۩ღ Acacia Amarilla ღ۩ [Privado , Evil-Dog]

-No creo que no quiera compromisos...- Temía que la chica en cuestión lo dejara cuando se enterara de eso. Tal vez ella si quisiera algo serio- Como sea... no me queda otra tampoco.

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Con ella siempre iba a tener ese factos sorpresa. Quería que lo supiera.

Siguió haciéndole la felación hasta que se corrió en su boca. Lo miró a los ojos y se relamió, tragándose todos sus fluidos como si fuera un postre dulce... aunque excitante.

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-Oh... Yo no tengo tanta energía. Por lo menos esa energía que hace explotar fuegos artificiales. Solo la energía dulce que puedo llegar a transmitir, esos sentimientos que parecen lejanos y a la vez son cercanos. Los recuerdos de un pasado, y la buena vida del presente, además de los planes a futuro... Todo eso quiero transmitir.

-Eso yo no lo se... y no voy a suponer nada hasta estar seguro de que es lo que ella quiere.

Cruzo la calle y se quedo frente a la puerta, dentro se escuchaba el murmullo de la gente de adentro.

-Vamos adentro pues.

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-Vaya. -Dijo al ver que se lo habia tragado todo. -Eso si que no lo esperaba.

Le acaricio la cabeza, recorriendo con sus manos las mejillas hasta terminar bajo su menton.

-Espero que aun rengas hambre.

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-Tal vez no sea una energia explosiva, pero la tienes.

Las demas siguieron copiando las parituras, a su vez que afinaban sus voces.

-Te van a llamar el rompe corazones- Entró al lugar. No le parecía nada del otro mundo, a comparación del enorme y hermoso conservatorio de las chicas. Este parecía ser viejo. Mucho más, tal vez de cien años.

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-Yo siempre voy a tener hambre de ti… - Se paró y buscó su ropa, para volver a ponérsela, sin la ropa interior, obvio. Descubrió que era mucho más cómodo de ese modo, además que cualquier roce sería motivo de excitación.

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-Supongo…- Le parecía estar viviendo dentro un magnífico sueño, pero había algo dentro que le decía que todo en cualquier momento podría llegar a derrumbarse… Entonces, las imágenes de la bestia del día anterior volvieron a su mente, y quedó paralizada del horror. Incluso sudaba a cantidades exageradas, con los ojos bien abiertos. Los dedos se le endurecieron.

-Lo hago por ella, ¿No crees que podria creer que solo lo hago para solucionar mi vida?, ella es una princesa y su familia es muy rica... no quiero que piense que solo soy interesado.

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-Me pregunto si vas a lavarte la boca o tendré que besarte así... tal vez yo también debería hacerte un oral para estar a mano. -Bromeo al respecto, buscando también su ropa.

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-Acacia!, estas bien? -Pregunto una de ellas preocupada. -Oh dios mio se ve muy mal... debemos llevarla con el medico!

―No creo que piense de esa manera. Se puede ver en sus ojos que no siente nada de eso que tú te metes en la cabeza por inseguridad. No piensa mal de ti, al contrario… y no le importa lo que tienes, sino lo que eres.

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Isabel bufó. Había derrumbado todo ese clima erótico en el aire que formó en cuestión de tiempo… Azotó la puerta después de salir de la habitación, y se fue a lavar. Hubiera sido mucho más apasionante si en verdad le daba un beso en la boca después de tomarse la molestia de chuparle el pene y tragarse todo.

―” Tarado” ― Pensó mientras se terminaba de enjuagar la boca. Observó su cara en el espejo… sentía como si hubiera envejecido un poco, a pesar de solo tener 17 años. Supuso que solo era una impresión, pero eso era un signo de que la vida le iba a pasar factura por todos sus vicios y prácticas indecorosas, dado un momento… u otro.

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Cayó al suelo de repente, temblando, en shock.
Ahora sí recordaba todo, a la perfección, con lujo de detalles. Se paró de golpe y lo único que atinó a hacer, fue a disparar en dirección hacia la puerta, saliendo afuera y corriendo hacia una determinada dirección.
Creyó ver a esa criatura por todos lados. Se estaba volviendo completamente loca. Tomó su cabeza y largó un grito agudo y resonante, lleno de angustia. Tirándose de rodillas, terminó por desplomarse y caer de cara contra el mármol blanco del piso.

-Que sabes tu... -Le extrañaba que le habñara de esa manera. -Ademas apenas nos conocemos, seria extraño que se lo pidiera tan pronto.

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Se dio cuenta que eso habia estado mal, pensó que si le pedia orales en forma de broma acabaria por acceder solo por sorprenderlo, pero lo habia tomado de mal modo y ahora estaba molesta.

Fue hacia la puerta del baño y la abrio solo un poco.

-Lo siento. -Dijo metiendo la boca por la abertura de la puerta.

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Todo el conservatorio se dio cuenta, la gente se asomo por las puertas de los salones a ver que era lo que habia sucedido.

Una multitud se juntó alrededor de ella, Jean se acerco apartando a todo el mundo y la levantó, llevandola en brasos hasta el ultimo piso de la torre academica, donde dormian los docentes.

La recosto en el sillon de su estudio y la dejo ahi descansando.

―Solo te digo lo que veo desde afuera. A veces es bueno tener más de un punto de vista, pero bueno, está bien, tú eres tú y yo soy yo.

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―Deja a la puta tranquila― Le contestó con el tono más odioso que podía poner― Seguro es eso… te tomas a chiste mis demostraciones porque piensas que soy una puta. Supongo que me equivoqué al especular que tú me tomabas en serio. Después de todo, ¿Soy solo buena para el sexo? Al parecer sí― Se llenó de una rabia infinita― Ya olvídalo… No habrá más sorpresas de ese tipo.

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Eli tan solo abrió los ojos después de unos cuarenta minutos. Aún continuaba en ese estado de miedo, temblaba de pies a cabeza involuntariamente. No sabía dónde estaba, tenía que volver. La oscuridad solo causaba que siguiera recordando esa cosa. ¿Y si realmente estaba ahí, vigilándola?
Una vez de pie, volvió a abrazarse a sí misma. Tenía frío.
Qué vergüenza.

Alexander simplemente rodo los ojos, ese comentario solamente parecia un CHISTE FORZADO DE LA AUTORA comentario para molestarlo, no le dio mas importancia.

-Me pregunto si Raziel realmente habrá arreglado todo para nosotros.

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-No es nada de eso... no te pediría que te casaras conmigo si te viera de esa manera. -Se metió dentro del baño con ella, y se quedo recargándose sobre la puerta. -Ahora mismo eres la persona mas importante de mi vida, y la que quiero que se quede conmigo el resto de mis días.

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-Despertaste. -Se escucho la voz de Jean desde el otro extremo de la habitación. -En su mano llevaba una taza de té caliente. -Nos asustaste a todos, pensamos que teníamos que llamar a un medico de verdad.

Mejor no diría nada, sus palabras acabarían por molestarlo. Prefirió guardar silencio y siguió dedicándose a observar.

―Parece como si no hubiera nadie en la oficina del director. No creo que estén esperándonos con bombo y platillos…

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―Entonces… ¿Porque te ríes de mi de esa manera? Sólo pretendía hacer algo que nos gustara a ambos y haces parecer que todo lo que hago es inútil.

Rompió en llanto de repente.

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A Eli le volvió el miedo. Recordó a la perfección lo que le había dicho esa criatura horrible, que la había encontrado. Incluso le pareció escuchar cierta alegría con malicia fusionadas.
Parpadeó un poco y dio unos pasos hacia atrás, cayendo en el sillón otra vez.

―No quiero un médico…― Eso no solucionaría sus problemas. Sobó su cara, le dolía la nariz y la boca por el golpe.

-Parece que no... quizás es muy temprano.

Alex miraba hacia ambos lados, esta era una escuela donde habia algunas mujeres, pero eran casi todos hombres. Pensaba en la posibilidad de que Ed se consiguiera una novia y se olvidara de esa atracción incestuosa por sus primas.

-Igual no nos interesa que nos traten como reyes, solo que no nos cobren las clases y los materiales.

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-No era mi intención. No pretendía hacerla llorar, sino todo lo contrario. -De verdad aprecio lo que haces, todo... solo que es dificil para mi demostrarlo, sabes que todo esto de tener una relacion con alguien es muy nuevo para mi.

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-Quieres que te lleve a tu casa?, si te sientes mal es mejor que descanses y vuelvas cuando te sientas mejor.

Supuso que era toda esa experiencia de la noche anterior, realmente no la esperaba en el conservatorio ese día, sino una semana o mas después.

―Sí, es cierto. Ya sé a quién le pediré que sea mi próximo modelo. Será divertido y no creo que me lo niegue― Estaba pensando en Elizabeth. No le pediría un desnudo, eso sería imposible. Pero si una pieza delicada en la que ella estuviera sosteniendo unas flores y llevara alguna prendida al cabello… sí, eso estaba bien. Era perfecto― Ya me estoy ilusionando.

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―Ustedes los hombres son todos iguales. Todos tienen algo que comparten y es su estupidez y habilidad de ignorar los sentimientos de las mujeres que los aman por “x” motivo. Pero bueno, no eres el primer hombre que me hace llorar.

Tiró todo con un brazo del botiquín en un acto de berrinche.

―Tengo que conformarme con sus migajas…― Miró el suelo― Al igual que mi madre y mis hermanas… siempre esperando a que mi padre llegara de sus viajes, mirando todos los días por la puerta de entrada o los ventanales de las habitaciones. Entonces, cuando volvía, cogía con mi madre como loco para compensar su ausencia y a nosotras nos hacía regalos costosos y bonitos, mirándonos como con lástima, pues seguramente en poco tiempo tenía que irse de nuevo otra vez.

Agachó aún más la cabeza.

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― ¡No! No puedo atrasar más esto, aun si soy una decepción y vergüenza con todas las letras. Tengo que controlar ese aspecto mío, yo, nunca… jamás abandonaría mi meta. Por nada… ni por nadie… aunque estoy un poco cansada…― Se recostó en el sillón de nuevo― Lo siento― Y se puso a lagrimear. Era la tonta del siglo.

-Eso me recuerda que le prometí una escultura de cuerpo completo a Elinor... tengo que conseguir un bloque grande, ojala me dejen llevarme uno de aquí.

Se puso a pensar en ello, seria desastrozo si hiciera algo para ella y no le gustara por haber quedado mal.

-Crees que se moleste si le pido que vista una prenda ligera y sensilla cuando modele...?

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-No puedo disculparme por tu padre Isabel... -Se acerco a ella y le dio un abrazo fuerte, apretándola contra su pecho. -Pero si puedo prometerte que nunca te haré falta, siempre estaré ahí para ti y nunca me iré lejos sin llevarte conmigo.

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-Tuviste una noche dificil ayer, deja de culparte por eso... descansa un poco, ellas te ven como una de las suyas, no van a avanzar sin ti.

Se acerco a Eli y se sento en el sillon de enfrente.

-No veas este conservatorio solo como un lugar donde aprendes sobre arte... la gente que conozcas y se relacionen contigo en este lugar te procuraran toda la vida, este conservatorio tiene la fama de apoyar a sus egresadas hasta que alcanzan la gloria, y una vez logrado eso ellas ayudan a las nuevas iniciadas a seguir sus pasos, tus compañeras estaran contigo cuando seas una gran directora de orquesta y hasta que eso no suceda no van a dejarte caer sola y deprimida.

―No lo creo… mientras sea con fines artísticos no creo que se niegue. Ya sabes… a algunas mujeres les cambias las palabras y les cambia todo el contexto.

Elizabeth con su vestido blanco era perfecta para la escultura que tenía en mente, aunque sería complicada, pues no sabía si tenía el nivel suficiente… eso le pasaba por holgazanear.

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―Está bien… comienza por no hacerme llorar otra vez, tonto.

Correspondió al abrazo. Tenía que mentalizarse de que él no le haría lo mismo, y que su relación con su hermana mejoraría también.

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―Siento mi ignorancia― Fue su rápida respuesta.

Siempre estuvo en la soledad de su hogar haciendo de las suyas, veía raro que personas que no fueran sus allegados quisieran ayudarla y la halagaran si no era por conveniencia o envidia disfrazada de asombro.
Continuó en esa posición.

-La verdad es que me da un poco de miedo sacar el tema de... de sus pechos, trato de no verlos pero es difícil, cuando me toma el brazo siento como los repega contra mi, cuando camina rebotan y se balancean de un lado a otro, y cuando me abraza mejor ni te cuento... no quiero que piense que soy un pervertido pero es bastante complicado mantener esa postura enfrente de ella.

Se preguntaba como reaccionaria cuando le hablara de eso.

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-Una mujer tiene que llorar de vez en cuando para desahogarse... pero te prometo que nunca lloraras de tristeza por mi culpa, ya lo veras.

Sabia por que le decía eso, tarde o temprano lloraría de felicidad, de placer o de dolor, no podía evitar eso, pero si hacer que todas esa lagrimas valieran la pena.

Le sonrió y le limpio las lagrimas con los pulgares, para luego darle muchos besos en los labios.

-Vamonos ya, aprovechemos los momentos que estemos solos para nosotros dos, aun tenemos que convencer a tu hermana que lo nuestro es en serio.

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-A todos se les dificulta eso al llegar.

Se puso de pie y la espero en la puerta.

-Sera mejor que descanses en casa, y regreses mañana cuando te sientas mejor.

―Solo dile que es un regalo para ella y no se va a arrepentir. Si le dices que es un trabajo para este lugar, lo más probable es que sea reticente a la idea. Le costará más aceptar. A ella no le importará mostrar un poco de su carne si tu obra más importante va destino hacia su persona… y de paso la tendrás comiendo de tu mano.

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―Está bien… ¿Crees que me veo bonita así? ― Aun si no tuviera la figura de infarto que la hermana de él sí poseía― Supongo que sí… déjame buscar mis chinelas, te estaré esperando abajo.

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―Es una vergüenza… Siento todo este escándalo infantil. Me apena mucho, siento que ya no tengo cara para mostrar― Desvió la mirada y se paró para ir a la puerta― Le estaré agradecida por sus palabras, siempre… ― Le sonrió un poco, tímida.

-No me quiero aprovechar... pero si que sera un obsequio solo para ella.

Probablemente empesaria lo antes posible, en cuanto tuviera todo listo para empezar.

-Estoy ansioso.

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-Estas perfecta!

Si bien en Amatista se acostumbraba a usar ropas mas ligeras y simples, tenia que aceptar que las de Yellow tenian su encanto, aunque no veia la jora en que se puriera uno de esos vestidos de color semitransparente que a veces usaban las mujeres cuando estaban en casa, cuando la llevara a vivir con él seguramente.

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-No, agradeceme cuando estes dirigiendo tu primer orquesta en el palacio... antes de eso no aceptare nada.

No dejaria que renunciara, tenia mucjo interes en ella.

En eso, llegó un tipo gordo, bastante obeso que apenas podía mantenerse en pie. Entró a su despacho y al ver a esos dos, les hizo una seña para que entraran. Confirmó quienes eran gracias a la pulsera de Alex.

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―Entonces salgamos. Estoy ansiosa por pasar todo el día contigo, haciendo lo que sea― Se puso unos adornos de perlas en el cabello, con algunas plumas, así bien extravagante, pues ella siempre debía marcar tendencia y llamar la atención para generar envidia.

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―De acuerdo, lo siento― Se despidió con una reverencia, encantadora, y se fue caminando. No sabía ni dónde estaba, pero era hora de aprenderse cada rincón del lugar si no quería perderse.

Alexander simplemente miro a su hermano, no entendia nada.

Pasaron los dos adentro, Alexander solo lo miraba con una expresion de cierto asco, se preguntaba si esa albondiga era el director.

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-Pues para empezar iremos a desayunar... luego podriamos ver de que tienes humor, siempre hay muchas cosas que hacer y lugares que visitar.

Probablemente acabarian haciendo sus cosas en un lugar medianamente privado, pero queria evitar eso, quizas la convenceria de ir al lago o algo asi.

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Una de las chicas la alcanzo luego de salir de la habitacion de Jean, era una de sus compañeras, Girasol, una muchacha castaña de atributos medianamente grandes, se distinguia de las demas por ir siempre de Amarillo.

-Acac... Elizabeth, esperame!

En cambio, a Ed le hacía cierta gracia ver como el tipo parecía salir rodando en cualquier momento. Encima no era tan disimulado como se podría esperar de él.
El director se dejó caer en la silla y prendió un cigarro. En Yellow se acostumbraba mucho a fumar donde sea, incluso jóvenes de la edad de los gemelos lo hacían, recreativamente o no, solo para presumir su posición social.

―Su majestad, el rey Raziel nos ha hablado maravillas de ustedes dos― Se ahogaba con la voz.

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―Se nota que Yellow es bonito… me pregunto si el sur será igual de hermoso. Es un lugar de ensueño, tiene tantas cosas, tantos negocios y derrocha glamour. ¡Me encanta! ― Exclamó eufórica.

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A Eli le llamó la atención.
Se dio la vuelta para comprobar quien era, al ver que era una de sus compañeras, sonrió un poco y se llevó una mano a la mejilla, rascándosela con esa típica gracia femenina tan pronunciada que poseía.

―Oh, hola… Quería disculparme por lo de hoy. Espero que me puedas perdonar… Les hice pasar un horrible momento.

-Quizas haya exagerado un poco. -Respondio Alexander. -Su majestad nos tiene en muy buena estima, pero hemos venido aqui con las mejores intenciones de aprender... y mejorar.

Se contenia las ganas de reir por su modo de hablar, llevaba un trozo de pan envuelto dentro de su bolsillo, imaginaba como se lanzaria al suelo si llegaba a tirarselo.

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-Son muy parecidos, pues alguna vez fueron un solo... Amatista por otro lado es muy diferente, deberias... y lo veras algun dia.

Sonrio y le tomo la mano, para llevarla fuera de la casa y empezar a caminar.

-La conoceras cuando estemos casados... la recorreremos de punta a punta, igual que todo amaranto.

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-Tu debes vivir disculpándote por todo siempre. -Sonrió. -No te preocupes por nosotras, ya bastante tienes con el golpe que te diste... ademas gracias a ti tenemos otro día libre.

La tomo de la muñeca y empezo a caminar.

-Decidi que seria mejor si te acompaño a tu casa, no te vayas a desmayar otra vez en el camino... ah, y puedes llamarme por mi nombre fuera del conservatorio, soy Leona mucho gusto.

―El rey nunca puede exagerar. Debió haber visto un talento nato en ustedes dos, y un gran entusiasmo… y eso último lo acabo de confirmar.

A Ed le recordaba a un cerdo que se ahogaba con su propia grasa debido a que esta le aplastaba la garganta por el peso… Se sonrió de repente, con la mirada ida.

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―Cuéntame cómo es tu hogar― Le pidió. Curiosidad era lo de menos, era algo mayor todavía. Quería saber cómo era el lugar en el que creció su prometido y lo había convertido en lo que era hoy día.

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Se sonrojó por eso y también sintiese muy culpable. Lo que menos pretendía era atrasar a las demás a causa de si misma.
La miró de reojo por un momento: Tenía una figura muy bonita. Seguro a su edad ya estaría comprometida o algo así, como la mayoría de las chicas del conservatorio, por lo que pudo observar en los dedos de cada una el viernes pasado.

―Tienes un nombre muy bonito. Mi madre lo adoraría― Sonrió amable― No es necesario que te tomes la molestia, de verdad.

Encima se encontraba la chinchuda Isabel.

-Le agradezco su gentileza, pero el rey ni siquiera ha visto nuestro trabajo... aun asi debo informarle que mi hermano y yo ya hemos recibido formación en la escultura por parte de nuestro padre y quisiera que nos pusieran en una clase acorde a nuestras habilidades... le importa si nos sentamos?

Frente al escritorio había un par de sillas, no es que quisiera sentarse en ese momento, era solo una pequeña duda que tenia respecto a él.

Alex se sentó primero, pero luego se levanto y saco el pan envuelto en papel de su bolsillo y lo puso en el escritorio.

-Perdón es que traje mi desayuno y no cabe en mi bolsillo si me siento... se me va a aplastar.

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-Antiguamente era un lugar muy difícil de trabajar, pero desde hace unos años la cosa ha mejorado bastante, como si hubieran levantado una maldición... ademas la minería es muy prospera, el suelo esta lleno de geodas de amatista y de ahí es donde viene el nombre... es muy diferente en cuanto a arquitectura y cultura... las mujeres visten ropa sencilla y fresca... demasiado si lo ves desde el punto de vista de un extranjero, a mi madre se le salen las tetas del vestido todo el tiempo cuando esta vestida de forma informal en las secciones privadas del castillo, asi que ya te darás una idea...

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-No seas tonta, lo hago por que quiero.

Para entonces ya no habia nadie en los pasillos, todos habian vuelto a sus clases.

-Vives cerca de aquí?, por que mi caballo esta en el establo de aquí en el conservatorio, puedo llevarte si es que vas muy lejos.

El director se mostró indiferente.

Ed rogaba porque su hermano no hiciera algo que le diera risa, pues miedo a la vergüenza tampoco es que tuviera, si era un descarado de primera, vamos…

―No hay problema, joven. Puede tomar asiento y… conservar su desayuno.

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Se preguntó por un momento si las tetas se le salían por el tamaño (Por lo que pudo ver en el retrato y en Elinor) o porque la ropa era muy holgada… Ahora comprendía porqué se la quería llevar allí. Bueno, en parte mejor, le haría un bailecito sensual con eso puesto, a ver si de una buena vez la empotraba como ella quería.

―Por lo que describes parece ser muy entretenido― Sonrió con sinceridad.

Capaz un cambio de aire le serviría para crear otro tipo de arte, y comenzar de una buena vez con la pintura del paisaje que tenía pospuesto hacer por quien sabe que motivo.

―Voy a pintar Amatista solo para ti… Todo Amatista. Y ya verás de la forma original en que lo haré. Te lo prometo.

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―No es muy lejos y tampoco muy cerca― Eso del caballo le despertó un gran interés― ¿Cómo se llama tu caballo? ¿Tiene un nombre tan bonito como el tuyo? ― Le preguntó como una niña curiosa. La verdad es que era una apasionada irremediable de los equinos, se había criado rodeada de ellos, amaba cada especie, cada ejemplar― El mío se llama Pie... Pero lo dejé en mi otra casa en el mundo...

-Gracias, entonces respecto a las clases...

Se decepciono un poco, con la cara que tenia penso que se iba a lanzar sobre ese panecillo como un perro hambriento.

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-Bueno, te dije que te llevaria a todos lados... una luna de miel muy larga, pero tampoco quieras pasartela pintando todo el dia.

La wuerte de vivir en una zonq centrica era que tenia todo cerca, la llevo a un restaurante con mesas en la banqueta, cercadas dentro de un pequeño jardin de enredaderas.

-Amatista te va a encantar, madre se va avolver loca en cuanto te vea... en el buen sentido.

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-Se llama albondiga, es muy lindo pero tiene ese nombre por que es uno de esos caballos que son muy lanudos y hace que se vea gordito... aunque tambien lo es por si solo.

Se detuvo por un momento y sonrio.

-Tienes que verlo, ademas despues tengo que volver por él y asi lo hago de una vez.

―Ya están adentro. Solo tienen que hacer una prueba para ver en qué nivel están cada uno, y así les vamos a asignar el año.

Ed le pellizcó la pierna a Alex, para que no jodiera.

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―Claro, porque te la querrás pasar cogiendo como locos todos el día― Sonrió. Tampoco es como si le molestara, al contrario, esa idea era la que más le gustaba además de pintar― Espero estar a la altura de las expectativas…

Su deber sería agradarle a su suegra, quién sabe si a ella le gustaría su persona. Igual, si no la quería, no haría mayor esfuerzo.
Lo que no sabía era que Morgana estaría dispuesta siempre a recibirla con los brazos abiertos, tratarla como a una octava hija. Y sería feliz al ver cuánto había crecido.

Se sentó. Sacó su abanico y empezó a darse aire, estaba un poco pesado.
Oyó unas risas tras ella, un grupo de muchachos que la miraban como tiburones hambrientos.

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― ¡Oh! ¡Qué bonito! Albondiga, eh… Qué ternura, amo ese tipo de caballos. Seguro te dan ganas de abrazarlos con solo verlos.
>>Ojalá te pudiera mostrar a mi Pie. Es un purasangre color bayo. Tiene un carácter dócil por momentos, aunque con los desconocidos relincha hasta desfallecer.