۩ღ Acacia Amarilla ღ۩ [Privado , Evil-Dog]

Le causo bastante gracia verla tomar esa pose, debía estar de verdadero buen humor a pesar de todo lo que había pasado.

-Les diré que te traigan algo... Cuando regrese quiero verte con energía por que te tendré una gran sorpresa-

Le dio un beso en la mejilla y se despidio, prometiendo que volvería lo antes posible.

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-Supongo, pero que clase de incentivo necesita?-

Se acerco como ella le sujeria.

Espero que no sea algo muy difícil de conseguir, no me gustaría que retrasaramos mas este ataque-

Sonrió y se despidió con la mano. Aunque apenas al salir de la habitación, se fue inmediatamente a buscar su túnica manchada de sangre y la espada que prácticamente quedó sin filo. La puso debajo de las sábanas, por las dudas de que algún intruso quisiera atacarla, ella tendría una sorpresita.

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—Faltan cinco minutos para irnos— Tenía un reloj en la mente.

Cuando estuvo lo más cerca posible, lo tomó del rostro y le dio un apasionado beso. Antes que, por la naturaleza propia de un súcubo, empezara a expandir su influencia y chuparle la energía, se separó y lo dejó tranquilo.

—Bien, ahora tengo mi incentivo — Se dio la vuelta y comenzó a caminar como si nada.

-Me encanta esta mujer... Maldita sea si no- Se limpio la boca y se lamió lis dedos

No esperaba que ella se fijara en El de esa manera, pues solo le coqueteaba por diversión, aunque ahora quien sabe que seria lo que tenia en mente.

Si algo caracterizaba al rey del Éste era por tener numerosos amantes, hombres y mujeres por igual, y aunque Aurora estaba completamente consciente esto no le importaba en lo mas mínimo, llegando al punto de que en ocasiones incluso se unía a los Juegos sexuales y orgías que este organizaba.

Una vez que estuvieron todos presentes marcharon hasta la entrada del palacio, donde y como era de esperarse los ocupantes los recibieron a tiros, pero nadie contestaba los disparos, todos se mantenían a cubierto mientras Morgana se escabullia.

Andreas por su parte, uso la misma estrategia que en la frontera con Amatista, disparando al golem como si de un cañón se tratara.

Una vez dentro, la bestia de metal busco los depósitos de pólvora y uno tras otro trago barril tras barril de pólvora, formando un gran banco en su interior el cual se escurria entre sus extremidades. Después empezó a correr de un lugar a otro dejando un gran rastro de pólvora que a lo largo del palacio conectaba la reserva principal con las reservas menores que había distribuidas por todo el lugar, solo una pequeña chispa hacia falta para que toda esa pólvora los hiciera volar a todos en pedazos.

Morgana estaba tan entretenida rompiéndoles la cabeza a los guardias que se le cruzaban por accidente, para después abusar de ellos hasta dejarlos como pasas de uva, que por un momento casi olvidó lo que tenía que hacer. Pero primero lo primero: recuperar sus fuerzas y energías. Una vez que su poder volvió a estar en máximo de nuevo, comenzó a efectuar lo planeado.

Se reía e iba silbando en el proceso, total, por más que le dispararan, la apuñalaran, la violaran o despedazaran, su cuerpo se volvía a formar y regenerarse como si nada.

—Lo que hay que hacer — Omitió el “Por Dios”, pues no se sentía digna de mencionarlo — Lástima por este lugar.

Sacó un cerillo y lo encendió… tirándolo encima de la pólvora.
El enorme estruendo se hizo oír hasta en la lejanía.

-Diablos... Espero que haya salido a tiempo.- Dijo el rey al ver aquella explosión. -Que están esperando? Aprovechen la distracción! A la carga todos!-

Una gran nube se alzo a causa de la explosion, docenas de soldados fueron alcanzados por la explosion y los pocos que sobrevivieron acabaron sordos o desmembrados.

Para este punto Andreas ya no participo en el ataque, en vez de eso uso aquel hechizo para regresar al Éste, recoger a sus hijas y traerlas a Yellow, y meterlas por la puerta trasera hasta la habitación de Amaya.

Toco la puerta y asomo la cabeza, para asegurarse de que estaba despierte, pero dejando a las niñas detrás de El.

— ¡Eso si que fue… brutal! — Reía el súcubo. Empezó a deambular por las habitaciones, buscando a los golpistas que se escondían por ahí— ¡Mi arcabuz los está esperando!— Exclamó mientras disparaba en el aire — Lástima que no lo necesito… puedo hacerlo con mis propias manos. Ya sé donde se esconden. Los siento en todo mi cuerpo ¡Su horror! ¡Su muerte se acerca! ¡Y eso que ella les advirtió que vivieran!

Los causantes de todo ese desastre se escondían en los pasadizos secretos que conectaban a la parte subterránea. Morgana solo jugaba al gato y al ratón.

El bello palacio ahora era un grandísimo desastre. Las pinturas que estaban en el techo o las paredes habían saltado por todas partes y los detalles de oro comenzaron a arder a causa de las llamas. Los vidrios estallaron, una capa densa y negra cubría cada uno de los muebles, esculturas, cuadros y el piso de mármol blanco.

Por fortuna, muchos de los retratos importantes no fueron dañados.

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Amaya estaba a punto de dormitar cuando oyó el sonido de la puerta.
Se acomodó rápidamente el cabello y dejó la espada apoyada contra la pared.

—Pasa ya— Sonrió. Esperaba que fuera su esposo que de seguro le traía la sorpresa. No podía imaginar qué era.

-Lista para tu sorpresa?-

Ha río la puerta por completo y dejo entrar a las pequeñas niñas, que por haber pasado tantos días solas ya estaban anciosas de ver a su mama.

-Se que no debería haberlas traído por que es peligroso estar aquí, pero pebse que podían pasar por lo menos una tarde con nosotros.-

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El palacio fue recuperado con relativa facilidad y los hombres que quedaban fueron apresados y llevados a las mismas mazmorras en las que se mantenían encerrados a los delincuentes que alguna vez habían perseguido, solo una pequeña parte del palacio seguía ocupada; la sala del trono.

La sala habia sido bloqueada desde dentro y en su interior se mantenían los pocos autores intelectuales de aquel golpe, estos aseguraban que la sala estaba llena de pólvora y que junto con ellos todas los los tesoros y documentos de la corona.

Dudaban y se debatían sobre la veracidad de estas palabras, sin embargo nadie se atrevía a forzar una entrada pues de ser cierto, no solo dichos objetos se perderían, sino también muchas vidas y posiblemente la integridad de todo el palacio.

La noticia de que el palacio habia sido tomado llego a los oídos de Marcus, el cual inmediatamente fue corriendo a casa a buscar a Lucifenia, pues después de todas esas terribles noticias, alfin podia darle algo que le devolviera aunque fuera un poco la esperanza

Amaya se quedó muda al ver a sus pequeños angelitos.
Iba a decir algo, pero abrió la boca y se quedó “colgada”.

— ¡MAMI!— Exclamaron ambas muy emocionadas y entraron corriendo a abrazarla.

— ¡Mis angelitos! He extrañado tanto a mis preciosas niñas… Aun no he conseguido lo que les prometí, pero ya lo tendrán en cuanto lo encuentre.

Asintieron

— ¿Estás enferma, mami? ¿Es por eso que estás en cama?

—En realidad es por otra cosa…— Sonrió. No sabía si decírselo o no.

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Pero con lo único que se encontró Marcus, fue con el desorden más grande que podría haber visto. Estaba todo revuelto, tirado e incluso algunas cosas, rotas. Y Lucifenia no estaba. Parecía como si alguien hubiera entrado y luchado con ella, aunque nada que ver.

Lucifenia se encontraba sentada en el borde de aquel pozo, aun dándole forma a sus rizos.

Marcus al ver aquel desastre no pudo evitar pensar en lo peor, busco por toda la casa cualquier rastro de Lucifenia hasta el cansancio, al no encontrar nada inmediatamente fue a por los caballos, tomo uno y salió a todo galope con la intención de buscarla, solo para darse cuenta unos segundos después de salir que estaba sentada junto al poso.

Se bajo del caballo y se acerco lentamente.

-Que haces aquí afuera?- dijo solamente.

No le pregunto nada sobre el desastre de adentro, pues pensó que probablemente había sido un ataque de ir o de nervios.

Lucifenia tan solo alzó la mirada.

—Quería un poco de agua para terminar de desenredar mi cabello— Le contestó sin más. Parecía estar muy tranquila, como si se hubiera tomado chorrocientos sacos de té de tilo.
Dejó se tocarse la cabeza al ver que sus graciosos rizos por fin estaban como la gente.

—Tenía que estar guapa para ti también.


Aun así , sus ojos eran tristes.

-Para mi, tu siempre estas hermosa.- Dijo y tomo asiento junto a ella. -Veo que ya estas mas tranquila.-

Había tanto que quería decirle, pero no quería abrumarla con tanta información, por lo que era preferible guardarse todo e irlo soltando poco a poco.

—Eso creo— Apoyó la cabeza en su pecho mientras lo abrazaba. Se sentía sumamente extraña, entre ansiosa y tranquila por alguna razón o por los azares del destino.
Soltó su cepillo del cabello y espejo y los dejó caer en la hierba.

—Me darás otro bebé ¿No? — Se animó a preguntar, un poco temerosa y llena de inseguridad.

Le dio un beso en la frente y la abrazo con fuerza, no le responderla a esa pregunta con un si o un no, sino que lo haría de otra forma.

Le tomo la mano y se puso de pie.

-Ven, quiero mostrarte algo.-

Recogió sus cosas del suelo nuevamente y se dejó guiar por él.
Ese lugar le daba la tranquilidad que ella jamás en toda su vida había tenido. No quería volver por nada en el mundo a la capital.

Caminaron por un sendero entre la hierva crecida de aquella finca, ya nadie trabajaba en ella por lo que la vida silvestre se habia apoderado de casi todo el lugar.

Caminaron hasta donde habia estado el taller de su padre, varias esculturas a medio empezar y otras que no habían pasado el criterio de calidad se atimorraban dentro de aquel edificio, pero no era eso lo que quería mostrarle. Detrás de aquella construcción habia un camino escondido entre los arbustos, mas adelante habia un par de pequeñas tumbas que estaban cubiertas por la maleza, en ellas habia un grabado en una lengua antigua que era propia de aquella región, y que ni siquiera Marcus sabua leer, pero que conocía perfectamente el significado de esas palabras.

-No se si ya te lo habia comentado pero tengo un hermano, un mellizo para ser exacto... Si miras con detalle esas lápidas podrás ver que en una de ellas aparece mi nombre... Hace muchos años, nuestra madre se embarazo de mellizos de la misma forma que tu lo hiciste, y por azares del destino perdió también a sus bebes antes de nacer... Pero mi padre que era un hombre de fe, no se desiluciono, las sagradas escrituras le decían que un niño recibía al nacer su alma después de inhalar su primer aliento, y que al haber perdido a sus hijos antes de que nacieran, el cielo estaba obligado a enviárselos de vuelta, así que reso todos los días, hasta que mucho tiempo después, mi madre quedo embarazada de nuevo, de mellizos nuevamente... Tu me haz preguntado que si te date otro hijo... Tal vez lo haga, pero primero tengo que darte de vuelta los dos que no pudieron ser, después de esos si aun estas dispuesta podemos tener mas, todos los que quieras.-

Sonrió levemente. A pesar que siempre demostraba una gran frialdad, ahora se la veía emocionada y feliz. Se notaba a través de sus ojos húmedos, los cuales parecían limpiarse de toda pena con pequeñas lágrimas de esperanza.

—Está bien… cariño— Finalizó su breve oración con todo el amor del mundo.
De todos modos , debía esperar otra semana más para que terminara de cerrar su herida por completo antes de tener un encuentro…

-Volvamos a casa, tengo muchas cosas que contarte.-

Le dio uk beso en la mejilla y la tomo de la mano, llavandola de vuelta hacia la casa.

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La situación en el palacio parecía haberse estancado, los hombres que estaban dentro de la sala se negaban a salir, sabían que no tenían escapatoria pero de igual forma no se resignaban a perder, pues como mínimo pedían un trato para no pagar por completo sus crímenes.

La antigua reina solo esperaba que aquellas noticias no tuvieran que ver con la capital, pues todo lo proveniente de ahí era tan perjudicial para ella como la mala hierba en un campo de cultivo.
Ese lugar había sido el origen de todas sus desgracias y la causa de su infelicidad.

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—Un trato… — A Morgana no se le ocurría nada. Estaba sentada, apoyando su cuerpo contra las enormes puertas.
Ella pensaba que debían dejarlos morir de inanición, que transcurrieran los días allí hasta que suplicaran por comida y no les quedara otra que entregarse. O dales el gusto de alguna manera y después ¡ZAS! Cortarles la cabeza como una víbora.

-El otro día te dije que me tope con Andreas, que con la ayuda del Éste estaban peleando por estas tierras. He estado pensando que es mejor que tu y yo nos mantengamos al margen de todo eso, lo que de verdad quisiera hacer es hacer de este lugar un hogar, dedicarnos solamente a trabajar la tierra y a criar a nuestros hijos aquí, nadie sabe quienes somos y no tenemos que preocuparnos por que alguien trate de perjudicarnos.-

>> Pero solo si tu estas de acuerdo, se que no estas acostumbrada a este estilo de vida, pero me gustaría que lo pensaras.

-Yo...realmente no me molestaría quedarme aquí. Cualquier lugar es mejor que la capital. Allí solo tengo malos recuerdos y viví los momentos más infelices de mi vida , y si tuviera que volver a aquel palacio , solo sería para acordarme de todo lo malo que ha pasado - Agachó la cabeza - O para visitar a mi prima y sus pequeñas hijas. Además , aparte de ellas , no tengo a nadie que quisiera verme la cara , darme la bienvenida o siquiera esperarme...

-Las cosas serán diferentes aquí, hay mucha gente que esta ansiosa de conocerte... No les importa quien seas ni tampoco tienen por que saberlo, podemos empezar desde cero... Podemos ser solo una familia mas, y vivir una vida tranquila trabajando nuestra tierra y criando a nuestros hijos.-

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-Estoy harto de esperar- Dijo el rey al ver que el asunto no avanzaba en lo mas mínimo.

Lo que los hombres pedía era que se les diera amnistía y se les permitirá abandonar el país a cambio de entregar el palacio, lo cual era algo inaceptable, pero no podía fingir aceptar los términos y después hacer con ellos lo que quisiera, la palabra de un rey lo es todo para el, y un engaño seria una deshonra que no podía aceptar, debía ser mas inteligente.

Si tan solo pudiera... Si, eso es lo que haré.-

Fue hacia Morgana con una sonrisa que reflejaba lo que estaba pensando.

-Necesito que entres conmigo a la sala, aceptaré negociar con estos bastardos y necesito protección.-

Lucifenia asintió sin decir nada. Estaba de acuerdo con eso, era capaz de hacer cualquier cosa con tal de no volver. Aunque tampoco le molestaba el hecho de tener que trabajar, a pesar de que nunca había hecho nada por su cuenta. Tendría mucho que aprender.

—Está bien — Aceptó sin más.

Estaba tan... apenada.

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Morgana se paró de donde estaba sentada y asintió.

—Una estupidez por parte de ellos me basta para mandar a volar todo.

Se tronó los dedos y arrancó parte de las mangas de su atuendo que se habían quemado con la explosión.

"Una lástima"

Pensó por su centenaria ropa. Le tenía bastante aprecio.

-Dudo que realmente tengan la pólvora suficiente para volar el edificio, pero usual seremos cautelosos-

Desalojo todo el edificio quedando solamente El y Morgana.

-Supongo que no necesitas mas incentivos esta vez-

caminó hasta la gran puerta y se paro justo frente a ella.

-Puedo hacerte una pregunta? El día que atacaron el cabildo y me ofresiste ayuda para llevarme lejos de ahí... A donde pretendías llevarme?-

—A un lugar donde no pudieran hacerle daño— Respondió solamente. Era la verdad y no pretendía andar con rodeos — ¿O piensa que le iba a hacer “algo”?— Sonrió traviesa. Le gustaba meter su cuchara a propósito. Pero en realidad no iba a hacer nada malo aquella vez , es más , es extraño decirlo , pero siquiera tenía pensado hacer una maldad.

-Ya veo...- golpeó la puerta un par de veces y se puso las manos detrás de la espalda. -Estamos listos para entrar.-

Pasaron varios segundos en lo que destrababan la puerta, eran por lo menos una docena de hombres los que estaban adentró, con proviciones para varias semanas y pólvora suficiente para volar todo.

-Supongo que no bromeaban.-