۩ღ Acacia Amarilla ღ۩ [Privado , Evil-Dog]

-Ni loco, no me atrevería a dejarte así de caliente como estas, se que te estas muriendo por hacerme algo y como te portaste tan bien hace un rato dejare que lo hagas, pero solo hasta la hora de la cena, pues no pienso perdérmela por nada.-

—Como diga mi querido esposo — Se puso en papel de sumisa, cuando en realidad lo único que quería era conseguir un momento placentero, como el que abundaban en sus antiguas fantasías de adolescente…

Y había llegado por fin la noche en la que se daría la cena.
Los de la guardia especial habían llegado de una misión sencilla, en la que debieron recibir unos textos que luego serían llevados a la segunda catedral más importante de Yellow del Sur.

Lucifenia hizo hacer y diseñar al modisto una nueva clase de vestido, que era elegante pero mucho más cómodo y sin corsé. Lo que daría inicio a una nueva moda en el reino.

Y Amaya… bueno, estaba recuperándose de su récord sexual.

Llego la gran noche, tena planeado hacer de esta la cena mas divertida de mi vida, aunque no iba a empezar temprano, primero jugaria un poco con Mi mujer.

Tan pronto nos sentamos en la mesa di un grande y largo bostezo, como si estuviera cansado.

-Vaya, que sueño, seria mucha molestia si pido un café? con azúcar... crema... un par de servilletas por que soy muy torpe... y no se olvide de la le...- Hice una pausa y voltee a ve a Amaya con una cara de lujuria. -saben que mejor que sea negro y yo me lo preparo-

La cena era al aire libre, donde se podían contemplar mejor las luciérnagas que parecían adornar el jardín como pequeñas velas flotantes, las cuales se esparcían por todos lados.
Encima de la mesa estaban los platos y el juego de cubiertos, todo para distintos tipos de comidas. Si fuera otra reunión, no saber usarlos sería un revuelo. En medio, un centro de mesa con flores y un candelabro.

Amaya estaba sentada con una sonrisa y los ojos cerrados, como si no pasara nada. Mantenía su fachada de niña tierna y risueña, todo para disimular las chanchadas que haría después si así se daba la situación con ese dichoso juego.

La guardia especial acababa de llegar. Ahora usaban ropas con el estandarte del sur, las cuales tenían el mismo diseño que del norte, con la diferencia esa. Era un milagro que estas estuvieran limpias; de seguro les habían pedido a una mujer para que las lavara.

La Reina también se apareció, y terminó en la punta.

—Hoy nos vamos a divertir… porque después de la cena habrá juego de cartas y apuestas — Lucifenia le encantaba apostar, pero era una legendaria perdedora.

Amaya vio su vestido.

—Apostar… suena interesante.
>>Hermoso diseño del vestido, es tan sencillo pero a la vez elegante. Y lo importante es que no te criticarán al no ser de muselina. ¿Cómo se llama esta nueva moda?

—Aun no tiene nombre. Apuré al diseñador para que hiciera algo rápido y cómodo, pues tengo miedo que con el emba… me siento incómoda y punto. Es hora de evolucionar.

Marcus, que estaba sentado a lado de Lucifeia, casi se atragantaba cuando a esta casi se le escapaba el secreto de su embarazo,

Le encantaba verla en ese vestido, tan cómoda y fresca, pero al mismo tiempo tan agraciada y elegante... Aunque claro, lo Cortez no quita lo valiente y el seguía siendo su amante, y como tal lo que ese vestido sin corset le decía era "Quita-fácil"

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Andreas solo esperaba recargado sobre el respaldo de su silla, bebiendo ese café negro y esperando a que se diera la oportunidad de decir la palabra sin que sonara forzado.

-Es un jardín hermoso el que tienes aquí, Lucifenia.-

>>Recuerdo que en la casa de mi hermana tenía uno muy parecido, con laberinto también, y en cada reunión organizabamos juegos en el...- volte a ver a Amaya, con una cara inosente, pero con una mirada que decía todo lo contrario -Deberíamos venir a "jugar" un día de estos, no crees?-

La guardia comenzó a reírse a lo bajo de una manera muy poco disimulada.

—La otra vez había gente desnuda que aun no se ha identificado en el jardín. A veces me pregunto que hace mi seguridad — Mencionó Lucifenia, cosa que provocó carcajadas en la guardia, cosa que tentó un poco a Amaya.

—Sí querido, con las niñas— Le cortó el rollo a propósito.

—No sabía que tenías una hermana— Lucifenia bebió su té.

-Mi hermana es la reina del Este... que no lo había mencionado?- dije y di un gran trago a mi taza de café -Esto esta muy amargo...-.

Me sorprendía que no supieran eso de mi hermana, pues esa era la principal razón por la que me habían comprometido con Amaya.

—Querido, si por algo nos destacamos las mujeres de esta familia, es que cuando muchas veces nos hablan, estamos en otro planeta. Lucifenia no es la excepción.

—En realidad lo había olvidado. Pero sí, es cierto lo que dice mi prima — Lucifenia sonrió con cierta malicia — A veces nos conviene ¿Cierto?

—Obvio— Era cómplice.

—Empezaremos a aplicar la misma estrategia , porque al parecer les funciona muy bien— Moses sonrió.

-De eso estoy mas que consciente, pero bueno, no queda de otra mas que aguantarse... puede creer que ni siquiera se molesto en aprenderse mi nombre cuando le nos presentaron?- Rió con eso.

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-Si están así de confabuladas creo que ese juego de cartas no va a ser para nada justo... -

— ¡Ah! No era necesario que lo sacaras justo ahora — Hizo un gran puchero.

Lucifenia rió por eso.

— ¿En serio? Tú te pasas — Puso una mano en su mentón, como pensativa — Llevas ese defecto nuestro a otro nivel. Nunca está de más decir que también olvida muy fácilmente los rostros de las personas. Como cuando le presentaron a su otro posible pretendiente… el cual se desesperó tanto que salió corriendo , literalmente. Nunca recordaba su nombre y siempre se lo confundía con un sirviente. Ya imaginarán el trato que le daba al infeliz.

Amaya agrandó el tamaño del puchero.

—El juego de cartas se juega de a uno. Pero estamos tan determinadas que vamos a aplastarlos — Aunque Lucy siempre terminaba perdiendo miserablemente.

—Me temo que alguien hoy va a extraviar algunas de sus fichas — Ahora era Amaya la que se estaba vengando.

-Bueno, si la competencia se puso seria, entonces que la bebida se ponga seria también o es que somos todos un montón de crios bebedores de leche?- aprovecho que apenas estaban sirviendo la comida para encargar la las mas fuerte que tenían, hacia años que no provaba el alcohol y esa noche necesitaba algo que me volviera mas imprudente de lo habitual, pues nuestro juego privado acababa de empezar.

Así que quería jugar sucio… está bien, me iba a casi emborrachar (o a hacerlo directamente) para perder un poco los estribos y desinhibirme completamente… aunque la última vez que lo había hecho, terminé vomitando hasta por los rincones y diciendo miles de incoherencias.

— ¡Más que perfecto! Tenemos un vino de más de cien años en la reserva.

Me resultaba muy extraño que Lucifenia quisiera beber a pesar de estar embarazada. Parecía no tener mucha conciencia.

-Fabuloso, entonces brindemos- Dije levantando la copa y tirando disimulada pero intencionalmente una cuchara al suelo -Vaya, pero que torpe soy... y eso que aun no bebo nada, Amaya querida, ¿podrías hacer el brindis por mi en lo que recojo mi cuchara?-

La mesa era ancha y larga, asi que me aproveche de eso, me salí de mi silla y me metí por debajo de la mesa, escondido por los manteles me metí entre las piernas de mi mujer y empece a dale besos justo ahí donde se juntan las piernas.

Casi di un salto por eso. Pero no borré mi sonrisa en ningún momento, aunque esta se convirtió claramente en una de satisfacción.

— ¡Brindemos por la familia! ¡Por todo lo que amamos! Y por poder verlos reunidos a todos ustedes en este momento ¡Salud!

— ¡Salud!

Y todos brindaron y tragaron de una aquel delicioso vino.

Mientras tanto, comencé a sudar notablemente por lo que estaba haciendo ahí debajo. Solo esperaba que nadie se diera cuenta para así no pasar la vergüenza de mi vida.

-Que escurridiza... la cuchara me refiero- Dije y me senté en mi silla nuevamente

>>Bueno, Salud... que necesito sacarme el sabor de boca- Dije eso ultimo en voz baja.

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A Marcus no le parecía nada bien que su prometida bebiera estando embarazada, Y aunque no se atrevía a reclamarle nada pues se arriesgaba a divulgar el secreto, ademas de que si lo hacia lo mas seguro seria que le respondiera con un rotundo "Ya lo se".

Amaya no tardó nada en emborracharse, más que nada por el gran contenido alcohólico que tenían aquellos vinos, además que se mandaba un trago tras otro indiscriminadamente.
Se reía por todo y festejaba absolutamente cualquier chiste o cosa que le dijeran.

— ¡Lucy!— Gritó de repente, acordándose de que tenía que retirarse un tiempito a hacer sus jueguitos sucios — Volveré.

Y se paró de repente y salió corriendo, como jugando a las escondidas.

—Eso sí que fue rápido— Lucifenia, en cambio, estaba alegre, pero no tanto como Amaya. Faltaban un par de copitas de más para que ese relax se convirtiera en otra emoción — Querido, ¿Qué nombre le pondremos? — Largó de repente, bastante somnolienta.


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