۩ღ Acacia Amarilla ღ۩ [Privado , Evil-Dog]

Los días se convirtieron en semanas y las semanas en meses, y todo seguía sin complicaciones, el invierno había terminado y el arbusto que había plantado empezaba a florecer.

Marcus se había abstenido de enviarle cartas a Amaya como le habia sugerido Lucifenia, incluso había roto cualquier lazo que tenia con ella, pues este se había dado cuenta que solo lo utilizaba y lo mangoneaba a su antojo para obtener lo que quería.

Amaya ya llevaba 8 meses de embarazo y empezábamos a organizarnos para viajar al Norte a visitar a su padre, pues era necesario que estuviera presente si queríamos casarnos otra vez.

Recapitulando.

Nunca pensé que mi vientre tomaría semejantes dimensiones y que la espalda me dolería como el mismísimo infierno, o peor. Pero todo era soportable para mí si de Elizabeth se trataba.
Ahora estaba un poco ansiosa de ir a Yellow del Norte, pisar de nuevo aquellas hermosas colinas para llegar al lugar donde había crecido y había sido mi hogar.
Ahora más que nunca no debía hacer esfuerzos si no quería que la niña naciera antes de tiempo.

—Gracias — Respondí con una sonrisa a todo lo que dijo. Incluso me sonrojé por lo último — He conseguido engordar lo que no en toda mi vida, hasta ahora — Estaba feliz por eso. Incluso se me habían ensanchado las caderas… — Pero más hermosa está Elizabeth , tan grandecita ya… seguro ni tiene lugar para moverse casi.

-Hoy están mejor que otros días , así que podré caminar... por suerte.

-"pues ni hablar... y yo que te quería llevar cargando"-

-Cuando seas viejo y tengas problemas de espalda después no me vengas a echar la culpa a mí - Alcé una ceja.

-"Ese no es pretexto... O es que yo te digo "Cuando sea un anciano y ya no se me pare habrás deseado haber tenido mas sexo", no verdad?. Por que soy eterno e imperecedero y nada mas te estoy bacilando."- agrege con la sonrisa mas estúpida que podía poner.

—No juegues conmigo de esa manera — Entrecerré los ojos — Está bien, está bien, aceptaré. Pero recuerda que tengo como catorce kilos de más.

-Catorce kilos mas que amar- le conteste -" Además es solo hasta la puerta, no es como que pretenda llevarte dolo el camino hasta el Norte, aunque de ser necesario lo haria-

La lleve en brazos por las escaleras y una vez afuera de la casa la subi a la montura de mi caballo, pues aunque Fir era lo sufcientemente grande como para llevarla a ella y a mi, tenia un trote muy irregular.

-" Segura que no nos olvidamos de nada?"-

— ¡Se-gu-ra! —Exclamé con emoción y felicidad.

Habiendo salido del subsuelo partimos hacia el norte acompañados por casi ciento cincuenta hombres que servian de escolta, que se relevarian con la guardia del rey una vez que llegáramos a la frontera. Aunque había mandado la carta hace apenas un par de días serian suficientes para que se organizaran para recibirnos pues iríamos a paso moderado para no forzar la integridad del embarazo de Amaya

Dentro de la carroza iba bordando. Ya faltaba poco , así que en unas horas más terminaría mi trabajo.
Estaba feliz por ver a mi padre de nuevo y ver que tal.

-"Oye, he estado pensando... Si lo que soñé el otro día fuera cierto y tuviéramos cuatro niñas... Estarías dispuesta a tener mas hijos con tal de que uno de ellos salga varón?"- Realmente no es como que quisiera tener tantos hijos, pero quería saber que tan importante era para ella darle un nieto varón a su padre.

-La verdad que no. Que salga lo que salga. Y el hijo que heredará el trono será el primero que nazca y punto.

-"Y ahora que sabes como es estar embarazada no te retractas de haber dicho que quieres tener mas de tres hijos?"-

-Nunca me retracto de lo que digo - Elevé la vista y paré de hacer lo que estaba haciendo - ¿Estás dudando de mi acaso?

-"No es eso... Pues aunque la maternidad te sienta maravillosa, te limita bastante a la hora de ser autónoma, lo cual no me molest en lo absoluto, pero creo que a ti si"-

-Cuando una es madre las cosas cambian. Pero eso no me quita tiempo para ser autónoma. Aunque no me molestaría vivir para mis hijos.

-Pues no importa... Tendré que aguantármelas por el bien de mi hijo. No me voy a morir por eso...

-Supongo que no...- Tome uno de sus pies y le saque el zapato -Aunque a veces pareciera que tus pies acabaran por matarte-

-Pareciera , pero no lo harán - Hice una mueca de dolor. Gracias a Dios mi madre calzaba medio número más y podía usar sus zapatos... de lo contrario estaría perdida.