۩ღ Acacia Amarilla ღ۩ [Privado , Evil-Dog]

-Adios. -Le dijo a Eli mientras se iba. -Nosotros tambien tenemos que irnos a la facultad de artesanos a las clases de escultura, el rey prometio conseguirnos un lugar, ya deben estar esperandonos.

Tomo una pieza de pan y se la metio a la boca.

-Vamonos de una vez.

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-Supongo que tienes razon... pero no me cambiaria por un perro, lo haria por una botella de vino barata y una mano travieza.

―Dame dos minutos.

Subió las escaleras y acercó su cuerpo hacia la puerta de la habitación donde dormía Isabel. Cuando estuvo a punto de abrirla, se arrepintió a último momento y la dejó.
Acomodó un poco su ropa, se echó perfume encima y se arregló el cabello de la mejor forma. Se preguntaba qué era lo que no tenía que no lograba conquistar el corazón de ninguna mujer. Suspiró y bajó de nuevo.

―Ahora sí, vamos.

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Rió por eso.

―Ve a ver como está. Se quedará sola en la casa hoy, yo sé lo que te digo. Si no vas a salir con ella hasta que se arreglen un poco las cosas, entonces cuídala. Nos vemos el viernes― Acabó de ponerse las sandalias y le dio un abrazo, para después irse por la puerta.

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Elizabeth llegó temprano. Empezó a buscar el salón de la última vez, hasta que dio con el mismo. Entró antes que las demás y se puso a observar el piano de cola.

―No creo que alguien se moleste si toco unos minutos hasta que vengan todas…― Suspiró y se sentó. Ahora que no había nadie, siquiera a los alrededores, se pondría a hacer lo que más le gustaba además de tocar el piano: acompañar con la voz.
Deseaba no estar peleada con Isabel. Golpearla fue un error muy serio, ya le pediría perdón en cuanto la viera.

Ahora que el instrumento se encontraba a su merced, aprovechó para cantar la misma canción del día anterior, solo que agregándole el instrumental. Pensó que podría ponerle unos coros femeninos con la voz tipo soprano… sí, quedaría perfecto. Y con otra cantante principal también.

-Seria genial tener caballos aqui, pero son demasiado caros... tenemos que empezar a ver como conseguir dinero, lo que tengo no durara para siempre y hay que pagar comida y renta.

Fueron los dos y salieron a la calle, en direccion a la escuela.

-Tenemos que conseguir trabajo.

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-Ire a verla en cuanto este sola, no quiero tener problemas con sus primos.

Ya sabia que es lo que iba a hacer, le tiraria piedritas en su ventana y la haria bajar, o quizas el subiria.

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Jean se encontraba en el conservatorio desde temprano, tenia un dormitorio ahi, desde el instante en el que Elizabeth habia puesto un pie dentro se habia dado cuenta, ahora la escuchaba tocar nuevamente, no la interrumpiria esta vez hasta que terminara.

―Tal vez lo que hay dentro de esas cajitas que nos dio el rey haya algo valioso que podamos vender… No creo que a sus amigos les regale cosas convencionales y tontas― Metió las manos en sus bolsillos.

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Isabel abrió de inmediato los ojos al oír que sus primos se habían ido de una vez. Estaba cansada y le dolía la cabeza. Abrió de repente la ventana. Se fijó afuera, buscando esa cosa horrible que la hizo desmayarse. No había nadie.

―Mejor… Entonces… Estoy sola… puedo hacer lo que quiera― Su expresión fastidiosa cambió a una animada.

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Elizabeth acabó la canción.

―Suficiente por hoy.

Lo que menos quería era tener problemas y fastidiar a alguien. Despertar la envidia de las demás chicas no era una buena opción. Ya de por sí en su primer día hablaron mucho de ella entre cuchicheos, y eso la intimidaba.

-No creo que sea buena idea, si volvemos a verlo se molestara si no lo llevamos... el simple hecho de conservarlos nos traera mas beneficios que cambiarlos por dinero.

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Tan pronto Elinor y el resto se fueron salio fuera de la casa, para darse cuenta de que ahi estaba ella en la ventana, llamo su atencion con un silbido y le lanzo un beso al aire.

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Bajo por las escaleras hasta el primer piso, donde estaban las alumnas de primero y entro al salon donde estaba ella.

-Me alegra ver que vinieras hoy... con lo de anoche pense que te tomarias un tiempo para reponerte.

―Supongo que sí… Oye ¿No notaste que tiene los ojos igual a los de la tía? Grandes y del mismo color, con muchas pestañas. No pienses mal, no he estado observando a la tía― Se sonrojó.

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Isabel abrió el vidrio y le sonrió.

― ¿Me vas a dar la serenata?― Bromeó. Aunque tampoco le molestaría si se lo hacía…

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Elizabeth cerró la tapa de las teclas de inmediato y se sonrojó de la vergüenza. La había estado escuchando todo ese tiempo… o espiando. Qué cosa.

―No recuerdo como llegué a casa. Gracias por llevarme― Habló bajito de la pena. En verdad pensaba que todo ese circo fue una terrible pesadilla.

-No se... eran un poco azulados dependiendo de la luz.

Definitivamente queria cambiar de tema.

-En fin... creo que ya deberiamos ver que es lo que nos dio. -Dijo sacando la caja de su bolsillo. -creo que son anillos, que mas podria ser.

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-Soy terrible cantando. -Confeso, pues realmente lo era. -Se me dan mejor las artes... manuales.

Le habia mandado la imdirecta, veria como le respondia.

-Vas a bajar o debo ser yo quien suba.

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-Fue ese principe de Amatista el que llego y te llevo en su carruaje, yo no hice gran cosa despues de que te desmayaras.

Se acerco y se sento en una silla cercana.

-Realmente tienes talento, debo insistir en que deberias estar en la clase avanzada, aqui solo te aburriras y crearas envidia y frustracion entre tus compañeras, ademas las de ultimo año no tienen que compartir todas un solo piano... tu ya dominas un instrumento, tus compañeras apenas aprenden la diferencia entre corcheas, blancas y negras, esta no es la clase para ti.

―No creo que sean anillos… ― Suspiró y abrió la cajita. Era una pulsera de oro que tenían acacias hechas de ámbar. A Eduardo le brillaron los ojos― En definitiva ser rey debe ser divertido.

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―Si subes te haré hasta lo que no te imaginas― Sonrió― No querrás hacer que una dama tenga que mover un dedo para bajar la escalera y abrir una puerta ¿No? El esfuerzo del hombre es lo que conquista a una mujer.

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Sorprendida quedó por eso. ¿En qué momento se desmayó?
Agachó la cabeza.

―Creo que ya me odian… y no he tocado una sola tecla en presencia de ellas― Reconoció con humildad― Pero ir a otra clase ya no depende de mí en este momento.

Tenía que esperar a que la pusieran en otro nivel.

―Es extraño... En Francia me rechazaron. Dijeron que yo no era buena... ― Y por culpa de ellos tuvo que separarse de sus padres.

-Bueno, esto si que es una sorpresa. -Dijo al ver la joya que tenia dentro. -Por que crees que nos daria esto?

Tomó la pulsera y se la puso.

-Creo que el ambar se usa para diferenciar a la realiza de Yellow...-

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-La puerta esta cerrada... pero eso no sera impedimento.

Le dio un beso mas al aire y trepo por la ventana del primer piso hasta llegar a la de ella.

-Y bien, cual es la recompe za de mi esfuerzo?

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-No hace falta decir mas... vendras conmigo a mi clase, te van a encantar tus nuevas compañeras, son todas tan amigables...

Lo decia pues ya se habia tomado la molestia de alimentarse de ellas y convertirlas en sus esclavas draculinas.

-Vamos, lo primero que haremos sera trabajar en tu miedo a interpretar, un artista nunca debe avergonzarse de su interpretacion, menos cuando es tan buena... y no hagas caso de lo que te digan esos franceses anticuados, el futuro de la musica esta en las voces femeninas, ellos solo se resisten a aceptarlo.

―No tengo idea. Solo dijo que se los daba a sus amigos. Pero no a cualquier amigo, creo yo, sino a los más íntimos― Suspiró y se lo puso también, pero lo ocultó con la manga de su camisa, no quería que se lo robaran.

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―Lo que tú quieras, cariño…― Le habló en un tono completamente dulce. En verdad se había enamorado de él.

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―Yo realmente no quiero ser conocida por cantar― Lo miró a los ojos, convencida― Yo voy a ser la primera mujer que dirija una orquesta en la historia de este mundo. La compositora que muchos querrán emular. No pararé hasta que eso suceda, nada ni nadie serán un impedimento.

Desvió sus ojos de nuevo hacia la tapa del piano.

-Pues habra que ver que tan intimos amigos seremos... tengo la sensacion de que volveremos a verlo este fin de semana.

El por otro lado lo llevaria a la vista, queria ver si alguien lo reconocia y le decia que significaba.

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-Que tal si empezamos por un beso? -Le sonrio, sentado en el marco de la ventana.

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-Perfecto... en nuestra clase hay solo cinco estudiantes, pero cada una de ellas domina cada una de las secciones de la orquesta sinfonica... metales, maderas, percusiones, cuerdas... y son excelentes voces las que tienen.

Le sonrio y le tendio la mano.

-Una vez cada tres meses hacemos una presentacion en la concha acustica del palacio, si demuestras el talento y la habilidad suficiente te permitire llevar la direccion, que dices?-

―Quién sabe… Por cierto, encontré algo curioso el otro día. Una parte del palacio estaba a oscuras por completo, con todas las cortinas y los vidrios de las ventanas cerrados. Había una puerta enorme, con oro y ámbar también, y estaba pintada de blanco. Estaba con llave. Tuve que forzar la cerradura para entrar; dentro, un clavecín de lo más lujoso del mundo. Yo pensé que ocultaba algo más… no sé, dinero y esas cosas. Pero ese clavecín era una obra de arte.

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―Me encantaría saborear tu boca una vez más― Le dio los buenos días con un pasional beso. Lo tomó de la mano y lo invitó a estar con ella en la cama― Quería hacerte una proposición indecorosa. Mis favoritas― Todo lo decía frotándole sus partes íntimas con la mano por encima de la ropa.

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Elizabeth se emocionó por esa proposición. Su expresión fue más que adorable, como la de una niña a la que le comunican que le darán un maravilloso regalo. Incluso sus mejillas adquirieron un tono rosado y su sonrisa de oreja a oreja se hizo notar.
Le tomó la mano con timidez.

-Un clavecin? Pues ahi en el palacio todo es lujoso... quizas un pasatiempo olvidado o algo asi.

Alguna vez habia escuchado a su tia Amaya hablar del clavecin, segufo era de ella.

-Igual no debiste haber entrado por la fuerza... alguien podria haberte visto.

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-Me parece bien... que tienes en mente?

Si bien no pretendia que todos sus encuentros fueran de esa naturaleza, si ya tenia esa idea seria dificil hacer que cambiara de opinión.

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-Ellas te van a encantar, son muy buenas en todo sentido.

La tomo de la mano y la llevo escaleras arriba, a los salones de ultimo grado.

-Solo hay algo que debes saber, en mi grupo las cichas acogen un apodo personal, el nombre de una flor y ese es el modo en el que se dirigen unas con otras... tendras que pensar en una.

―Te estoy diciendo que estaba todo a oscuras… Y lleno de polvo y telarañas. Sinceramente no veo a Raziel tocando un clavecín con arte tan femenino.
>>Me da la impresión de que sabes algo y no quieres decírmelo. Me lo ocultas.

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Paró de hacer eso de inmediato.

―Quiero pintarte desnudo― Le susurró al oído como si nada. Sería divertido, además que le servía de excusa para verle sus genitales en detalle.

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Reventaba de felicidad e ilusión. Solo era una niña ingenua que no sabía y entendía nada.

―Creo que ya sé cuál…

Se haría llamar “Acacia”. Era la flor nacional de ese país, sería bonito. Además de las flores preferidas de su madre, la cual incluso poseía un aplique para el cabello de la misma flor, una que no moría nunca por alguna extraña razón.

Se dio cuenta de que le estaba tomando la mano y se soltó del agarre de repente, para esconderla tras su espalda.

-¿Por que te iba a ocultar algo? -Fue su respuesta, dada con naturalidad. -Quizás el instrumento no era de Raziel, sino de su hermana la que huyo hace muchos años.

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-Que traviesa... pero un retrato tarda mucho tiempo en hacerse.

Se tiro sobre un sillón y se abrió de piernas.

-Desnudo tanto tiempo, me va a dar frió y no podre mantener mi amigo despierto todo el día... sin embargo si tu te comprometieras a darle un poco de cariño con ese hermoso trasero que tienes, estaría gustoso de aceptar.

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Se dio cuenta de que le solto la mano de inmediato, sin embargo no dijo nada.

-Bienvenida a tu nueva clase. -Dijo mientras abria la puerta. -Ellas son: Girasol, Rosa, Lavanda, Petunia y Clavel... Chicas ella es Elizabeth.

Las jovenes que estaban dentro, hechizadas por Jean se pusieron de pie y se acercaron a saludar.

-Es muy linda. -Dijo una de ellas. -Tiene unos ojos hermosos. -Dijo otra

Jean se mantenía detrás mientras todas ellas la adulaban y le ofrecían cumplidos.

-Elizabeth es nueva en el continente y tiene mucho talento, ella quiere ser directora de orquesta y todos vamos ayudarle a lograrlo... ya escogiste un nombre Eli?, tu otro nombre es muy largo y mi lengua empieza a cansarse.

―Es que tengo esa impresión. Desde que llegamos aquí te has estado comportando muy extraño. Compartimos vientre, te recuerdo. Que sea tonto no quiere decir que no me dé cuenta de muchas cosas.

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―La que pongo las reglas aquí soy yo… sin embargo, puedo hacer una pequeña excepción― Se le lanzó encima y le dio un chupetón en el cuello― Eres malvado, quieres que me divierta solo contigo― Apoyó la cabeza en su pecho― Me encanta divertirme contigo… no me aburro nunca― Terminó de confesarse.

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Estaba tan avergonzada. Su vida había estado llena de halagos, pero nunca creyó que sus nuevas compañeras la recibirían tan bien.

―Oh, lo siento. Gracias por la bienvenida. Mi nombre será “acacia”― Quería cubrirse el rostro con las manos de lo roja que se había puesto. Incluso sus ojos se llenaron de lágrimas.

-No creo que seas tonto... somos gemelos, somos iguales... casi en todo. -Le dio un leve golpe en el brazo, una muestra de amor de hermanos. -Solo que yo la tengo mas grande. -Bromeo con él.

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-Me alegra ser el hombre mas interesante de tu vida.

Puso las manos sobre su nuca y la abrazó, recargando su cabeza sobre la suya.

-Isabel, yo no se como pedirte esto... no quiero que te molestes conmigo por sugerir algo así, pero quisiera hacer contigo cosas... no "cosas" como las de ayer, cosas que nutran el alma, que llenen el corazón... cosas de parejas que se aman y se lo demuestran en cada simple aspecto de la relación... salir a comer o a pasear, ir a bailar o a tener un día de campo... el sexo esta bien, es grandioso y me enloquece, pero no quiero que lo nuestro se quede solamente ahí... entiendes lo que quiero decir?

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-Por que no les cantas tu canción Acacia?, seguro que si se las enseñas ellas puedan ayudarte con los coros o con añadir mas instrumentos, los que a ti te parezcan, claro... me parece una buena forma de romper el hielo.

Sonrió.

―La tienes más grande pero siquiera la usas. Ya va siendo hora de que el señor casto empiece a desquitarse un poco… ― Seguro a Elinor le iba a gustar, según él.

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―Tendrás que enseñarme― Tanta cercanía hacía que su corazón latiera de golpe y se parara por un segundo― Tendrás que enseñarme a que eso me divierta. Pero no me costará si con quien lo haré es con mi hombre… Me encantan todas esas emociones desenfrenadas que generas en mí, quisiera sentir lo mismo con esas actividades. Haría cualquier cosa con tal de complacerte y que puedas disfrutar de mi compañía.

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Para Eli esa canción era muy personal. Su madre se la había hecho para ella cuando era una niña aun, calmando así el miedo que le producían sus numerosas pesadillas. Desde ese momento, la paz que le transmitía la canción, esos sueños nefastos se redujo a más de la mitad y podía dormir en paz o calmar la ansiedad y el estrés.
Podría mejorarla para ahora ella cantársela a su madre. Le daba mucho miedo desafinar o que directamente no le saliera la voz. Haría su mayor esfuerzo.

―Preferiría mostrar el instrumental de piano, por el momento. Quiero que sea el regalo más bonito para mi madre.

-Todo a su tiempo... Elinor es muy tierna y no creo que tenga prisa por tener intimidad, solo lo arruinaría si me apresuro. -Aunque quien sabe, quizás un día de estos se me cumpla.

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-Sera divertido, ya lo veras.

Comenzó a desvestirse para que empezara a hacer la pintura de una vez, también para que lo estimulara, aunque ahora que lo pensaba lo que iba a hacer era mantenerlo excitado todo el día y no terminar nunca, esperaba que no terminara siendo una tortura.

-Después de esto tienes que dejarme que te invite a desayunar... solo posare para ti una hora al día.

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-Esta bien, pero solo por que es tu primer día... tendrás que perder la vergüenza y confiar mas en tus compañeras.

Todas tomaron asiento cerca del piano, poniendo mucha atención para aprender la melodía y buscar el modo de acoplarse a ella.

― ¿Y cómo sabes? Si siquiera se lo preguntaste…― Una de las claves para mantener entretenidas a las mujeres era preguntarles hasta la más mínima cosa, aunque él era pésimo con las féminas, así que mejor no daría consejos tontos.

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―Bien…― En vez de estimularlo enseguida, buscó primero sus instrumentos de arte. Lo haría con pincel, le resultaba más fácil y divertido. Hizo un boceto así nomás en una hoja.

A comparación de otros artistas que disminuían el tamaño de los genitales o los tapaban ridículamente para que vieran estéticos, Isabel los representaba tal cual eran.
Antes de pintar, sacó una pluma del relleno de la almohada y se la pasó en ese lugar, así tenía una vista más resaltante. Una vez que estuvo en el lugar que a ella le apeteció, se desnudó por completo para que la viera y se excitara, tomó el pincel y comenzó a trabajar sin articular una sola palabra.

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Entonces, Elizabeth desplegó todo su talento, lo que había aprendido hasta el momento y más. Poseía un estilo muy delicado y dulce, como si acariciara las teclas en vez de presionarlas, y la melodía se hacía extremadamente agradable al oído, con una perfecta armonía que desnudaba el alma, llena de un sentimentalismo puro.

-Ese es tu problema Ed... esos temas son muy delicados para las mujeres, para algunas... -Recordó a Isabel. -Lo haré cuando ella este lista y me lo pida.

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Se quedo ahí sentado solamente viéndola, cuando sentía que se empezaba a bajar la erección se masturbaba un poco, no llevaba nada puesto salvo el sombrero y no sentía vergüenza por eso.

Al cabo de un rato empezó a aburrirse, le dolía el cuello por estar en esa misma posición, no llevaba reloj encima y no sabia cuanto tiempo había pasado.

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Al terminar todas se pusieron de pie y aplaudieron enérgicamente, se acercaron a ella para felicitarla por tan grande interpretación.

Jean solo se mantenía en su asiento, aplaudiendo también.

-Tienes que dejarnos ayudarte con tu canción. -Le suplico una de ellas. -Quedaría genial con un chelo acompañándote, y si pudiéramos corearte seria fabuloso!

―De acuerdo, pero no digas que no te avisé antes. Después no andes quejándote y haciendo la gran mano solitaria― Suspiró― Nuestra madre te diría que te la tires y ya.

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Isa notó la necesidad que él tenía de descansar. Y la verdad es que a ella le molestaba la muñeca de sobremanera, al igual que la cintura y la espalda. Nunca tomaba en cuenta la hora al pintar.

―Suficiente por hoy― Rió un poco al ver el lienzo y lo que había alcanzado a hacer… solo los pies hasta el ombligo. Y lo que había debajo del ombligo, con lujo de detalles― Ahora sí podemos hacer lo que quieras― Se le subió encima con ambas piernas abiertas y le rodeó la espalda con ellas― A desayunar― Y le dio otro chupón en el otro lado del cuello. Así nadie se le acercaba. Nadie podía ser más zorra que ella.

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―Con los coros sonaría maravilloso. Y con un celo también, claro. Pero los coros es la idea principal. Gracias chicas, me hacen muy feliz…

Pensaba que su voz era demasiado densa y fea como para ser la voz principal, pero no diría nada hasta que conociera el registro de cada una de ellas. Y ahí elegiría a su vocal.

-Ella jamas diría algo así... no se de donde sacas eso.

Se preguntaba como es que tenia en tan mala estima a la madre de ambos.

-Ademas es una princesa, no una fulana cualquiera... seguro quiere llegar virgen al matrimonio.

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-Yo ya se lo que quiero. -Le dijo al oído en un susurro. -Pero no voy a ir a ningún lado hasta que apacigües esta excitación de un modo u otro.

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-Bueno, entonces transcriban el instrumental a partituras y podremos empezar a trabajar con la vocalización.

El salón de los de ultimo grado era mas grande que los de primero y estaba dividido en dos, una sección para instrumentos y otra para mesas y sillones, las demás llevaron a Elizabeth a la otra habitación y la sentaron en la mesa en el centro, era el centro de atención en todo momento.

-Por favor, escribe las partes de los coros para que todas podamos practicar con él. -Le dijo una de ellas dándole una hoja pautada y tinta.

Jean salio de la habitación dejándolas solas por un momento, "solas" pues el podía escucharla perfectamente a través de ellas.

-Jean esta muy entusiasmado contigo Acacia... de verdad debes tener mucho talento. -Le dijo aquella a la que llamaban girasol. -Este grupo es al que todos aspiran, y es el que se presenta en el palacio... y te invito a unirte, de verdad espera grandes cosas de ti.

―Nuestra madre dice muchas más cosas de lo que tú te imaginas… A veces siento que la conozco y de repente todo eso se esfuma.
>>Bueno, tal vez tengas razón. Entonces estará ansiosa a que le pidas matrimonio. Pero conociéndote, te tomarás tu tiempo hasta que las cosas estén estables.

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Sonrió al ver que la invitaba a la lujuria una vez más. Y como se había prometido de manera mental, decidió superar sus expectativas otra vez.
Le mordió con suavidad el lóbulo de la oreja y le dio besitos en la superficie de su cuerpo desnudo, deslizándose hasta abajo y llegar a ese punto tan sensible… y empezó con una rutina de sexo oral indiscriminado.

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Elizabeth asintió, entusiasta. No tardó en ponerse manos a la obra.

― ¿Ah sí? Espero no decepcionar a nadie… A veces siento que no soy lo suficientemente buena, que no supero las expectativas como quisiera. Y que solo me salva un poco el talento natural, o don, como lo llama mi madre― Sonrió con suavidad, tímida― Tengo mucho que aprender y mejorar, reforzar otros puntos.

-No quiero arruinarlo, ademas me divierto mucho con ella... no tengo prisa por hacer compromisos.

De un momento a otro habían llegado a la escuela de artesanos de Yellow, ambos se quedaron parado en frete de esta.

-Seguro que quieres esto?, hasta te intereso demasiado la escultura.

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Nunca se habría imaginado que Isabel se atrevería a hacer eso, mucho menos sin que se lo pidiera.

Le puso las manos encima de la cabeza y se hecho hacia atras, le temblaban las piernas del estimulo que sentia.

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-Es natural que te sientas así... pero Jean dice que nunca se termina de aprender, siempre hay cosas nuevas y que aunque a veces podemos llegar a sentir que no sabemos suficiente, hay cosas mas importantes en la música que la precisión o la complejidad, como la pasión y la energía... esas cosas no se aprenden en una escuela, y es lo que mas aprecia el publico.