۩ღ Acacia Amarilla ღ۩ [Privado , Evil-Dog]

-No se trata de ser valiente y sacrificarte a la primera oportunidad, tenemos que ser realistas, no puedes enfrentarte tu sola a todo el mundo solo por que sientas que es tu deber, haremos todo lo posible por recuperar las tierras del Norte, pero no quiero que vuelvas a hacer lo mismo de hace tres años y mandes a todo el mundo a escapar y te quedes tu sola a cargo de todo.-

No respondí absolutamente nada ante eso. No podía prometerle que me quedaría sin hacer nada, cruzada de brazos esperando a que todo el mundo hiciera las cosas por mí y resolvieran mis problemas.  Sabía que tenía razón, pero era muy difícil digerirlo.
Tan solo desvié la mirada, pero guardando silencio.

Lo del Norte me había dolido, tocado aquella fibra sensible que aun quedaba en mí. Me cubrí el rostro y les di la espalda a las niñas para que no me vieran llorar.

-Solo prométeme que no harás las cosas sola... ¿si?- Le dije para tratar de consolarla
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Esa mañana Marcus prefirió quedarse en cama, no habia dormido bien esa noche, ni tampoco la anterior ni la anterior a la anterior.

Ahora que las cosas iban tan bien con Lucifenia, temía que la presencia de Morgana echara todo a perder, ya la habia rechazado una vez, pero cuanto tiempo podría mantenerla alejada? y si un día entraba a su habitación mientras dormía y Lucifenia los encontraba así?

No quería pensar mas en eso, mantendría su palabra de intentar encontrar una cura para su condición.

—Está bien, te lo prometo.

— ¡Ya terminamos! — Exclamó mi querida Elizabeth. Su precioso vestido aguamarina estaba sucio de la mitad para abajo de tierra negra, dándole una apariencia tanto desastrosa como adorable.
Isabel era la que más sucia se encontraba.

— ¡Bien hecho!— Hice como que no pasaba nada, a la perfección — Ahora hay que regarla. Vamos a regarla.

Tomamos la regadera, la llenamos con agua y empezamos con la labor de jardinería. Pensar que años atrás yo no hubiera hecho esto en toda mi vida. Aunque debía admitir que de pequeña me fascinaba ver a las personas trabajar en el campo, con la tierra y las plantas.

—Pronto crecerá y será tan lindo como ustedes.

Isabel tomó entre sus manos lodos que se había formado, y lo lanzó en al aire, cayendo en la cabeza de Eli. Eli también agarró la tierra húmeda y embarró a su hermana. Isa, en respuesta, le puso lodo en el vestido y así es como se formó una batalla campal, en el que terminamos las tres mugrientas de pies a cabeza, revolcándonos por el piso y ennegreciendo la ropa por completo.

Tan solo esperaba y tenía la esperanza de que a partir de ese día, todos serían igual de felices: ver a mis niñas jugar, yo hacerlo con ellas y también verlas crecer hasta que decidieran formar sus propias familias y tal vez, darme unos nietos.

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Morgana estaba meditando arriba de un árbol, viendo el cielo y pensando todavía en la propuesta de volver a ser humana. Tenía que presentarse cuanto antes al palacio, pero evitar que la terminaran linchando.

-Pero mira nada mas, no me dijeron que iban a jugar a las tres cerditas, por que entonces a mi me toca ser el lobo feroz ¿no?-

Empece a perseguir a las niñas y a Amaya por la huerta, a cargarlas cuando las atrapaba y a llevarlas en la espalda. Habían pasado toda su vida sin conocer lo que era un padre, y se los debia

Pasamos toda la mañana y parte de la tarde fuera del palacio, ya era hora de volver pues no tardaba en oscurecer.

En ese tiempo, se dieron varios eventos y críticas de parte de la nobleza hacia Lucifenia, principalmente luego de presentar en sociedad al pretendiente que había elegido para casarse. Luego, como si de un acto circense se tratara, comenzaron a vociferar en voz alta y ridiculizar a su majestad mediante panfletos con dibujos satíricos de ella que repartían los sirvientes de estas personas por la calle, para así bajar la popularidad de esta.
Las cosas se pusieron peor cuando vieron que su prima, la princesa Amaya, no le daba demasiada importancia al protocolo y prefería estar con sus hijas y familia haciendo actividades de plebeyos o privadas en vez de estar con los miembros de la corte. E incluso con las fachas con la que se recorría los alrededores, pues para ellos no hacía diferencia entre una campesina pata sucia de una dama de la aristocracia. El escándalo aumentó cuando se hizo público el cuadro familiar que se había hecho con el retratista del reino.
La tenían como una “mantenida”.

Todo servía para generar polémica.
Para colmo, Lucifenia se había embarazado antes de casarse… aunque no se le notaba ni un poco.

-Que montón de imbéciles...- Dijo Marcus cuando volvía de la calle arrugando un panfleto que había recogido -Creen que no nos damos cuenta de lo que tratan de hacer? como si fueran a ganar algo...- Dijo para al final tirar el papel a la basura.

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Mientras tanto, Andreas estaba en el sótano del palacio, había conseguido una muestra de la tierra del norte, que había obtenido un tono negro, como si fuera carbón. Por algún motivo la tierra estaba siempre caliente, a pesar que la habían tenido aislada de toda fuente de calor esta se mantenía siempre a temperaturas elevadas y era extremadamente inflamable.

Se había enterado de los malos comentarios que hacia la gente de ellos, pero no prestaba atención, aunque no descartaba la idea de ir a hacerles una visita a los responsables.

Durante el tiempo que había estado experimentando llego a descubrir cosas bastante interesantes.

Lo primero fue que usando un par de lentes había dirigido un haz de luz que al reflejarse sobre la hoja de la lanza y dar contra aquella tierra maldita, esta regresaba a forma natural, se enfriaba y aclaraba.

entonces diseño un artefacto que, usando las esferas luminosas que se usaban en su ciudad natal y esa punta de lanza, podrían ser capaces de regenerar las tierras de Yellow del norte y así frenar el avance de Malebolge, por lo menos en lo que rezpectaba a las tierras del Sur y recuperar recuperar por lo menos una parte de las tierras perdidas de Yellos del norte.

También, en honor a este descubrimiento se le ocurrió que nombre le pondría a su próxima hija, en caso de ser una mujercita la llamaría Lyset que significaba Luz en lengua antigua, pues su nacimiento simbolizaba una nueva luz de esperanza para mi y para Alaya, aun no lo hablaba con ella, pero ya habría tiempo de hablar de eso después, por lo pronto tenia que pedirle a Lucifenia que le mandara construir los lentes gigantes que necesitaba para construir el artefacto, y mandar trael las esferas de Sôl Austan para hacerla funcionar.

—Quieren ganar algo y es obvio qué.
>>No soportan que alguien más joven que ellos esté en el trono y haga caso omiso a la mayoría de sus “consejos”. También les irrita tener que bajarles el sueldo para mantener la casa y a las personas que hay en ellas, llámese Amaya, llámese Eli o Isabel. Además son tan hipócritas… todos manteniendo romances clandestinos estando casados y luego se quejan de mí que te tengo aquí a mi lado bajo mi mismo techo. Se trata de una patética bola de envidiosos — Empezó a mirar por enésima vez el panfleto que le había llegado de la calle por medio de unas sirvientas. Le dejó hecho un bollo encima de una mesa — ¿Y encima criticar a mi prima por las decisiones que toma ahora con su vida? ¿Por qué decide hacer feliz a sus niñas? ¿Por cómo se viste a la hora de que la pinten en un lienzo? ¡Puro chismerío de cuarta! Como si no supieran las cosas como son, solo no les importa. Pues a mí sí y verán… va a haber varios destituidos en este tiempo.

Tomó aire para calmarse un poco.
Amaya ya se había dado cuenta de que estaba encinta, pero le prometió que sería un secreto entre ellas dos y cuando se lo dijera a Marcus, entre ellos tres. No mencionaría nada al respecto, pero se encontraba muy feliz por ella.

—Tengo que decirte algo muy importante… Pero en un lugar más íntimo — Allí donde estaban podrían escucharlos cualquiera.

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A pesar de todas las críticas negativas hacia ella y su familia, seguía haciendo lo que le placía con tal de tener a sus mimadas hijas lo más felices y conformes posibles.
Ese día le estaba enseñando a su bella Eli una melodía de poca duración en el clavecín, mientras Isabel comía fruta sentada al costado del asiento y apoyando la cabeza en su pierna.

Más tarde vendría la partera a confirmar si sus sospechas eran ciertas.

-Esta bien, vamos- le tomo la mano y le sonrió.

Si esto era difícil para El, debia ser diez veces mas difícil para Ella, pero El estaba ahi para apoyarla, para todo lo que quisiera.

No sabía cómo decírselo, pero tampoco podía ocultárselo para siempre, pues tarde o temprano se haría más que obvio. Prefería que se enterara desde un principio. Además que estaba a punto de explotar.

Al escuchar el clavecín sonar, esquivó enseguida aquel salón y supo enseguida que allí no debía entrar.
Entonces decidió ir a aquella zona apartada del palacio y el jardín, donde parecía que las flores silvestres la esperaban. Se sentó allí en el suelo.

—Sólo no se lo digas a nadie, porque nadie se tiene que enterar de esto, porque será otro motivo para confabular en mi contra, como lo están haciendo esos malagradecidos —Puso cara de repugnancia total — Vamos a ser padres. Listo, te lo dije — Tenía tan poco tacto para hablar que esa noticia resultó algo muy parecido a lo chocante.

Marcus solamente sonrió.

-¿Entonces por que estas molesta?-

Se le lanzo encima, la beso y la abrazo

-Tal vez no sea el mejor momento para tener hijos, pero no puedo evitar emocionarme... aunque probablemente esos malditos trataran de usar esto en tu contra, este hijo no deja de ser una bendición-

Lucifenia fue cambiando poco a poco su cara de piedra hasta convertirla en una agradable y linda sonrisa. Aunque nunca había desarrollado ese sentimiento maternal en la infancia, ahora no era tarde para hacerlo.

—No estoy molesta, solo preocupada. Si llega  a ser una niña no sé qué haré… me será mucho más difícil protegerla de los abusivos. En cambio, con un varón, supongo que tendrán algo más de “respeto” o consideración — Sacudió la cabeza— Eso no importa ahora ¿Cierto? Tengo que disfrutarlo, no sé qué hacer o cómo sentirme. Un poco extraña, tal vez. Pero sí, es una buena noticia.

Se llevó lentamente las manos hacia el vientre , tratando de explorarlo.
Pensar que ella siempre imaginó que iba a morir solterona.

-Claro que vamos a disfrutarlo... y créeme cuando te digo que esos malditos no se van a salir con la suya, de hecho ya estoy pensando en algo-

Lo que fuera que estuviera pensando no podía hacerlo sin Morgana.

Se quedo ahí recostado en la hierva acariciando el vientre de Lucifenia y besándola en los labios.

Ese mismo día, Morgana se presentó en la entrada del palacio, mandando a volar de varios puñetazos a cualquier guardia que se interpusiera en su camino. Si debía presentarse ante la reina, invitación formal no tenía, pero tampoco se pensaba aparecer de la nada dentro del predio, así que se arriesgaría a que le cortaran la cabeza por ser tan atrevida.

De repente, abrió las puertas del salón principal, encontrándose cara a cara con Lucifenia, la cual estaba sentada en su trono.

—Su majestad— Se agachó de forma respetuosa ante su presencia.

—Con que un intruso… Por lo que puedo ver, eres  una extranjera que no necesariamente viene de tierras norteñas o del este, ni de las aldeas cercanas a la frontera. Bien, señorita del Oeste, ¿Qué pretende informarme? O mejor dicho ¿Qué quiere de mí el Reino Amatista del Oeste? — Le apuntó con la daga que siempre llevaba escondida, pero sin pararse de donde estaba sentada. A diferencia de hacía años, había aprendido a cómo usarla como un arma mortal.

Morgana alzó la cabeza y sonrió.

—Vengo a servirle, su majestad.

Lucifenia comenzó a reírse.

—Como veo que mis guardias no pueden hacer nada, creo que es hora de que vengas a mí y me digas en verdad que es lo que quieren.

—Puedo mencionarle que en el Oeste me quieren igual de muerta que aquí en el Sur. Que poseo información detallada de los planes de guerra y mundiales que tienen ellos y no pretendo seguir siendo la marioneta de un patético rey que juega con el respeto hacia sus antepasados y al legado que ellos quisieron construir para el futuro de su nación. Morgana , la Gran Duquesa, a sus órdenes.

Un murmullo general se oyó en el salón.

Marcus solo veía aquella situación a través de una puerta entreabierta, tenia que hacer algo, pues conocía a ese par de mujeres lo suficiente como para saber que era solo cuestión de tiempo para que de verdad trataran de matarse.

Andreas estaba detrás de El.

-Eres patético- dijo burlándose de El -Sabes que tarde o temprano tiene que enterarse-

-Se que acabara enterándose, pero el modo en el que se entere es lo que me preocupa.-

-Aja... ya veo... entonces le dirás que esa sucubo te violo y que tu hiciste lo posible por resistirte, aunque lo hayas disfrutado como bestia-

-Como bestia... digo... si... es decir, no!!! voy a contarle la verdad, que todo fue un plan para atraerla y asesinarla, pero que el plan salio mal.-

-Esa no es toda la verdad, ella lo entendera, todo eso paso antes de que tu y ella estuvieran juntos, y si se lo ocultas, cuando la verdad salga a la luz, y saldra, sera todo peor-

-Es facil para ti decirlo- Alego

-Claro...- Dije y lo hice a un lado, si El no iba a evitar que se mataran, yo lo iba a hacer.

-Hice un descubrimiento con la tierra...- Andreas hizo una pausa y volteo a ver a Morgana. -Hola- Dijo como si nada -...Encontré una manera de recuperar el Norte.-

Los murmullos pasaron a ser en un solo segundo, una cotorrearía de aquellas.

— ¡SILENCIO! — Alzó la voz Lucifenia en respuesta a esas reacciones — Bien, prosigue — Le prestó la debida atención e ignoró olímpicamente a la presente que ya le había caído mal desde un principio.

Morgana solo sonrió burlesca de la situación, sin embargo no se retiró de la sala, tan solo se dirigió a un lugar más apartado, aunque, de todos modos, ya era demasiado tarde como para que no la miraran.

Inmediatamente, todos los miembros importantísimos de la corte y consejo confirmaron el hecho de que posiblemente se tratara de la mismísima Gisella Morgana Predan que tanto se hablaban en los relatos orales del Oeste para espantar a las niñas si estas decidían engañar a sus esposos en un futuro. Pero estos no dijeron nada, a pesar que sabían de la naturaleza de las prácticas de los miembros de importancia de Amatista gracias a la guerra con Yellow del Norte. Callaron más que nada, por miedo; pero luego ya se quejarían con la reina, dependiendo de lo que esta decidiera hacer con el súcubo.

Parecían estar más concentrados en ello que en lo que Andreas tenía para decir , a pesar que si se recuperaba los territorios Norteños , se sacarían a Amaya y sus súbditos de encima.

-Encontré la manera de purificar la tierra, de librarla del maleficio de Malebolge y ademas, por si fuera poco, también de protegerla de futuros ataques.-

De un pequeño costal de tierra que llevaba en el abrigo, desparrame algo de esa tierra maldita en el suelo, esta estaba negra y despedía un olor muy penetrante, como a azufre.

De mi otro bolsillo saque una de esas esferas luminosas que eran tan comunes en mi tierra natal y hundí la punta de la lanza en ella.

La luz proveniente de la esfera cambio violentamente de un azul pálido y tenue, a una luz dorada y brillante, como si fuera el mismo sol. De la tierra salieron sombras que se desintegraron en el aire para dejar la tierra limpia y pura.

Tanto yo, como Morgana nos vimos afectados también por la luz, ella se cubrió rápidamente el rostro y yo saque la daga de la esfera gelatinosa en la que estaba clavada,

-Si podemos hacer esto a una escala Mayor, podremos crear una luz lo suficientemente grande como para limpiar y proteger toda una ciudad... pero para eso necesito ciertos materiales-

—Bien, se habrá y gastará en lo que necesites para llevar a cabo eso — Fue su ultimátum.

-De acuerdo... Te haré llegar una lista de materiales que hay que comprar y unos planos de cosas que necesito mandar a hacer... Mas tarde quizás... O mañana, no se... Debo irme-

Guarde mis cosas como pude y me fui de ahí casi corriendo, pero disimulando mi prisa.

Fui directamente a la habitación que para mi suerte estaba sola y me saque el abrigo. Fue para mi sorpresa que lo que descubrí fue que ese destello me había provocado quemaduras muy graves en el brazo, torso y parte del cuello, que aunque estaba cubierto por varias prendas había sido traspasadas con bastante facilidad debido a lo cerca que estaba de la esfera.

No había pensado en las consecuencias de aquel experimento y sin duda, esto podría llegar a ser un gran inconveniente a la hora de poner en marcha mi plan, pues no podía soportar la luz que producían las esferas, pero si eso era necesario y era la única manera no tenia opción.

Solo espere hasta que las quemaduras sanaran, eran todas de segundo y tercer grado así que iban a tardar un buen rato.

Lucifenia se quedó mucho más que confundida por eso. Pero decidió que lo mejor era esperar para obtener respuestas, principalmente, porque si seguía, todos comenzarían con las habladurías… que de hecho, ya empezaron a quejarse que el gasto, que el sueldo, los lujos y miles de bla bla bla.

Le hizo señas a una afectada Morgana, mientras se levantaba del trono y se retiraba del lugar, ordenandole a los miles de presentes que podían irse a sus casas porque sí.


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Dejé a las niñas jugando en su habitación y les hice prometer que no se iban a pelear por los juguetes en ese ratito que no estuviera. De igual modo, ellas son dos niñas buenas.
Ya había llegado la partera y era la hora de la verdad. Me dirigí a mi cuarto, pero no abrí la puerta por quedarme hablando con la mujer, pues quería crear suspenso.

Escuche como Amaya hablaba del otro lado de la puerta e inmediatamente me vestí otra vez, pues no quería que me viera así.

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Una vez que todos se fueron, Marcus se acerco a Lucifenia a hablar, se veía bastante estresada por lo sucedido y quería reconfortarla un poco.

Entré con la partera, la cual tenía un frasco de orina en la mano, la cual analizaba detenidamente.

— ¡Hora de la verdad, cariño! —Exclamé feliz al verlo y me acosté para que me revisaran.

Luego de unas preguntas y que me examinaran, me terminó diciendo que no.
¡Grande fue mi desilusión!

—Nunca es demasiado tarde— Agregó la mujer.

—Siempre se puede seguir intentando — Le respondí con cierta picardía que ella captó de inmediato y rió.

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—Tú te desapareces hasta que yo te ordene estar frente a mí— Le habló Lucifenia a Morgana.

Esta solo frunció el seño y desapareció. Estaba notablemente dolorida y afectada como nunca en la vida por culpa de esa cosa… más tarde averiguaría porqué.

Lucifenia resopló.

— ¿Qué? — Miró a Marcus.

-Que decepción que no hayas quedado embarazada, cariño- dije una vez que la partera se había ido -Tal vez no eran las fechas correctas para embarazarte... siempre podemos intentarlo otra vez- Siempre y cuando esa otra vez no fuera justo ahora, pues mis heridas no habían sanado aun.

-Pero no todo son malas noticias-

Le conté a Amaya sobre mi plan, de que era lo que tenia planeado hacer y que me iría una semana al Este a conseguir las esferas necesarias para hacerlo funcionar.

Mi primer objetivo seria recuperar la ciudad en la que estaba Raziel, ya que era la mas cercana a la frontera y también una de las mas grandes de toda Yellow

Asentí prácticamente a todo lo que me contó.

—Está bien, querido, te extrañaremos — Hice un gran puchero, pero sin lloriquear, más  bien era histriónico y actuado. Me revolqué levemente en la cama — Que lástima que no podemos hacer nada ahora, pues he dejado a las niñas jugando en su cuarto… pero no te aseguro dejarte tranquilo, ya te lo dije. Lucy es tan afortunada~ — Sonreí sin darme cuenta que se me había escapado el secreto.

-Lástima?, ni hablar, primero muerto antes de dejar a mi adorada esposa con ganas...- No se me había olvidado que no me podía ver bajo la ropa, pero astucia no me faltaba y ya había encontrado la solución.

-Pero hoy quiero hacer algo diferente... Y tengo que vendarte los ojos.-