mas que el lograr que ambas mujeres se desenvolvieran con El.

Amaya se entristeció un poco cuando oyó el nombre de Lucifenia. Estaba tan preocupada por ella y por su salud mental. Sabía que ella era muy frágil en ese sentido.

—Lucifenia es una mujer muy coqueta — Amaya comenzó a hablar— Desde pequeñas, a las mujeres de nuestra familia, se nos ha inculcado el hecho de que nuestro cabello debe ser muy representativo entre nosotras. Ella heredó el hermoso cabello pelirrojo y rizado de mi tía Lucie. Por esa razón siempre lleva peinados tan bellos y elaborados. No soporta el hecho de tenerlo enredado, descuidado o maltratado ni un solo segundo. Es tan vanidosa como cualquier Jarishmort.

Aunque Amaya no se quedaba atrás tampoco. Si bien era lacio y oscuro, era muy finito y brilloso como una noche llena de estrellas. Ella lo prefería suelto, aunque con mínimos detalles, como alguna trenza por aquí o una torzada por allá. Y era muy celosa de su pelo, a pocas personas les permitía tocarlo.

Morgana tan solo enredaba su pelo en su propio dedo.
Ya veía porque el escultor había escogido a Lucifenia antes que a ella. Además que reconocía la belleza tan natural de las Jarishmort.

-Ya veo... Y hablando de otra cosa, que tal te ve con el majo de Andreas, las pocas veces que hable con El siempre decía que no pretendía casarse nunca... Que su sueño era viajar por todo el mundo y que una esposa solo le habría de retener, como se ve que la vida de casado le ha cambiado la perspectiva por completo... No resulto ser tan indomable como aparentaba, solo necesitaba a alguien que tirara con fuerza de sus riendas y...- En ese momento cayo en cuenta. -Con que con eso se referían con que te gustaba montar... Ustedes par de picaras- Este empezó a reírse a carcajadas al darse cuenta de su ingenuidad.

-Debo decir que su persona me intriga, princesa Amaya, y yo que me considero un maestro en cuanto se refiere a desentrañar los secretos de la gente a base de insignificantes detalles, no puedo decifrar eso tan extraño que siento de usted, algo muy inusual, algo que no había visto en una mujer de la realeza de ninguna nación... Un gran secreto me temo?-

— ¿Un secreto? No tengo nada que ocultar. En todo caso, las cosas quedan expuestas a su tiempo. No hay nada que se pueda esconder —Se cruzó de brazos con una sonrisa traviesa.

-Es bastante cierto... Pero aun así creo que hay algo que intentas ocultar... No solo a mi sino a todo el mundo, todos tenemos nuestros secretos, por muy. Chicos o grandes que sean todos los tenemos... Igual no es que quiera entrometerme demasiado, solo es que empiezo a ponerme un poco ebrio y empiezo a hablar de mas-

Relleno nuevamente la copa y dio la señal para que cambiaran de plato. Ahora la comida empezaba a ponerse realmente exótica, pues era costumbre para el rey ofrecerle a sus invitados toda clase de manjares, algunos de ellos inclusive raros afrodiciacos.

-Sabes princesa Amaya, hace algunos, muchos años ya, tuve el placer de recibir la hospitalidad de tu familia, en ese entonces tu era solo una pequeñuela de rodillas raspadas, pero eso si, de actitud soberbia a la vez que curiosa... Tu te acercaste a mi con tus ya entonces grandes ojos violeta y me preguntaste por que usaba las calcetas por fuera... Por que en ese entonces esa era la moda... Unas enormes calcetas verdes que me llegaban casi hasta la... Bueno, a mitad del muslo para no empezar con el lenguaje malsonante- El rey empezaba a sonar un tanto adormilado, aunque no pretendía terminar la velada aun, pues había ciertas palabras que anciana escuchar salir de la boca de aquel par de mujeres.

Amaya largó una pequeña risita cantarina al oír eso.

—La verdad es que no recuerdo ese suceso. Tal vez tendría que ponerme a pensar… Pero sí, de niña, no, mejor dicho, siempre he sido muy curiosa y no tenía ningún tipo de vergüenza. Incluso en mi adolescencia me comportaba como si aun tuviera cinco años — Y eso le había traído muchos problemas, incluso en su vida de casada — Pero bueno, nunca hay que dejar morir aquel niño interior ¿No?

Morgana comía a pesar de que ella no necesitaba alimento ni bebida.

-A veces me gusta pensar que es nuestro niño interior el responsable de proveer a nuestro Yo adulto de la imaginación... Que seria del mundo en el que vivimos si los grandes artistas, científicos, ingenieros y arquitectos no dejatan volar la imaginación y se las ingeniaran para llevar a cabo sus ideas mas descabelladas... Inclusive el arma que me mistraste esta mañana fue el producto de una imaginación descabellada... Aunque lamentablemente sea aplicada para fines tan ruines como el de quitarle la vida a otra persona... Un niño no seria capaz de esa malicia-

Empezó a ladear un poco su copa, mientras veía en el fondo de esta su reflejo.

-Te pediría que una vez terminada esta guerra destruyeras esas armas, pero es obvio que seria inútil hacerlo, el progreso es inevitable y junto con el, nuevas formas de destruirnos surgirán con el tiempo... Y eso es algo que quedo muy bien grabado dentro de nuestra memoria colectiva, desde que el primer hombre sobre la tierra tomo una roca y la hundio en el cráneo de su vecino-

Una vez mas, relleno de licor su copa y cambio el platillo sobre la mesa, ya estaba cerca el postre y con el, la inevitable despedida.

-Te pareces mucho a tu madre... Solo la vi una vez, pero su imagen durara por siempre en mi mente... Rubia de ojos grandes, de voz dulce que alegraba los corazones de todo aquel que tuviera la dicha de escucharla... Tu padre fue muy afortunado, Casi tanto o mas que el incauto de Andreas, por encontrar a una mujer asi.-

— ¿Y porque no soñar como un niño en destruir aquello que tanto nos hace mal? ¿Por qué no fantasear en que nunca más alguien pueda llegar a tomar un arma, sea una roca, un palo, una espada o aquel nefasto artefacto? ¿En espantar y rechazar esas ideas que tanto nos dividen y hacen que nos matemos entre nosotros? Creo en un mundo así, porque es el mundo que le quiero dejar a mis hijas — Miró a Morgana — Y a mis amigos — Dio un largo respiro — Y si no podemos deshacernos de esas cosas, encontrarles otro uso más apropiado que no perjudique a nadie. Convertir hasta un monte árido como los de Amatista en un paraíso libre de violencia.

Morgana se impresionó por esas palabras. No había escuchado algo así desde la muerte del abuelo de Mordred. Y nunca nadie la había considerado su amiga.

—No volver a repetir los errores del pasado nunca más. Concientizar a las nuevas generaciones y enseñarles a respetar, ayudarles a llevarle la contraria a un sentimiento tan intenso como lo es el odio, reemplazándolo por otro sentimiento tan grande como lo es el amor. Y no la imagen de amor corrompido que tenemos, aquel amor sincero, de verdad, que brota del corazón y nos hace gozar cada pequeño y gran momento de la vida. Hacerles saber que a donde fueran, son libres y nadie los señalará con el dedo… Yo creo en ese sueño, aun con la ingenuidad propia de un niño.

Cuando oyó lo de su madre, se acarició la alianza de matrimonio de la mujer de oro con el zafiro y brillantes que llevaba en el dedo con un notable amor, como cuando veía a Elizabeth frotar contra su pecho aquella estatuilla de su desnudo.

—Madre era tan dulce. Daría lo que fuera por tenerla a mi lado de nuevo. O porque me diera uno de sus abrazos. O me dijera lo mucho que me amaba. Contemplar ese bello rostro de ángel que parecía calmar a cualquier bestia. — Y de repente comenzó a lagrimear en un profundo acto de sinceridad — Por eso, esta vez, no permitiré que me aniquilen ni que me hagan desaparecer de nuevo. Porque no quiero que mis hermosas e inteligentes niñas les falte su madre y que luego desarrollen sentimientos de odio hacia sus vecinos o para con los demás. Además, una de mis pequeñas adora a alguien de Amatista— Sonrió.

Morgana estaba que se paraba y se iba. Por primera vez en mucho tiempo, tenía ganas de llorar.

-Es una visión del mundo muy bella, pero para lograr un cambio así se necesita de mucha fortaleza, será necesaria una lucha tan grande que incluso tracienda nuestro tiempo en esta tierra... Una lucha que no se librara en los campos ni en las calles, sino en los corazones de la gente, serán necesarios muchos años para extirpar el odio de los hombres, un odio que se ha cultivado por generaciones, odio que nosotros como gobernantes hemos alimentado con nuestros caprichos y nuestros abusos... Pero tal vez tu lo hagas diferente... Tal vez tu puedas evitar cometer los mismos errores que a través de los siglos han cometido todos y cada uno de los reyes que se han proclamado sobre los hombres de estas tierras... La soberbia, el orgullo, la avaricia y la apatía hacia aquellos que fielmente le han servido... Nunca lo olvides Amaya, nunca olvides por que es lo que peleas, ni tampoco dejes que aquellos que hemos decidido seguirte lo olviden tampoco-

Los platos fueron retirados junto con todas las botellas, para dejar delante de cada uno una bandeja con el mas fino pastel que alguien hubiera visto jamás.

-Ah... El final amargo de una velada siempre es mas fácil con postre dulce- Dijo, aunque no se atrevía a tocarlo.

—Aun si me lleve toda la vida haré que todo ese odio desaparezca…

Tampoco se atrevía a tocar el postre.

Entonces, Morgana, por un momento, pensó lo bello que era ser un humano; a pesar de que muchas veces fueran tan despreciables. Si aun había personas como Amaya, estar a su favor y servirles hasta la muerte del sirviente o el amo, valía la pena.

—Pero no lo harás sola, Amaya — Le dio a entender que la ayudaría. En cuanto pudiera recuperar su trono y su humanidad, haría lo posible por hacer las cosas bien. Y Amatista dejaría de ser esa cueva de oscuros en que se había convertido gracias al imbécil de Braulio — Tus padres, tus tíos, la princesa Ladelly, Razziel, Morrigan… entre muchos otros, todos descansarán en paz. Y los vivos también lo harán. Apoyarán la cabeza en la almohada sabiendo que lo único que los recibirá al día siguiente será el sol y no un nubarrón — Le tomó una mano y se la apretó fuertemente. Sonrió mostrando aquellas perlas afiladas que tenía por dientes.

Amaya asintió , correspondiendo a aquella sonrisa , que en ese momento , de maléfica no tenía nada.

-Bueno, supongo que ya es bastante tarde y mañana hay mucho que hacer... Será mejor que dejemos esto para otra ovación... El postre quiero decir-

Se puso de pie y tomo la ultima botella que quedaba sin abrir.

-Si me disculpan, debo ir a ver como esta Aurora, si veo a Andreas le enviare de vuelta a su habitación... Yo creo que iré a caminar un poco antes de dormir, muchas gracias por la acompañarme en esta cena tan maravillosa, buenas noches.-

—Gracias a usted. Que tenga buenas noches — Se despidió Amaya.

Morgana volvió a tomar su capa con capucha y se la puso. No tenía planeado hacer nada en especial, solamente quedarse por ahí esperando a que la noche se convirtiera en día.

Amaya extrañaba tanto a sus nenas. De entre su ropa sacó una relicario donde estaban las mini pinturas de sus hijas. Las miró y sonrió. Se acarició el vientre y se fue.