۩ღ Acacia Amarilla ღ۩ [Privado , Evil-Dog]

— ¡Todo por el bebé! — Exclamé emocionada. No veía la hora de quedarme encita y acompañar a mi prima en su embarazo también, así no se sentía tan sola y extrañada.

-Bueno, ese es solo el objetivo a largo plazo... también esta que dentro de algunos meses, podre saborear ese dulce néctar que brota de tus encantos, y que en este momento, justo ahora voy a saciarme en tu carne y a embriagarme en tus fluidos... pero bueno, ya es suficiente de esto de matar la poesía, ven acá que tengo que amarrarte-

—Pero a mí me gusta mucho lo que me dices… — Se señaló a sí misma por lo último y miró hacia otros lados, como si hubiera alguien más a quien se estuviera dirigiendo. Pero luego sonrió y se acercó con las manos juntas y hacia delante.

-Que cooperativa estas el día de hoy...- Le dijo sonriendo y la amarro de las muñecas, para luego vendarle de los ojos. -Ah... casi se me olvida- Se dio la vuelta y cerro la puerta con seguro.

—Estás de suerte— Contestó con una sonrisa de oreja a oreja.

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Mientras tanto, Lucifenia discutía con Marcus…

— ¿Dé donde vino esa mujer? ¿La conoces, cierto? — Entrecerró los ojos — ¡Debió venir con ustedes de polizonte en el barco! ¡A mí no me pueden ocultar nada!

-Si, la conocemos... Esa mujer es quien cuido todos estos años de Isabel y nos ayudo a rescatar a Amaya, aunque la conocimos hace mucho tiempo atrás en Yellow del norte, cuando trabajaba para la nobleza de Amatista, no estoy seguro de cuales eran sus intenciones en aquel entonces, pero... Mira a lo que quiero llegar es a lo siguiente, ella no es humana, como ya te habrás dado cuenta.

>>Morgana es un sucubo, y cuando la conocí trato de convencerme para que le diera una poción de amor a Amaya, para que quedara perdidamente enamorada de mi, le hice creer que aceptaba su ayuda y en secreto le conté todo a Amaya y a Andreas, le tendimos una trampa y yo fui la carnada... Pero ellos tardaron demasiado y no pude evitar... Que ella me obligará a tener relaciones sexuales con ella- Dijo al ultimo bastante apenado.

La cara de Lucifenia se transformó de inmediato y no tardó en sujetarse la cabeza y tirarse su pelirrojo cabello, enfurecida y dominada por una loca rabia que surgió de lo más pútrido de sus emociones.
No solo estaba molesta, sino… increíblemente celosa.

— ¡JURO POR MI HERMANA QUE VOY A REBANARLE EL CUELLO A ESA PERRA! ¡¿ENCIMA TUVO LA CARADUREZ DE INGRESAR A MI PALACIO, A MI SALÓN, FRENTE A TODOS MIS INVITADOS DESPUÉS DE TOCAR A MI HOMBRE?! ¡PUTAAAAAAAAAA! — Exclamó a todo pulmón, pateando todo lo que se le cruzaba en el camino, imaginándose como el súcubo debía estar riéndose de ella en ese momento — ¡PUTAAAAAA! — Volvió a gritar con una cólera irreprimible.

-Entiendo que estés molesta con ella, pero si esta aquí es por que la necesitamos... no por otra cosa- Dijo aunque se sentía enormemente aliviado de que fuera con Ella y no con El.

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Ya estando bien vendada y amarrada de manos y piernas, solo hacia falta "provocarla" y que la Amaya dulce y tierna se transformara en esa otra lujuriosa y atrevida.

(En esta parte escribí algo pero por la risa y poca seriedad me niego a dejarlo)

— ¡No necesito que se burlen más en mi cara! — No tardó en comenzar a vociferar insultos en un dialecto que se usaba mucho en la parte sureña del país. Luego pareció rendirse con eso y se puso a llorar, mientras desplumaba su abanico, enojada — ¡Soy la REI-NA! Parece que a todos se les olvida.

Se llevó las manos al vientre y se fue corriendo. Le habían dado ganas de vomitar.

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Me extrañé bastante por el hecho de que no estuviera haciendo nada…
Por un momento pensé que se estaba vengando de mí gastándome una broma, por alguna tontería que dije o hice.


(Si supieras todo lo que borro y escribo y vuelvo a borrar… lol)

-Créeme que no se me olvida, pero sobre todo, antes que reina eres la mujer a la que amo, Si te conté esto es por que no quiero secretos entre nosotros... entiendo que estés celosa, pero esa mujer solo me causa repulsión, si esta aquí es por que puede ser la clave para acabar con esta guerra-

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-Ya se!!!- Dijo después de mucho silencio -Tu modista me va a empezar a odiar- Le dijo suavemente al oído

Como era costumbre, le arranco el vestido, pero esta vez con una buena razón, tomo las sabanas y las amarro al vestido, de forma que quedara como una gran cuerda de tela, la paso por detrás de sus rodillas y por entre sus manos, y la paso otra vez por encima de una viga del techo, de modo que quedara como una especie de columpio-elevador dejando caer ambos extremos de la cuerda por detrás y permitiendole subirla y bajarla a su antojo. Lo que al final quedo fue una Amaya envuelta en tela de seda, colgando del techo en un columpio que le mantenía las piernas quedaban separadas y abiertas como una biblia un domingo por la mañana.

-Si pudieras verte ahora mismo...- Dijo, aunque luego de ver por debajo de su ropa y notar que todas las quemaduras habían desaparecido le permitió a su mujer ver lo que habría de pasar después, quitandole la venda de los ojos.

Una vez que estuvo seguro de que estaba bien sujeta, y a la altura requerida empezó con su lasciva labor, esta vez todo iría para adentro de su vientre y no se detendría hasta que estuviera completamente seco... pues ese bebe tenia que hacerse si o si.

Sin embargo, ella seguía muy dolida por lo que le había contado.
Y también siguió vomitando en un cubo de basura.

— ¿Acabar la guerra…? —Repitió a modo de pregunta — Eso sería lo ideal. Pero también debo ocuparme de otras cosas que afectan a mi sociedad… y recortar los gastos de algún modo ¡Como odio este maldito corset! ¡Me dan más ganas de vomitar!

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Amaya tan solo hizo un puchero. Ya veía lo que se le venía e iba a ser algo muy intenso…
Y no tardó en comenzar a gritar como una loca desaforada , como si la estuviesen matando o rompiéndole la cara.

-Maldición, entonces quitatelo... ven vamos a tu habitación para que te pongas mas cómoda y hablemos de esto con mas calma.-

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-Si sigues gritando así vamos a tener a toda la guardia tratando de tirar la puerta... lo mas sensato seria amordazarte con algo, pero entonces ya no podría hacer esto-

la tomo de la cara y le dio un beso, como aquellos que ella le había dado hace un par de noches en el jardín, pero sin dejar de darle como si no hubiera mañana.

Al llegar a su habitación, simplemente tomo la daga y con la ayuda de un espejo, se cortó todas los cordones que lo ajustaban por detrás y dejó caerlo al suelo, con un gran alivio.
Se fue a lavar y volvió nuevamente.

—Estas cosas deberían pasar de moda — Miró el corset en el suelo… En eso, se le ocurrió una idea. Llamaría al modisto más tarde — ¡Y con respecto a ti, tú eres mío, mío, mío y de nadie más!— Respiró hondo— Está bien, aceptaré la ayuda de esa… cosa, pero si llego a ver que se te acerca para algo más, no dudaré en echarla a patadas. Le abro las puertas solamente para terminar esta asquerosa guerra, pues ahora que no tienen a Amaya, deben estar furiosos y les doy los suficientes motivos como para que estalle otro conflicto.

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La verdad era que gritaba porque, de alguna manera, se estaba transformando de esa tierna y dulce niña a una maniática sexual que si, se soltaba, la que le iba a dar era ella.
Correspondió a aquel apasionado beso sin dudarlo , buscando incluso llegar más allá.

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Mientras tanto, las niñas leían en la cama y veían los coloridos y brillantes dibujos del libro.

—Isabel, no le he dicho nada a mami y papi, pero muchas veces, cuando me duermo, sueño “cositas” — Le susurró a su hermana al oído, la cual la miró a los ojos, como si entendiera todo.

Isa se paró de la cama y del armario comenzó a sacar unas flores junto con unas pequeñas rocas, con las cuales empezó a moler las flores en el suelo. Una vez que se formó algo pastoso, para la curiosidad de Eli, se las ofreció para que las comiera.

—Morgana— Dijo solamente con una cara algo tristona. Lo que había hecho era el principio de una poción, curiosamente de amor, aunque no era la especie de flor indicada. Ella, de algún modo, también le quería hacer llegar algo — ¡Eli! — Le insistió para que comiera.

La mencionada se lo comió con cariño.

— ¿Qué es eso? — Sonrió confundida.

—Morgana— Volvió a repetir. La había visto miles de veces hacer aquello y la estaba imitando.

Marcus solo sonrio -Tienes que empezar a usar ropa mas cómoda, y en definitiva ese corset debe irse... Las mujeres como tu no deberían usar esas cosas, tu figura no necesita estar mas estilizada, y tus pechos lo bastante firmes como para llenar cualquier vestido.-

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-Perdona, dijiste algo?- dijo interrumpiendo aquel beso -Es que como solo gritas y gimes no se si es que tratas de decir algo, te molesta? Quieres que me detenga?-

— ¿Lo crees así en verdad…? — A pesar de que aparentaba ser tan firme como una montaña y tan dura como el mismísimo mármol blanco, por dentro muchas veces estaba repleta de inseguridades, no de sus capacidades, más que nada porque se sentía acomplejada de su apariencia , pues nunca se había sentido netamente femenina o con un gusto particular que la hiciera sentirse así , una mujer.

Agachó la cabeza.

—Además, si te soy sincera, tampoco quiero perder al niño…

Ella sabía perfectamente que el uso de esas cosas acrecentaba las probabilidades de tener un aborto.

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— ¡No quiero que te detengas por nada en el mundo!— Estaba eufórica. Se había encendido una chispa que pasó a ser una llamarada en muy poco tiempo— Te conviene no soltarme si no me quieres tener todo el día encima… literalmente — Sonrió perversa.

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Morgana se apareció en la habitación de las niñas de repente al ser llamada por Isabel.
Elizabeth se asustó tanto que se tapó la cabeza con la sábana, como si eso fuera a protegerla de todos los peligros. Agarró de la mano a su hermanita menor.

—No tengas miedo de mí… Se podría decir que soy como una amiga de tus padres — Morgana se acercó y las destapó lentamente.

Isabel sonrió, feliz y se le lanzó encima para abrazarla.

—Yo te dije que no debías encariñarte mucho conmigo, pero supongo que es inevitable —Le acarició la cabeza a Isabel.

— ¡Isa! — Exclamó Elizabeth, aun preocupada y asustada. Pero al ver que no le pasó nada malo, se tranquilizó.

—Parece que están solitas… Isabel, hoy estás de suerte, terminé de hacer diferentes pociones con la flor que tomé prestada de Lee y pude hacer la original para sanar tus piececitos de forma permanente.

— ¿Qué le pasó a mi hermana en sus pies?

—Tuvo un accidente — Le mintió — Pero eso ahora se arreglará.

-Pero tarde o temprano voy a tener que soltarte- rodeo a Amaya y la tomo por la espalda y la empezó a masturbar -Tardo o temprano el "columpio" se volverá monótono y aburrido... ademas de que no quiero estar parado todo el día.-

—Pobrecillo — Volvió a poner aquella cara inocentona, aunque en ese momento de inocente no tenía ni un poquito — No me das tiempo a maquinar todas las “maldades” que quiero hacerte. Malo — Arrugó la naricita. No tardó en comenzar a contraerse.

-Ademas las niñas tarde o temprano vendrán a buscarnos, o si no son ellas sera alguien mas... solo hagamos valer el tiempo, dime lo que quieres que te haga y lo haré-

— ¿Eres una especie de bruja o algo así? — Le preguntó a Morgana con una curiosidad insaciable. Incluso se la quedó mirando fijamente esperando una respuesta que la dejara satisfecha.

—Algo así. Pero nunca terminé de aprender — Se acercó a Eli — ¿Qué estás leyendo?

—Un cuento en alemán.

—Alemán eh… Bueno, estás de suerte, yo sé alemán. E inglés. Así que podría leerte el cuento — Sentía que de alguna manera, haciendo eso, llenaba un poco el vacío que había dejado Sebastian en su vida. Tomó el libro y empezó a traducirlo al francés.

Dejó su bolsito con las pinturas de lado, aunque se cayeron algunas al suelo.

— ¡Qué lindo niño! ¡Se parece mucho a ti!— Interrumpió a Morgana — ¿Es tu hijo?

—Gracias. Es mi hijito, se llama Sebastian, pero él no está más aquí. Desde hace mucho tiempo— Se le formó una sombra negra en los ojos y recogió todas sus pertenencias, para guardarlas de nuevo.

—Oh… que mal. Pero bueno, era tan hermoso como lo eres tú.

Morgana sonrió.

—Tus padres son muy afortunados al tener una hija como tú. Cuando Sebastian nació, también me sentí feliz, como nunca en mi vida. Tal vez me sentía igual de feliz que tú, pues era como una brillante luz de una estrella en medio de un cerrado cielo sin luna.
>>Lo amaba tanto que era capaz de hacer lo que fuera por él. En realidad sigo siendo capaz de hacer cualquier cosa por él, aunque no esté físicamente conmigo. Cuando tú tengas tus hijos, lo comprenderás.

—Yo quiero tener un varón igual de lindo que el tuyo, Morgana. ¿Te puedo decir Morgana, cierto?

—Claro que sí. Si tienes un varón como el mío, nunca lo ignores, quiérelo y préstale atención siempre. Así como lo hace tu mami contigo. Una madre siempre está ahí para sus hijos, es su obligación y su deber. Siempre hay que poner en primer lugar al fruto de tu vientre, aun por encima de tu esposo o cualquier otra persona.

Le dio el libro a Elizabeth y se concentró en los pies de Isabel. De la nada hizo aparecer una solución brillante, la cual puso en los pies de la pequeña.

—Tu hermana me recuerda a mi hijo. A veces me siento como si tuviera la obligación de hacer lo mejor para ella, pues en el tiempo que no estuvo tu madre, fui yo quién cuidó a Isa. Le tengo un especial cariño. Ahora el dolor de sus piecitos desaparecerá para siempre…

Elizabeth sonrió a todo lo que le dijo, en respuesta.

—Tomemos el té— La invitó a jugar con ellas — ¡Quiero que me enseñes a hacer eso! — Exclamó Eli viendo como la poción aparecía de la nada frente a sus ojos.

—No estoy segura que sea lo indicado… Las pociones no saben bien ni son lindas— Sonrió amigable tratando de convencerla de que no se metiera en ese terreno.

—Pero brillan.

Morgana comenzaba a preguntarse cuando se aparecería Lucifenia a hablar con ella sobre las cosas serias como eran de verdad.

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— ¿Cómo decirlo sin que suene tan indecentemente vulgar? Bueno, te haré memoria… ¿Recuerdas cuando lactaba en lo de Razziel? Bueno, eso.

-Pero tus encantos están vacíos... pero bueno, si de verdad es lo que quieres... estaré mas que encantado de comerme tus suaves y deliciosos pechos-

Después de un rato de fornicar con ella en esa extraña posición, la solté de sus ataduras para llevarla a la cama, y hacer el resto de las travesuras ahí.

-Sabes, me entere de que una mujer puede lactar sin estar embarazada, pero tengo que hacerte esto todos los días cada tantas horas... y en poco tiempo tendré el dulce néctar de tu cuerpo para mi sólito, y claro, un lindo par de juguetes en los que entretenerme mientras trato de hacer que quedes embarazada.-

Lo miró levemente, tratando de recuperar un poco el aire que le faltaba, como si hubiera corrido por el campo todo el día. Su corazón estaba mucho más que exaltado.

— ¿Entonces, que esperas? — Accedió sin chistar, pero tratando de pensar en que no le iba a doler. Esa zona era demasiado, pero demasiado sensible para ella.

Solamente sonrió, se le había ocurrido algo sumamente incorrecto ara después.

Por un momento se detuvo a ver el busto desnudo de su mujer, como se inflaba violentamente por lo agitado de su respiración, aunque no eran grandes le parecían encantadores, eran pálidos y con un leve tono rosado, y del tamaño justo para que entraran por completo en su boca, como si los hubiera mandado a hacer a la medida.

los lamia y los chupaba con delicadeza, como si los besara, pero con suficiente intensidad como para que ella sintiera algo. No se si ella lo disfrutaba tanto como yo, pues desde el día que la conocí, lo primero que hice fue imaginarme como eran sus pechos, si serian suaves o firmes, duros o sensibles... aunque claro eran mejor de lo que había pensado, y tenían un extraño pero cautivador aroma a durazno.

-Se me ocurrió un pequeño juego que podemos hacer para no perder la costumbre... durante cualquier momento del día, si uno de los dos dice la palabra "Leche" enfrente del otro, tenemos que dejar de hacer lo que estemos haciendo e iremos al primer lugar privado que encontremos a estimular tus pechos con mi boca-

(lo gracioso de esto es que ahora mismo estoy bloqueado tratando de escribir un reporte de investigación para la escuela,pero por alguna razón cuando se trata de senos puedo escribir tanto como quiera... tengo problemas ;_;)

(Jajaja, me muero, ¡Es mi culpa! xD. A mí me está pasando al revés. La vida me odia.
Tantos trabajos de Irigoyen y de Alvear matan mi inspiración… ¡Los maldigo!)

—Es un juego más que interesante y divertido… Pero con una condición: También me dejarás meterte mano si así se me antoja hacerlo — Decir que tenía la mente algo sucia, era poco.

Siempre se había preguntado cuán de delicioso era el placer del sexo, principalmente porque muchas veces, con su fantasiosa imaginación, volaba por otra galaxia haciéndose la idea de que ella estaba teniendo coito con alguien más, gracias a muchos de los libros “prohibidos” que había en su biblioteca, eso sí, bien ocultos o en las partes más altas de los estantes de los, literalmente, millones de ejemplares.

Quería experimentar el morbo de hacer el amor desenfrenadamente sin parar hasta el amanecer, fuera con el primero que la pintara desnuda, o su primer amor o con algún afortunado con el que tuviera un flechazo instantáneo. Quería sentir esas sensaciones únicas con el elegido, e incluso ir más allá, rayando la locura, haciendo cosas prohibidas y nuevas.
Pero nunca se le dio esa oportunidad… hasta ahora.

-Esta bien, entonces pongamoslo así... si lo digo yo entonces dejo que me metas mano, y si lo dices tu, lo hago yo, pero si descubren a alguno tendrá que someterse a la perversiones del otro.-

Esa noche habría una cena, aunque no era nada formal y solo seriamos nosotros, los de la guardia, Marcus, Lucifenia y probablemente Morgana también... una oportunidad perfecta para saber que tan comprometida estaba mi amada con el juego que le acababa de proponer.

— ¡Más que perfecto! Entonces… ¿Qué tal si vamos estrenando el “jueguito”? Para ir calentando y entrenando, haciendo como una previa. A menos que prefieras guardarte la calentura para después.

Su cuerpo había adquirido en un tono rojizo por la sensibilidad que tenía su piel al tacto. Parecía que le habían puesto un lindo colorete en cara, hombros, pecho y piernas.