۩ღ Acacia Amarilla ღ۩ [Privado , Evil-Dog]

-Pues si... que en el tiempo que hemos pasado juntos, si apenas nos separamos para ir al baño, y a veces ni eso...-

La tomo de las muñecas y se las llevo detrás del cuello, luego la tomo de los muslos y la levanto.

—Recuerda que cuando parezca que todo está oscuro y tenebroso, estaré ahí, como una luz, irradiando tu camino y acompañándote en cada paso que des — Apoyó la cabeza en su hombro. Pobrecillo, solo necesitaba cariño.

-Y yo te prometo estar ahí para ti, sin importar lo que sea... para hacerte feliz todos los días y decirte al oído esas palabras que tanto te gusta escuchar.-

la saco de la cama y empezó a dar vueltas aquí y aya como si bailara, aun sin soltarla ni dejar que tocara el suelo.

Recuerdas cuando dijimos que nos habríamos de casar otra vez?-

—Y lo haremos… Aunque si he de confesar algo, la que fue nuestra primera, apresurada y atolondrada boda fue uno de los días más felices de mi vida.
>>Pero cuando revivamos ese sentimiento de felicidad otra vez, para ese entonces esperemos que esté otro chiquito en camino…

--Si es que no hemos tenido ya nuestros cuatro bebes para entonces...-

Después de tanta vuelta y tanto baile Andreas se dejo caer rendido sobre un sillón, aun con Amaya en brazos.

-No te lo había dicho pero me gusta mucho tu cabello así de largo.-

—Quién dice que no puedan venir más de cuatro…

Y lo más probable es que terminaran teniendo como siete hijos, pues a Amaya le gustaban los niños y tampoco tenía planeado cuidarse demasiado o tener períodos largos de abstinencia. Además que no había heredado el problema de su madre y por el contrario, era muy fértil.

—Entonces dejaré mi cabello así. Si bien cuando nos conocimos estaba solo un poco más corto, generalmente me lo recogía y antes de que vinieras usaba pelucas.
>>Ahora es un lindo río de cabello suelto.

-Si, y cuando nos conocimos decías que no habrías de tener hijos... que tenderían que aparecer por arte de magia... recuerdas?-

>> Si mal no recuerdo hasta repudiabas la idea de darme hijos... decías que preferías que dios te cerrara el vientre antes que acostarte conmigo...-

Largó una risita a lo bajo.

—Todos podemos cambiar de opinión alguna vez… Ahora estoy dispuesta a darte todos los hijos que fueran— Sonrió, tierna y con los ojos cargados de ilusión.

-Y yo me muero de ganas por tener otro bebe, pero ya lo dijo la partera el otro día, no estamos esperando otro bebe, o por lo menos no lo estabas en aquel entonces... y mira que si hicimos de todo para que quedaras embarazada -

—No eran las fechas todavía… Hay que esperar unos días más para ver si tengo un atraso. Y si es así, bueno, no hace falta decir nada más.  Solo ver cómo crece.

-Esperar?.. oh bueno, pensé que querrías asegurar las cosas y ponernos a hacer bebes ahora mismo-

>> Pero esta bien... igual debía irme a dormir temprano, guardar energía y eso..-

Se dio una vuelta sobre el sillón quitándose a si mujer de encima, se paro y tomo algunas sabanas y una almohada.

-Buenas noches, señora matapasiones-

—Descansar es necesario. No te arrepentirás de mi actitud “matapasiones” en cuanto estés más despabilado.
>>Por cierto ¿No quieres hacer colecho? – Sonrió.

Se quedo Un poco extrañado por la propuesta, no sabia con certeza que era en "colecho"

-De acuerdo...- dijo sin mas

Amaya se volvió a meter dentro de la cama, con las niñas… sí, colecho era dormir con los infantes. Y eso terminaba de rematar cualquier intento de pasión en una cama. Por eso lo hacía.
Cerró los ojos y se echó a dormir como si nada.

"Por lo menos podríamos haber dormido abrazados..." pensó, pero ya no había nada mas que hacer.

Tardo casi media hora en conciliar el sueño, el hecho de pelear al día siguiente con su hermana lo abrumaba enormemente, Con que cara le diría a su padre moribundo que había matado a su hermana?, una noticia asi acabaría por matar al pobre viejo.

Esa noche Andreas tuvo un sueño un tanto raro, en el recreaba los hechos del día que se caso con Amaya, pero esa vez las cosas no fueron como el las recordaba.

En su zueño estaba El en aquella mazmorra sufriendo las secuelas de aquellas duras palizas, tirado en el suelo mientras un flujo constante de sangre brotaba de su cuerpo.

"Yo se lo que va a pasar después" se dijo a si mismo "Amaya vendrá a sacarme de aquí" se dijo para tranquilizarse.

Segundos después escucho como alguien se acercaba... Eran pasos pesados, esos no eran los pasos de Amaya, pues las pisadas eran de tres personas diferentes... Dos de ellos eran estruendosas grebas de metal y la otra eran el inconfundible chillido de unas notas de cuero.

Alzó la mirada con dificultad para ver quienes eran los visitantes, y fue su sorpresa cuando vio que era Marcus, acompañado de los dos guardias que lo custodiaban.

-"No!, esto no debe pasar así!"- Exclamo

El escultor entro a la celda y sento a Andreas contra la pared, arrimo una silla y se sento junto a El. Este empezó a burlarse de El, de contarle todo lo que había entre El y Amaya, de la historia de aquel desnudo y de la estatuilla que esculpió para ella, así como también de la promesa y los planes para deshacerse del El que habían maquilado junto con Amaya.

-Las cosas son como tenían que ser... Tu no eras mas que un usurpador... Ella me ama a mi y tu... Bueno, como un acto de la compasión que no te mereces me tómate la molestia de ponerle fin a tu sufrimiento-

Este sacó una pequeña daga de plata de su bolsillo, la misma que Lucifenia había usado para amenazarlo y lo apuñaló en el corazón.

-Lucifenia te manda saludos- dijo antes de marcharse.

Y así terminaba el sueño, ese sueño recurrente que había tenido durante tantos años alfin se revelaba por completo.

Antes que todos se despertaran, Isabel se levantó a curiosear y buscar algo para comer. Con sus piecitos renovados, aprovechó para salir de la habitación para recorrer todos los rincones de aquel lugar sin que le dolieran de nuevo.
En un gran silencio, descalza y sin hacer nada ruido, abrió una de las tantas puertas que ya había despejado y se encontró con un hombre anciano que reposaba.
Se lo quedó mirando, con aquellos penetrantes y grandes ojos violáceos que había heredado de su querida madre, pues era como si estuviera contemplando un trapito arrugado y eso le causaba una enorme curiosidad; sin embargo, no movió un músculo. En el fondo tenía miedo que se despertara y la descubriera y…quién sabe.
Isabel era una observadora nata.

Solo era cuestión de tiempo para que sus padres la buscaran.

Elizabeth también despertó, pero por una pesadilla. Sintió un vacío a su lado. Definitivamente su hermana no estaba allí. Quiso salir a buscarla, pero primero tomaría su estatuilla, pues era una de las pocas cosas que la consolaban cuando se sobresaltaba por algo.
Notó a sus padres con ella. Se levantó y buscó entre los baúles la estatuilla que había metido cuando su madre estaba distraída. Cuando la encontró, la tomó, la abrazó, pero tropezó con uno de los baúles que chocó contra una caja llena de juguetes, de esos que hacían mucho ruido.

— ¿Qué haces, Eli? — Preguntó una Amaya somnolienta. Pero se le pasó todo el sueño de golpe cuando vio aquel trozo de mármol blanco en las manos de su hija. Se puso al rojo vivo.

Andreas ahora se veía a si mismo en aquella celda, pero esta vez desde la perspectiva de Amaya, que había ido a rescatarlo pero esta vez ya era demasiado tarde y lo que había encontrado era un cadáver frio y duro.

-Tragico, no?- Dijo de repente aquella aparición que era tan parecido a El.

-Por que veo esto? Esta no es la realidad... Esto nunca paso.-

-Claro que paso... Pero no a ti.- dijo con un tono triste.

Resulta que aquella aparición no era realmente una alucinación o un invento de la mente de Andreas, esa entidad era en realidad su contraparte de una dimensión alterna, una en la que Malebolge no había modificado su vida, pero que aun así existían los oscuros y estos trataban de apoderarse de Yelow del Norte.

Al fin Andreas acabo por despertar, para encontrarse con una Amaya sonrojada y una Elizabeth que sostenía la estatuilla con fuerza.

-Entonces es cierto...-

Se levanto de la cama sin decir nada mas y salió de la habitación.

—Elizabeth, si me das eso, prometo darte un segundo caballo. Pero solo si me lo das — No sabía qué hacer para deshacerse de esa cosa que, si bien en su momento no había sentido ni una pizca de vergüenza al hacérselo, ahora le parecía algo lo suficientemente bochornoso como para ponerse una bolsa en la cabeza.

Elizabeth negó con la cabeza. Esa estatuilla significaba algo totalmente diferente para ella: no la veía desde una perspectiva erótica, sino más bien como algo que representaba la sublimidad y la pureza de su madre.

Amaya suspiró y terminó por desistir. No la obligaría y tampoco se la sacaría por la fuerza.
En eso, notó que su esposo también vio la esculturita de ella desnuda y que luego se retiró… por un momento pensó que se había enojado, así que decidió seguirlo.

—Supongo que te debo explicaciones— Le dijo detrás de él. No se sentía culpable, pues lo había hecho en un momento que no quería saber nada de él y aun estaba tras Marcus como la niñita caprichosa que era. Solo tenía una sensación de gran incomodidad.

-No hacen falta explicaciones, tal vez te cueste creerlo, pero Marcus ya se encargo de explicarme las cosas.-

Mientras caminaba, Andreas veía a su contratarte reflejada en cada espejo o cristal de la casa. lo mataba pensar que si las cosas hubieran sido un poco diferentes, El habría sufrido el mismo destino.

Aquel pobre diablo lo había perdido todo siguiendo un loco plan para evitar una guerra. Cuando el oscuro ataco, el sabia perfectamente que el plan había fallado, que no había forma de salir bien librado si se quedaba, pero no podía irse, se había enamorado de aquella niña emberrinchada y si la dejaba no habría manera de que ella sobreviviera, por eso se quedo, por eso le dio los ópalos y es por eso que acabo en aquella celda, solo para que en sus ultimas horas darse cuenta que había sido engañado, que aquella a la que había jurado proteger lo detestaba y que en secreto buscaba la manera de deshacerse de El. o al menos eso es lo que el escultor le había hecho creer.

-Sabes por que desistí de la idea del matrimonio arreglado tan rápido? por que la mañana siguiente de conocernos te dije que me iría para que fueras feliz?, por que me enamore de ti en el momento en que te vi, por que ver como mi presencia te hacia infeliz me mataba... y luego me dijiste... no, me exigiste que me quedara, que era necesario que nos casáramos aunque eso te haría enormemente infeliz.

>> Después de eso incluso llegue a pensar que aun si nos casáramos haría todo para que fueras libre y que nuestro compromiso fuera solo una pantalla... pero luego las cosas cambiaron y tu, tu dijiste que si querías estar conmigo y formar una familia... y de ahí en adelante empece a construir todo mi mundo alrededor de ti... y cada día me convencía mas y mas de que era el destino que acabáramos juntos.

Siguió caminando hasta al final toparse con un gran espejo, en el cual se veía o mejor dicho, veía aquella versión de El.

-Responderme una cosa... Aquel día que te hiciste la escultura... cuando te postraste desnuda frente a El, ¿pensabas que de un modo u otro esa pequeña travesura podía acabar en sexo, verdad?, en ese momento estabas enamorada de El, y si le dabas tu virginidad era la forma perfecta de asegurarse de que tu y El acabaran juntos... pero el se resistió, hizo lo posible por no tocar el tema y centrarse en la escultura...-

Se dio la vuelta y la vio a los ojos.

-Pero de haber hecho lo contrario tu y yo jamas nos habríamos casado, ni tendríamos a Elizabeth o a Isabel, y tal vez te parezca que ahora no tiene importancia por que eso nunca paso, pero si lo hizo, solo que no a ti ni a mi, pero si a El.-

Andreas se quito de aquel espejo, pero su reflejo no se movio, sino que se quedo ahí con una expresión de dolor, pero al mismo tiempo de enojo.

—Sí, es cierto— Le respondió rápidamente, muy avergonzada. Se sintió, incluso, hasta humillada — ¿Para qué negarlo? Si en ese momento lo único que yo quería era cumplir un absurdo deseo. Internamente gritaba a los cuatro vientos que nuestro matrimonio nunca llegara a existir, pues tenía mucho miedo, un absurdo terror a convertirme solamente en una muñeca de trapo sin sentimientos y voluntad que solo debía asentir a todo lo que mi marido me dijera, incluso más que de perder todo lo que mis ancestros habían llegado a lograr, más que de perder mi trono, más que a la guerra misma…

>>En ese entonces era muy egoísta, solo pensaba en mí, en lo que yo pudiera llegar a sentir. Luego empecé a ver las cosas de otra forma y no me centré tanto en mi persona, aunque aun así seguía comportándome como si fuera el ombligo del mundo.

>>Si consumaba mi amor, o tal vez enamoramiento de ese entonces, creía que iba a tener un futuro más feliz del que mis padres habían planificado para mí. Iba a estar con quien yo amaba, a quien yo únicamente respetaba y quería a mi lado. A alguien que ya conocía y no que venía de afuera con quién sabe qué pretensiones. Era una ignorante… y una horrible persona.

>>Incluso le llegué a prometer que me desharía de ti, pero nunca le conté cómo… solo quería asustarte de algún modo, que salieras corriendo despavorido y que no volvieras, así como a mis otros pretendientes. No tenía planeado matarte ni nada parecido. Pero luego , cada vez que te conocía más , más me atrapabas y más me enamoraba , aunque aún seguía pensando en él en ocasiones, pues me costaba dejar de hacerlo al ser mi primer amor y al haberle hecho tantas promesas para estar juntos. Sentía tanta culpa y remordimiento…

>>Después, esa vez que estábamos en la iglesia… yo estaba consciente de que ya no podía seguir con toda esa farsa, y aunque aun me sentía atraída, decidí empezar a dejar de lado poco a poco lo que alguna vez invadió mi pecho… No, desde que nos casamos… — Se llevó una mano al corazón y se apretó el pecho con los dedos — ¿Y sabes para qué? Para seguir enamorándome de ti y construir una vida a tu lado y la de nuestra hija que estaba esperando. Pero ¿Qué hice en vez de sincerarme y rechazarlo? No quería lastimarlo tan vilmente, entonces volví a mentir… pero esta vez a Marcus. Le comenté que seguiría con los planes, pero en realidad no era cierto, no iba a hacer nada… Así que pensé que para recompensarlo debía hacer otra cosa, algo que lo beneficiara solamente a él y no a nosotros dos, pues yo ya me resistía a la idea de estar a su lado. Entonces, cuando el rey me preguntó a quien le podría recomendar para que fuera el nuevo Duque, vi la oportunidad perfecta para indemnizarlo por todas las estupideces que había hecho y dicho , todas las ilusiones que maté y le dije que lo nombrara a él.


Sentía como si se le clavaran miles de largas y envenenadas agujas en el estómago, corazón y garganta. Quería salir corriendo y llorar amargamente a los gritos.
Agachó la cabeza y se cubrió los ojos con ambas manos. Se sentía como una puta.

-Y por que debo enterarme de esto después de tantos años? por que no me lo dijiste antes... Recuerdas esa vez que me dijiste que nuestra relación era como una cuerda?, pues pasa que esa confianza y esa sensación de fidelidad en la que la había construido durante tantos años se acaba de esfumar.-

>>Debiste habérmelo dicho antes... se que igual me habría molestado, pero tarde o temprano lo habría aceptado y habría seguido adelante... ahora ya no se que tanto de lo que me dices es verdad o es solo otro intento de apaciguar las cosas, -

Ahora tenia la mente hecha un tormento, y tenia que enfrentarse a Aurora en unas pocas horas y aun no sabia que diablos iba a hacer... si tan solo pudiera pedirle consejo a su padre.

Pero ya no había tiempo para ponerse a pensar en eso, debía prepararse, pues Aurora no lo esperaría mucho tiempo.

Amaya sintió que su corazón se había retorcido, encogido y colapsado, todo a la vez. Pero no podía culparlo… sabía que tarde o temprano eso pasaría, que dudaría de sus palabras, todo por no enfrentar las cosas como era debido. Sentía que ya no le quedaba nada de dignidad, así que se retiró de allí y no se dio la vuelta por nada.
Se había llenado nuevamente de una profunda amargura y angustia que ahora le costaría dejar de lado, quién sabe por cuánto tiempo perdurarían esos sentimientos… para ella era el principio de un distanciamiento.

Se ocultó en una de las tantas habitaciones vacías y empezó a llorar en silencio, con una enorme rabia y descontento para consigo misma.

-Que gran mierda...- Dijo Andreas que se habia quedado sentado frente al espejo

Tenia la moral por los suelos, pero no podia quedarse y dejar plantada a su hermana, pues seguramente seria peor... pero ir a hacerle frente no era tampoco una buena opcion.

Aunque en ese momento no queria encontrarse con su esposa, no podia predecir lo que pasaria una vez saliera de la seguridad de su hogar, asi que por lo menos debia despedirse.

Fue por los pasillos buscándola hasta dar con el llanto sollozante que provenía de una de las habitaciones, sin embargo no abrio la puerta, solo se sentó en el suelo recargado sobre ella y dio un par de golpes para avisar que estaba hi

--Amaya yo... tengo que irme.- "Mierda", pensó. -No se que decir, no se como sentirme o como debo afrontar esta situación... me siento tan raro, me siento tan molesto, triste... decepcionado, celoso, y me duele, pero es por que te quiero y por que enterarme de eso hizo que todo mi mundo se tambaleara... por que para mi siempre haz sido mi punto de apoyo... y justo ahora que mas te necesito no quiero verte... no puedo verte ni buscar consuelo en tu recuerdo por que eso me lastima mas... no se... quieres decir algo antes de que me vaya?-

Estaba tan, pero tan furiosa consigo misma, que era incapaz de hacer otra cosa que no fuera seguir sollozando a lo bestia. Tan solo esperaba que sus pequeñas no la encontraran así, en ese tan deplorable estado; no por cuestión de orgullo, sino para que ellas tampoco se entristecieran o preocuparan por ella.

Intentó hablar, pero no le salía la voz. Después del segundo intento, pues la tercera era la vencida, pudo articular solo una palabra: “Vuelve”.

Si no lo hacía por ella, que lo hiciera por sus hijas.

Solo recargo la nuca contra la pared al oir esas palabras.

-No quiero irme Amor... no puedo hacer esto sin ti.-

>>No puedo evitar sentirme terrible... pero eres mi otra mitad, y pese a todo, quiera o no te necesito...-