۩ღ Acacia Amarilla ღ۩ [Privado , Evil-Dog]

-Estas loca? No hay forma de que pueda dormir ahora... Estoy demasiado emocionado, quiero abrazarte, quiero besarte todo el día hasta que no pueda hacerlo mas... Quiero acariciar tu vientre, quiero...- hablaba como un loco, pero de repente se detuvo y se recosto tranquilamente sobre la cama. -Quiero hacerte el amor, aquí y ahora-

Se puso tan roja como un tomate. Estaba tan apenada que incluso sus hombros se tornaron rojizos.

—Yo…yo accedería, pero estás herido y no quiero que te lastimes y sobre esfuerces más de lo debido por mí.

-Recuerdas aquella vez que estábamos en aquella casa y tu estabas embarazada de Elizabeth? Tuvimos esta misma platica después del desayuno, y acordamos hacerlo con cuidado, te puse encima de la mesa, luego te puse encima de mi y pasamos un rato maravilloso... Ahora es lo mismo, solo que ahora eres tu la que debe tener cuidado, serás tu la que decida como hacerlo y yo me limitaré a avisarte cuando me duela... Además, quieres que duerma y solo lo haré cuando este completamente cansado, de otro modo el suspenso me mantendrá desspierto todo el día.-

Asintió con una gran sonrisa. Aun así le preocupaba.
No es que fuera sumisa, solamente quería complacerlo porque le nacía hacerlo. Ella lo amaba y adoraba con toda su alma.

Le dio un beso en la frente y empezó a desvestirse frente a sus ojos con una delicadeza y sensualidad única, hasta que finalmente quedó como había venido al mundo. Lo invitó a acariciarla.
Luego de un juego de sutiles caricias previas y besos dulces como apasionados, consumieron su amor una vez más, lenta y suavemente, pero sin perder la intensidad.

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Mientras tanto, Morgana intentaba encontrar una pista para dar con el paradero de aquella pareja de amantes que debieron huir por razones obvias. Solo necesitaba eso y con solo pensarlo aparecería allí. Pero no había nada ¡Nada! Ni siquiera amenazando y violando a esos sujetos pudo encontrar información.
Sospechaba que esos tipos no eran todos los líderes, pero por el momento no se pondría a buscarlos, pues le tomaría tiempo al no haber registros de tales cosas. Después de todo, solo eran unos golpistas.
Tampoco se pondría a leer una por una las cartas y notas, así que metió todo lo que fue encontrando dentro de baúles (pues la información era demasiada).

Escuchó el sonido de las pisadas de los guardias. Tenía que apurarse.

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Lucifenia despertó de su pesadilla de una forma muy violenta. Casi se cayó de donde estaba acostada del salto que pegó. Sudaba frío y pensó por un momento que moriría del susto.

Aun estaba con las ropas de la sirvienta. Ella, a pesar de que la ropa que usaba normalmente le resultaba muy incómoda (a excepción del nuevo corte que había mandado a diseñar en el último tiempo), solo se la ponía porque en verdad era muy coqueta. Sus vestidos de antaño siempre iban con la moda y eran prendas carísimas. Todos los días usaba uno diferente.
Ahora, sin esas prendas y sin maquillaje, tan solo parecía un cadáver. Lo único colorido en ella eran sus ojos celestes que resaltaban por lo anaranjado de su cabello.

Metió las manos debajo de las sábanas para tocarse el vientre y asegurarse que lo que había pasado, tan solo era un suceso más creado por su profunda neurosis. Pero no… ellos no estaban allí. Entonces, el recuerdo de ver y besar la cabeza de aquellos niños muertos de dorados cabellos por primera y última vez, asaltó su mente.

¿Porqué? ¡PORQUE? ¡PORQUE?

Solo hasta que sintió que las fuerzas le hacían falta para seguir amando a su mujer fue cuando cedió a las limitaciones de su cuerpo y pudo conciliar el sueño.

Con el rostro acurrucado entre el largo y oscuro cabello de Amaya y con una mano posada sobre ese vientre fértil que pronto empezaría a crecer fue que pudo descansar, sabiendo que cuando despertara ella estaría ahí esperándolo, que no iría a ningún lugar.

Pasaron solo un par de horas para que volviera a abrir los ojos, aunque no los abrió por completo, solo se novio un poco para buscar los labios de la mujer que tenia a lado, que supiera que ya estaba despierto y que nunca cansaba de ella.

Ella estaba a punto de quedarse dormida, pero mentalmente luchaba por mantenerse despierta para regalarle la más linda de sus sonrisas en cuanto despertara.
No fue hasta que le dio un beso que terminó de dormitar, acordándose de repente que había dejado a las niñas esperando. Seguramente estas estaban haciendo la siesta, algún tipo de desastre en el más travieso de los silencios o aburriéndose a lo loco.

—Me alegra que ahora te sientas mejor— Habló después de un breve momento de estar callada — Y como ya he cumplido, ahora será mejor que te quedes aquí mientras yo me encargo de agrandar tu alegría. Para eso debo vestirte.

Las nenas tan solo se habían quedado jugando con un mini juego de té de porcelana, sentadas en unas pequeñas sillitas, siendo acompañadas por los miembros de la aristocracia (en realidad, unos peluches y muñecas), comiendo dulces y simulando una reunión social.

—Bueno, infanta Isabel, es hora de que deje de dibujar para prestar más atención a sus lecciones de danza — Hablaba Elizabeth, imitando el tono refinado de su tía Lucifenia que ponía cuando trataba con otros miembros de la nobleza.

Isabel tan solo alzó la cabeza y alzó una ceja.

—No quiero—Le respondió — Mamá, regalo, papá — Le recordó a Elizabeth.

—Si, es cierto Isa. Pero mami dijo que nos daría una señal. No entendí bien lo que había que hacer, pero sigamos comiendo dulces en lo que viene.

En eso entró Amaya.

— ¡Mis hermosas e inteligentes hijas! ¿Ya tienen todo preparado? Siento tardarme… — Se acercó a ellas y les acomodó un poco el cabello, como también les sacudió el vestido — Ay Eli, estoy segura que tu padre se pondrá feliz en cuanto vean lo que hicieron. Ahora vayan a la habitación, mis lindas niñas.

Elizabeth e Isabel agarraron la caja y se fueron corriendo hacia la pieza.

— ¡Papi!—Exclamaron ambas — Feliz cumpleaños — Lo felicitó Eli.

— ¡Happy birthday! — Mencionó Isabel, que siempre hablaba en una mescolanza de idiomas.

Entre las dos estiraron la caja, que era bastante liviana. La tapa de la misma estaba toda dibujada por Isabel y coloreada por Elizabeth.

—Lo hicimos nosotras. Mami nos enseñó a hacerlo. Y también fue idea de mami porque nosotras no sabíamos que hacer— La mandó al frente la mayor.

Lo que contenía la caja era un nuevo abrigo.

Spoiler:

-Gracias mis amores... Era justo lo que quería-

Tomo a ambas niñas, una en cada brazo y las levanto.

-Aunque me habría conformado solo con tener a mis nenas para mi todo el día, a mis tres nenas-

bajo a las niñas de vuelta al suelo y se puso encima su regalo.

-Tienen algo mas preparado para mi? Comeremos pastel? Un pie de limón tal vez?-

—No… Pero mami hizo otra cosa. Se esforzó mucho, pues dijo que no sabía cocinar. Al principio, el postre ¡Era horrible! — Eli rió — Y lo ocultó para que no te dieras cuenta. Pero luego estuvo mejor.

Isabel asintió.

Amaya entró con una bandeja… en la que había numerosas golosinas con sabores característicos del Norte y el Sur, sabores exóticos más bien. Y también brownies con velitas.

—Perdóname si están terribles, querido, pero ya sabes que apenas sé freír un huevo…

-Bueno... Sabes que nunca te miento- dijo mientras tomaba uno de esos postres y lo probaba. -Pues si, están... Un poco secos- Dijo por ser amable, aunque realmente estaban horribles.
-Cuando era mas joven preparaba unos pastelillos igual de secos que estos... Aunque claro, quedaban secos por que los revolvia con una planta, como de 30 centímetros de alta, con hojas con 7 puntas y su cultivo estaba prohibido... Aunque claro es algo que ya no hago desde hace mucho... Y tal vez estoy hablando de mas-

Amaya sabía que debían de estar bien feos, pues cuando ella los probó casi los escupió. Cuando volvió a intentarlo, simplemente sabían mejor, pero eso no quería decir que tuvieran un buen sabor… por esa misma razón, le agregó azúcar a lo loco, creyendo así, con toda la ingenuidad del mundo, que serían más sabrosos.

—Ya sabes que nos entretienes contando esas cosas— Sonrió — Los dulces están exquisitos, pues los traje del sur…

Había desde gustos frutales, hasta de café y chocolate.

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Cuando Morgana estaba a punto de irse, frente a ella se apareció uno de aquellos seres que servían a Mordred Pedran, uno de los siervos más fieles del rey del Oeste.
El súcubo tan solo ladeó la cabeza hacia un lado, pero no soltó bajo ninguna circunstancia los numerosos baúles con papeles que llevaba como bolsas de tela.

— ¿Se puede saber que mierda haces aquí?— Preguntó lo suficientemente tranquila.

—Lo mismo pregunto— Respondió aquel sujeto— Traicionó al reino…

Morgana le interrumpió.

—Es todo lo contrario a lo que tú crees. Yo no traicioné a mi patria, lo hizo el padre de Mordred y su mismo hijo. Dejaron meter a esa secta de demonios a la corte, que lo único que hicieron fue empezar a causar desastres desde su llegada. Mira ahora, imbécil, estamos perdiendo tierra y la maldición está cayendo sobre Amatista. La influencia de Malebolge es más que evidente.
>>El mundo estará perdido.

—Por eso decidimos venir a buscarla. Su majestad está muy enfermo.

Eso llamó la atención del demonio.

—Pues puede morirse tranquilamente. No volveré. No lo curaré y mucho menos dejaré que esos sacerdotes se queden con Amatista. Así que ve avisándoles sobre mi desafío. Me importan dos carajos lo que hagan. Terminarán muertos, todos ustedes y los que le sirvan — Lo rodeó y empezó a caminar hacia una esquina que daba la sombra.

—No se irá, gran duquesa. Lo lamento, pero viene conmigo por las buenas… o por las malas — Y le quitó uno de los baúles y la golpeó en la cabeza con una fuerza de los mil infiernos.

Era el comienzo de una batalla campal.

-Bueno... Esas son historias que no conviene contar enfrente de los hijos, pero tal vez te prepare algunos un día de estos-

Dejo los pasteles y las golosinas para después y empezó a jugar con sus niñas, pues aunque por mas que lo pospusiera, tarde o temprano debía contarle a Amaya lo que paso en el palacio, pero no lo haría con las niñas presentes, y hacerlas caer rendidas con Juegos era la mejor manera de conseguir un momento en privado.

Luego de un tiempo, después de tantos juegos, aquel par de angelitos terminaron completamente exhaustos. Ambas se quedaron dormidas profundamente. Y vaya que tenían mucha energía.
Amaya alzó a la más pequeña y la llevó hacia el cuarto de ellas, repitiendo el proceso con la mayor.

—Nunca pensé que estarían tan pesadas— Sonrió en cuanto volvió.

-Agradece que ahora son solo dos... En unos meses habrá otro chiquito entre nosotros...- En ese momento recordo lo que la sirvienta le había confesado, que Lucifenia había perdido a sus dos bebes.

-Seguro te habrás preguntando que me paso mientras estuve en el palacio.. Ven, necesito que te sientes un momento, pues lo que voy a decirte es bastante difícil.-

Entonces le contó todo lo que paso, lo que la sirvienta le había dicho y lo que los hombres habían murmurado antes de que irrumpiera en la habitación.

La pobre princesa no pudo hacer más que otra cosa que perder la mirada, taparse la boca con la mano de la impresión llevada y llorar amargamente por lo sucedido. Si ella estaba ilusionada con tener sobrinos, no querría imaginar cuanto anhelaba Lucifenia ser madre, para que al final terminaran arrebatándoles a los niños de esa forma tan cruel. Le dolía en el alma… y más como la pobre había tenido que renunciar a su puesto por su integridad.

—Llegaron demasiado lejos— Fue todo lo que dijo— Lo mejor será no buscarla, por el momento. Esa mujer necesita estar tranquila y hacer su duelo. Mi querida Lucy, no merecía esto cuando se estaba dando una nueva oportunidad. Ya suficiente con lo de Ladelly… en unos meses será el aniversario de su muerte, no quiero saber cómo se pondrá.

Estaba perpleja de que ahora ella sería la reina de Yellow del Sur… Eso le facilitaría en algunas cosas, pero tenía miedo por la vida de sus amadas hijas.

—Les traje las buenas nuevas— Se oyó la voz de Morgana del otro lado de la puerta — Mordred está enfermo, el Oeste ya se enteró del conflicto y pronto desembarcará en tierras sureñas aprovechando el caos… No sin antes sacar las cabezas de todo el mundo. Ah, por cierto, están esperando a que ustedes hagan el trabajo sucio de eliminar a los oscuros, aunque no desaprovecharon la oportunidad de mandarme a uno de sus matones para aniquilarme a mí. Son un amor.
>>Ah, y otros de los golpistas de Yellow del Sur se fueron de viaje a las colonias fuera del continente para imponer sus nuevas absurdas reglas, cargando hartas armas de fuego.Secuestré algunas de ellas.

-Difícilmente esas podrían considerarse buenas noticias- Dijo mientras sujetaba a Amaya de la mano para intentar consolarla.

-En momentos como estos no deberíamos estar peleando entre nosotros... Ahora no hay tiempo para buscar a los oscuros restantes, tenemos que hacer algo para detener la masacre que se avecina, aun si es necesario intervenir haciendo uso de la fuerza-

Se puso de pie y fue hasta la ventana, a contemplar las luces que cubrían como estrellas toda la ciudad.

-Seguiremos con el plan original de recuperar Yelow del norte, desde ahí montaremos la vanguardia y golpearemos de vuelta a Mordred y lo obligaremos a reagrupar sus fuerzas, dices que Amatista no tiene una buena flota... Entonces no puede mover a su ejercito por mar con facilidad, así que tendrá que hacer varios viajes para poder juntar la cantidad suficiente de hombres para invadir Yellow... Aurora puede facilitarnos las naves suficientes para hacer pedazos la flota de Amatista.-

Se dio la vuelta y volvió a con Amaya.

-Hay mucha gente de Yellow del norte que seguramente peleara por su tierra si su Reina se lo pide... Un ejercito de hombres libres que luchen por su tierra y su libertad es lo que Yellow necesita, ambos, norte y sur...-

—El tema es que no creo que Mordred sea el que dirija esta vez. Por lo que he sacado de aquel matón, está muy moribundo y su salud fue empeorando de a poco. Si he de ser sincera, tanta inutilidad alguna vez debía desaparecer para “ellos”. Si Mordred muere, no habrá nadie de la línea de sucesión que le siga… a excepción de mí. La reina Morrigan murió sin dejar hijos.
>>Segundo, también hay que deshacerse de la lacra de Yellow del Sur. Maté a una parte pero… el resto se fue de viaje tiempo antes de que los del Oeste se enteraran y creo que hay otros rondando por el país que hoy no estaban en el palacio en aquella reunión. Además que los guardias están todos armados con lo que te dispararon. Esos guardias son rebeldes , obedecerán a la persona que le tengan más miedo y Amaya necesariamente no parece ser tan temeraria.
>>Tercero, ¿Cómo sabremos si tu hermana estará dispuesta a prestarnos lo que necesitamos? Luego de la paliza que le dio tu mujer…

—Quiero ver esas armas— Amaya frunció el seño y permitió que pasara.
Morgana le extendió un arcabuz y la princesa se puso a analizarlo.

—Encontré unos papeles que dicen que Lucifenia autorizó a traer esas cosas y que compró una parte de ellas del extranjero.

Abrió uno de los baúles y sacó esa carta que estaba señalada y apartada del resto.

--Si hay mas armas en camino... Y Amaya es la legitima heredera del trono del sur, entonces por derecho esas armas le pertenecen... Aurora nos ayudara, cuando vea lo que esas armas son capaces de hacer no dudara en ayudarnos a conseguirlas, aunque sea por su propia conveniencia-

-También debemos encontrar a Marcus y a Lucifenia, lo mas seguro es que hayan borrado sus huellas antes de escapar, pero si las cosas salen como lo planeo ellos nos encontraran a nosotros cuando empecemos a recuperar las tierras-

La idea que se formaba en la mente de Andreas era tan terrible como maravillosa, siempre había demostrado habilidades de un gran estratega, y planes complejos y a la vez un poco alocados le habían hecho ganar una reputación entre las filas del ejercito real, un bloqueo marítimo en las costas colindantes de yellow con amatista, una incurcion a las tierras perdidas del norte y una revolución armada en el sur... Todo al mismo tiempo.

—Nos pondremos manos a la obra cuanto antes. Ya no hay tiempo que perder — Fue el ultimátum de Amaya.

No permitiría bajo ninguna circunstancia que Amatista le quitara al Sur sus tierras y que intentaran hacer otra masacre nuevamente. Esta vez no se saldrían con la suya.

Morgana se la veía venir.

—Bien. Solo díganme que hacer — Esperaba que no fuera cuidar de esas pequeñajas. Si tenía que ser sincera , estaba emocionada con la idea de tener que matar a esos traidores si así se le daba la oportunidad.

-Como lo veo son tres frentes en los que habrá que pelear... La zona controlada por malebolge que servirá como frente contra las fuerzas de Amatiste una vez que retomemos el control, la emboscada en la costa oeste de Yellow donde detendremos la avanzada de Amatista antes de que toquen tierra y la capital donde reclutaremos a todo aquel que aun sea leal a la legitima corona de Yellow y retomaremos el control de la capital...-

Inspirándome de la segunda invasión inglesa hacia el Virreinato del Río de la plata en 1807…

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—Probablemente quieran ir hacia la plaza principal de la capital después de destruir y saquear todo a su paso para tomar el control general entre la población y hacer jurar fidelidad a los funcionarios que estén allí hacia Amatista. Y esas ratas, por miedo, lo harán y todo estará acabado.
>>Hay que evacuar a los civiles de allí hacia otro lado, o… — Amaya miró a su esposo — Preparar a los que no van, como mujeres y niños y enseñarles a defenderse desde donde estén con lo que puedan. Si hay cualquier fallo al tratar de detenerlos en el mar antes que toquen tierra, deberemos ser precavidos. Y yo sé de qué manera puedo hacer colaborar a las mujeres…

La idea de Amaya era que, si lo peor pudiera pasar y los de Amatista ponían un pie sobre la capital, las mujeres que se ofrecieran voluntariamente a defender a sus familias y corona, colaboraran haciendo algo tan simple como quedarse en sus casas, aguardando a que los enemigos pasaran cerca o por debajo de las ventanas de las casas y tirarles agua o aceite hirviendo por la cabeza.
La idea esa funcionaba más bien como un pequeño refuerzo para un grupo de valientes hombres que se quedara aguardando en la plaza por si las moscas.

—Jajaja, agua hirviendo — Rió Morgana al oír la idea— Debo admitir que es muy ingenioso… y doloroso. Yo creo que las que se quieran liberar del control de sus corruptos amos y odien profundamente a Amatista, lo harán sin problema.

-Entonces haremos lo siguiente: Iremos con Aurora a conseguir toda la ayuda que podamos, y nos dividiremos en tres grupos, o mejor dicho en tres batallones, el primer batallón ira conmigo a Yellow del norte a recuperar una parte de la frontera con Amayista, la amenaza de un contraataque hará que reagrupen sus fuerzas y desistan de la invasión, el segundo batallón ira junto con morgana por mar a interceptar el cargamento de armas y a repeler la flota de Amatista, y el tercer batallón ira con Amaya a la capital de yellow del sur a recuperar el control del palacio real y reclutar a todo aquel que desee unirse a la resistencia, una vez que todos hayamos cumplido nuestro objetivo nos reuniremos de vuelta en la capitaly reestableceremos el control del reino, ahí decidiremos nuestro siguiente movimiento.-

-Debo preparar suficientes esferas luminosas para poder purificar una zona lo bastante grande para cubrir toda una ciudad, así que no perdamos tiempo, Fiddlesticks puede cuidar a las niñas, asi que no perdamos tiempo, debemos conciliar una audiencia con mi hermana cuanto antes.-

Amaya y Morgana asintieron y se pusieron manos a la obra para preparar todo lo que usarían cuando llegara ese momento.

Amaya fue a buscar su armadura celestial, aunque llevaría la oficial del sur consigo dentro del baúl por las dudas. Una mujer siempre lleva muchas cosas por las dudas.
Miró detenidamente el arma de fuego y lo guardó también. Tendría que aprender a usarlo. Era práctico y más ligero que una espada. Aquel arcabuz era excelente para defenderse de un agresor a una corta distancia , aunque ella aun no lo sabía.

Y Morgana empezó a hacer soluciones para todo tipo de usos, pues le servirían si surgía alguna situación. Debía ser muy precavida.
Era hora de usar su ropa de guerra… pensar que habían pasado un poco más de cien años de la última vez que se lo puso.

Ropa de Morgana:

A estas alturas, la humillada Reina del Este aun se estaba recuperando de aquella batalla, no solo sus heridas seguían abiertas, sino también su orgullo, pues perder dos veces en la misma semana un duelo no era algo que pudiera superar tan fácilmente, sobretodo para alguien tan orgullosa como ella.

Recibió la noticia de que su hermano había venido a verla, acompañado por supuesto de su esposa Amaya y la sucubo Morgana.

Esta se puso de pie, aun contra las indicaciones del medico real y con soberbia camino hasta su trono donde los esperaría mientras los hacían pasar.

Morgana, lo único que hizo antes de presentarse ante la reina del Este, fue descubrirse la cabeza.

Amaya solo se estaba mentalizando, como solía hacerlo por costumbre antes de tener que enfrentar una situación estresante de la que no podía saber con certeza los resultados.

Estaba dolida en el alma porque debía separarse de sus hijas nuevamente y quién sabe en cuanto tiempo las vería otra vez. Ellas solo le preguntaron a donde iba ¿Qué les diría? ¿A la guerra? Eli se angustiaría mucho. Solo les respondió que volvería pronto y les traería regalos, que no la esperaran. Además que no tuvo el valor de darles la noticia de que vendría un hermanito; no era el momento.

-Bueno, bueno, bueno... Parece que al fin decidiste reclamar tu recompensa, princesa Amaya, o debería decir reina Amaya?, y por como vienen vestidos pareciera que están preparándose para algo... Alocado. Y entonces que será lo que me pediras? Mi fortuna? Mi ejercito? Mi reino en bandeja de plata? Habla de una vez!- Grito la reina.

El rey por otro lado, escondido detrás de una de las cortinas que adornaban uno de los pasillos le hacia señas a Morgana de una firma un tanto coqueta, haciendo muecas y agitando la mano, pero sin decir una palabra o hacer el menor ruido.