۩ღ Acacia Amarilla ღ۩ [Privado , Evil-Dog]

—Tampoco es que podía dejarla tirada ahí— Alzó una ceja — Lloraba tanto cuando la fui a buscar, que simplemente me hizo acordar a una situación muy familiar… — En eso, se le ocurrió — Lágrimas… Lágrimas… flor de las mil vidas… Oh, parece que he encontrado una solución para el tema de la poción. Pero no prometo nada.

-Ya te dije que solo era curiosidad... En fin, parece que ese pajarraco no va a venir, así que sera mejor que vaya a buscarlo.-

empece a dar vueltas por el bosque buscando a esos animales, sin suerte al principio pero después pude escuchar como algo se movía entre los arbustos, seguramente había encontrado uno.

— ¡SAL DE AHÍ!— Exclamó de repente.

Del arbusto no salió más que otra cosa que una liebre gigante con unos colmillos de animal prehistórico. Sus patas traseras eran desproporcionadamente grandes, altas y musculosas, mientras que las delanteras eran más bajas y fibrosas.
Morgana se acercó a una velocidad inhumana y le pegó una patada al animal antes que atacara, que esa era la intención del bicho, cosa que lo mandó a volar a quién sabe dónde.

—Con los caballos-avestruz hay que tener paciencia. Son muy asustadizos y cualquier ruido fuerte los espanta. Ahora hay que esperar más tiempo — Se llevó una mano a la frente.

Esta vez fue ella la que dejó un rastro de pan, y se volvió a sentar contra un tronco.

—Te darás cuenta que está aquí porque solo tiene dos patas y hace un ruido extraño con su garganta cuando come.

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Mientras tanto, Amaya hizo un esfuerzo sobrehumano para pararse y seguirle un poco el ritmo a la pequeña Isabel, la cual si bien no caminaba demasiado, sí gateaba velozmente.
En eso, Isabel abrió la puerta y salió corriendo hacia afuera, causando que Amaya fuera detrás de ella y por lo tanto se encontrara con todos los hombres que parecían estar más aburridos que quién sabe qué.

— ¿Hola…?—Saludó. Vio a Marcus y literalmente se le tiró encima de la emoción.

Esos tres años le habían servido para recapacitar mucho sobre sus relaciones y ya había asumido hacía tiempo que él no era para ella y que sus niñerías de chica enamorada y soltera debían esfumarse para siempre.
Sin embargo, le guardaba un gran cariño.

-Ah, Amaya que gusto ver que ya estas mejor, ven siéntate con nosotros- Le dijo en un tono exageradamente amable, pues aunque ya no estaba interesado en que se fijara en el, si quería comentarle de su relación con Lucifenia, pero no sabia como abordar el tema, ni tampoco como habría de reaccionar.

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-Si no queda de otra... por cierto, también quería disculparme... ya sabes, lo de la flecha- Refiriéndome a la vez que asesine a su otra mitad con una ballesta.

—Parece ser que están muy aburridos— Pudo agarrar a Isabel que le estaba tirando de la barba a Gammón — ¿Cómo está Lucifenia? ¿Y mi padre?

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Luego de un tiempo de estar recapacitando, pensó que si las lágrimas de dolor sinceras de un humano podrían revivir a alguien junto con la flor de las mil vidas, ella no podría traer de nuevo a su hijo a la vida por su condición de súcubo.

En toda esa maraña mental, escuchó al animal buscado tragar.

Se había olvidado por completo de su padre y de que ella no se entero de que El había muerto.

-Lucifenia esta bien, desde que fuiste capturada ordena que se festeje un festival en tu honor por tu valentía en combate... pero tu padre... +El murió hace tres años producto de su herida, no sobrevivió al viaje cuando escapábamos al Sur... Lo siento.-

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-Ahí esta... Crees que pueda someterlo con un hechizo? o prefieres que lo haga a la antiguita?- Le dije a la sucubo, que parecia tener bastante experiencia en esto.

La sonrisa de Amaya fue desapareciendo de a poco, para convertirse en una expresión de dolor y angustia profunda. ¿A quién más le arrebatarían?

—Supongo que era lo mejor para él…— Comentó solamente.

Guardó un largo silencio.

—Por lo menos Lucifenia está en pie y me quiere — Se pasó las muñecas por los ojos.

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—Con un hechizo será mejor. Hazlo antes que se escape.

-No digas eso Amaya, todos te queremos y no vemos la hora en la que regreses, te hemos echado muchode menos, incluso ti hija Eli, que nunca perdió la esperanza de que volverías.-

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Andreas hechizo al animal para que no escapara y fuera sumiso ante sus órdenes.

-Será suficiente con uno?- le pregunto

—Sí, es cierto… Aunque no puedo evitar pensar que me sacaron una parte de mi alma.
>>Mi pequeña niña, ¿Qué tan hermosa la hecho el tiempo?

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—Si tienes ganas y paciencia de seguir esperando uno por uno a que vengan otros, bien.

-volverse hermosas con el tiempo debe ser una cualidad propia de las mujeres de tu familia, y la pequeña Eli no es la excepción pues tiene un par de ojos grandes y una cara de ángel igual a la tuya.-

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-Entonces cuantos vamos a necesitar? Esto tarda demasiado... Me tomaría toda la madrugada encontrar uno para cada quien-

—Estoy ansiosa por verla. Tengo una desesperación terrible por tenerla en mis brazos y estrujarla contra mi pecho y ver aquellos grandes ojos hermosos que dices que tiene — Mientras hablaba, apretaba a la pobre Isabel que parecía querer irse corriendo para evitar los brazos cariñosos de su mamá— Me pregunto cuando Lucifenia se casará y tendrá sus propios hijos… seguramente también serán tan bellos como lo es ella, aunque no se considere de esa manera.

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—En uno solo caben tres… Pero considerando el tamaño de los guardias, solo podrán ir dos por animal. Con tres más van a estar bien. Aunque debemos apurarnos esta vez , antes que el imbécil de Lee despierte.

-Yo tambien lo espero- Dijo cuando desviaba la mirada.

Esta era la oportunidad perfecta para confesarlo, oeri Marcus no se atrevio a decir ni una palabra sobre el tema, "Tampoco es como que sea algo seguro" Penso.

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-No tenemos tanto tiempo, si esas cosas no vienen por cuenta propia, entonces los traeremos contra su voluntad... del único modo que se hacerlo-

-Leviĝu kaj servu al mi denove!!!- Grito al aire mientras emitía un aura de muerte.

Se repente, esqueletos de aquellos animales salieron del suelo, y poco a poco la carne y la piel se materializaba sobre ellos, tomando la apariencia de uno vivo

Andreas al morir, había alcanzado su verdadero potencial en las artes de la resurrección, un potencial que estando vivo e incluso con la ayuda de Malebolge estaba mas aya de su imaginación.

—No me importa quién sea el que vaya a elegir algún día, solo quiero que sea feliz después de todo esto — Guardó silencio— Y que él le haga sentir la dicha que se merece.

Isabel comenzaba a quedarse dormida en los brazos de su madre frente a la fogata que habían prendido los de la guardia especial. Terminó por cerrar sus ojos en el pecho de Amaya.

—Ojalá nosotros encontráramos mujeres — Comentó Moses.

— ¿Para casarse?

—Eh… si, algo parecido.

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—Ya no perdamos más tiempo y vayámonos de aquí. Cada vez siento algo más cerca.

--Siento algo... creo que a alguien no le gusto que profanara a sus criaturas, vamonos-

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-Lucifenia es algo difícil, casi podría decir que es dura y fría, pero dentro de ella hay algo tierno y cálido, solo necesita encontrar a alguien con la suficiente paciencia para desenvolverda de esa capa.-

—Mientras no sea la caballería de la reina elfo, me da igual si lo puedo alejar de una patada —Se subió a uno de esos caballos mitad ave y agarró a otro que ya tenía una rienda.

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Amaya desvió su vista del fuego y lo miró.

—Como tú.

-Tal vez... no lo se, por ahora ni siquiera se si tengo de verdad una oportunidad con ella o si de verdad podría tomarme en serio.

>>Pero eso es algo que no sabremos hasta que hallamos vuelto, verdad?-

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-Sea lo que sea, prefiero no averiguarlo- Monto al animal y salio a toda velocidad detrás de Morgana

— ¿Por qué razón no habría de prestarte atención o tomarte en serio? Si eres muy atento y dulce. Estoy segura que Lucifenia te escogería por encima de cualquiera que se le presente. Me encuentro convencida de que algo germinó en su corazón; tal vez cuidar de Eli la hizo más sensible, romántica y maternal — Sonrió de forma amigable. No le afectaba en nada que él sintiera otras cosas por otra mujer.

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Poco a poco se iba acercando algo, pero Morgana no lo vio hasta que finalmente salieron de ese bosque a una velocidad más rápida que la del caballo más capaz, pues la anatomía de esos animales se lo permitía.

—Lindos perros— Vio esas bestias espectrales que definitivamente era de la caballería de los Elfos. Pero no contó con que estos salieran del bosque encantado — ¡Mierda! Eso nunca pasó.

-"No podemos huir de ellos, son muy rápidos...- En se momento no llevaba nada de metal para convocar al golem, solo la espada y no estaba dispuesto a perderla.

En ningún momento me detuve, podía sentir como esos perros casi mordían las patas de mi animal, tenia que pensar en algo rápido.

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-Tal vez, pero ella esta convencida que al ser la reina, debe demostrar fortaleza en todo momento, por eso es que no se arriesga a demostrar amor hacia alguien que no sea de su familia, por temor a ser lastimada o engañada, no creo que pudiera soportarlo.-

—Entonces adelántate, yo me encargo de ellos — Se tronó los dedos de forma brusca y se sentó al revés en el lomo del caballo-avestruz, acercándose al anca del animal cuidando de no caerse.

Eran dos perros gigantes que estaban más que rabiosos. Tenían apariencia maltratada, no porque no los cuidaran, sino porque en verdad eran así, para parecer fieros y temerarios.

—Dos perros tontos no son nada para mí, así que… ¡Tengan el atrevimiento de acercarse para darles una paliza! — Exclamó el súcubo a esos dos animales que entendían perfectamente cualquier tipo de lenguaje humano.

Los perros se miraron entre sí y dieron un brinco que hizo que estos avanzaran notablemente hacia ella, situándose encima por el aire. Antes que cayeran encima, les pegó un puñetazo que los hizo retroceder muchísimo; pero estos solamente sacudieron sus cabezas y reanudaron el paso.

— ¡Llévatelos todos! No mires hacia atrás y continúa. Los alcanzaré más tarde — Total, era fácil para ella aparecer y desaparecer a su antojo — Mientras tanto los entretendré.

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—Supongo que está en ella convencerse de que no le harás daño bajo ningún aspecto de la vida.

En eso, el piso comenzó a temblar.

— ¿Qué mierda es eso?— Exclamó Gammón.

—… Digamos que parece un par de caballos — Comentó Moses como si nada, pues ya estaba bastante acostumbrado a ese tipo de cosas. Pero luego se le encendió la lamparita y se imaginó que sería la caballería de amatista.

-Lo hará...-

Al horizonte, Andreas se acercaba a la cabaña seguido por aquellos extraños animales

-No hagan preguntas y vamonos, Morgana nos alcanzara mas adelante-

Todos miraban a los animales con cierta cara de impresión y algo de espanto. No solo eran unas criaturas horribles, sino que incluso tenían alas…

Amaya no podía pararse, había agotado su poca energía persiguiendo a una dormida Isabel. Solo hizo un gesto con los brazos de “No puedo hacerlo” y volvió a abrazar a la niña.

Octo la ayudó a subirse a uno y se sacó su propio cinturón para envolver a Isabel en la cintura de su madre, para que no cayera y lo ajustó.

Luego salieron disparados una vez todos acomodados.

Los caballos avestruz se caracterizaban por ser muy veloces, más que un caballo árabe incluso y tenían mucha resistencia, pues podían correr por días enteros sin cansarse, como si estuvieran huyendo de algo. Tenían un trote ligero y regular. El único defecto es que se asustaban por cualquier cosa y podían llegar a pegarte una patada o picotearte a pesar de ser tan mansitos.

Gracias a la velocidad de aquellos animales, habíamos podido recorrer lo de dos días a pie a 8 horas.

Tomamos ese camino secreto que Lucifenia nos había sugerido desde un principio, evitando todos los poblados y caminos conocidos hasta llegar a la costa.

De Morgana no había ni la mas mínima señal, pero lo que si había y para nuestra sorpresa, fue al Capitán que tenia todo listo para partir, incluida una tripulación que si no era la mas elegante, era sumamente eficiente.

-Esto esta como un nido de avispas muchachos y estoy seguro de que es por ustedes... tenemos que irnos antes de que a estos perros les de por clausurar el puerto y revisar todos los barcos- Dijo el viejo, que ahora si era todo un capitan

—Si aparece alguno — Respondió Amaya — Tengan cuidado con sus muñecas. Tienen como unas cuchillas escondidas — Tenía varias malas experiencias con eso… principalmente cuando se puso rebelde la primera vez, y la segunda y la tercera y la cuarta y así. Pero al principio la había tomado por sorpresa y estaban tan afiladas que le alcanzó a hacer un corte en el pecho con solo un roce.

Se empezó a preguntar dónde se había metido Morgana. Lo más curioso de todo, es que esta estaba apoyada contra un poste que estaba allí en el agua.

—Se estaban tardando— Dijo esta , a pesar que recién se había aparecido. Tenía un saco y un bolso, donde guardaba libritos de recetas de pociones y las pinturas, junto con otros manuscritos.  También estaba cambiada de ropa por una menos sugerente y tenía la cara cubierta por un velo. Parecía que se había tomado todo el tiempo del mundo.

— ¿Irá con nosotros…? — Preguntó al aire.

—Si el Capitán quiere una sexy mujer más en su barco - Le guiñó un ojo al tipo.

-Las mujeres son de mala suerte cuando están arriba de un barco... pero si ya hay una, supongo que no habrá problema con otra de mas... sobre todo si es tan bella he he he- Rió el viejo morboso

Morgana sonrió, por primera vez en unas cuantas horas. Solo esperaba órdenes, pues por el momento, no le llevaría la contraria a nadie si quería salir de ese país en el que sus líderes tanto le habían faltado el respeto por generaciones.

Amaya también estaba sonriente, a pesar que se caía más o menos. De todos modos no iba a cantar victoria hasta que estuviera en las tierras sureñas.
¿Cuántos años habían pasado desde la última vez que visitó el sur? Desde mucho antes de comprometerse, seguramente.