۩ღ Acacia Amarilla ღ۩ [Privado , Evil-Dog]

No podia decirle a nadie lo peligroso que era ese animal sin levantar sosechas, tenia un horrible presentimiento de ese hombre y no le gustaba para nada que se le acercara a Amaya.

-Escucha a tu hermano Amaya- Dijo solamente, no podiaa decirle el por que en ese momento, pero esperaba que lo escuchara.

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-Ese brebaje? No, aun no se lo da-

Acerco una silla y se sento a su lado.

-Parece que Mordred tiene planeada una buena triquiñuela, no es que crea que de verdad le va a funcionar, pero de ustedes depende evitarlo... yo solo me limitare a provocarle algunos malestares para reirme de él... el resto es cosa suya.

Ya habia deducido que era lo que tenia pensado hacer, y ese perro era la piedra angular de su plan, no pensaba arruinar la diversion contandoles todo.

Amaya abrazó del cuello a ese can gigantesco. Le encantaba sentir el pelaje del animal contra la piel de su cara. Además olía cautivadoramente bien, a pesar de su fiero aspecto.

― ¡No se preocupen! Es mansito… ― Lo acarició detrás de las orejas para darle un poco de cariño.

El perro no estaba asustado por Amaya, no podía sentir que ella quisiera hacerle daño, pero con el rey era otra historia distinta. Aumentó la velocidad de su trote.

Los invitados no se iban por no quedar mal. No entendían como la princesa actuaba con tanta naturalidad.

―¡Ahora es todo mío!― Sonrió al rey― Muchas gracias, su majestad. Es precioso.

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―Las cosas me están saliendo mal. No puedo levantarme en este momento― Desvió la mirada, su presencia la hacía sentir totalmente incómoda― En unos momentos daré a luz.

Entonces es cuando comenzó a sentir un leve dolor.

―Ya ha comenzado.

Se acarició el anillo con gran nerviosismo.

Andreas en vez de insistir fue a buscar a Raziel, quizas entre los dos podrian convencerla del peligro que era andar a lomos de esa bestia.

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-Una sucubo teniendo un bebe... y yo que pensaba que ya lo habia visto todo-

No hacia mas que sonreir, su sonrisa lupina no hacia mas que volver mas tensa la situacion, no tenia pensado ir por ayuda, sabia que no seria realmente necesaria.

-Afuera hay un gran alboroto y la servidumbre que te asistia esta esperando que pase lo peor y ese perro gigante empiece a devorar gente... supongo que solo estoy yo para ayudarte-

Raziel cada vez que veía todo, no daba crédito a la situación. No sabía qué hacer, puesto que no quería alterar a ese bicho más de lo que ya aparentaba. Y Amaya se había puesto caprichosa, eso no ayudaba en nada.
En eso vio al que quería que fuera su cuñado.

―Hay que hacer algo, me da miedo que a Amaya le pase algo. Esa cosa se ve alterada y eso no me gusta nada.

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Morgana tan solo se lo quedó viendo. No entendía porque estaba con ella, no entendía nada. Solo la confundía.

― ¿Por qué se queda conmigo? ¿Por qué hace esto por mí? ¿Por qué me sigue? ¿Qué quiere? No entiendo porque me contó eso… No entiendo sus propósitos para conmigo.

-Termina con la cena! Lleva a todos al patio y empieza los juegos que tenian programados... lo que sea que Amaya se baje de ese animal-

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Edward se mantenia al margen sosteniendo el frasco que tenia que darle a Amaya, mientras no se separara de Mordred no se lo podria dar.

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-Motivos?- Pregunto mientras se ponia de pie. -Te refieres a motivos ademas de la simple y llana diversion?-

Se puso en el lugar donde usualmemte se ponia la partera y espero a que sus contracciones se volvieran constantes.

-Cuando se vive tanto tiempo los motihos se vuelven triviales, la sola razon de que algo te saque de la rutina es suficiente, no me detengo a pensar si los motivos son suficientes-

―Bien, los juegos consistían en carreras de caballo…― Se fue de inmediato a tratar de captar la atención, lográndolo a medias.

― ¡Carrera! Magnífico. ¿Qué tal si probamos la velocidad de su nueva mascota, alteza? ― Mordred sonrió.

―Me encantaría, obviamente.

Entonces Mordred golpeó las costillas del animal con los pies y se fue corriendo hacia afuera. Lo paró con otro golpeteo.

―Hay que demostrarles a todos que podemos ganar― Instaba a sacar el lado competitivo de Amaya. Esta solo asintió.

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No tuvo tiempo de contestar que los dolores comenzaron a hacerse cada vez más frecuentes, más intensos, insoportables. Era como ser primeriza una vez más.
Se abrió de piernas y comenzó a pujar.

―” ¿Dónde se habrá metido!”― Pensó ella. No podía ser que se tardara tanto. La molestia era indescriptible, el dolor comparable al de sus huesos estirarse y romperse, y los músculos desgarrándose por completo.

Andreas solo se llevo la mano a la frente.

-Carreras? De verdad?- Le reclamo a Raziel. -Se supone que tenias que bajarla de ese animal... no darle motivos para que se fuera a dar la vuelta montado en él-

No podia hacer nada mas, su caballo estaba del otro lado del continente y cualquier otro caballo no seria rival para ese perro.

-Esta por empezar a llover, mejor cancela la carrera-

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-Con eso es con lo que le muerdes el pene a los hombres-

Dijo luego de descubrirle las faldas del vestido.

-Espero que a esos dientes tuyos no les den por salir cuando este saliendo el niño, seria un verdadero desastre.

― ¡Y yo que sabía que se le iba a ocurrir correr con el maldito perro!― Exclamó― Ahora no puedo cancelar la carrera. Tiene que ocurrir un milagro para que se cancele todo.

Al apenas terminar de decir eso, un estruendoso trueno se hizo sonar por todo el cielo, cosa que alteró al perro, y en vez de obedecer las órdenes de su amo, se le erizaron los pelos del lomo. Mordred notó que estaba por perder el control de la situación, así que de inmediato se bajó junto con la princesa.

―Ha sido un viaje muy largo. Su nueva mascota necesita descansar por hoy, espero que eso no le moleste.

Amaya volvió a acariciar al animal, el cual mostró sus afilados dientes y poderosas mandíbulas.

―Es uno de los mejores regalos que me han hecho jamás― Sonrió. Y eso que no era muy fanática de los canes.

Los sirvientes de mordred fueron enseguida a contenerlo antes de que perdiera el control y lo volvieron a meter en su jaula. A Amaya le dio mucha lástima eso.

En eso, una fuerte tormenta se hizo presente. Comenzó a llover a cántaros y parecía que no iba a cesar en toda la madrugada. La fiesta había terminado…

―Yo quería seguir divirtiéndome― Hizo un puchero al ver que muchos la saludaban a ella y a los reyes y se retiraban rápidamente.

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Morgana no le hizo caso.

―Hace mucho no salen… ― Desde que el anillo había comenzado a hacer efecto en su cuerpo.

Gemía del incontrolable dolor. Era como estar en una pesadilla.
La habían golpeado, quemado, aplastado, mutilado, cortado... pero nada se comparaba al maldito dolor de un parto.

-El cielo debe haberte oido y ahora conspira a nuestro favor- Dijo aliviado. -Ese sujeto no me agrada... y no me digas que son simples celos... hay algo raro en él-

Se acerco y toco el hombro de Amaya, la miro descretamente, recordandole que tenia una noche de diversion para ella en cuanto se fuera a acostar.

Un hombre se acerco luego de que todos se fueron y le dio un ultimo regalo.

-Su majestad... esto se lo envia mi esposa- dijo cuando le daba un frasco con algo dentro, para luego alejarse e irse con prisa.

Se fue corriendo y entro muy alterado a la habitacion donde habia dejado a su mujer, dandose cuenta que no estaba sola, sino que estaba con ese sujeto.

-Perdon por la tardanza... hubo un contratiempo-

Raziel suspiró y se sostuvo la frente. Esa noche había estado estresado más de lo normal… tendría que vigilar a ese tipo, tampoco le gustaba nada, le daba mucha mala espina. Él y su regalo.
Lo hablaría con sus padres al día siguiente.

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Amaya se quedó confundida por el regalo ese. Era un frasco ordinario que parecía solo tener agua dentro. Se fijo en la pequeña tarjetita que tenía pegada.

“Para su alteza y su diversión, de Morgana G. P., duquesa del Reino Amatista del Oeste”.

Recordó que tenía que encontrarse con Andreas. Una vez que todos se retiraron, la prepararon para ir a dormir. No quería descansar todavía… Así que se quedó esperando a su amor con la cabeza apoyada en la almohada. Miró su anillo de compromiso con una gran sonrisa.

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El Rey del Oeste era el gran invitado. Se podría quedar cuanto quisiera ahora que era el prometido de la princesita. Se había salido con la suya, una vez más. El dolor de trasero le volvió.
Le asignaron una de las habitaciones más lujosas. Miró la tormenta con detenimiento, en silencio otra vez, pero con un semblante para nada bonito… Ya se presentaría formalmente ante toda la familia al día siguiente.

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― ¡Pues ya está por salir en cualquier momento! ¡Así que deja de hablar y acerca tu culo aquí!― Exclamó totalmente histérica. Tenía una revolución en el cuerpo.
Le dio una inmensa pena que el rey le estuviera viendo sus partes privadas en frente de su esposo y haciendo ese tipo de comentarios. No quería que su esposo pensara cualquier cosa, era lo único que le importaba, él y el juramento de fidelidad que le había hecho. Esa situación era bastante comprometedora.

-Andreas hizo lo mismo y fue a su cuarro a recostarse, una vez que no escucho mas ruido fuera apago la luz de las veoas dejando solamente una, la cual tomo y empezo a buscar en la pared la entrada a aquellos pasaduzos.

Siguio al pie de la letra las indicaciones que Amaya le habia dado y se escabullo por los oscuros pasillos qye habia detras de las paredes hasta dar con su habitacion.

-Estas despierta linda?-

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Edward acerco la cubeta de agua caliebte y todas las toallas que habian en la habitacion y se puso frente a ella.

El otro empezo a decirle a Morgana que empezara a pujar, miebtras él esperaba con la manta extendida que su hijo llegara al mundo para recibirlo.

―Claro que estoy despierta. No puedo dormir sabiendo lo que tienes para mí― Sonrió y fue a cerrar con llave las puertas desde adentro. Volvió a recostarse en su inmensa cama, con sábanas blancas y suaves, y encima una colcha relleno de plumas para atajar el frío― Estoy tan emocionada que pegar un ojo no es una opción.

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Después de tanto sufrimiento y esfuerzo, el que salió no fue nada más ni nada menos que un sano bebé, que lloraba a todo pulmón. Estaba que se desmayaba, pero primero tenía la necesidad de oír de qué sexo era y tenerlo entre sus brazos para asegurarse de que todo había salido bien.

-Casi hasta me siento culpable por tu padre... desvirgar a su unica hija sin su consenrimiento en la habitacion contigua a la suya... el dia del cumpleaños de su hija y despues de la hospitalidad que me brindo-

Se acerco a la cama y se recosto a lado de ella.

-Pero que sea asi de prohibido solo lo hace mas excitante-

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-Es un niño!- Dijo Edward. -Un niño hermoso y sano!-

El rey solo alzo una ceja y los miro a ambos.

-Pues si... un niño sano-

Corto el cordon umbilical y limpio a Morgana, sacandole el resto de la placenta como un experto, haciendo un trabajo impecable.

-Tenemos a nuestro Maximilian-

Le acerco al niño a la cama, bien envuelto y con mucho cuidado.

Dejó de mirar el techo para mirarlo con el rabillo del ojo. Estaba muy nerviosa al respecto, sería la primera vez que haría una cosa así. No sabía cómo se sentía, si dolía o qué.  Le temblaban las manos y las piernas, además que mantenía las cejas arqueadas hacia arriba.
Solo era capaz de oír las gotas de lluvia golpetear el vidrio de los ventanales de su habitación.

Quedándose así no iba a agilizar las cosas. Se sentó encima de él, y empezó a descubrirse las piernas de a poco para que se las acariciara.

―Solo no seas bruto…― Le pidió en un susurro.

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Morgana sonrió apenas. Estaba muy feliz por todo, pero no podía hablar por la misma fatiga.
Cuando recibió al niño en la cama, sus ojos se abrieron de repente. Había quedado paralizada de la impresión, porque ese varoncito era idéntico a Sebastian, era la copia exacta. Solo estaba de piedra, no se sabía si se sentía bien, si estaba contenta o qué.

-Solo te puedo decir que sera un poco doloroso al principio... pero hare lo posible por que sea lo mas plasentero que pueda llegar a ser-

Comenso a acariciarle los robillos para luego darle un beso en los lavios y empujarla sobre la cama, le saco lenramente el camison mientras repetia lo que habia hecho en aquella banca y acabar acaricabdo sus pechos.

Cuando noto que estaba menos tensa y exitada se saco la ropa y se acomodo entre sus piernas, con las manos encima de las suyas y listo para empezar.

-solo relajate y confia en mi- Le regalo una sonrisa y una caricia en la mejilla.

Se puso en posicion y dio la primera penetracion con cuidado, entrando lebtamente hasta llegar al fondo donde se quedo inmovil y dejo que la sangre escurriera.

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-Es idenrico a ti!- Dijo a su esposa. -No puedo creerlo-

El rey se asomo por encima y sonrio.

-Realmente lo es... tienes genes muy dominantes-

Cuando eso ocurrió, volvió a ponerse nerviosa y hasta se asustó. A pesar de que tenía que confiar en él, no pudo evitar soltar un gemido, no de placer, sino de dolor. Luego se calló la boca y guardó silencio, aunque su expresión de sufrimiento estaba plasmada en sus dos ojos, que comenzaban a humedecerse por completo, como si quisiera llorar hasta el hartazgo.
Lo peor es que era algo estrecha.

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Ignoró todo lo que le dijeron.

―No puede ser posible ¡No puede ser posible! ¡Esto tiene que ser una maldita broma de mal gusto! ― Exclamó de repente, exteriorizando todo lo que se había quedado estancado en su mente. No sabía si seguir observándolo con detalle o compadecerse de que a partir de ese momento no lo vería con los mismos ojos por el resto de su vida― ¡¿POR QUÉ?! ― Siguió gritando como una loca y rompió en llanto― ¡No es igual a mí! ¡Es igual a Sebastian! ¡MALDITA SEA! ¡MALDITA SEA!

-Es doloroso verdad?- le dijo, pues el tambien estaba nervioso y queria que las cosas salieran perfectas. -La primera vez siempre lo es... pero te prometo que se va a sentir bien pronto-

Le dio una caricia nuevamennte y empezo a moverse con delicadesa.

Siguio haciendolo con cuidado hasta que la sangre dejo de salir, se tomo un momento para limpiarla y siguio con lo mismo hasta que se volvio mas fluido y dejo de sentirse nervioso y empezo a disfrutarlo de verdad.

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-A veces el cielo juega esta clase de "Bromas"- Agrego el rey, bastante tranquilo. -A veces las madres llegan a tener a sus mismos hijos cuando estos nacen muertos... parece que contigo hicieron una excepcion a esa refla y te enviaron al hijo que tuviste hace siglos-

Una vez que todo comenzó a ser más fluido, ella se sintió sumamente reconfortada. Comenzó a acariciarle la espalda con ambas manos mientras le hacía el amor, a la vez que le regalaba besos largos y románticos y cerraba sus ojos para lograr concentrarse y descubrir nuevas sensaciones. No pudo evitar jadear en su oído cuando el dolor empezó a desaparecer, a la vez que lo iba acompañando con un suave movimiento de cadera…

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No podía parar de llorar por eso. Si bien tendría que habérselo tomado de otra manera, no pudo evitar pensar que esa había sido una manera muy cruel, como si le estuvieran refregando en cara todo lo que había hecho mal en un pasado que quería olvidar.
Tomó al niño entre sus brazos, el cual había dejado de llorar y mantenía los ojos abiertos. Solo la miraba, como si ya la conociera. Estaba tranquilo y se sentía seguro al sentir el calor de su pecho.

―Gracias― Le murmuró al rey. Había dado el brazo a torcer.

Al ver que ella respondia de forma positiva ir un ppco mas encerio, ciendo ahora los movimientos mas pronunciados y profundos, pero aun asi lentos y sin perder el ritmo que los dos habian alcanzado.

-Amaya querida... podria hacerte el amor hasta que amaneciera-

Realmemte sentia que ppdia estar asi toda la vida, se sentia tan bien que no podia pensar en otra cosa mas que en lo afortunado que era de tenerla en su vida.

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-No hay problema-

Se paro y salio de la habitacion para dejarlos solos, ya no tenia nada mas que hacer ahi.

Edward le limpio el sudor de la frente y le acomodo el cabello, estaba que no cabia de felicidad.

―Quédate conmigo… quédate conmigo hasta el amanecer. Incuso si el sol no sale por la mañana y continúa lloviendo. Te prometo que daré lo mejor de mí si lo haces…y si lo vuelves a repetir― Sonrió y le pasaba la yema de los dedos por el rostro.

Le beso la palma de la mano y sonrio.

-Entonces amemonos hasta el amanecer... y asi todas las noches por el resto de nuestras vidas-

Siguio haciendolo y no se deruvo hasta que la excitacion lo sobrepaso y exploto en placer encima de ella, pero para antes de que se enfruara siguio con besos y caricias hasta que estuvo listo para empezar otra vez.

-Aquella mañana en la biblioteca cuando te dije eso... la verdad es que de verdad pense que era un cumplido cuando vi la cubierta del libro que llevabas-

Ella sonrió, ilusionada.

—Ese libro me parece lo más hermoso y poético a pesar de su alto contenido erótico… como este momento— Siguió acariciándolo con gran dulzura, no tenía problema en demostrar lo que sentía con tanta intensidad, como si el pecho le fuera a explotar del sube y baja de emociones— Supongo que si quiero ser una buena amante, debo aplicar algunas de las “lecciones” que muestra ahí. Déjame estar arriba— Le pidió.

-Esta bien amor, puedes estar arriba-

Se le quito de encima y se recosto a un lado.

Tenia curiosidad por saber que es lo que queria hacer, aun si no sabia lo que hacia la dejaria hacer lo que quisiera, pues era un modo de demostrarle que con él seria libre de hacer lo que quisiera.

Recordando las ilustraciones brillantes de ese libro tan polémico, decidió que imitar lo que había contemplado en detalle era lo mejor. Ella no sabía nada de sexo, nunca le habían hablado de eso, así que le causaba mucha curiosidad el tema y por eso se había volcado a leer y recolectar ese tipo de información. Era hora de ponerlo en práctica.

Se le colocó encima, así como lo había visto, y dejó que la contemplara un momento desde abajo, quería que se grabara cada una de sus imperfecciones, lunares y cualidades que podría llegar a tener. Y así es como comenzó a moverse y reanudar con lo que estaban haciendo.

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El llanto de Maximilian se hizo presente durante la madrugada. No muy lejos estaba la habitación de Mordred, el cual pudo escuchar todo, pues tampoco estaba durmiendo, sino sentado por los dolores de hacía unas horas y bebiendo vino.
Ya se había dado cuenta hacía rato de la presencia de esos dos, en la fiesta. Solo que se había hecho el tonto y estuvo ocupado en esa reunión improvisada que había tenido con el rey del Norte. Decidió que era hora de ir a confrontar a esos dos.

Fue caminando por el pasillo y abrió la puerta donde estaban, para sorpresa de Morgana, que estaba preparando las cosas para irse de nuevo a su hogar, pues esta no quería quedarse en el palacio así de prepo.

—Así que ha nacido el hijo de su buena madre— Fue el comentario del rey.

Había sido tanto el jaleo del parto, que Morgana había olvidado por un momento la existencia de ese sujeto. Siquiera sabía que él continuaba dando vueltas por el palacio.

—No me mires así, mujer. ¿No estabas tan normal, preparando tus cosas para largarte de mi vista? Como si yo fuera un tonto. Me doy cuenta de muchas más cosas que ustedes. Síganse confiando…

Le sonrio para darle a entender que le gustaba lo que estaba haciendo.

Le puso una mano en el pecho y otra en la cintura, y la siguio al ritmo que ella estaba marcando, ezplorando la superficie de su piel a la vez que le hacia el amor.

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-Mi rey, usted no se daria cuenta de algo aunque le entrara por el trasero y le bailara dentro toda la noche- Le respondio Edward desafiante, habia sido cauteloso para mantener las apariencias, pero podria matarlo en cualquier momento. -Traerse a ese perro huargo del bosque de los elfos lo ha descubierto ante todos sus enemigos, nosotros no nos involucraremos mas en este asunto, pero sepa que ya se mueve la maquinaria para hecharle abajo su plan-

Se acerco con una maleta larga y de forma cilindrica, la cual contenia dentro su espada.

-Tu ansia de poder sera tu fin-