۩ღ Acacia Amarilla ღ۩ [Privado , Evil-Dog]

-Marcus también lo cree, esa carta no debe tardar mucho en llegar.

Nadie lo tenia en cuenta, pero Alexander había escrito también su propia carta, ignorando lo que sus padres pensarían o como reaccionarían al saber que estaban en Yellow del norte.

Siguió avanzando en el corcel hasta llegar a una pequeña cabaña a los limites de sus propiedades.

-Recuerdas todos los dibujos que te hice cuando te embarazaste de Elizabeth?, te hacia uno cada dos semanas para dejar un registro de como cambiaba tu cuerpo mientras formabas en tu vientre a nuestra pequeña... se que aun no me lo confirmas y que no estaremos seguros hasta que pasen esos días... pero quiero volver a hacer eso para ti, y tengo todo lo necesario, aquí en este lugar.

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-Oh, pero es que aun no estamos listos... tu acabas de tener un desmallo hoy en la mañana y yo... bueno, debo prepararme y practicar un poco mas antes de seguir componiendo.

Lo cierto era que no podía entrar en una iglesia así como así, tenia que hacer ciertos preparativos.

-No puedo apresurar la que podría ser mi obra maestra, pero en vista de que tienes la tarde libre... a veces me gusta ir al parque a tocar para la gente que pasea por las tardes, si quieres venir conmigo.

Volvió a sonreír con la misma intensidad de siempre, cuando estaba contenta y aceptaba algo, una idea que de verdad le gustara.  

—¿Cómo olvidarlo? Nunca mi cuerpo fue tan hermoso como cuando estaba embarazada de nuestra hermosa Elizabeth... Fue concebir la gloria. Amaría volver a repetir esa experiencia, con nuestra Eva.

Era su turno de elegir el nombre, y tenía el presentimiento de que pronto su embarazo se confirmaría y que el sexo del bebé sería el femenino. Sería como un nuevo comienzo, la primera mujercita después de tantos años, de ahí el nombre.

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—Tómate el tiempo que necesites, no quiero presionar. Apurar las cosas es sinónimo a que salgan mal, así que no seré un estorbo en ese sentido— Oyó la otra propuesta y quedó muda por un momento. Tal vez sí, estaba siendo un poco inflexible con ella misma y debía seguir el primer consejo razonable que escuchó salir de la boca de Isabel: el de salir a divertirse más seguido y no enclaustrarse tanto— Me encantaría— Respondió, no por ser amable solamente, sino porque de verdad le gustaba la idea.  

En Francia, cada vez que iba al pueblo para acompañar a Isabel, muchas veces terminaba tocando el laúd o el oboe para los niños que se reunían en las calles para jugar. Y ellos la admiraban, se quedaban sentados a su alrededor, prestando atención a cualquier melodía que ella interpretara con su característica delicadeza y dulzura, esa energía apacible, pero a su vez intensa en muchos sentidos.
Una vez hasta se le unió un grupo de juglares, muy característicos al sur de Francia desde la época medieval, y la bautizaron con el apodo y nombre de "Angélique" (Angélica). Nunca unos artistas la habían hecho reír tanto. Sonrió muy ampliamente al recordar todos esos buenos momentos.

-Aja! Entonces ya pensaste en un nombre!

Andreas era muy propenso a deducir las cosas, no pasaba nada por alto nunca.

-Tu nunca te equivocas con esas cosas, tendremos otro embarazo y sera una niña.

La abrazo con cariño del vientre y del mismi modo le dio un beso por detras de la oreja.

-Vamos adentro antes de que pezques un resfriado.

Como siempre la ayudo a bajar del caballo y entraron a la cabaña, la cual tenia una chimenea, muchas velas y una cama estilo hindu que era adornada por muchos cojines de colores. Todo en la habitacion era importado, desde los muebles hasta la comida que habia guardado con antelacion.

-Bueno, ya sabes como va esto... te pones comoda en una posicion sugerente y si me gusta empiezo a retratarte.

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-Debo volver por mi violin a mi habitacion, y si quieres puedo conseguirte tambien cualquier instrumento... nuestro publico no sera exigente.

Se puso de pie y fue hacia la salida, esperando no tener muchos problemas para que lo siguiera.

Asintió y empezó a desvestirse frente a sus ojos. No tenía vergüenza de que mirara esas imperfecciones que se habían formado después de cuatro embarazos casi seguidos; las estrías, la piel estirada, el cambio de color en sus pezones por amamantar... Ahora estaría por tener a su quinto hijo, a solo cinco años de tener cuarenta, y eso ya eran nimiedades para ella.

Se puso en una posición en la que se lograba admirar a la perfección su vientre aun fértil, y donde enredaba un mechón de su cabello en el dedo índice de la mano derecha.

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Elizabeth asintió.

—No será necesario. Yo solo me sentaré a apreciar. Es uno de mis pasatiempos— No puso resistencia. Tan solo lo siguió. Su pena era demasiada, no era momento de enfrentar un nuevo público y que no fueran niños. Ya llegaría el tiempo en que sus temores debían desvanecerse en el aire— Aun si no es un público exigente hay que dar lo mejor— Fue el comentario sincero y apacible de la mujercita, sin ánimos de ofender o provocar algún tipo de molestia.

Abrió la puerta y la cerró al estar afuera.

Isabel solo fue capaz de sonreír con ternura.

-Es un buen angulo... para empezar, pero estas demasiado tranquila, desnudarte frente a mi ya no te provoca ese nerviosismo que te asaltaba cuando eras mas joven, tu expresion es muy serena... quiero una mas atrevida.

Se acerco a ella y la tomo de los mechones de su nuca, con cuidado para no despeinarla y le propino un largo beso en los labios.

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-Son una pareja adorable. -Dijo Maximilian que veia todo desde las escaleras.-Vine a recogerte y me di cuenta de que estaba a punto de interrumpir una oportunidad de romance irrepetible para tu hermana... asi que entre por tu ventana otra vez, espero no te moleste.

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Habia un parque cerca al que Jean solia ir de vez en cuando, siempre acompañado de su violin y nada mas, seria la primera vez que llevaria compañia.

Dio una parada rapida en el conservatorio por su instrumento, luego de eso fue con Elizabeth directo a su punto preferido, junto a una farola a mitad del parque donde siempre habia un trafico decente de personas, ahi donde siempre le gustaba tocar.

Dejo el estuche abierto bajo sus pies y tomo su violin, tenso el arco y empezo a tocar, queria impresionarla con lo mejor de su repertorio, fue con el trino del diablo con lo que empezaria la velada.

Su ejecucion era perfecta, sus manos rapidas y precisas, sus notas impecables.

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Ya eran casi las ocho, Alexander se encontraba fuera del conservatorio en el punto donde habian acordado verse, estaba sumamente nervioso.

En su mente recordaba las palabras de su hermano, se preguntaba si realmente deberia ser mas acertivo con sus decisiones, si debia seguir sus deseos y empezar a comportarse como un hombre diferente frente a Elinor.

Fue ahí en ese momento cuando esa pena la invadió y el cuerpo adquirió un tono rojizo. Era increíble las sensaciones que aun era capaz de producirle con un simple beso, o hasta un roce. También le despertaba pasiones.

—Pareciera que te encanta despertar deseos en mí... Y lo lograste.
>>Cuando termines, hagamos el amor.

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—¡Mi amor!— Exclamó Isabel al verlo. Se había llevado una gran sorpresa al verlo ahí. Por estar concentrada con Elizabeth, olvidó todo por un momento. Se lanzó hacia sus brazos y le propinó un apasionado beso, para que degustara el sabor a cereza de ellos— ¿Cómo iba a molestarme? Te amo demasiado para eso... al contrario, entrar así hace que mis fantasías comiencen a aparecer demasiado temprano.

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Elizabeth terminó sentándose en una banca de ese precioso parque.
Todo estaba bien cuidado, y había numerosos caminos de piedra que conducían siempre a ese lugar donde estaba Jean. Incluso esculturas de lo más estrafalarias, grandes y pesadas adornaban los costados de esos senderos.

Pasó la mano por la falda de su vestido para acomodarlo un poco, y prestó atención a esa maravillosa interpretación que parecía transportar a otro mundo al que estuviera escuchando.
Era jugo de fruta para sus oídos. Sintió una gran admiración, y eso se transmitió a través de sus brillosos ojos y apacible sonrisa.

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—¿Me estabas esperando, guapetón?— Se apareció Elinor por detrás y lo abrazó con fuerza. No estaba vestida muy elegantemente, siquiera en su ropa de veían los hilos dorados que normalmente estaban en su atuendo, adornándolo todo. Tampoco traía alhajas o cosas de ese tipo. Solo con un vestido normal de muselina cremita— En realidad yo estaba esperándote a ti, cariño.

-¿Cuando termine? -Preguntó en ese tono burlón suyo. -Amor mio, no tienes ni idea... esta vez no sera como las otras, hacer el amor y pintar no tienen por que ser incompatibles, esta noche veras que se piden hacer al mismo tiempo... yo seré el pintor y tu seras el pincel.

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-¿Fan... tasias? -Preguntó ladeando la cabeza. -Y que es lo que se formo en esa cabecita tuya por verme entrar a tu casa a través de la ventana?-

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Para cuando termino un tumulto de gente se habia reunido a su alrededor, todos aplaudieron al acabar su interpretacion, muchos dejaron monedas en su estuche para terminar retirandose.

Cuando todos acabaron por marcharse, quedando solo unos pocos persistentes, Jean se acerco a Elizabeth y se recargo en el respaldo de la banca, para volver a tocar esta vez para ella.

Su segunda pieza seria esta vez algo mas lento y melodico, como una sonata arrulladora.

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-Oh, no me digas que te mantuve esperándome... pensé que había salido con tiempo de casa.

No pudo verla desde atrás, pero supo que era Elinor, su voz inconfundible y sus manos suaves, aunque su abrazo se sentia con una fuerza descomunal.

Puso cara de no entender mucho, aun así seguía manteniendo esa bella sonrisa.

—Me vas a tener que enseñar, querido. Sino no me lo explico— Fue su respuesta, cargada de una evidente picardía.

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Isabel hizo como si observara el techo, poniendo boca de pato y alzando una ceja en el proceso. Luego miró hacia ambos lados, como asegurándose de que no hubiera nadie.

—Imaginé que me venías a hacer un hijo... Pero bueno, eso queda para después— Le guiñó un ojo y acabó por distanciarse un poco. Le gustaba jugar con cosas comprometedoras, no tenía problema en eso, aparte que así mantenía un vivo interés en ella, la mimada e inconformista Isabel.

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Elizabeth se dio cuenta de lo que él estaba haciendo, pues inexperta podría ser, pero nunca una tonta que ignoraba lo evidente.
A causa de esto, acabó por voltear la cabeza hacia el otro lado, avergonzada y sonrosada. Incluso dirigió los ojos al suelo. Tanta cercanía la ponía nerviosa. Así y todo, no ignoró para nada la melodía, sinceramente no podía, era preciosa.

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—Cariño, recién acabo de salir, no te preocupes. No podría confundirte con alguien más ni de espaldas, con tu cabello hermoso ya basta para reconocerte ¿Te girarás y corresponderás a mi abrazo?

-No te preocupes por entenderlo, solo deja que las cosas fluyan y el cuadro saldrá por si solo.

Andreas no era ningún artista consagrado, fue autodidacta toda su vida y jamas se preocupo por recibir la instrucción de un maestro, pero llego a ser bastante bueno, ahora tenia un mente un gran proyecto, en grafito como siempre, pero con un tipo diferente de técnica.

-Siempre he usado mis dedos para dibujar, pero esta vez no habrá trazos, haremos un mural usando solo relieves, los tuyos... los de tu cuerpo, cuando estes lo bastante empapada en sudor empezaremos. -Dicho eso se le lanzo encima cono un gato salvaje, siendo tan poco ortodoxo como siempre.

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-No quiero imaginar como te pondrás después, cuando al volver de tus clases me encuentres en tu habitación en el conservatorio.

Le tomo la mano, antes de que llegara de alejarse demasiado.

-Nos vamos ya? o es que realmente quieres ir allá arriba a hacer un bebe.

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-Parece que tu problema con las multitudes es realmente serio. -Dijo una vez termino de tocar.

No encontró la respuesta que buscaba, tendría que intentar de otro modo.

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-Esta bien...- Dijo para luego darse la vuelta.

Estaba decidido a no ser ese miedoso que siempre había sido, no dejaría que ella se aburriera de él a causa de eso, esta vez actuaria como un hombre, con confianza sobre si mismo.

LA tomo de las mejillas y le dio un beso, uno con fuerza inclusive al punto de ser un poco tosco.

Amaya estaba más que complacida por todo lo que su amado esposo hacía por mantener el interés y la pasión vivos en ella.
Correspondió a su salvajismo con más salvajismo todavía, encantada de que encontrara un atractivo en su ya no tan firme piel y en las imperfecciones que se habían acentuado con el tiempo...

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—No sé... ¿Lo dejo a tu elección, criterio o lo que sea? Si me das a elegir a mí puede que hagas cosas de las que te puedas arrepentir, aunque eso conmigo pareciera imposible si permaneces a mi lado... o viceversa.

Solo jugueteaba con él. En realidad sí quería tener sexo, debía admitirlo, se moría de ganas.
Pero estando su primo al lado, todo sería una locura; nunca podría saberse como reaccionaría.

—Vamos, amor— Cedió al final.

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Siguió manteniendo la cabeza alzada y en dirección para el lado contrario. No deseaba que viera su carita tierna roja y apenada.

—No es eso... solo que nunca nadie había hecho algo así para mí...

No sabía como reaccionar o interpretar eso.

Desde muy jovencita había tenido la oportunidad de haberse comprometido, pues muchachos que la pretendían tenía de sobra, solo que ella simplemente los ignoró. De todos modos, ninguno de ellos había dedicado el tiempo de captar su atención de alguna manera. En realidad, ningún hombre que se le cruzó en la vida le dedicó algo así, mucho menos melodías tan bellas.

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Elinor se separó de inmediato después de eso. Por alguna razón, la vergüenza la invadió por completo. La tomó desprevenida; fue una gran sorpresa.

—Me alegra que me ames así... Eres tan tierno.

Y sonrió.

En momentos como esos, cuando daba rienda suelta a sus pasiones, se le venian a la mente las imagenes de su primer encuentro, de la primera vez que la vio desnuda, de la noche tormentosa en la que fueron al patio del palacion a tocarse mutuamente, y de la posterior visita a su habitacion durante la noche, lo emocionante que era hacerle el amor a una bella princesa en su misma habitacion, con su padre una habitacion adyacente y toda una legion de guardias custodiando la entrada.

El paso del tiempo la habia cambiado, pero a sus ojos ella era aun su princesa, su tesoro al final del arcoiris, su premio luego de una dificil tarea.

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-El carruaje esta afuera, despues de esto no podras decir que no planeo cosas para ti.

La llevo hacia afuera de la mano, donde ese lujoso carruaje los esperaba.

La parada final fue en el lago, habia una barca que los esperaba en la orilla.

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-Entonces nunca has tenido a alguien que te pretenda, ¿verdad?. -Se atrevio a preguntar. -No eres del tipo que puede pasar desapercibida, no creo que hayas sido ignorada... es acaso que solamente tienes ojos para una persona? Un amor imposible?.

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-Tierno? -Eso no era para nada lo que esperaba escuchar.

Estaba bien ser tierno... su fuera solo un niño, el queria ser visto como un hombre, no como un niño.

-Puedo ser mucho mas que solo tierno... aunque un beso no es suficiente.

—Te amo demasiado, querido. Eres el de sentimientos más bellos, irradias más luz que el oro de las acacias amarillas en el campo una mañana o atardecer de primavera.

Amaya siempre solía susurrarle cosas bonitas al oído. No solo para incentivarlo, sino para demostrar el profundo amor que le tenía.

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—Ay cariño, ya sabes que solo lo hago por fastidiar. Algunas personas se ven tan guapas estando molestas... tú eres una de ellas— Fue todo lo que dijo y sonrió al ver la naturaleza del lugar. Se notaba que todo era virgen y muy fértil.

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—He tenido muchos hombrecitos y señores que querían pretenderme. Pero los he rechazado, porque solo estoy enamorada del arte musical... — Y ahí sí lo miró, convencida de lo que decía, sin titubear ni nada. Incluso ese rubor había desaparecido de sus mejillas por completo— Mi corazón solo tiene poco espacio.

El gran miedo de Elizabeth siempre fue el hecho de que al comprometerse o casarse, su prometido/cónyuge terminara por dominarla, cortar su libertad y ella tener que confinarse a él y las decisiones que pudiese llegar a tomar por ella. Y de ese modo, jamás llegaría a ser lo que siempre soñó. No con un hombre al lado. No con alguien egoísta que despedazara sus metas. No distrayéndose con eso.
La música era la único trascendental.

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—No digo que solo eres tierno. Eres más que tierno. Puedes ser mucho más, y eso es lo que me gusta de ti. Es lo que amo con todo mi corazón— Entrelazó su brazo con el de él— Te admiro como no te das idea. Y de esa admiración surgen demasiadas cosas... y hoy te lo demostraré, porque hoy es un día especial en Yellow del Norte.

Ya se enteraría cuando llegaran a la primera aldea más alejada de la capital, casi saliendo de esta. Un barrio bajo con tintes rurales.