۩ღ Acacia Amarilla ღ۩ [Privado , Evil-Dog]

-Mi hermano me ha hacho pasar verguenzas muchas veces, pero nunca me molesto con él... por que se que el es asi, y que no lo hace con mala intencion... ahora estamos lejos de casa y pronto extrañare a mis padres y mis tios, quiero tenerlo cerca y eso, pero el y mis primas estan tan ocupados en ser independientes y vivir sin reglas que creo que esno no va a ser posible... al menos no hasta que se cansen de eso.

Se sentia terriblemente culpable por haberse escapado asi, esperaba que todo eso valiera la pena.

-Le dije un par de cosas antes de irme... creo que le pedire disculpas cuando lo vea.

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-Cuanta informalidad. -Dijo cuando entraba al salon. -Y yo que pensaba que en Amatista eramos poco galantes por no ofrecer un banquete cuando llegaba alguien importante.

―No te sientas mal. Uno muchas veces cree que tiene ciertas prioridades, estas prioridades pueden cambiar un poco. En algún tiempo verás cómo las cosas se acomodarán y cada uno encontrará su rumbo.
>>Y se pueden decir cosas muy hirientes también. Pero unas disculpas sinceras nunca pueden ser rechazadas. Causan un sentimiento conmovedor en el corazón de uno― Apoyó el codo sobre la mesa. A pesar de que se mantenía erguida, sus pechos quedaban encima de la mesa debido al peso y la caída natural de estos. Guardó silencio e hizo un ademán para que le trajeran la especialidad de la casa: Cupcakes maravillosamente hechos y adornados.

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―Si quieres un banquete solo es necesario una palabra de tu boca para que traigan los más deliciosos manjares. Pero para hablar prefiero estar relajado, en esta sala, con una botella de vino, una jarra de agua y un pastel de chocolate con frutos seleccionados de la huerta personal del rey― Le daba la espalda. Miraba la chimenea, las cenizas que habían quedado de la leña. Luego se dio la vuelta y lo miró― El parecido con vuestra madre es impresionante. Y sus habilidades con el don de la palabra también.

Luis XV era un porto a comparación de Raziel.

-Lo se, no habria dejado mi hogar si no lo creyera tambien... llamame tonto, pero como escultor me he formado la idea de que puedo dar forma a lo que sea, incluso a la gente... y quiero que ellos cambien, que tengan una vision mas amplia y altruista y se den cuenta de lo importante que es la familia, Isabel siempre fue muy vanidosa y egocentrica, pero tambien puede llegar a ser muy linda... y Eduardo es un desubicado total, pero no lo hace con malicia, yo tambien eatoy decidido a cambiar, por que toda la vida fui muy pasivo y dejaba que todos hicoeran las cosas que querian y yo solo era un espectador... pero ya no mas, sere mas valiente a partir de hoy-

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-A veces esa habilidad para convencer a la gente no es facilidad de palabra, sino terquedad... en mi familia es algo que todos tenemos.

Se sento en un sillon cercano.

-Dicen que las mujeres en Yellow son tercas como mulas, y entre mas bonitas lo son aun mas... lo comprobe antes de venir aqui... me parecio muy curioso lo que vi, tenia ojos muy peculiares... ojos como los suyos su majestad.

―Qué bueno que tengas esa visión. Llegarás muy lejos, te lo aseguro.
>>Mi mamá dice que tenía una conocida que decía que la actitud mental tenía mucho que ver con el éxito y también el fracaso.

Les trajeron los postres, bastantes a decir verdad, uno más colorido y elaborado que el otro.

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Eso le llamó poderosamente la atención. Nunca nadie le había dicho una cosa así. Empezó a pensar demasiadas cosas al respecto.

― ¿Cómo era esa mujer?― Le preguntó bastante interesado. Si había una probabilidad de que fuera Amaya, la mandaría a llamar enseguida.

-Vaya, era cierto que por acá la gente era muy creativa... hasta los postres son una obra de arte.

Tomo uno y se lo metió a la boca, nunca había probado un glaseado como ese.

-Esta delicioso!

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-Se veía como si la princesa Amaya Jarismoth se hubiera perdido en el tiempo y no hubiera envejecido un solo día... cabello oscuro, piel blanca y perfecta, labios rojos y ojos violeta grandes y penetrantes.

Se lleno una copa de vino, balanceadola en su mano en movimientos circulares.

-Al principio pensé que había sido el resultado de una aventura suya, pero ahora que veo su reacción... no podría asegurar si es o no de su familia, tal vez sea solo coincidencia... seria muy peligroso para ella si resulta ser quien creo que es y la aristocracia de yellow del norte la encuentra, y sus tíos del sur podrían hacer hasta lo imposible por echarle la mano encima.

Se inclino hacia él, para hablarle de cerca.

-Puedo hacer que me cuente quien es, si es quien pensamos la traeré hasta usted con total discreción.

Se había interesado en esa muchacha, tenia carácter y eso aunque para muchos un terrible defecto, era la clase de mujer que estaba buscando, una que no se entregara por completo con tal de enredarlo.

―Oh, yo sabía que te iba a gustar. Y espera a los batidos que hacen. Pareciera como si en Francia no hicieran tales cosas, por lo que veo en tu reacción… y eso que se jactan de que su arte culinario es supremo. Sin ofender― Sonrió.

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―Es demasiado real para ser una coincidencia― Se preguntaba si había venido con alguien más, si tenía hermanos, si algo le faltaba… muchas cosas― Estoy perfectamente consciente de todo eso. Me harías un gran favor si averiguas eso por mí. No quiero levantar sospechas. Lo mejor es que nadie sepa quién es por el momento, y que esto quede entre tú y yo. Si se mete alguien más solo será un desastre. Es un gran avance, después de tantos años… Y si me dices que es joven, encaja con el hecho de que sea hija de la princesa.

No quería ilusionarse, pero nadie en el mundo tenía ese linaje en los ojos. Ellos eran una rara excepción, su madre. Él y su hermana. Ahora su hija. Él, además, permaneció casto: nunca tocó a una mujer en 18 años y eso que tenía para elegir. Tenía que estar emparentada con su hermana.

-Se ve fascinante, debes venir muy seguido aquí, son los mejores postres que he probado en mi vida.

Cuando probó el batido casi estalla en placer, ciertamente en Francia no había nada así.

-Digamos que Francia tiene su fuerte en otra clase de comidas, los postres se quedan fuera de la competición.

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-Entonces prepara algo para el día de mañana por la noche, la traeré a como de lugar.

Sabia que podía usar un As bajo la manga, y nunca mejor dicho, pero dejaría la magia como ultimo recurso, parte del asunto era ver si esa mujer era lo que el esperaba, vería como ganar su atención con otros métodos, ahora debía encontrarla.

Si su intuición no le fallaba, y nunca lo hacia, ella se aburriría de ese chico que lo acompañaba, se notaba a leguas que la exasperaba y que lo que quería era divertirse de verdad, menciono algo sobre ir a comer, esa era una buena pista.

―Te daría todos los cupcakes y postres que fueran para ver esa expresión tuya en la cara― Admitió. Le encantaba ver como las personas se sentían bien y más aún si era gracias a su influencia. Generosidad no le faltaba. Tampoco se jactaba de eso.

De repente, entraron a las carcajadas Isabel y Ed. Se sobaban el estómago. Lo cierto es que antes de ir a esa dulcería, se habían dado el gusto de beber un poco de esos vinos tan dulces, a pesar de haber sido uno barato y ordinario (pues Ed no tenía tanto dinero en ese momento).

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―Bien. Haré una cena privada con música y otros entretenimientos, es todo. Te haré llegar una invitación para la muchacha― Fue su ultimátum.

La sonrisa de Alexander desaparecio instantaneamente al ver a esos dos para llenarse de preocupacion y miedo.

-No puede ser. -Dijo en voz baja.

El aroma a vino barato le llegaba desde lejos.

-Bueno... ahi viene mi hermano y mi prima.

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-Entonces nos vemos... esperare esa invitacion en la casa que les compramos-

Sorbio de un trago el resto del vino y se fue como si nada, primero arreglaria el problema con Elinor y luego veria lo demas.

― ¡Vaya! ¡Parece que les gusta y saben divertirse!― Largó una risotada― Y no los culpo. Son jóvenes, tienen todo el derecho el mundo. ¡Hey! ¡Ustedes! ¡Vengan aquí!

Isa y Ed no paraban de reírse. Este aprovechaba para darle besos en el cuello a su prima, aunque esta lo apartaba con las pocas fuerzas que tenía. Se distrajeron en cuanto esa muchacha de cabello castaño los llamaba para que los acompañaran.
Arrastrando los pies y chocándose con todo, lograron acercarse a duras penas. Ed se tiró en una de las sillas e Isabel cayó encima de sus piernas. Se le colgó del cuello para no terminar en el suelo.

―Me han hablado de ustedes, aunque veo que no van a poder mantenerse mucho tiempo en pie… Pero no importa, quería ver cómo eran― Los examinó― Tú debes ser Isabel. Y obviamente, tú el encantador Ed.

―Ya creo que encanta. Tiene el poder de que me guste el vino más ordinario de todos― Isabel estaba en un evidente estado de ebriedad. No había perdido la noción de lo que hacía, pero le costaba controlarse. Se ve que habían bebido demasiado, pues generalmente la pequeña Isa tenía una gran resistencia al alcohol y era raro que quebrara pronto.

―Oye hermanito, qué suerte tienes― Se quedó mirando la nada misma, tildado― Me tuve que dibujar un reloj en la muñeca, así sabré cuando serán las cinco de la tarde.

No había cosa que a Elinor le causara más gracia que jóvenes disfrutando de la vida y diciendo incoherencias.

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Raziel asintió. Esa noche no podría dormir de la ansiedad, por imaginarse como seria esa pequeña. Su sobrina. La que sería su consentida si resultaba ser ella. La hija que no tuvo.

-No puedo creer que se embriagaran al primer día de haber llegado, que va a decir la tía Ladelly si los ve así... ya bastante generosa fue de permitirles venir y no delataros, si se entera nos va a enviar a todos de regreso a Francia.

Decir que se molestaba por verlos así era poco, Isabel era una tonta y Eduardo un aprovechado, esto solo reforzaba ese mal presentimiento que tenia, sabia que ese dos no eran capaces de vivir sin supervisor.

―Alex, no te enfades con ellos. Puede pasar en cualquier momento. Aparte la capital de Yellow del norte es la cuna de la diversión insana― Se paró de su asiento― Yo te ayudo a llevarlos.

Dejó el dinero en la mesa y puso la cabeza debajo del brazo de Isabel. La llevaba como si pesara un gramo.

―Dime donde viven. Necesitan recostarse y descansar. Y beber mucha agua.

Esa chica le recordaba un poco a su hermano… despreocupado como nadie.

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Ya eran las cinco de la tarde y las enormes campanas del conservatorio comenzaron a sonar con su estruendoso choque.
Era hora de irse. Se había divertido mucho, a pesar de que estaba más avanzada que las demás. Elizabeth ese día no había hablado con nadie; se enfrascó en el sonido de las notas del piano. Nunca fue tan feliz en toda su vida. Esperaba que a su hermana le hubiese ido igual de bien en pintura.

Tomó sus cosas y esperó en la salida para que alguien la recogiera, o encontrarse con Isabel, mínimo.

-Viven en una pequeña casa aledaña a la nuestra. -Dijo Maximilian que estaba parado en la entrada del lugar. -Sabia que te encontraría aquí, pero no espere encontrarlos a ellos también.

Observaba el panorama con disgusto, no podía ser quien el creía, una princesa ahogada en alcohol como una prostituta cualquiera.

-Que decepción... -Dijo en voz baja. -No puedo llevarla así, creerá que contrate una cualquiera y le coloree los ojos para pasarla por ella.

Alexander levanto a su hermano de la silla, sujetándolo del mismo modo en el que Elinor sujetaba a Isabel. Se preguntaba quien era ese y por que le hablaba así, casi se lo rompe el corazón cuando dijo que la de a lado era la casa de ambos, pensó que eran pareja hasta que luego noto su parentesco, debían ser hermanos.

-Suerte que traje un carruaje conmigo, no van a tener que cargarlos hasta su casa. -Se dio la media vuelta y salio del lugar, el coche los esperaba afuera.

-Señor, disculpe... es que nos falta alguien, la hermana de Isabel debe haber salido de ya de sus clases, si pudiera llevarse a mi hermano y dejarme ir por ella...

Esas palabras parecían haber salido a pedir de boca, si tenia una hermana mas prudente quizás las cosas no estarían del todo echadas a perder.

-Pasaremos por ella también. -Fue su respuesta.

El carro resulto ser nada menos que uno de los del Palacio, tenia las insignias reales y eran tirados por hermosos caballos, conducidos por un chófer vestido de gala.

Ayudo a subir a los borrachos, para su suerte el carro era mas grande de lo usual, teniendo tres hileras de asientos en lugar de dos.

Avanzaron unas pocas cuadras hasta llegar al conservatorio, allí Alexander bajo del carruaje y llamo a Elizabeth que estaba en la entrada, gritando su nombre y haciendole señas con las manos.

Elizabeth al ver a su primo fue de inmediato hacia él.

―Pensé que se habían olvidado de mí― Siguió contenta porque su ignorancia era gigante. Al ver el carruaje, se impresionó demasiado. Por alguna razón, sus ojos se desviaron y pudo ver a una Isabel en un estado deplorable. Su corazón se llenó de angustia. Fue corriendo hacia donde estaba ella― ¡Isa! ¡Qué hiciste?

Esta solo le pasó una mano por la cara y le apoyó el dedo índice en los labios, para que se callara.

―No puedo dejarte un solo segundo. Tú debías estar estudiando ¿Qué hacías afuera embriagándote? ¿Por qué pierdes el tiempo de esa manera? ― Estaba tan avergonzada que no sabía dónde meterse. Fue ahí cuando cayó en la cuenta y notó que había más personas dentro― Oh, sepan perdonarme― Agachó la mirada y abrazó la cabeza de su hermana― Perdonen este momento bochornoso en mi nombre. Ahora yo me haré cargo de ella…

De repente a Isabel le dio el bajón.

―Perdóname, Elizabeth. Me atrasé un día y jodí nuestra meta. Estaba tan aburrida… ¡Qué sé yo, me puse loca!

Eli se llevó una mano a los ojos.

Elinor recordó en ese momento que cuando llegó tarde, la que estaba por salir fue Isabel, pero no registró su cara ante la preocupación que le dio arruinar su puntualidad, y posterior humillación de su hermano.

―Te haces el ofendido, pero es todo tu culpa― Le dijo a su hermano con ojos serios― Si no te hubieras metido a hacer tonterías, habríamos tenido un día normal y cumplido el horario y la pobre chica ahora no estaría tan preocupada por su hermana.

-Entiendo que estés molesta conmigo Elinor, y me disculpo por haber tratado de divertirme a expensas tuyas y de tus compañeras... pero no fui yo quien embriago a esta muchacha, no puedes culparme de eso. No tenia pensado pelear mas con su hermana, eso definitivamente no era su culpa, al menos no toda. -sin embargo, como parece que mis acciones fueron el detonante de este embrollo, me haré cargo de todos los inconvenientes que pudieran haber surgido a causa de este... comportamiento... si es preciso meter a "Isabel" en rehabilitación yo me encargare de los gastos totales.

Alexander no podía mas que sentir vergüenza, sabia que Eduardo era el que la había llevado a beber, solo por aprovecharse de ella cuando estuviera ebria.

-Paren de discutir por favor... nadie aquí es responsable mas que ellos dos, vinimos aquí por que queríamos libertado de decidir lo que era mejor para nosotros, pero ellos dos solo se han demostrado a si mismos que no son capaces de cuidarse solos, no es la primera vez que Isabel hace esto, e independientemente de si fue por tener la mañana libre o no, Eduardo seguramente insistió en hacerlo, él también es el responsable.

Maximilian no quería que eso se convirtiera en una escena, hizo que subieran todos y arrancara el coche.

En el carruaje nadie decía nada. Solo se escuchaba el llanto de Isabel contra el pecho de su hermana mayor. Eli solo miraba hacia afuera y le daba palmaditas en la espalda a su hermana. Su hermana se había dejado llevar por la frustración de tener un día arruinado, su primer día para ser más exactos, y ahora tenía que cuidarla hasta el día siguiente y se pusiera mejor.

Ed solamente se había quedado dormido.

Llegaron por fin.

―Vamos Isa, te daré un dulce y luego vamos a mojarte la cabeza― Le habló Eli con dulzura― Yo te ayudaré a bajar. Nadie te verá ¿Si? Y cuando te sientas mejor seguiremos con nuestra meta… No te desanimes. Mañana será otro día y puedes empezar de nuevo.

Elizabeth sabía lo sensible que se podía tornar su hermana menor. Y era extraño verla llorar. Ella nunca lloraba. Siempre demostraba su angustia con agresividad.

―Lamento todo esto. Gracias por arrimarnos― Bajó del carruaje junto con Isabel.


Elinor también bajó y ayudó a Eli.
Una vez que las hermanas se metieron dentro de la casa, ella hizo lo mismo, pero en la suya. Y se encerró en su habitación con llave.

Alexander hizo lo mismo con Eduardo, que no podía ni con su alma, lo llevo dentro de la casa y lo dejo en el sofá, para dejarlo que se ventilara, ya ajustaría cuentas con él.

Se sintió destrozado cuando Elinor se fue a su casa sin decir una sola palabra, todo se había arruinado para él, era tanta su frustración y su enojo por lo sucedido que cuando estuvo en su habitación ni se molesto en desempacar sus cosas, pensó que lo mejor seria volver a casa, haber venido fue una pésima idea.

Solamente cerro la puerta y se tiro a la cama, con la cara metida sobre la almohada.

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Max fue el ultimo en bajar del coche, regreso a la casa y vio que su hermana no estaba de humor para conversar, igual haría el intento.

Fue hasta su habitación y toco la puerta, con la cabeza recargada sobre la misma.

-Elinor sal por favor, quiero disculparme contigo.

Elizabeth terminó haciendo todo lo que dijo. Incluso estuvo más tiempo del normal con ella, pues terminó vomitando ese vino barato y al final se dedicó a bañarla.

Fue afuera, al jardín, para tomar un poco de aire… primer día bastante problemático. Notó que había una especie de hamaca que se balanceaba con el viento, una hamaca hecha de redes.

Se le ocurrió la idea perfecta. Levantó a su hermana y la condujo hacia allá, acostándola en la hamaca y meciéndola un poco, como si fuera un dulce bebé. Ya estaba cambiada, ahora ya no tenía más ese vestido oscuro, sino uno color crema que la hacía ver menos atrevida y más inocente. A veces se preguntaba el motivo de porque Isabel se comportaba de esa manera… y no podía evitar pensar que estaba en disconformidad total con su vida.

―Voy a cocinar, mi bella durmiente. Luego volveré y dormiremos juntas, solo no te levantes y hagas otro lío. Eres muy bonita para eso.

Sonrió y se metió dentro, con la seguridad que se había dormido y no despertaría hasta el día siguiente.
Fue hacia la habitación donde estaba la puerta cerrada y dio unos toquecitos.

―Yo sé que te sientes mal, triste, enojado y decepcionado. Pero quiero que sepas que nunca debes arrepentirte de tu decisión. Esto es solo un contratiempo, ya vas a ver como las cosas mejorarán― Hizo una pausa larga― ¿Vienes a ayudarme? Podemos hacer un pastel para disculparnos con los vecinos y las molestias causadas.

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Elinor sacaba las cosas de su bolso. Abrió la puerta de repente.

―Hiciste que las cosas volvieran a ser como mi primer año aquí. Tanto esfuerzo para nada. Te lo agradezco. Buenas noches― Y cerró la puerta de repente y volvió a trabarla.

-El me esta utilizando Eli, como lo hace siempre... no me hizo venir por que le preocupe que me convierta en un buen escultor, lo hizo por que no se atrevía a venir solo, y es demasiado cabezota como para renunciar a esa obsesión malsana que tiene por Isabel, pero yo no quiero ser parte de eso... me prometí a mi mismo que no seria mas el patiño idiota que limpia la mierda de los animales después que se acaba la función, Ya me las hizo muchas veces y toda la culpa es mía por perdonarlo y dejar que siga haciéndolo, y eso se acaba hoy.

Se levanto y fue hasta la puerta, abriéndola un poco.

-Y solo acabara cuando lo extirpe de mi vida... o me hunda con él.

Tenia lagrimas en sus ojos, esas palabras tenían mucho tiempo atascadas en su garganta y no se atrevía a dejarlas salir, pero era lo que de verdad pensaba.

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-Lo acepto, se que hizo algo terrible y de verdad lo lamento, esto no fue nunca mi intención y te juro por todo lo que amo que haré hasta lo imposible por arreglarlo... eres muy importante para mi Elinor y no puedo vivir si tu estas molesta conmigo... por favor sal y deja que te vea-

―Oh Alex, no digas esas cosas… Yo sé que la relación con tu hermano siempre ha sido muy complicada, y que siempre te sentiste en segundo plano por las numerosas tonterías que ha hecho, pero ahora que estás aquí puedes cambiar eso. Puedes ser el escultor que quieres ¡Puedes ser lo que te propongas!― Lo miró a los ojos― Solo no dejes que tu enojo invada tu corazón y nuble tu mente. Así que mañana irás a buscar a ese maestro que toda tu vida quisiste tener y te convertirás en el próximo artista del siglo. Yo sé que puedes lograrlo. Eres un chico maravilloso y noble, y tienes lo más importante: la actitud, las ganas y la voluntad. No te hagas responsable por las macanas de tu hermano. No caigas en la desesperación.
>>Mañana hablaré en privado con él. Tú ve a hacer tus cosas.

Eli siempre se preocupaba mucho por el padecimiento ajeno. Le dolía en el alma que sufrieran, no podía quedarse de brazos cruzados. Tenía que tomar el rol maternal si o sí.

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Esas palabras la conmovieron, no podía estar mucho tiempo enojada con él.
Cuando eran niños y se peleaban, no aguantaban mucho tiempo sin pedirse perdón.

Abrió la puerta por completo.

―De acuerdo, te perdono. Pero piensa que tus actos tienen consecuencias― Y sonrió.

El no pudo evitar sonreir, le reconfortaba saber que despues de todo la tenia a ella, y que no era como Isabel que lo mandaria al carajo despues de dos palabras.

-Necesito que hagas algo por mi. -Le dijo abriendo por completo la puerta. -Ser su gemelo ha sido mi maldición, asi que quiero ser lo mas diferente que pueda de él, necesito que me cortes el cabello.

Fue por sus cosas y de ellas saco unas tijeras de metal grandes y brillantea.

-Cortame la parte de atras hasta la altura del cuello, con los mechones de enfrente me hare una cola de caballo... él odia no tener el cabello suelto, no se lo hará.

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-Te juro que no volvere a avergonzarte de esa manera jamas! Fue su respuesta, para luego abrazarla con todas sus fuerzas. -Hare algo tambien por los vecinos, se que ellos te agradan y me asegurare de que sean todos tus amigos... no sera como el primer año, sera como nunca ha sido.

Elizabeth asintió y tomó las tijeras. Respetaría su deseo.
Lo hizo sentar en una silla del comedor y comenzó a cortarle ese cabello tan bonito que incluso una chica envidiaría.

―Hice lo mejor que pude. Espero que esté bien así― Se fue a buscar un espejo y se lo pasó.

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Correspondió al abrazo.

―De acuerdo. Muchas gracias, hermano…― Sonrió muy contenta― Un día tenemos que salir en grupo.

En eso, una carta entró por debajo de la puerta. Dentro estaba la invitación personal del rey para Isabel.

Se miro al espejo, asi es como esperaba terminar, ahora tenia que hacerle la pregunta a ella, solo esperaba que no regara la pólvora.

-Tu crees... que le guste a la chica que vive al lado?, su nombre es Elinor y es de ultimo año en el conservatorio... es muy tierna y muy linda, y me gusta...-

Se sentía muy apenado por contarle eso a ella, pero confiaba que guardaría el secreto.

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-Mañana iremos a visitar a Raziel, y quiero que vayas conmigo. -Le dio un pellizco muy leve en la nariz, como un gesto de cariño. -Invitare a las vecinas para limar asperezas y si los muchachos que las acompañan quieren ir también pues iremos todos... así que vayamos a verlos y veamos que tan de humor estan.

―Pues… no lo sé. No podría asegurar una cosa así. Pero tú eres noble y tienes una gran personalidad, no hay nada que perder. A lo mejor y hasta se fija en ti.

Se acordó cuando Isabel vino corriendo a contarle (la primera vez) que le gustaba un chico. Fue muy adorable, pues en ese tiempo Isa era una pequeña niña tímida y ella era más extrovertida… Parecía que con el tiempo los papeles se habían invertido.

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―Es una idea maravillosa. Espero que el rey no se enfade al ver a tanta gente. Ya sabes que es muy serio y cambiante de humor, nunca se sabe que es lo que realmente piensa― Era ignorante de la verdadera situación― Y que ellos acepten. Yo creo que sí. Son todos unos artistas. A Raziel le encantará ver sus talentos.

-Espero que sea suficiente...- Sonrío, tan solo esperaba que ella fuera diferente, que no se fijara solo en que podía ofrecerle económicamente, pues no era mucho.

-Entonces vamos, hagamos ese pastel! Se volteo con una gran sonrisa, decidido a hacer que la cosas cambiaran.

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-Ya lo creo. -Sonrió y cruzo el brazo con el suyo. en la sala habian quedado los caramelos que compro para ella. Esos son para ti, se lo que te gustan las cosas dulces y pensé que podrían ayudar a que me perdones... aun son tuyos si los quieres.