۩ღ Acacia Amarilla ღ۩ [Privado , Evil-Dog]

Elizabeth estaba muy nerviosa, tanto que se le notaba a la distancia.

― ¿Esa no es Elizabeth? Pareciera que no se siente muy bien que digamos― Soltó a Alex de la mano y la alcanzó― ¿Estás bien?

―Nada está bien. Isabel, tu hermano… Tu hermano está corrompiendo a mi hermana. Dice que se van a casar, pero los vi saliendo de un antro y solo despedían aroma a sexo mezclado con perfume caro. Me juró que Isabel seguía virgen, pero no puedo creerle. Yo sé que mi hermana no es perfecta y es una viciosa de primera, pero ambos solo terminarán autodestruyéndose― Llevó sus manos hacia sus ojos y se largó a llorar.

Elinor frunció la cara. No estaba molesta por lo que Eli había dicho, sino con su hermano.

―Hablaré con él. Si van a casarse, entonces que hagan las cosas bien. Si alguien se entera de todo esto, habrá consecuencias, tanto aquí como en Amatista. Puras habladurías, y la gente es experta chismeando― Le pasó una mano por la cabeza― No llores, linda. Todo volverá a ser equilibrado otra vez.

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Isabel se miraba en una vidriera el golpe que le propinó su hermana mayor. Resentida a más no poder. Ahora se convenció de que Eli era una envidiosa, pues era una joven con modales de una vieja anticuada. Pensó que ella iba a ponerse en su lugar, que la iba a comprender en su modo de vida. Pero no.

―Me las vas a pagar, Elizabeth.

A Max no le gustaba nada esto, se preguntaba como diablos los habian encontrado, debio haber sido el gemelo que estaba con ella, era el unico que podia haberlos seguido desde el palacio.

El carruaje lñego poco despues de eso, llevandolos directo a su casa llegando antes que cualquier otro.

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-Lo mejor sera que hablen cada una con sus respectivos hermanos. -Fue lo unico que pudo decir, no queria ponerse de lado de nadie. -Despues de eso deberian hablar todos juntos, y poner las cosas en orden...

Se preguntaba que tan metido estaba Eduardo en esto, que Isabel tubiera un novio, o en este caso un prometido, lo volveria loco.

―Siento la estupidez de mi hermana. Se está comportando como una chiquilina…― Isabel estaba más seria que de costumbre― Pero nada ni nadie será un impedimento para nosotros― Sonrió un poco pícara y bajó de la carroza.

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Elizabeth asintió y emprendió otra vez su camino hacia la casa. Ya era de noche y tendría que llegar antes de que fuera más tarde.

Elinor la contempló hasta que desapareció en la soledad de las calles.

―Vamos, tenemos que ir allí donde me dijiste― Después arreglaría los problemas, aunque podría ir pensando lo que iba a decir.

-Tarde o temprano tendra que aceptarlo.

Bajo de la carroza y se sento en la masetera de enfrente de la casa.

-Sera mejor esperla aqui.

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-No me siento bien dejando que Elizabeth vaya sola de noche.

Tampoco queria arruinar su cita, pero ya era tarde y Eli estaba muy moleta, podia meterse en problemas.

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Jean no se habia despegado de ella en ningun momento, la acechaba desde desde las sombras, moviendose como una neblina a mitad de la marugada, esa otra presencia habia vuelto y se acercaba, queria ver que es lo que queria.

―No la quiero ni ver. Siento que si la veo la voy a agarrar de las mechas.

No tomaba demasiada consciencia de lo que decía. No permitiría que su hermana ni nadie arruinara el compromiso que había estado esperando años y eso que su prioridad nunca fue casarse, pero Maximilian le despertaba las pasiones con las que fantaseaba en más de una ocasión.

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―Está bien, tienes razón. Las calles aquí no son muy seguras de noche… hay maleantes y quien sabe que otra clase de gente malintencionada.

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Elizabeth miraba hacia todos lados con disimulo. Estaba segura que alguien la seguía. Tenía mucho miedo y la angustia le jugaba malas pasadas.

― ¿Quién está ahí?― Preguntó de repente, parando el paso y abrazándose a sí misma.

-Es tu hermana y la necesitas, lo que tu sentiste cuando te abofeteo es probablemente lo que ella sintio cuando te vio salir de ese lugar... pero ya se le pasara, a ambas.

Se cruzo de brazos y vio en direccion a la calle, esperando.

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-Vamos detras de ella entonces.

La tomo de la mano y fueron por la calle detras de Elizabeth.

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Se mantuvo al margen mientras esa cosa se acercaba a ella, una bestia grande y amorfa, con la piel arrugada y negra como la noche, con garras colmillos y cuernos.

La bestia dio un salto desde el techo de uno de los edificios y cayo a unos pocos metros detras de ella, olfateando el suelo por donde ella habia caminado, la bestia era ciega.

―No puede comprobar nada de lo que hice. Solo se lo imagina… en sí no tiene pruebas.

Suspiró y se sentó en uno de los escalones. Ya quería irse a dormir y le dolía el trasero.

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―A veces me pregunto cómo terminarán las cosas para cada uno…― Suspiró un poco. Extrañamente todo estaba apagado. Le pareció sumamente raro.

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Elizabeth escuchó algo pesado caer tras ella. Se paralizó del miedo y abrió bien los ojos. Sentía ese miedo horrendo, el mismo que cuando Isabel traía esos libros raros de ocultismo a la casa para copiar esas figuras y símbolos tan complicados.
Se dio la vuelta poco a poco, hasta ver a esa bestia. Abrió la boca para gritar, pero al principio ningún sonido salió de ella. Después, del mismo horror, todo un caudal de voz se escapó desde su diafragma, pulmones y pecho.  Empezó a correr para huir de esa cosa, y terminó tropezando con una de las piedras salidas de la calle. Cayó rodando al suelo, lastimándose las rodillas y la cara.
Era como la recreación de una pesadilla.

El grito de Elizabeth llego a los oidos de MAximilian, se escuchaba bastante lejos, pero aun asi logro captarlo, no supo de quien era en ese momento, pero si que estaba lleno de terror.

Se puso de pie de inmediato, ese sonido lo había perturbado.

-Escuchaste eso?. -Le dijo a Isabel. -Fue por esta misma calle!

La tomo de la mano y subieron de vuelta al carruaje, que los llevo en dirección al grito.

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-Mi madre decía que no hay nada malo en que dos personas se amen... si ellos pueden aprender a estar cómodos con ellos mismos estoy seguro de que podrían formar una pareja estable... a su manera.

Alexander también escucho el grito, con la diferencia de que ellos estaban cerca y la voz desesperada de Elizabeth era reconocible.

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La bestia gruño al escuchar el grito de Eli, de sus fauces se escucho un sonido similar a una risa, gruesa y horrible.

-Te encontré. -Dijo con esa voz diabólica que poseía.

Jean salio de las sombras y fue a levantar a Elizabeth, no pretendía pelear con esa cosa, pero tampoco dejaría que se comiera a esa mujer de vez encantadora.

-Levántate, tenemos que correr!

Isabel se llevó una mano a la cara. No podía creer que estuviera tras un simple grito, en medio de la noche fresca, que la pusiera en peligro a ella y demás. Una molestia.

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―Tal vez sea así, pero…

El grito aquel le había perforado los tímpanos. No habló más y decidió que lo mejor era ir a socorrer a Eli. Corrió sin importarle que sus senos rebotaran hacia todas partes, y al llegar, apreció esa bestia horrorosa que no tenía las mejores intenciones.

Como una heroína propia de la mitología más antigua, fue a la carga y le pegó una fuerte patada a esa criatura, causando que la misma saliera volando unos cuantos metros hacia un costado, y así evitar que se levantara.

―Con eso creo que no volverá a moverse― Tremendo golpe hubiera matado a cualquiera, fracturándole todos los huesos hasta hacerlo añicos, además de provocar una gran hemorragia interna.

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Eli aceptó la ayuda, y llorando a lágrima viva continuó intentando correr, aunque rengueaba. Tuvo que deshacerse de sus zapatitos con tacos para moverse más rápido.
Asustada era poco. Temblaba de pies a cabeza.

El chofer de la caroza se detuvo a una cuadra de donde paaaba todo, cuando vio a la bestia no quizo avanzar mas.

Maximilian bajo de inmediato para reclamarle al cjofer por tan brusco frenar, cuando vio a Elizabeth alejarse de esa bestia.

-Isabel, quedate en el carro! -Dijo antes de empezar a correr en aquella direccion.

La bestia habia volado por los aires, cayendo en el suelo con los huesos de la pelvis hechos trizas, sus patas traseras se arqueaban de forma inhumana por la fractura, pero apenas unos segundos de permanecer inmobil sus huesos se reacomodaron y se volvio a poner de pie.

Max se quedo delante de Elizabeth, entre ella y la bestia, pudo ver a Elinor del otro lado.

― ¡Hoy están todos locos! ¿Qué diablos les pasa!― Le reclamó. Sacó la cabeza por la ventanilla y vio a esa cosa. Terminó desmayándose de la impresión.

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Elinor quedó impresionada. Con eso no debería ni estar en pie, al contrario, solo revolcándose del dolor o muerto.
Sabía que tenía que distraer a esa alimaña para que Eli pudiera seguir huyendo.
Apoyó un pie con firmeza en el suelo, hundiendo y haciendo trizas las piedras de la calle, y preparó sus puños para darle otra. Le propinaría la paliza de su vida.

Eli se aferraba a las ropas de su acompañante, no quería ni ver el espectáculo que se estaba montando. Se sentía tan inútil e impotente.

El animal gruño y se enfureció, pero sabia que tenia las de perder, podía sentir la fuerza de Elinor y el aura vampirica de Jean, no le convenía quedarse.

Dio un salto y trepo por la pared de una de las casas y subió a los tejados, se movía como un gran gorila y tenia la fuerza de uno, pero era increíblemente ágil, no tardo en perderse de la vista de todos.

-Que era esa cosa? -Preguntó Alexander, que se acercaba desde atrás. -Están todos bien?

―No…lo sé― Se quedó viendo por donde se había ido. Tenía miedo que volviera y lastimara a alguien. Cuando volvió en sí, se sintió muy avergonzada, Alex tal vez había visto la naturaleza de su fuerza y la consideraba un monstruo.
Sacudió la cabeza y fue hasta donde Elizabeth, la cual se encontraba en un evidente estado de crisis nerviosa.

-Fue una buena patada. -Sonrio, no caia en cuenta que ella fuera tan fuerte. -Bueno, no importa que fuera eso... ya se fue.

Alexander era incapaz de pensar mal de Elinor, mas si de preocuparse.

Fue detras de ella a ver a Elizabeth, Maximilian fue tambien.

Alexander no dejo que nadie mas la tocara, pensó que Jean era solo un desconocido que iba pasando por ahi y se la quito de los brazos, tomandola a ella y levandola a sentarse en el escalon del carruaje.

-Estas bien Eli? -Le pregunto a su prima.

Elizabeth no contestó al principio, continuó temblando, aunque sus manos y piernas estaban petrificadas. Una vez que reaccionó, no sabía qué decir, se puso a balbucear.
Terminó desmayándose, igual que su hermana. La impresión había sido mucha.

―Pobrecita, no es para menos― Agarró a Elizabeth y la metió dentro de la carroza, para llevarse la sorpresa de que estaba Isabel en el mismo estado― Será mejor que descansen por esta noche. Mañana comienza la semana y no creo que ninguna de las dos quiera faltar al conservatorio― Miró al desconocido― Gracias por ayudarla. Hubiera sido terrible si le pasaba algo.

-No hay de que, estaba por aqui y escuche el grito. -Respondie Jean. -Entonces nos vemos... cuidense.

Se dio la media vuelta y se despidio con la mano.

Maximilian ayudo a acomodar a las dos hermanas y se fueron todos juntos de vuelta a la casa, un silencio de muerte habia en el carruaje, todos estaban nerviosos y asustados, Max veia por la ventanilla hacia los tejados, esperando que esa cosa no los siguiera, abrazaba con fuerza a Isabel, apoyando su cabeza contra su hombro y acariciandole el cabello.

A la mañana siguiente, Elizabeth despertó en la cama de su propia habitación. Pensó que todo había sido un mal sueño. Notó que tenía el camisón puesto, no recordaba el momento exacto que se lo puso.
Recordó por un momento a ese hombre joven que le había hablado, luego que la acompañó hacia donde estaba su hermana y primo. Parpadeó un poco, la luz la estaba aturdiendo.
Entonces sí había pasado todo eso… pero lo siguiente se borró de su memoria por completo.

El reloj de la casa sonó con el cambio de hora, como siempre.

Elizabeth bajó las escaleras y vio a su primo Eduardo preparando el desayuno. Eso era extrañísimo, nunca le gustaba hacer las cosas de la casa y que fueran propiamente de “mujeres”.
Silbaba en el proceso, de buen humor a pesar de lo del día anterior.

― ¿Hola?― Saludó.

Él no se dio vuelta.

―Te he preparado el desayuno y planchado el uniforme.
>>He tardado mucho en venir caminando desde el palacio. Por fortuna no estaba el rey, sino me sacaba la cabeza por haberme comportado de esa manera ayer, después de que me haya brindado su hospitalidad. Igual dejé una nota en el que le pedía perdón, firmada por mí, por supuesto.

Quería darle una impresión de que el día anterior no había pasado nada importante. La verdad es que su hermano le contó todo.

―Muchas gracias― Eli sonrió. Sintió un dolor agudo en las rodillas raspadas… y en ese momento, recordó a esa cosa horrible que casi la mata. Pensó que era otro de sus sueños raros, así que intentó ignorar esas imágenes― ¿E Isabel?...

―Está descansando. Lo más probable es que se quede.

Su respuesta fue más que seca.


―Desayuna o se te hará tarde― Le acercó el vaso con leche, unas tostadas con mermelada de mora y unos huevos revueltos para acompañar. Se sentó en frente de ella.

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Elinor también estaba desayunando, pero con los pies encima de la mesa.
Pensaba en que la tranquilidad se había esfumado, su silencio aplastante confirmaba lo que pensaba. Le faltaba ponerse los zapatos para irse.

Alexander se habia quedado dormido hasta tarde, el aroma a pan tostado lo desperto, luego de un rugido de su estomago.

Se habia quedado dormido con la ropa puesta, esa noche tan solo llegó y ayudo a subir a sus primas y se fue a dormir.

Bajó las escaleras y se unio al resto, sentandose en la mesa estando auj somnoliento.

-Como te sie tes Eli? -Pregunto, con la cara pegada a la mesa. -No se ha despertado Isabel?.

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Maximilian por su lado no habia dormido en toda la noche, bajo cuando escucho ruido en el piso de abajo, para encontrarse con su hermana.

-Elinor... -Fue lo unico que dijo.

―Oh, yo me siento de maravilla. Hoy voy a empezar mi primera semana― Respondió contenta, comenzando a desayunar― Isabel aún no ha despertado. Es mejor que no nos crucemos por el momento…

―Nosotros también debemos ir a anotarnos en el conservatorio― Suspiró y sopló un mechón de cabello que le caía en la cara― Entonces deja que te guarde el desayuno y lo comes allá― Y eso hizo, envolviéndolo en servilletas y luego metiéndolo dentro de una cajita de madera.

―Por cierto… el rey me dio unas cajitas, son para ustedes. Están encima de la mesa ratona de la sala― Cogió la caja― Muchas gracias― Y subió las escaleras para empezar a vestirse.

―Parece que no recuerda nada― Dijo una vez escuchó que cerró la puerta de su cuarto.

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―Así que ayer le diste a la pachanga… con Isabel. ¿Se puede saber en qué estabas pensando? Su hermana lloraba a lágrima viva, causaste que se pelearan entre sí.
>>No quiero saber que hicieron, pero tienes que ser más prudente.

-Yo creo que si lo recuerda pero no quiere pensar en ello. -Respondio. -mejor que sea asi... me sorpende que hayas hecho el desayuno y no incendiaras la casa en el proceso, nunca te vi en la cocina antes.

Sospechaba que esto lo hacia para concentrarse ahora en Elizabeth, ahora que Isabel estaba con otro hombre.

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-Se que no fue la mejor manera... pero solo asi puedo hacer que me tome enserio.

Se sento en la silla y recargo los codos sobre la mesa.

-Quiero hacer las cosas bien... ella de verdad me gusta, pero no puedo cambiarla de la noche a la mañana... el dia de ayer no probo una gota de alcohol, ni le di ninguna droga y contrario a lo que su hermana piensa ella aun es virgen, y lo seguira siendo.

La miro a los ojos, con tristeza.

-Es muy complicado, mi interes no es corromperla mas sino todo lo contrario, quiero que la unica emocion que busque sea la de estar a mi lado y se olvide de esas ideas de fiestas y excesos... me casare con ella y la convertire en alguien que se respete a si misma y respete a los demas, pero necesito tu ayuda Elinor.

―Estoy en una etapa de cambios. No puedo seguir como antes― Apoyó el codo encima de la mesa y aplastó su mejilla con la mano, tomando con la otra una tostada― Tal vez no soy el mejor cocinero, pero creo que se me da bien… He visto a madre hacerlo todas las mañanas desde que somos pequeños. Entonces me dije que no puede ser tan difícil.

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―En el embrollo que te metiste, pero supongo que ella lo vale. No conseguirás a alguien tan bonita y tan divertida― Sonrió un poco― Debes pensar en otra cosa también… ahora está al cuidado de su hermana, tienes que hacerle ver que vas a ayudarla y no entorpecerla. Ella es la que está cumpliendo el rol de madre y padre. Y hablando de madre y padre, si tu compromiso será oficial, los padres de ella merecen saberlo ¿No? Mínimo…

-Pues me alegro que hayas decidido cambiar... aqui casi nadie te conoce, puedes empezar de nuevo.

Se puso de pie y se lavo la cara con el agua limpia de la cocina.

-Ademas empezaba a molestarme la idea de que te masturbaras pensando en los senos de mi novia, espero que eso lo dejes tambien.

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-Lo haré en cuanto tenga oportunidad, pero antes debo convencer a wu hermana de que quiero lo mejor para ella.

Se puso de pie y le tomo las manos.

-Podrias hacerme otro favor?, podrias hacer que ella acepte hablar conmigo?

―Comprendí que Elinor es tu novia y ya. Renuncié a eso. Espero que te vaya bien con ella, parece una buena mujer― A comparación de otras― ¿Nunca te preguntaste porque nuestra madre no nos quiere hablar de su pasado? A veces pienso que las mujeres que quiero conquistar porque me gustan de verdad son como ella: De gran carácter pero que no logro entenderlas, pues no dicen nada de ellas y debes observarlas para enterarte.

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―Lo haré solo porque tú me lo pides. Solo sé paciente, ayer estaba muy molesta y tendré que esperar tiempo para abordar el tema sin ofenderla.

-Creo que ella tenia sus motivos...

No queria hablarle de lo que habia descubierto , no sabia que es lo que haria si descubria si su madre era Lucifenia Jarismoth.

-Quizas eres solo un poco masoquista, y te fijas en mujeres que no puedes tener.

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-Esta bien... al fin y al cabo eres tu la que tiene prisa por tener sobrinos. -Bromeo con ella. -Le dire a Isabel que no sqldremos juntos hasta que todo este arreglado.

Agachó la cabeza. Se sentía como un fracasado… pero seguiría luchando hasta el fin por el amor que sentía por sus primas.

Eli bajó las escaleras ya con su vestido blanco y el uniforme puesto.

―Debo irme. No se metan en problemas ¡Llego tarde!― Se despidió con la mano y salió corriendo hacia afuera, en dirección al conservatorio.

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―Me parece que eso solo causará que se enoje de verdad… No creo que quiera reemplazarte y pasar su soledad con un perro― Vio la hora y fue a buscar sus sandalias― Siquiera tiene uno.