۩ღ Acacia Amarilla ღ۩ [Privado , Evil-Dog]

Sonreí. La oferta del palacio era tentadora, pero no era lo que quería hacer.

— ¿Comenté alguna vez que cuando mi padre y tío eran príncipes todavía, se disfrazaban de plebeyos y se iban de juerga al pueblo? Podemos hacer lo mismo — De un mueble saqué dos capas viejas y agujereadas por el tiempo y se la pasé — Aunque al igual que ellos, eso puede quedar en un “sucio” secreto.

-"Los secretos sucios son los que mas me gustan"- tome la capa y me la puse, quería compensarla con lago, por todo lo que tenia que pasar a causa mía, y por todo lo que hacia por mi.

Y entonces fue así como nos fuimos al pueblo. Si soy sincera, estaba un poco nerviosa, puesto que nunca había salido del palacio más que para ir a la iglesia o viajar al sur, para caer nuevamente en otros lujos desmedidos.

Noté que había varios puestos, un mercado. Era realmente grande y tenía de todo: desde comida, especias, animales, telas e incluso ropa.

En uno de esos puestos, vi una anciana que tejía manualmente unas chalinas y que algunas eran de color púrpura. Me fascinaba demasiado ese color, puesto que en la naturaleza se encontraba muy poco. Me quedé mirando como boba como hacía su labor… y con mucha admiración.
En mis clases de costura, apenas yo podía bordar un círculo y esta señora hacía verdaderas obras de arte con un par de agujas.

Luego me distraje con un sujeto que vendía piedras. Otros que hacían trueques e intercambiaban telas y alfombras con distintos motivos y colores.

Si soy sincera, tenía ganas de llevarme todo… Y si quería, lo hacía.

-"Por la forma en la que te distraes con cada mercader puedo suponer que nunca has estado aquí, o no?"-

Debo admitir que el mercado era grande y variado, pero nada comparado con los kilómetros y kilómetros de bazares que habían al otro lado del océano, estaba consciente de que ella no conocía mas que de lo que su vida de princesa le había permitido, el mundo exterior era algo completamente desconocido para ella. solo era necesaria una palabra de su boca para llevarla a recorrer cada continente de este mundo, cruzar cada océano y escalar cada páramo, pero era inútil si se lo ofreciera, con todo lo que había pasado y todos los problemas que azotaban su tierra, lo ultimo que haría era irse.

—Jamás. Siquiera sé cómo viven las personas — Admití dejando mi orgullo de lado. La vida de plebeyo parecía ser bastante entretenida. Tal vez siquiera tenía idea de lo que pensaba.

— ¡Jovencita! — Exclamó un mercader y me hizo unas señas para que yo me acercara.

Cuando por fin estuve frente a él, pude notar que vendía piedras que NUNCA en Yellow del Norte ni del sur había visto en mi vida. Si bien no tenía idea de joyas, solo con ver el brillo que tenían y los variados colores me entretuvo bastante.
Podía suponer que ese tipo provenía del Oeste, el cual tenía minas por todas partes de donde sacaban los minerales más costosos. Para mi decimotercer cumpleaños mi padre me había regalado unos aretes de zafiros que hacían juego con un collar de la misma piedra que provenían de aquella nación.

—Esta piedra preciosa le adornaría perfectamente su cuello y haría juego con sus hermosos ojos — Me dijo — Son Amatistas semipulidas.

Yo me puse un poco roja y me cubrí un poco la cara con la capa vieja.

—¿Usted es del Oeste , cierto?

El hombre se quedó parpadeando.

—Quiero esas Amatistas. No importa que no estén en su estado más puro… ¡Me encantan!

No importa que tal vez me estuviera engañando. Yo solo quería esas piedras por simple capricho.

-"Sabes, me recuerdas a un cuervo que tuve de niño, a el también le encantaban las cosas que brillan"- le dije riéndome.

Espero que no tratara de comprar muchas cosas, los mercados normalmente estaban llenos de estafadores y ladronzuelos, lo ultimo que quería era llamar su atención.

—Pues a mí me gusta todo. No sabría que comprar y que no… — Era capaz de traerme una carreta un día y cargarla.

—Es tal su entusiasmo que le dejaré la amatista a mitad de precio.

—Por ser lindo yo creo que vale mucho más — A pesar que el tamaño era pequeño, le di tres monedas de oro — Si llego a tener una hija, le diré que un anciano amable prácticamente me regaló una hermosa piedra — Sonreí.

No pude evitar pensar en eso ultimo que dijo, ¿una niña?... si, creo que me gustaría mas una niña.

Aunque me pareció demasiado arriesgada la acción de Amaya (por mas bien intencionada que fuera), lo único que iba a lograr así era hacer que nos descubrieran, no es que me importara que malgastara unas monedas en baratijas, aunque reflexionando un poco, ¿cuando he pagado yo por algo de lo que quiero?... probablemente nunca.

Tomé la piedra entre mis manos y me fui a otro puesto casi dando saltitos de ahí.
Iba de un lado a otro indiscriminadamente, pero decidí no seguir gastando, puesto que me iba a quedar sin nada de dinero.

-"Creo que deberías comprarle algo al padre, desde que vivimos con el no hacemos mas que atormentarlo y llevarle algo seria un buen comienzo para limar asperezas."-

Por un momento la deje que deambulara libremente de un lado a otro, la verdad parecía mas su guardaespaldas que otra cosa, pero no podía darme el lujo de relajarme, no en un lugar como ese.

Encontraba aquel mercado especialmente divertido.
Compré una tela negra laaaaarga , a un precio muy bueno y de una calidad magnífica para luego confeccionar una prenda para el padre. Le pediría ayuda a las monjas del convento luego.

En determinado momento me alejé del lugar para sentarme en el suelo , puesto que estaba muy cansada y sentía mis pies , por alguna extraña razón , más hinchados que de costumbre.

-Quiero que juguemos un juego - Esa idea ya era terrorífica viniendo de mi - Tú me cuentas algo que me haz estado ocultando todo este tiempo y yo haré también mis confesiones. - Era nada más que para pasar el rato.

-"Quieres que te cuente algo en especifico o puede ser lo que sea?"- Tenia muchos secretos que era mejor guardar, pero supongo que podía contarle algo poco relevante.

—Lo que prefieras — Mencioné mirándome los pies, mientras los movía a un ritmo imaginario dentro de mi cabeza.

-"No se si deba contarte esto pero... El asesino, antes de morir, me ofreció hacerme rey de Yellow del norte a cambio de dejarlo completar su objetivo"- obviamente me nege, pero para ser justo, estuve a poco de aceptar su oferta, pero no iba a contarle eso.

Sin embargo, no me mostré sorprendida. Era un asesino despiadado, después de todo y eso significaba que no tenía ninguna clase de escrúpulos ni contemplaciones.

—Bien… es mi turno — Suspiré — No me gusta ir a la iglesia, a veces robaba cosas que pertenecían a los reyes, mi primer beso fue con una chica, de la primera persona que estuve enamorada fue de mi padre, odio profundamente a mis maestros de filosofía, una vez decapitaron a alguien por mi culpa, me embriagué varias veces en secreto, mi padre siempre quiso que yo fuera un varón , mi fantasía es que me pinten desnuda , humillé al marqués del Oeste , le toqué el trasero a un cura , me divierte decir palabrotas y en todas las religiones que conozco me voy al infierno — sonreí — Supongo que no me acuerdo más... Por ahora.

Reí con todo eso.

—Recordé más… Siempre le tuve envidia a Ladelly porque ella tenía un talento único para el canto , mi mayor pecado es la pereza y la lujuria ,  detesto mi cuerpo , me encanta quemar cosas y ver como se consumen lentamente , leí muchas obras “prohibidas” y me dieron ganas de hacer lo mismo , me aburro fácilmente de todo , a veces soy muy ingenua y… y… Siempre fui una niña solitaria por ser berrinchuda.

Guardé silencio.

—Y si vamos a cosas más grandes todavía , sé que me ocultas algo… con respecto a alguien , un "amigo" tuyo — Me refería claramente al cráneo parlante.

-"El... El es mi mejor amigo, ha estado conmigo desde que tenia 5 años, en vida fue una de las tantas mascotas de mi hermana, pero un dia enfermo y murió, lo desenterré, lo decapite y herví su cabeza en agua, una vez que se volvió completamente de hueso, comencé a hacerlo hablar, al principio eran mis palabras las que salían de su boca, pero poco a poco comenzó a tener conciencia propia, luego comencé a notar cambios en su actitud, como si algo mas que mi consciencia estuviera dentro de el. comenzó a ofrecerme tratos, magia horrible y maravillosa a cambio de la vida de aquellos a los que consideraba harían mas bien al mundo estando muertos. así es como aprendí todo lo que se, aunque al fin de cuentas, la tarifa fue bastante alta."- guarde silencio después de eso

Ya había llegado un punto en que a mi nada me sorprendía. Así que abordé el tema con mayor delicadeza.

— ¿Cuál es esa tarifa, cariño mío?— Le tomé las manos y lo obligué a que me mirara a los ojos.

-"Casi novecientas vidas... novecientas personas que, en el momento que mandaba sus almas a los fríos y oscuros brazos de la muerte no pude sentir algún tipo de culpa o remordimiento, eran todo ellos asesinos, ladrones, corruptos, estafadores, violadores... escoria, pero después... me di cuenta que no era nadie para decidir quien debía morir y quien debía vivir, estuve a punto de acabar con mi existencia como método para expiar mi culpa, pero después me ofreció algo mas, me dijo que nadie a quien yo amara tendría que alejarse de mi, que podía engañar a la muerte"-

Eso quería decir que cada vez Marcus estaba más lejos de mi… Pero mi humanidad era más grande.

—Yo…no me alejaré — Miré el suelo por la vergüenza— Y mucho menos ahora que viene un bebé en camino.

-No te exijo sacrificios - Hablé a continuación y fui bastante contundente - Así que encaminémonos en lo siguiente : Burlemos a la muerte - Sonreí. Oh si , Amaya , a ti si que te gusta la aventura...

-Bueno... Estoy algo precavida para eso. O por lo menos estoy más alerta ante un posible ataque. Yo se que en cualquier momento harán algo. Su error fue que consideraron a su asesino invencible... Ahora uno puede imaginar que es lo que vendrá después , o darle forma a la idea con la mente.