۩ღ Acacia Amarilla ღ۩ [Privado , Evil-Dog]

-Vamos por esos dos!- Sugirió mientras señalaba con el dedo a dos demonios que estaban detrás de los demás, cargando la pólvora y la munición. -Tratar de repeler el ataque solo nosotros dos sera muy complicado, pero tengo la certeza de que Yggrasil va a aparecerse tarde o temprano... si entorpecemos el asedio lo suficiente les daremos tiempo de llegar.-

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-Esta bien, iré en un momento... solo necesito tomar un poco mas de aire.- Se enderezo lo mas que pudo para no aparentar estar tan cansado. -Y no te preocupes... no me voy a quedar dormido-

Asintió con una sonrisa de medio lado. Oxidarse así sin más por no moverse para aniquilar, no era su estilo. Tenía una importante necesidad de acción.

Cogió la daga de su cinturón y desapareció de repente, para aparecer detrás de uno de ellos y terminar por darle una fuerte y certera patada que le terminó resquebrajando la armadura, además que por el impacto, el yelmo salió volando de la cabeza de su enemigo. Con una velocidad propia de un ser de su clase, clavó la punta del arma blanca en el cuello de aquel desafortunado y le abrió la garganta de par a par, terminando por caer muerto al suelo.
El otro, se había quedado allí, pues todo había pasado tan rápido que no tuvo tiempo de hacer nada. Morgana no le dio oportunidad y le rompió la cara de un puñetazo. Tenía una fuerza bruta enorme que era capaz de destrozar el metal más duro solo con sus dedos… imagínense con el puño cerrado.

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—Te estaré esperando…~

Y se fue al cuarto de baño. Empezó a preparar todo.

-Y ten cuidado...- Dijo en voz baja justo cuando desapareció. Ahora era su turno de conseguir un arma.

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-Pero que pasa conmigo...?- Se pregunto en voz baja.

No entendía por que empezaba a pensar en Amaya en ese momento, hacia demasiado tiempo que había dejado de verla de esa forma, y ahora tenia a Lucifenia, que era lo mejor que podía haberle pasado en la vida.

Simplemente hizo lo posible por olvidarse de todo y fue al cuarto de baño, quizás una ducha le serviría para despejar la mente.

Una vez se deshizo de esos dos, recogió las armas que habían quedado tiradas en el suelo y le disparó al primero que se aproximó con claras intenciones de hacerle daño. Cargó con rapidez la otra y volvió a hacer lo mismo, bajando a unos cuantos e imposibilitándolos, ya que les dio en puntos vulnerables, generalmente en las uniones de los miembros corporales. O si no, los mataba.

No tardó en darse cuenta de que esas armas eran más fáciles de usar que las que había en el sur y también más precisas.

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Lucifenia notó que algo raro pasaba. Antes de ir al cuarto de baño , se dio cuenta que la estaba mirando , con los ojos de un enamorado , pero que a su vez parecía estar pensando en otra persona por como se había distraído.
Suspiró.

Archimonde sin embargo, se mantuvo sobre el tejado hasta que Morgana acabo con ellos, sabia que si volvía a empuñar su espada como antaño lo había hecho volvería a perder la cabeza, tenia que evitar el combate directo lo mas que podía, de lo contrario acabaría orquestando una carnicería, tomando a culpables e inocentes por igual.

Se acerco a uno de los cadáveres y recogió una de las armas, la examino con detalle, asombrado por el complejo mecanismo con el que funcionaban.

-Parece que tienes mucha experiencia con estas-

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Mientras Lucifenia estaba en el baño, Marcus veia por la ventana hacia el cielo estrellado del poniente, la imagen de Amaya habia desaparecido de sus pensamientos, pero ahora estaba la de Morgana, con quien había tenido su primera experiencia sexual, aunque si había sido del todo placentera era muy cuestionable, no dejaba de ser su primera vez.

A pesar de que ni el mismo lo sabia, lo que hacia no era otra cosa mas que dejar salir todos esos pensamientos de su mente, despedirse de ellos para que no volvieran mas, ya no estaba enamorado de Amaya, ni tampoco sentía esa atracción sexual por Morgana, no pensaba en ninguna de las dos cuando hacia el amor con su esposa, y no iba a empezar ahora que al fin estaban oficialmente casados, cuando su mente estuvo finalmente despejada y su cuerpo descansado cerro la ventana y fue directo al cuarto de baño.

-Lamento haberte hecho esperar-

—Ni tanta. Solo un poco de práctica y ya. — Contestó con normalidad. — Pero estas son más fáciles de usar. Se nota que tienen un mecanismo algo distinto y más avanzado. En fin…

Buscó la daga con la mirada y cuando la encontró clavada en el cuello de un muerto, la sacó de allí como si nada y la volvió a guardar en el estuche de su cinturón.


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Lucifenia se estaba quedando dormida en esa espera. Ahora que se había relajado, la cansada era ella y no pudo evitar que le sobreviniera un cansancio enorme.
Cuando le habló, tenía los ojos entrecerrados. Tuvo que mojarse la cara para despabilarse. Su cabello de fuego flotaba en el agua.

— ¿Te sucede algo?— Le preguntó, al fin.

Antes de que pudiera decir algo la balacera empezó otra vez, a lo lejos se podía escuchar como los disparos eran respondidos con mas disparos, eso solo podía significar una cosa.

-Tendré que pedirte que me enseñes como usarlas después-

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-Si... bueno, en realidad ya no importa, no hizo falta que le pensara demasiado para darme cuenta de que las cosas están en su lugar... las cosas son como deben ser... tu estas conmigo y yo contigo, hasta el fin.- Se desvistió y entro en la bañera. -Y eso es lo que importa.-

—De acuerdo. Pero no prometo resultados rápidos. A veces , por más que se apunte a un objetivo , los perdigones salen para cualquier lado.

Envolvió todo su cabello en un rodete, pues ya comenzaba a molestarle y a enredarse con sus brazos o lo que estuviera cerca cada vez que se movía de manera violenta. No quería que este la entorpeciera.
Cogió dos y se las quedó. Una para usar y otra para usar en caso de que rompiera o se le perdiera la primera.

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—No sé ni de que estás hablando. Así que haré de cuenta que entendí todo y te diré que sí, asintiendo. — Sonrió. Algo había dentro de esa cabeza, ya lo averiguaría ,pues le preguntaría después para no cortar el rollo en ese instante o directamente esperaría a que lo soltara solo.

-Ya habrá tiempo para practicar.-  Agrego, aun fascinado, no le quitaba la vista de encima a aquel artefacto, deseaba con ansias estar ya en un lugar tranquilo y desarmarla por completo. la guardo en su bolsa y volteo la mirada hacia el centro de la ciudad, de donde habían venido los disparos.

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-Te digo que en realidad ya no importa, cosas de hombres quizás... solo estuve pensando en como va a ser mi vida de ahora en adelante, que lo que pude haber dejado cuando me case contigo no es nada en comparación a lo que gane-

Morgana tenía que tomar toda la pólvora posible. Decidió utilizar su libro, que a pesar de no tener nada visiblemente escrito, si había miles de dibujos hechos con grafito o tinta negra.
Tomó una barrita y comenzó a dibujar lo que sería la pólvora, para luego esparcir un poco sobre el dibujo, pronunciar unas palabras y que el dibujo absorbiera todo lo que había encima. Hizo lo mismo con más cantidad y tomó todo rápido y lo más que pudo. Era un viejo truco, bastante útil para guardar cosas.
Hizo lo mismo con una de las armas.

En ese libro estaban atrapados miles de animales y plantas, muchos de ellos que le podrían ser útiles en cualquier momento. También objetos. Por eso lo llevaba siempre consigo, además que cuando no recordaba las características de alguno de los tres, leía la descripción invisible que ella misma escribía a los costados, arriba o debajo de las ilustraciones.

Comenzó a caminar, lenta, mirando hacia el frente. Puso el arma detrás de su nuca de forma horizontal, encima de sus hombros, y dejó colgando los brazos hacia delante mientras tarareaba en su mente. No se sentía nerviosa para nada.

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—Está bien, me alegro que sea así — No hizo falta que le dijera algo más. Ya había entendido todo con solo procesar unas cuantas palabras de todas las oraciones. Le alegraba mucho que dejara las cosas en el pasado , aunque también se daba el atrevimiento de reconocer internamente que lo envidiaba , pues era algo que ella no había hecho por completo y tal vez no lo haría , por lo dificultoso que era emprender esa tarea. Aunque siempre trataba de mantenerse ocupada para no pensar en eso… le funcionaba, mientras estuviera haciendo otras cosas y distrayendo su mente.

Justo después de dar el primer paso un disparo reboto delante de él, de los tejados de ambos lados salieron un grupo de personas con túnicas rojas y mascaras blancas, todos con armas de fuego.

Parecían mas enfocadas en Archimonde que en su acompañante, todos le apuntaban a él, solo uno de ellos quien portaba una túnica un poco diferente mantenía su arma abajo.

Una advertencia de una voz femenina fue lo único que recibió, un "No te muevas" antes de bajar del tejado a verlo mas de cerca.

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-Y a mi me alegra que te alegre... y que lo entiendas, pero no pienses demasiado en ello, ya es mas de la media noche y nuestra noche de bodas casi termina-

En otra época, Morgana tal vez no hubiera medido las consecuencias y hubiera sacado de su libro alguna alimaña o directamente se hubiera lanzado a disparar a diestra y siniestra contra sus contrincantes, sin vacilación. Pero, por fortuna, ahora era más prudente y paró el paso, no se movió en lo absoluto, solo quedó de espaldas oyendo cada movimiento, cada respiración… si hacía algo estúpido, todo iría para peor. Parecían haber encontrado lo que estaban buscando. De lo contrario, si le hacían algo, más de una cabeza rodaría.

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—Andas demasiado preocupado midiendo el tiempo, al parecer. Cosa que a mí no me importa, pues dejar pasar volando los segundos se ha convertido en mi principal prioridad ahora que estamos casados… Quiero que el tiempo sea relativo de ahora en más, que pase lo que tenga que pasar y punto.
>>Yo siempre trataré de entenderte. Pero también necesito que me entiendas a mí o hagas un esfuerzo por hacerlo.

Sonrió. Solo estaba asegurándose.

Archimonde no tardo en reconocer aquella voz, habian pasado siglos desde que la había escuchado, pero era imposible confundirla.

-Que pasa, así es como tratas a los viejos amigos?- Le pregunto en voz alta.

La mujer, no espero para responderle.

-Tu y yo no somos amigos... las arpías no tenemos amigos-

Arpias era el nombre que se habían dado a si mismas, una legión compuesta solamente de mujeres.

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-No es que cuente los segundos... es solo que estoy impaciente, dijiste que íbamos a seguir en el baño y después de todo lo que me tarde casi te quedas dormida... no quisiera que la noche terminara así, eso es todo-

Sonrió, metió las manos dentro del agua y tomo los pies de ella, los acaricio levemente y la invito a seguir donde se habían quedado.

Morgana rodó los ojos y los puso en blanco. Lo último que esperaba era una frase como esa, la cual podía indicar dos cosas: una explicación interminable de lo que eran ese grupo de mujeres con tintes filosóficos o una batalla campal de la que ahora sí no tenía ganas de tener.

Bajó el arma al suelo y apoyó su codo en la culata del arma, que tan larga era, recargándose en ella. Con la otra mano, disimuladamente comenzó a hacer un movimiento nervioso con los dedos por encima de la tapa de su libro, golpeteándolo con suavidad.

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—Si sigues con tus labios así hasta arriba , verás… — No era un reto , más bien lo estaba incitando a que siguiera.

Despues de varios segundos de silencio, Archimonde dio el primer paso hacia el frente, la mujer reacciono de forma nerviosa y disparo al suelo, poniendo a toda su compañía alerta.

-Entonces así quieres que sean las cosas...?- Dijo al ver el hoyo en el suelo que habia dejado la bala.

-No!, No te muevas!- respondió aquella, su temperamento efervescente no hacia mas que acentuar su nerviosismo.

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-No se como hacerlo sin ahogarme... aunque si te acercaras un poco mas, no se... digamos encima de mi, seguro hallaría la forma.-

Morgana alzó las cejas. Se estaba aburriendo y perdiendo la paciencia, algo muy raro en ella, pero quería empezar y terminar rápido todo aquel asunto y si nadie hacía nada por un motivo u otro, entonces era hora de tirar la primera piedra.
Terminó dándose la vuelta y caminó hasta donde estaba Archimonde, poniéndose delante de él, a unos pocos metros. Detuvo su paso y su expresión era tan aburrida como siempre.

—No tengo todo el día. Si vas a jalar del gatillo, decídete y hazlo de una vez. — Arrugó el ceño con levedad. En serio estaba fastidiándose. — Al fin te encontramos. AL FIN.

No tenía pelos en la lengua. Tampoco le importaba si decidía llenar su cuerpo de estéticos agujeros , total, se regeneraría al poco tiempo. Y mucho menos su prioridad era ganar su simpatía. Le valía un reverendo carajo. Si lo tomaba como una ofensa, pues que así fuera. Respuestas era lo que buscaba y nada más. Luego se iría por donde había venido para continuar con su vida y fin de la historia.

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—Pero esto que te estoy proponiendo es un juego. O más bien , un reto. Solo debes de seguir un sendero de besos hasta mi vientre (o más arriba si prefieres) y ahí podremos continuar con el asunto…

-Ella no es Iggdrasil... es solo su subordinada.- Dijo, sabiendo que eso la enfurecería mas aun. -Y sigue siendo tan cabeza dura como hace trecientos años-

La mujer no tenia de otra. Ya había gastado la bala que tenia en el cañón, y no le convenía empezar una pelea, conocia bien a Archimonde y de lo que era capaz, aunque el que había conocido hace trecientos años era muy diferente al actual, aun así opto por no confrontarlos.

-A unas horas de camino hacia el norte... por la carretera principal, no tardaran en encontrar mas de nosotras, ahí esta ella.-

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-Esta bien... lo haremos a tu modo.-

Levanto un poco mas su pie, dejando su talón a la altura de su hombro y empezó a formar un camino de besos, llegando hasta la rodilla antes de zambullir la cabeza bajo el agua de la bañera, haciendo todo de una hasta llegar a su ombligo y sacar nuevamente la cabeza para respirar.

Ahora estaba de rodillas frente a ella, busco con sus manos su cadera y la tomo con firmeza, subiéndola sobre sus muslos y quedando frente a frente.

Si fuera cristiana en ese momento, habría exclamado un “¡GRACIAS AL CIELO!” o algo parecido. Pero como no lo era… no contestó nada ante eso; no quería caminar más, así que abrió su libro y buscó entre las últimas páginas a los dos perros gigantes con los que se había enfrentado en el bosque de los elfos en Amatista cuando robaron con Andreas los caballo-avestruz. Sí, los había encerrado allí.
Pronunció unas palabras y del dibujo comenzaron a salir esos seres tan fieros. Antes que pudieran hacer algo en contra de su nueva dueña, recordaron la paliza que esta les había propinado antes de encarcelarlos en aquellas hojas. Solo le gruñeron, disgustados.

—Escúchenme, malditas mierdas, ahora son de mi propiedad y harán lo que yo les ordene. De lo contrario — Se tronó los dedos — Ustedes me entienden, entienden cualquier lenguaje, de cualquier mundo, de este, de aquel y del otro. — Se acercó al más peludo y le pasó la mano por el lomo y se le subió encima. Planeaba usarlo como transporte. Invitó con la mirada a su marido a que hiciera lo mismo que ella, pero con el otro can. No planeaba perder más tiempo.

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—Es gracioso que hagas lo que te pide una cara bonita… — Sonrió con picardía porque sabía lo que pasaría después.

-Bueno... supongo que sera un hasta luego- Dijo a aquella mujer antes de montar en uno de los animales, sabia que la volvería a ver y eso seguro la volvía loca de ira.

Se agarro del pelaje del animal y subió encima de el, le golpeo las costillas con los pies y empezó a correr, en dirección al norte, como había dicho.

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-Una cara bonita?, de verdad así es como te vez a ti misma?-

Rio a lo bajo mientras seguía con el camino de besos que había empezado, ahora desde los hombros.

-Caras bonitas hay muchas ahí afuera, y no fue una cara bonita con la que me case, fue con una mujer completa, en cuerpo y alma, testaruda y a la vez dulce... por mencionar una de tus cualidades... pero solo una cara bonita jamas!-

Lo bueno de esos perros es que eran muy veloces, resistentes y fuertes. Si alguien intentaba atacarlos, bastaba una orden de su “querida” dueña para que destrozaran al enemigo con el enorme peso de sus cuerpos y poderosas mandíbulas. Además que estaban dotados de una gran inteligencia. Sin duda le había costado un ovario y el otro ganarles la batalla a esos dos para apoderarse de ellos.

Se mantuvo en silencio por el resto del viaje. Solo meditaba.

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—Lo sé… Pero hay algo que viste en mi cara bonita y eso fueron mis ojos. Y en mis ojos viste quien era yo en verdad.

Siguieron en dirección al norte por casi una hora, aun estaba oscuro, pero en el horizonte ya podían verse los primeros rayos del alba, Archimonde no podía dejar de sentir que alguien sol seguía, pero a esa velocidad era imposible, ningún caballo podría ir tan rápido, mucho menos una persona a pie.

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-Si es cierto que tienes ojos muy expresivos... no fue solo por ellos que me di cuenta de quien eras... fue en los pequeños detalles que me di cuenta de que no eras la Lucifenia de hierro que tan desesperadamente intentabas demostrar ser todo el tiempo... en esos momentos en que estabas con Elizabeth, o simplemente a solas en alguno de tus pasatiempos... debo confesar que mas de alguna vez te estuve espiando, cuando aprovechaba cada oportunidad que tenia para acercarme a ti, un proceso lento pero seguro... a veces solo un par de palabras al dia era lo que obtenía de ti, era como armar un inmenso rompecabezas una pieza al día-

Los perros comenzaron a gruñir mientras iban corriendo.
Morgana también se había dado cuenta de la situación. Para comprobarlo, se aferró con más fuerza al pelaje del rudo animal y le susurró unas palabras en el oído, cosa que causó que el can corriera un poco más rápido de lo normal. No fue por un hechizo, sino por una orden.

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—Bueno… Pero ahora eso ha cambiado y nunca más será así. Estoy abierta a todo… en todo sentido. Así que no tienes que preocuparte. Bueno , solo un poco , puedo seguir siendo malhumorada a veces. — Sonrió - Qué lindo que no me vieras como mi padre , que me puso un nombre inspirado en el Diablo solo por mi cabello , ya prejuzgándome desde el principio de mis días.

Entre los arboles pudo distinguir un par de túnicas rojas que iban y venían cada cuanto, sabia que estaba cerca del campamento.

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-Lucifer era el ángel mas hermoso de todos... el ángel favorito de dios, no es una mala comparación si pones al margen lo demás, no crees?-

Por fortuna en ese momento no estaba tan distraída dentro su cabeza  como para no notarlo, divisando quien sabe que cosas, no por lo menos como una hora antes.
Llegado un punto, después de un tiempo, los perros pararon de correr de repente, como si hubieran sentido algo , frenando con tanta brusquedad que si no fuera porque estaba aferrada con fuerza de manos y piernas, hubiera salido volando hacia delante. Parecía que ya habían llegado. Los perros solo gruñían con desconfianza.

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—Cierto. No recuerdo en qué pasaje compara su hermosura con la de piedras preciosas. Supongo que puedo ser un ángel y un demonio a la vez. Qué cosa más extraña.

Empezó a moverse de repente, sin ningún tipo de delicadeza.

—Pero bueno, creo que las palabras pueden quedar para después. Ahora solo quiero ser una Diablita..

Archimonde casi cai del lomo del can cuando este se detuvo de golpe, parecía haberse puesto de acuerdo con su compañero, pues ambos se detuvieron al mismo tiempo.

Cuando logro enderezarse sobre la montura pudo al fin reconocer a aquella multitud que los seguía, eran alrededor de una docena, pero esta vez no se se encontraban a la defensiva, mas bien parecía que les estaban esperando.

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-Oh si?, y que es lo que la diablilla tiene pensado hacer?- Dijo retándola.

-Tendra que ser algo muy incorrecto... despues de todo ya estamos casados, pocas cosas podrian considerarse inapropiadas ahora que estamos jurados el uno con el otro.-