۩ღ Acacia Amarilla ღ۩ [Privado , Evil-Dog]

—Bueno…A mí realmente no me hace falta pensar mucho. Desde niña fui alguien muy imaginativa y fantasiosa, y hasta el día de hoy me considero una persona así. No me fue necesario pensar demasiado nombres de bebés, aun no teniendo conciencia de que de grande me tendría que casar con alguien más — Empecé a recordar — Me acuerdo que cada muñeca mía tenían dos nombres y apellido, y me acordaba el de todas de memoria. A veces se los inventaba. Con Fir pasó lo mismo, cuando me lo trajeron y lo vi, dije: “Tiene cara de Fir” y ahí quedó.

-¿Como lo supiste? - Fingí falsa sorpresa.

-Hay que agregar que también me embaracé de un idiota - Eso había sido un golpe bajo , pero divertido - Espero que salga como yo.

-En la cama no te quejas de eso.

-"Yo no... eso no fue para nada justo"- dije eso y voltee la mirada para otro lado

—Oh querido, lamento informarte que en la guerra y el amor, todo está permitido — Sonreí, triunfante — Pero bueno. Las mujeres siempre tenemos la última palabra.

—Dime eso cuando mejores en la cama , “cariñito”.

—El caso es que nos tiene que gustar a los dos, no a uno solo — Comencé a alzar la voz. Mientras tanto le fui picando el pecho con el dedo índice — ¡Idiota! — Hice un puchero infantil, a propósito. Y el bonus : puse los ojos llorosos. Era mi cumpleaños y quería hacer lo que quisiera.

-"Bien, entonces que es lo que quiere la princesa embarazada?"- dije eso y me senté entre las flores -"Soy todo oídos."-

—Descubrí un libro y quiero que lo leamos juntos. Aunque ahora no, porque no lo he traído — Pero no le dijo cual libro — Aunque en este momento, si también lo deseas, puedo dejar que toques mis partes prohibidas como gustes~ — Pero eso lo decía en broma más que nada.

Saque la lengua y me la señale con el dedo proponiendole sexo oral, aunque por el modo que dijo eso ultimo dudo que fuera a aceptar.

—“Que guarro”— Pensé realmente. No sé qué cara habré puesto… pero solo sé que me paré y empecé a caminar, dándole la espalda — Si me atrapas primero, te dejaré hacer lo que gustes.

Espere a que saliera de mi vista para comenzarla a buscar, sin prisa para ser sincero

No me sorprendía que me diera esa respuesta, nunca fui bueno para relacionarme con otras personas, personas vivas por lo menos.

Me preocupaba el rumbo que estaba tomando este conflicto, si bien cuando llegue no estaba seguro de que como resultaría este plan, nunca me habría imaginado que este seria el resultado. el rey del norte se había encargado de ocultarle los hechos a la gente, pero una guerra por ser sorda no es menos letal, solo bastaba con que cayera otra pieza del tablero y todo se iría a la mierda, era realmente frustrarte, me sentía como un misero espectador.

Incluso el hecho de tener que ocultar mi identidad me molestaba, nunca me avergonze de ser lo que soy y jure que un día el mundo vería mas aya de las mentiras, que aquellos que fueran como yo podrían caminar libres por el mundo sin tener que ocultarse, aunque en estos momentos eso también parecía algo inalcanzable

Trataba de no reír para no llamar la atención. Me había escondido dentro del tronco de un árbol viejo y moribundo. Adentro era estrecho, pero yo cabía perfectamente.
Si me atrapaba, tenía que cumplir con mi palabra… lamentablemente.

En ese momento me puse a pensar en Marcus. Cerré los ojos para visualizar su dulce rostro en mi mente, su sincera sonrisa y su hermosa amabilidad. Me sentía tan cautivada por él que hacía mi corazón estallar de felicidad.
Pero al momento me entristecí. No era para mí… el mundo era injusto.

Continué con los ojos cerrados.

-"Me pregunto si se molestara si la dejo aquí sola"-

Me pare un momento a contemplar la capa desgastada que me había dado Amaya, no es que me importara realmente que tuviera que llevar ropa poco elegante, pero si me fastidiaba el hecho de ir disfrazado como un pobre diablo, siendo yo capaz de doblegar a cualquier al hombre mas duro, repeler el asedio mas intenso y silenciar al anciano mas elocuente, por que tengo que humillarme ante cualquiera... por ella supongo, por que si algo le pasaba, no podría vivir con eso.

Lo que mas me fastidiaba era que aquellos que orquestaron todo esto se estaban en la comodidad que les daba su anonimato, me fastidiaba que ellos estaban siendo mas listos que yo, pero eso iba a cambiar pronto, tarde o temprano tendría que saber quien estaba detrás de todo esto y me encargaría personalmente de llevar la guerra hasta su puerta.

Me quite la capa sucia y desgastada que llevaba y comencé a deambular por ahí, ni siquiera me preocupaba por encontrarla, pues en realidad no me encontraba de humor para hacerle algo, solo me limite a contemplar el paisaje pues podría ser la ultima vez que esas colinas se vieran con tanta belleza.

Me quedé dormida luego de un rato. Estaba realmente aburrida de esperar… así que cerrar los ojos por un rato no suponía un problema.
Cuando desperté, no sé qué hora habrá sido, pero me di cuenta que estaba metiéndose el sol.

—“Ese idiota” — Pensé y salí de mi escondite. Al no ver a nadie por los alrededores, lo mejor era volver a la capilla. Me había dejado plantada. Y eso logró ofenderme bastante.

Me fui por el camino principal y tuve que parar una carreta que conducía un buen hombre con su esposa y le pedí amablemente que me llevara hacia el lugar donde estaba viviendo. Luego, al llegar, les agradecí dándole todas las monedas de oro que tenía.

Al entrar en la capilla, el cura me dijo que padre había enviado unos regalos para mí: Se trataban de un nuevo vestido rojo bordado con hilos de oro y un pastel gigante.
Le dije que podían comerse el pastel, que yo no lo quería.

Solo me dirigí hacia la habitación y me tiré arriba de la cama para seguir pensando. No quería saber nada de nadie.
Por alguna razón , mi corazón se invadió de tanta tristeza que me puse a llorar.

Alguien tocó la puerta. Cuando fui a ver quien era , luego de secarme las lágrimas , era el cura de nuevo.
Meinformó que alguien me estaba esperando para darme mi regalo de cumpleaños. Intrigada por saber quien era , fui a fijarme y a recibir a ese extraño y resultó ser Marcus.

Seguí dando vueltas por ahí, solo con mis pensamientos y con aquellos cientos de miles de flores que se extendían a donde alcanzaba la vista, entonces se me ocurrió algo.

El único modo de ganarles a esos bastardos era siendo mas listo que ellos, tenia que engañarlos, hacerles creer que tenían la carta del triunfo y hacer que basaran todo su juego en ella, para cuando decidieran utilizarla hacerla desaparecer, desvanecerla como la burda ilucion que era en realidad, solo entonces los tendría a mi merced. Y sabia como hacerlo, tenia que planear mi propia muerte.

Comenzaba a hacerce tarde y yo seguía sin encontrar a Amaya, lo primero que se me ocurrió es que algo o alguien le había hecho algo, pero ella llevaba siempre consigo los ópalos que le di, y en ese momento no podía sentirlos cerca, así que supuse que se había marchado sin mi, que eso era lo que pretendía desde el principio.

-Hola... - Saludé al escultor con la cabeza gacha. Tenía los ánimos por el suelo. Lo único que atiné a hacer fue acariciarme el vientre con disimulo - Me dijeron que te tomaste la molestia de venir a... ver-me... - Miré el suelo. Verlo y no tocarlo me entristecía.

Cuando regrese a la capilla note que había guardias cuidando cerca de la entrada, no eran muchos y estaban algo distraídos así que acerque sin hacer ruido y les pase por enmedio, cuando se dieron cuenta fueron tras de mi, pero para cuando uno de ellos logro agarrarme del hombro, ya estaba dentro del terreno de la capilla.
El guardia inmediatamente me soltó y me fui sin decirle una sola palabra.

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-"Bueno, tenia que venir a verte, hace casi cuatro meses que no se nada de ti, desde que saliste por esa ventana sin decir prácticamente nada"-

-Lo siento... Supongo que te enteraste de mi matrimonio - En parte me había casado para protegerlo a él , si hablamos egoístamente sobre mis sentimientos. No podía decirle que estaba embarazada o rompería en llanto.