۩ღ Acacia Amarilla ღ۩ [Privado , Evil-Dog]

Debo confesar que tenia cierta atracción morbosa por los pechos pequeños. así que lejos de ser un inconveniente era probablemente lo que mas me gustaba de ella, sumado a sus ojos y su piel de porcelana, le arranque todo a excepciona de las medias, una lastima que tuviera que recibir a su padre así, pero que se le va a hacer, así es el amor.

Primero que nada… Admitiré que me gustó. Y mucho. Nunca pensé que existían este tipo de sensaciones… y aunque al principio era muy incómodo, luego todo pasó a ser… placentero.

Segundo. Padre ya venía. Y con los peores ánimos.

Una vez que sacie mis deseos (al menos momentaneamente) la acomode de lado y comencé a acariciarla con una mano en el abdomen y con la otra jugaba con su cabello.

-"Sabes es raro decirlo, pero nunca pensé que llegaría a tener esposa, y mucho menos hijos, toda mi vida pensé que moriría solo en una trinchera o algo así"-

Me sobrevino una imagen en la cabeza de repente: Marcus.
Lo siento… realmente lo siento.

Y tenía que admitir que a pesar de todo, el amor de mi vida, mi amor platónico siempre sería él.

—Supongo que debo ser especial para que finalmente me escogieras… — Lo único que yo realmente sabia hacer, era dormir, comer y pasar de largo de todo. Así que no se que demonios me veían los hombres.

—Eso ya no importa. Lo importante es que ahora estamos casados y nos ahorramos un montón de problemas.

— ¿Quién te dijo que yo iba a irme de aquí? Solo me basta con pensar — Suspiré pesadamente — Y creo que vamos por el buen camino. Igual creo que podrás salir pronto, puesto que el rey si quiere evitar problemas, debe darte un trato especial, no el de un mugriento prisionero.

—O eres un pervertido o estás demasiado aburrido — Lo miré, segura de lo que diría a continuación — O ambos.

Pronto vendría el rey y me incomodaba el hecho de que cualquier persona podía entrar en cualquier momento y llevarse una desagradable sorpresa. No era un lugar muy íntimo que digamos.

-"Si, soy complicado"- Me puse los pantalones y me resigne a que no tendría mas acción esa tarde. -"Ahora que Lucifenia es la única heredera al trono del sur... no te preocupa que trate de hacer presión para que vayamos a la guerra? digo, nunca le agrade y ella sabe lo que soy, y no tiene motivos para guardar el secreto"-

—Lucifenia es fácil de manipular. Se me ocurrirá algo para que no moleste… Aunque creo que ni hará falta. Ella me conoce y sabe que puedo ser terrible. Además, no tiene pruebas — Me puse el camisón — Y no se atreverá a pelear conmigo tampoco. Porque pelear conmigo es sinónimo de también pelearse con el rey y no le convendrá que su reino entre en un conflicto con el que pueda romper la eterna alianza.

Dejé mi cabello suelto como estaba.  Me senté en el borde de la cama.

En eso, el que abrió la puerta fue el mismo rey. Tenía una cara de enojo terrible, como nunca antes había visto.

— ¡¿Qué HICISTE AMAYA?!— Gritó a los cuatro vientos.

—Lo acordado desde un principio — Mencioné con suma tranquilidad. Agarré las sábanas y se las mostré — Ahora no me podrás casar con nadie más. El lazo ya está formalizado por la santa iglesia. Ya soy una señora.

El rey no tardó en pegarme un cachetazo.

— ¡INSOLENTE!

— ¡Testarudo! —Exclamé — Prefieres que todos muramos por mero capricho tuyo y de tus patéticos consejeros.  No es lo que mamá hubiese querido — Metí el dedo en la llaga, debo reconocer — Y si haces un conflicto bélico, moriré yo también.  Asesinada por ti o por cualquiera de tu bando contrario.

El rey se quedó pensando.

—Él asesinó a mi hermano y tu madre…

—Estuvo conmigo todo el tiempo, no pudo haberlo hecho. Si quieres buscaré las pruebas para convencerte.

Miró a Andreas con desprecio.

—Hazlo. Te daré el tiempo que sea necesario… pero no le quitaré los ojos de encima.

—Bien. Quedamos así. Necesito mis cosas...Me quedaré aquí hasta conseguir las pruebas.

La había sacado barata. Me dio más de un mes para efectuar mi labor. Tuve suerte.

Apenas pude contenerme cuando la golpeo, al menos nos dio tiempo para probar mi inocencia,

-"Estas bien?"- le dije revisando la mejilla donde la había abofeteado.

Me dolía mucho. Después de todo, tenía la fuerza bruta de un hombre.

—Podría estar peor — Contesté.

Su majestad se había ido.

—Entre hoy y mañana seguro traerán mis cosas. Y podré empezar con todo esto — Hice una mueca de que me continuaba doliendo aquel golpe. Molestaba demasiado.


Apenas llevaron mis cosas hacia la capilla, busqué entre algunos de mis objetos que estaban cerrados bajo llave un sello que había robado hacía mucho tiempo, uno exactamente igual al que usaba el rey para sus cartas. Y lo encontré dentro de un cofrecito donde guardo las cosas importantes.

Apenas obtuve eso en mis manos, me puse manos a la obra y empecé a escribir la carta para el Este en una excelente caligrafía. Ahora estaba contenta de haber aprendido algo de mis maestros, de lo contrario no podría estar haciendo esto.  Luego lo sellé con la cera y le pedí al mensajero de la capilla que enviara eso a destino.  Por suerte aceptó con gran amabilidad, sin preguntar nada.

Tuve noticias de que en unos pocos meses la coronación de Lucifenia se llevaría a cabo. Estaban organizando los preparativos. Y yo era una de las invitadas que haría acto de presencia.

Y así pasó el tiempo, en el que me dediqué a investigar la forma de comprobar la inocencia de Andreas. Pero no tenía el suficiente material como para averiguar lo que necesitaba y tampoco quería salir de la capilla para ir a la biblioteca del palacio por las dudas que al rey o alguien más se le diera vuelta la tuerca y decidieran venir a causar problemas.
Si no descubría todo el complot, ninguno de los dos podría volver a mi hogar.

En esos meses llevé una vida bastante pacífica y sencilla.

En uno de esos días, llamé a la partera para que confirmara algo. Y si, efectivamente no lo negó, sino que lo afirmó: tendría a mi primer hijo.

Esperaba que fuera hombre , porque no quería que sufriera como lo había hecho yo por el simple hecho de ser mujer...

Cumplí 17 ese mismo día que me dieron aquella noticia.

Ya habian pasado varios meses desde que empece a vivir en esa capilla, estube intercambiando cartas con mi padre y por lo que me contaba en ellas, la situación en la frontera no hacia mas que ponerse mas tensa, sin embargo estaba muy feliz con lo de mi matrimonio, y con lo que parecían el fin de mis batallas, aunque para ser sincero estaba aburrido de la vida sedentaria que llevaba.

Era el cumpleaños de Amaya, y tenia planeado sacarla de ese lugar aunque fuera por lo menos ese día, también estaba contemplando la idea de llevármela al Este, pues al parecer, las únicas pruebas que podían demostrar mi inocencia, se habian convertido en cenizas.

Ella estaba en nuestra habitación vistiéndose, pues acababa de ser revisada por la partera. Me acerque desde atrás sin hacer ruido y la abrace de la cintura mientras me tenia de espaldas.

-"Y bien, cual es la novedad?"-

Me quedé allí, contemplando la idea de que ahora mi vida, nuevamente, tomaría un rumbo distinto, muy distinto. Demasiado diría yo.
Pero por dentro no podía dejar de pensar en cómo se encontraría Marcus , si estaba afectado , si se sentía bien , si había comido… entre muchas otras cosas más.

Reaccioné instantáneamente.

—Si — Respondí solamente, dando a entender todo con esa afirmación.

no pude evitar sobresaltarme con la noticia.

-"Te dijo cuantos meses tiene? como esta? o algo?"-

—Dijo que tiene alrededor de tres meses. Podría ser un poco más también… y que está todo más que perfecto — Respondí feliz.

-"Crees que se te empiece a notar la panza pronto?"- comence a acariciarle el abdomen. -"Apuesto a que se te vera hermosa"-

—Yo creo que dentro de poco — Me hice el cabello a un lado — Mi madre decía que al tercer mes a ella ya se le notaba un poco. Y si miras bien, vas a ver que hay una pequeña curvatura en mi vientre — Me miré la panza — Esperemos que si…

-"Sabes, como es tu cumpleaños pensé que hoy podríamos hacer algo especial, no se, algo como salir de este lugar aunque sea un par de horas. Llevas demasiado tiempo investigando alguna pista que pueda ayudarme a probar mi inocencia, y yo se que te gusta sobrepasarte con eso, tanto que duras varias horas sin comer y a aveces sin dormir, y eso no es bueno para tu salud,o para la de nuestro hijo."-

—Tengo que aprovechar mi juventud para hacer los desarreglos que quiera — Sonreí bromista — ¿Estás seguro de esto…?

—De querer quiere, no le conviene hacerlo — Aclaré — Además si sales y no te atrapan, puedes volver a quedarte otro mes. Aquella ley no especifica muy bien, puede interpretarse de muchas maneras, incluso como la que te dije recién — Empecé a pasarme las manos por el cabello — Pero bueno. Olvídalo.