۩ღ Acacia Amarilla ღ۩ [Privado , Evil-Dog]

Tan solo vi como la criatura rompía la pared y se ponía frente a mi.
Nunca me había fracturado... dolía como el maldito infierno.

—Ya es demasiado tarde, princesita. Aunque me mates ahora, mi obligación es cumplir lo que se me ha encomendado.

Y precisamente no era matarla. Lo groso estaba pasando en la frontera con el Oeste.

— ¡Muéstrate como en verdad eres! ¡Cobarde! Octo está con mi padre…

El tipo sonrió, pero no dijo nada.

Estaba tan furioso en ese momento, quería a ese hijo de puta lejos de Amaya, y lo quería ahora... Pero como desaserme de el y evitar que le hiciera mas daño a mi mujer?

Tenia que irme a lo seguro, y no dejarle la posibilidad a ese sujeto de escapar o de hacer mas daño asi que opte por la solución mas conveniente, asesinarlo en ese momento.

La criatura de metal, que en ese momento se encontraba en el suelo lo tomo del tobillo y lo estrujó con tanta fuerza con esa pinza llena de pinchos que tenia por mano que hizo que su pierna se partiera en dos, solo para después hacer lo mismo con el otro pie.

En ese momento , pude ver como mis sospechas se confirmaban... el sujeto en cuestión no era Octo , pues la imagen de su cara se transformó en una totalmente diferente , de facciones horripilantes diría yo , como reacción ante el dolor.

Este era el comienzo de varias aventuras más...

Aproveché a alejarme y quedé cerca de una ventana. Allí pude escuchar claramente los gritos de una desgarrada voz de un hombre , que no era nada más ni nada menos que uno de los mensajeros , el cual se veía desesperado y exclamaba eufórico que le abrieran porque la frontera había sido atacada.

La criatura volvió a transformarse en una llave... Pero solo paso un instante cuando una nueva criatura se transformo del acero que ondulaba en aquella daga, una criatura similar pero completamente diferente, con un color mas obscuro y con los pinchos que recubrían su piel aun mas grandes. Esta nueva criatura tomo al intruso de las piernas y empezó a devorarlo de los tobillos con sus enormes fauses, fauses que del interior emanaban un penetrante olor a azufre, un olor que le daba a entender a su victima que lugar se dirigía y que futuro le deparaba.

En esos momentos Andreas solo se mantenía a distancia sentado con los codos recargados en sus piernas y sosteniedo inmóvil al infame cráneo, quien ahora controlaba a la bestia.

Una vez que impostor había sido inguido hasta la cintura la bestia de metal se detuvo, sus ojos resplandecían con un fuego infernal, y la voz de aquella calavera comenzo a resonar desde el interior de sus entrañas.

-"Tu,mensajero... Que fuiste enviado por tus amos a entonar un mensaje de guerra, sirve como heraldo de aquellos que en estos momentos me ven a través de tus ojos y me escuchan a través de tus oídos, presta atención al mensaje que tengo para tus aquellos: Ustedes... Todos ustedes, el primero y el ultimo... Y todos los que quedan en medio, ustedes que alguna vez me rindieron tributo, que implorosos rogaron por mi impía benevolencia, ustedes que me han olvidado, insultado y traicionado, si reconocen mi voz teman, pues he vuelto a recuperar lo que hace casi ya treinta años obsequie yo... Malebolge"-

Mientras tanto, en la habitación del rey, el mensajero ya había llegado para comunicarle con urgencia lo que estaba pasando en ese momento, o por lo menos lo último que había visto que sucedía en la frontera con el Oeste.

—Algunos de nosotros estábamos almorzando, cuando de pronto surgieron unas criaturas que parecían sacadas del mismo infierno, junto con un pequeño ejército de no más de cincuenta hombres con sus armaduras negras. Habían aparecido de la nada, puesto que sino los hombres que estaban vivos en ese momento cumpliendo con su deber, nos habrían dicho algo con un solo grito. Pero cuando nos quisimos dar cuenta, desde las propias sombras que proyectaban los cuerpos de aquellos enemigos, aparecían seres que se asemejaban mucho a las tinieblas salidas de las peores pesadillas y nuestros hombres caían uno por uno — Se lo notaba bastante histérico — Logré escapar de milagro para comunicarle esto y que se prepare para huir con la princesa antes de que “aquellos” lleguen hasta aquí a asesinarlos. Estoy seguro de algo: al paso que van, no tardarán mucho en venir y que también, estos no son humanos… ¡Huya y recobre fuerzas en el sur! ¡Huya con todo su ejército!

Octo, Gammón, Moses y Joshua se miraron entre sí, ya diciéndose todo. No había demasiado tiempo para hacer una estrategia, así que lo más probable es que las órdenes del rey justamente fueran las que más se temían: Huir hacia el sur rápidamente.

En eso, entró Lucifenia y sin pedir permiso.

—Así que esa es la única que nos queda… tendremos que hacer lo que dice el mensajero para cobrar fuerzas. El sur siempre ha tenido una estrategia ante esto si alguna vez llegaba a pasar. Pueden venir, les abro las puertas —Estaba decidida a no dejarse aplastar.

—No voy a dejar que los del Oeste usurpen mis tierras… aun si lo suyo haya sido un ataque sorpresa, como rey, voy a poner el cuerpo.

—Si hace eso ahora, las leyes que permiten que Amaya le suceda nunca existirán… porque estoy segura de algo: Y eso es que lo terminarán asesinando por terco.

El rey tenía que tomar una medida, urgente.
El problema era que si perdía las tierras , luego , recuperarlas sería una tarea casi imposible.

Le sorprendió bastante la noticia , a decir verdad , puesto que el Oeste prácticamente había tenido una neutralidad de más de un siglo y también comerciaba amistosamente con todas las naciones , incluidas con las de más allá del mar. Y ahora venían con esto...

La criatura siguió devorando al hombre, que solo se limitaba a hacer muecas de dolor mientras el monstruo de metal perforaba órganos, rompía huesos y desgarraba piel con sus enormes mandíbulas.

Cuando el cuerpo había desaparecido en la oscuridad de la entrañas de la criatura, este regreso a su forma de daga, pero antes de que cayera al suelo esta se consumió a si misma y desapareció por completo, a excepción de las tiras de cuero que formaban la empuñadura.

Era la primera vez en la vida que veía al cráneo hacer algo por cuenta propia, pero sabia exactamente por que lo había hecho, pues al usarme para crear una criatura y hacerla que devorara al mensajero, también había devorado su mente, permitiendole saber que es lo que sus amos planeaban.

-"Así que quieren guerra... pues que así sea, les daré una guerra que jamas van a olvidar, les daré algo para que recuerden, el que, como y el por que es por lo que viven"-

El dolor era tan insoportable , que apenas me permitía respirar con normalidad. Sudaba tanto que sentí por un momento mi boca reseca , al igual que los labios.
No sé en que momento y cuanto duró mi desmayo... solo sé que no tengo mucha tolerancia al dolor y soy demasiado sensible físicamente ante cualquier herida o golpe.

Las puntadas continuaron a pesar de que no era capaz de reaccionar. Parecía como si me estuvieran amputando un brazo con un simple cuchillo de cocina , para alargar más mi agonía.

También fui capaz de oír los gritos de las criadas que se aproximaban con sus pasos resonantes a través del pasillo , en la lejanía , que seguramente venían a socorrerme. Solo escuchaba palabras incomprensibles en el aire , aunque con un tono claro de preocupación e histeria.

-"Esto es un desastre..."- Dije al ver el agujero gigante en la pared y el charco de sangre que quedo en el suelo.

-"Y es solo el principio de una masacre que no tendrá fin"- Agrego el cráneo -"Ya no sirve de nada tratar de escapar, tal vez lo pospusiste cuando te escondiste en el Este, pero sabias mejor que nadie que esto era inevitable, la guerra acabo por alcanzarlos."-

-"No se por que, pero sospecho que esto es lo que querías que pasara"-

-"Es lo que debía pasar, ea tierra estaba condenada a irse a la guerra desde mucho antes de que llegaras, sus lideres son cobardes, su rey esta en dudas... para que este reino sobreviba necesita un lider fuerte, uno que los comande hasta la victoria, que vea por el bienestar de muchos en vez de la supervivencia de unos cuantos"-

-"Y que hay de Amaya?"-

-"Ya te lo dije no es lo bastante fuerte para liderar un reino, su padre y su prima están preparándose para una retirada en este preciso instante así que tampoco son una opción"-

-"No si puedo evitarlo..."-

Me puse de pie y salí de la habitación por el agujero que había en la pared y me lleve a Amaya en brazos a buscar a su padre, sabia perfectamente lo que el cráneo me pedía, y aunque me parecía una locura era mas razonable que rendirse sin pelear así como así.

Si bien Lucifenia parecía muy convencida de lo que decía , por dentro aun había duda. Trataba de negar con insistencia aquel sentimiento , acallarlo completamente para así no entrar en conflicto con otras ideas.

Si bien estaba preparándose para la huida , también estaba preparando a soldados para que retrasaran todo lo posible la llegada de los enemigos al castillo principal. Quería salvar a Amaya lo antes posible , sin pensar en el resto que estaba dispuesto a morir o incluso en los pobres inocentes que aguardaban una muerte lenta y dolorosa , la destrucción de sus campos e incluso de sus propias familias. Pero ella consideró que la prioridad más importante era mantener con vida a la única heredera del trono de Yellow del Norte y mientras tanto , al que ella consideraba el inútil de su tío.

-Busquen a la princesa. Es necesario que siga viva.

Mientras caminaba por aquel pasillo, pude escuchar como el padre y la prima de Amaya discutían.

-"De verdad planean rendirse solo por que perdieron la primera batalla? De verdad piensan dejar morir a miles con tal de salvarse a ustedes mismos? cobardes..."-

Deje a Amaya en uno de los sillones y le pedí a uno de los de la guardia que la cuidara

-"Cuando vuelva con mi hija ustedes dos y yo tendremos muchas cosas de que hablar"-

Bueno, me alegra saber que era eso y no por que te cansaste del juego como pensaba.

Respecto si a continuar con el o no, por mi esta bien, solo que con una condición... No quiero alargarlo mas de lo debido.

A lo que me refiero es que (no se si en esto estarás descuerdo conmigo) es que con el ritmo que teníamos anteriormente de 15-20 entradas al día, apenas tenia tiempo de pensar en lo que escribía y para ser sincero mucho de lo que escribí, viéndolo en retrospectiva... Lo detesto. No por que no me haya divertido al escribirlo, sino por que si pienso en el rol como una historia que escribo junto contigo lo que obtengo es algo que no me gustaría que nadie viera... O por lo menos algunas partes.

así que si, si estas de acuerdo quiero continuar, tomarme los días, semanas o meses que hagan falta para darle un final satisfactorio, y por que no... Empezar otro?

Spoiler:

~EDIT~

Cuando oí lo que estaban discutiendo mis queridos parientes, padre y prima respectivamente, no lo podía creer. No podía creer que estaban bajando los brazos antes de resistir, luchar, pelear con todas sus fuerzas por una causa tan importante como lo era proteger a las personas que estaban viviendo en nuestro reino y además, todo lo que implicaba Yellow de Norte. Todo con tal de salvarse el pellejo…

— ¡Vergüenza tendría que darles! — Exclamé parándome de un salto y yendo a esa habitación. Dejé de lado mis gimoteos silenciosos para dar paso a la diosa guerrera que tenía dentro, con brazo quebrado colgando y todo — A mi no me importaría morir si es por una causa justa. Y siquiera soy reina como para pensar de esa manera, de la manera que deberían reflexionar los reyes. Córtenme la cabeza si quieren… pero yo no me quedaré de brazos cruzados para que venga el enemigo y destruya todo lo que nuestros antepasados construyeron y vieron crecer con el paso del tiempo ; todo lo que obtuvieron mediante lágrimas de sangre y esfuerzo. No permitiré, sea quien sea, que deshonren esta casa. Si hay que dar batalla ¡Entonces se la daremos! Si hay que resistir ¡Entonces así se hará, todo por los nuestros, hasta la mismísima muerte! Y principalmente ¡No dejaré que NADIE se interponga en nuestro camino y le daré la lección de su vida!
>>Así que en vez de estar planeando como van a huir, piensen más bien como arrancarles la cabeza a esos desgraciados, a todo el que se atreva a desafiar y usurpar nuestro hogar. Les llevará el mismo tiempo que escapar…

Lucifenia se quedó callada.

—Mis consejeros de guerra me han dicho que lo mejor es huir al sur donde podemos estar más seguros hasta que encontremos los dichosos objetos sagrados y luego recuperar las tierras del Norte en una guerra.

—Tus consejeros no saben nada. Si dejamos que eso pase, olvídate de que alguna vez este reino existió. Van a poner todo su empeño en reducir aún más el territorio y luego acorralarnos a todos en el Sur. Y esa será una muerte segura — Sentencié muy firmemente.

— ¡Es para salvarlos a todos!

— ¡Más bien querrás decir a la realeza!

— ¡Es por tu bien! Si nos vamos a poder hacer la ley en secreto y luego recuperar las tierras…

La interrumpí.

— ¡Ilusa! ¡Eso no sucederá! Ya te lo dije, más claro imposible. Si quieren morir, ejecuten su plan… y si no, van a tener que seguir los míos, y si desean pararme… deberán matarme o encerrarme en una mazmorra — Fue realmente desafiante mi veredicto y corría el riesgo de que el rey levantara la mano y ordenara mi ejecución. Pero ya no me importaba…

Al otro lado del pasillo, Malebolge susurraba en lenguas antiguas, maldiciendo con odio a los enemigos que se aproximaban por el horizonte.

-"Durante estos últimos meses, he accedido a guardar silencio, mientras tu Astaroth jugabas a la familia feliz con estas dos niñas... ahora nuestros enemigos nos tienen en desventaja, nuestra legión se ha desvanecido, nuestra fortaleza es una caza de campo, nuestros aliados..."-

-"Ya es suficiente!!!"- Respondió eufórico -"te haz olvidado quien soy y de que soy capaz?"-

La calavera rió sarcástica y exclamo

-"Ah... claro, el infame y temido teniente del Este... el que podía levantar un ejercito de las tumbas de sus enemigos vencidos... como te llamaban esos bandidos a los que perseguías con tanta ferocidad... jinete ensangrentado?"-

-"Jinete sangriento"- Corrigió

-"Claro, claro... y como hará el jinete para enfrentarse a un ejercito de sombras, si no tienes ni siquiera un ejercito propio, si las paredes que protegen tu fortaleza son completamente inservibles y tus únicos aliados ya están planeando su retirada sin siquiera haber peleado... sumado al hecho de que si descubren la verdad sobre ti o sobre mi te matarían en ese mismo instante"-

Andreas tomo a su hija en brazos, meciendola para calmarla un poco

-"De aquí a la frontera son tres días a caballo, suponiendo que el ejercito invasor pase por completo de las aldeas y poblados, y dada su naturaleza sobrenatural calculo que tenemos por lo menos un día para prepararnos"-

-"Se lo que estas planeando nigromante... y puedo asegurarte de que lo que pretendes esta muy por encima de tus poderes"-

-"Pero no de los tuyos..."-

-"Sabes bien que el poder que concedo tiene un alto precio, y visto que ya no haz sido capaz de conseguirme almas, el precio por defender a tus seres queridos de esta amenaza sera la tuya"-

No respondí a esa propuesta, solo metí la calavera en mi bolsillo y regrese con Amaya

— ¡No nos vengas a chantajear! ¡Me obligas a encerrarte en una mazmorra!

Resoplé un cabello que me cayó en medio de la cara.

— ¿Y así es como piensas protegerme…? — Miré al rey que estaba silencioso, como tratando de procesar todo lo que pasaba de la mejor manera sin llegar a explotar como un sapo — No necesito más dudas. Solo una respuesta contundente y bien pensada en poco tiempo.

El rey se llevó una mano a los ojos, para luego masajearse las sienes con extrema pesadez.

—Está bien, princesa Jarishmort Amaya… Como yo en este momento, he de reconocer que no puedo hacer nada satisfactorio debido a mi estado físico, haré algo que nunca antes en la historia de este reino se ha hecho antes. Haz demostrado verdadera lealtad y astucia a la hora de tomar decisiones, tanto a mí como a nuestros súbditos, tanto que ahora te voy a conceder toda mi autoridad hasta nuevo aviso. Estás a cargo. He dicho.

Me quedé completamente estupefacta ante esa decisión. Estaba perfectamente consciente de que ahora tenía una gran responsabilidad encima de mí y que debía dar órdenes a hombres que estaban en contra de que una señorita fuera capaz de mandarlos aun con la autoridad concedida por su majestad. Lucifenia estaba igual que yo, o peor.
Tan solo asentí sin chistar.

El rey tomó una hoja y empezó a escribir. Luego la firmó y selló. Se la dio al mensajero que estaba todavía presente.

—Infórmale a todos - Le dijo al pálido mensajero - Pueden retirarse.

—Ahora vas a tener que colaborar — Le recordé a Lucifenia lo que habíamos discutido antes sobre ayudar y no entorpecer las cosas.

Debía hacer las cosas rápido.

Un escalofrío me recorria la espalda, un sentimiento tan familiar, un aire tan pesado que llenaba mis pulmones, advirtiéndome que el aliento que escapaba por mi boca estaba cada vez mas cerca de er el ultimo.

En aquellos momentos, avanzar por aquel pasillo se asemejaba a caminar entre la vida y la muerte, llevando en un brazo a Eli, lo único bello y hermoso que había hecho en el mundo y en el otro a malebolge, el ser que me recordaba que mi verdadera naturaleza era sembrar la muerte, el dolor y la destruccion

En momentos como esos un hombre solo podía poner en su mente recuerdos de tiempos mas felices, en mi caso lo único que podía pensar era en momentos que pudieron haber pasado pero que nunca fueron: una casa en los campos del Éste, rodeada de toda clase de plantas coloridas y exóticas, una huerta vasta y frondosa sembrada en tierra tan fértil y obscura como el cabello de Amaya.. un perro o dos que jugaban con mis hijas, las hijas que no podre darle a Amaya.

*Música de fondo*

Spoiler:

--

Lucifenia se mordió el labio inferior, sin dejar de mirarme en ningún momento. No estaba enojada, solo desesperada y en parte se podía comprender.

—Tú eres la que estás a cargo ahora, después de todo…

—Te aseguro que las cosas cambiarán a partir de hoy. No perdamos más tiempo, aliada… No, prima mía. Hay que hacer rápidamente los preparativos y plantarnos en la cara a estos atrevidos — Me giré, tratando de no quebrarme en ese mismo momento y permanecer firme ante todo — Solo te voy a pedir una cosa: Si me llega a pasar algo, ayuda a proteger a Elizabeth por mí. Es algo que te deberé toda la vida — Cerré fuertemente los ojos — Todo lo que haré, lo haré por ella y por mi reino, aunque eso conlleve sacrificar mi vida —Empecé a caminar, sosteniéndome el brazo que estaba colgando — Y si escapar con ella es la solución para que su vida no corra peligro, háganlo, pero yo me quedaré aquí y visualizaré el campo de batalla.

Lucifenia se quedó en silencio. Seguramente, la sola idea de perder a su segunda hermana del alma era algo que la perturbaba de sobremanera. Pero habíamos llegado a instancias de las que no había vuelta atrás de ninguna manera; el momento del que había huido todo este tiempo ocultándome en las sombras.

Comenzaba a alejarme de allí, con una meta fija en mente: Resistir y pelear.  Haría el tiempo suficiente para que el resto de las aldeas y poblados que quedaran, pudieran escapar lo más rápido posible. Y luego lucharíamos por ganar este enfrentamiento, aunque fuera muy poco probable al ser un ataque sorpresa y uno no tener algo claro planeado.

Me encontré con Andreas. Tenía mucho que decirle.

—Mi padre me dejó todo a cargo — Le hablé de una manera tranquila, pero seria — Ahora estoy al mando de todo. Te informo porque tendré que estar cerca del campo de batalla, vigilando lo que suceda, cualquier cosa; y ser el apoyo espiritual de mi gente.
>>Esto es inevitable… Ahora es una responsabilidad mía que debo cumplir a rajatabla, yo sola, porque es lo que me corresponde.

Me puse de rodillas.

—Si me llega a pasar algo, no trates de evitar no inevitable. ¡Huye ahora mismo! ¡Escóndete y llévate a Elizabeth contigo! Ella no debe crecer en tiempos de guerra. Debe estar tranquila y feliz, aun si su madre no esté presente. Y aunque me pase algo, ¡Yo prometo que volveré! ¡Inhalando vientos de vida y gloria! — Fruncí el seño — Obedece mis órdenes… por favor. Te lo ruego... — Agaché la cabeza.

—Ahora ya no es cuestión de mi o de ti. La gente que está allá afuera, esperando una orden mía, dispuestos a sacrificar su vida por mí, por sus seres amados, por sus tierras, no va a bajar los brazos aun si tuvieran una lanza clavada en su cuerpo. Porque ellos están pensando en todos y yo no debo quedarme atrás.
>>Si esto es una prueba que debo superar, lo debo hacer personalmente y aceptarlo sin chistar. Además que tocar a lo que más amo, ya es una cuestión propia… Pero no se trata de mí, se trata del futuro de esta nación y toda la gente que lo único que ahora mantiene y tiene, es la esperanza. No puedo defraudarlos. El rey ya ha escrito y firmado esta orden y va para todos, incluso para mí… Y para ti.
>>Vete con Elizabeth, si se queda, no sé qué es lo que pueda llegar a pasar… Pero deseo de corazón que esté lejos de todo esto. Y aunque tal vez me pierda por un tiempo su crecimiento, yo prometo que volveré victoriosa de todo. Ahora ya no me hagas perder más tiempo, debo actuar y preparar cuanto antes el siguiente paso.

Puse cara de destrozo total y le acaricié la cabecita a la pequeña Elizabeth, que se veía adorable con sus ahora prendas blancas llenas de puntillas.

Ahora debía enfriar la cabeza, concentrarme en el objetivo y dar mi mayor esfuerzo.

—No me ocultaré más en las sombras.

-"No te entiendo Anaya, pareciera que haces todo esto tratando de demostrar algo, si no puedo hacer que des marcha atrás a tus locos planes, entonces haré todo lo posible para que no mueras en el intento... Te guste o no"-

—No intento demostrar nada… ¡Nada! — Aseguré. ¿Acaso no entendía el profundo amor que le tenía a todo lo que esta tierra me había dado? Me decepcioné mucho con esas palabras que en ese momento me parecieron bastante desafortunadas, como si no me conociera — A veces son necesarios ciertos sacrificios. Ahora vete ¡Vete! ¡Vete! — Intenté no llorar para demostrarle que a pesar del dolor, no iba a sucumbir ante nada — Llévate la estaca de madera. Se acabó la discusión.

Y ese fue mi ultimátum. Me di la vuelta, dándole la espalda y me fui a paso rápido de allí. Escuché el llanto de Elizabeth resonar por el pasillo.

—Perdónenme.

Las criadas me veían pasar con lágrimas en los ojos y muy preocupadas por el destino de todos. Les ordené que se fueran en ese mismo momento junto con la muchedumbre que luego se formaría cuando le dijera al pregonero, que es a donde iba, advirtiera al resto de los poblados que quedaran en pie.

Y eso hice.

Luego escribí un texto rápido e improvisado y la dejé debajo de la puerta de la oficina de Marcus.

“Vete también, junto con el rey y los demás. Alguien debe cuidarlo… y tienes que sobrevivir para cumplir la promesa que me hiciste: ayudar a proteger a Elizabeth. ¡Vive! ¡Vive! ¡Vive!”

Cuando hice eso, fui con los ancianos consejeros que ahora me ayudarían a hacer los planes. Me sentía algo cohibida, intimidada por todas esas miradas llenas de seriedad y odio porque yo estaba a cargo. Además era la primera vez en toda mi vida que pisaba esa sala para aprender sobre estrategias militares; he de reconocer que a pesar de mi natural ingenio, me consideraba una ignorante en estos temas. Pero mi objetivo también era tratar de aportar algo.

Me senté en el lugar que correspondía a mi padre.

—Empecemos y que sea rápido.

Tenía un par de ideas de lo que podríamos hacer con respecto a algunas cosas que sí podrían llegar a dañar al enemigo.

Amaya no me dejaba mas opción mas que hacer lo que me pedía, pero el modo en el que lo cumplía era cosa mía.

El cráneo sabia muchas cosas, demasiadas diría yo, todo lo que el mensajero pudo haber sabido o sospechado se lo transmitió a El cuando fue devorado

No sabia que era lo que Amaya estaba haciendo, pero lo que si sabia era que sea lo que sea, no habría de funcionar. Los caminos hacia el Sur o al Este estaban llenos de espías, tratar de escapar por alguna de esas rutas seria un suicidio, así que propuse al rey que tomáramos a cuantos pudiéramos y los lleváramos mas al norte hacia la costa, de ahí tomar un barco y dar un rodeo por mar.

El único detalle era que yo no planeaba irme con ellos, Yo iría hacia el Este por el camino rápido, si iba yo solo seria fácil pasar desapercibido. Una vez que llegara a la frontera traería a tantos soldados como pudiera.

El único detalle era que para hacer eso debía poner a Elizabeth a salvo... y en la única persona en la que podía confiar me odiaba con cada fibra de su ser, solo esperaba que lo entendiera... que hacia esto para salvar a Amaya, y a Yellow del Norte con ella.

Pude ganar algo de tiempo en lo que se reunían a toda la gente de los pueblos aledaños al palacio, la caravana no partiría sino hasta la madrugada del día siguiente... tiempo suficiente para convencer a Lucifenia y para despedirme de forma apropiada de mi esposa, ninguna opción era fácil, así que hice lo que me pareció mas lógico, empezar por el principio: Buscar a Lucifenia y convencerla de que me ayude con Eli.

Estábamos discutiendo acaloradamente en aquella sala, principalmente porque me había mandado a cometer una decisión sola, sin consejeros  de por medio (aunque estos habían huido antes que ejecutara dicha orden de escape masivo).

— ¡¿Cómo pudo…?! ¡Los matará a todos! No sabemos bien si hay gente de Amatista esperándonos del otro lado. Será un suicidio masivo. Debió escapar junto con el resto y dejarnos este trabajo a nosotros y dejar que esa gente se las arreglara. Con buenas intenciones no hacemos nada.

Respiré hondo.

—Si no quisiera consejo, me hubiera retirado hace rato y no estaría aquí, con ustedes, aguantando sus gritos. Así que le recomiendo que empiece a bajar la voz y hablar con prudencia al dirigirse a mí.  Segundo, no voy a abandonar a nadie aquí, así que empezarán a pensar junto conmigo una estrategia decente. Último: no perdamos más el tiempo.

Se quedaron callados.

—Vamos por partes… Resolvamos primero esto de transportar a las personas. Estaba pensando, en que si los enemigos están también mezclados con la gente esperando órdenes, que de seguro ya las deben tener y no dudarán en obedecer,  deberíamos buscar otra ruta de escape… y ahí se me ocurrió ir hacia el otro extremo del país, a la costa.

— ¿Eso no nos acorralaría?

— ¿En barcos…? — Agregó otro — Eso sería un gasto de presupuesto enorme…

—No nos acorralaría porque es lo único que nos queda, y un barco es lo ideal. Ahora ya no importa el presupuesto si es por salvar al futuro de esta nación. Recuerden que también están sus familias dirigiéndose para allá, en caso que nos pongamos de acuerdo. Lo único complicado es que yendo hacia esa dirección, puede que también los asalten, les roben, los golpeen e incluso maten. Por eso confío en que harán una buena estrategia…

Estuvieron meditando unos pocos minutos. Un anciano de los seis que eran, se paró y empezó a señalar el mapa que estaba estampado en la mesa.

—Haremos esto: Mientras nuestra gente se va dirigiendo más hacia el norte de Yellow , donde está la costa , pondremos a soldados que los acompañen en un principio, otros que vayan por adelantado delante de ellos y los esperen a mitad de camino. Allí el grupo se dividirá, no dejaremos que los soldados vayan todos juntos, sino que la mitad acompañará a la muchedumbre hasta allá y la otra mitad se retirará, pero no muy lejos, solo lo suficiente como para dar apoyo en caso de un ataque, siendo un ataque sorpresa.  

—Perfecto. Debo recordar y recalcar que estos enemigos son sobrenaturales y no pueden negarlo ahora que estamos casi nariz a nariz con ellos. Las armas convencionales no servirán de nada, solo mataríamos a las tropas. Así que debemos mandar a bendecirlas INMEDIATAMENTE. También alguien se encargará de rociar las armaduras con agua bendita y purificarlas con trozos de cristal.

Se quedaron algo estupefactos.

Y así seguimos.
Uno de ellos me dijo que la debilidad del Oeste era estar demasiados confiados por sus poderes sobrenaturales, así que si podíamos aprovechar aquel defecto, podríamos ganar. Solo había que ser más astuto y cuidadoso que ellos con cada paso que se daba.

Con todos los planes hechos, nos pusimos manos a la obra.

Mandé a bendecir a los soldados, sus armas y armaduras al religioso que estuviera más cercano. El religioso acató sin chistar mis pedidos, y luego me regaló una cruz llena de diamantes y cristales para que este me cuidara. Me lo puse en el cuello.

Todos corrían disparados para todos lados, preparándose. Me llegó una nota del rey en que me decía los planes… y me sorprendió que hubiésemos tenido la misma idea. Le escribí rápidamente que eso estaba haciendo, exactamente lo mismo. Se la di al mensajero para que se la entregara.

—Princesa Amaya, alguien como usted no puede usar vestido en el campo de batalla si es que quiere estar presente. Venga que tenemos la armadura que era de su padre, que seguro le quedará perfecto.

Cuando vi la dichosa armadura, no pude creer que mi padre fuera así de flaco en aquel entonces…

Le dije al noble anciano que sacara la parte que correspondía al brazo izquierdo, porque era ese el que me había lesionado. Una vez que me ayudó a ponerme la armadura, a excepción del brazo y el casco, me sentí tan extraña. Luego me puso una capa azul con el estandarte del reino en la espalda: Era la capa que solamente se usaba cuando había guerra. Mi bisabuelo lo había usado, como mi abuelo y mi padre también… Y ahora yo, la primera mujer en estrenarla. Eso me causó mucha emoción y empecé a lagrimear.

—La espada es demasiado grande y pesada… Así que le daré una que mandó su madre a hacer para el pequeño príncipe Razziel en cuanto creciera.

Puso el estuche alrededor de mi cintura y empecé a mirarla con detalle. Saqué la espada de ella , para llevarse la sorpresa de que era mucho más liviana que todas las que había tocado en mi vida , resultando ser una genial espada bastarda.

—No tengo idea como usar esto…

—Puede aprender… Además es un buen adorno, ¿No lo cree? — El viejo se rió — Es intimidante y noble. Nunca se sabe cuándo pueda llegar a usarla, aun sin ejecutar la técnica propia para blandirla.

—Muchas gracias… Puede huir también.

— ¡NAH! Yo ya estoy viejo, si me llega la hora, me llegará la hora en estas tierras. Y ayudando a su majestad y su hija.

— ¿Me puede soltar el cabello…?

Agradecí, tomé a Fir que se contentó bastante cuando me vio.

—Ha llegado el tiempo… — Le dije a ese enorme caballo — Me veo algo diferente, pero prometo que saldremos de esta.

—Princesa… Todos la están esperando — Se arrimó alguien al establo.

Asentí y me dirigí hacia donde estaban todos, subida a Fir.
Estaba segura que estaban llenos de terror, inseguros y esperando un discurso. Yo no había escrito ninguno, pero bastaba ponerle el corazón e intensidad.

—Soldados— Hablé de forma bastante firme, me temblaba un poco la voz. Suspiré y me mentalicé — Estamos aquí, reunidos, a punto de luchar por el destino de la nación, de nuestras familias, de todo lo que queremos, amamos, nos apasiona… Por todo lo que nuestros antepasados sacrificaron para ser, hoy día, lo que somos, lo que podríamos llegar a hacer.
>> El tiempo pasa rápido y nosotros seguimos su ritmo; Pero en esos minutos de cada hora que pasa, podemos hacer muchas cosas. Y ahora, en algo tan importante como una guerra, podemos modificar el transcurso de las cosas, burlándonos en la cara de la variabilidad y pisar fuertemente hacia delante, hacia la mismísima victoria.
>>Nuestros enemigos pueden ser muy fuertes ¡Pero asquerosamente altivos y confiados! Y esa es la ampolla que debemos punzar sin compasión, aun si resultamos débiles… Tal vez seremos débiles físicamente, ¡Pero jamás espiritualmente! ¡Nuestro interior está ardiendo en un mar de llamas! ¡Viviremos! ¡Pelearemos! ¡Destruiremos!  Y todo como somos, con nuestras enormes virtudes y los terribles defectos.  Declaro aquí que, ¡¡¡Nacimos sin nada puesto y moriremos teniéndolo todo!!! ¡¡PODEMOS SERLO TODO!! ¡¡¡RUMBO A LA VICTORIA, A LA GLORIA, AL HONOR!!!

Levanté la espada bastarda al cielo y acto seguido, todos hicieron lo mismo con sus respectivas armas y empezaron a gritar desaforadamente, profundamente conmovidos y rebosantes de seguridad.

Nos iríamos antes de que cayera la madrugada.

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Lucifenia escuchó desde donde estaba, los gritos de todos.
Ya era hora de irse junto con el Rey y la Guardia Especial… Tenía un mal presentimiento, pero confiaba profundamente en su prima y en su capacidad.

Una vez que todos habíamos salido del castillo, me despedí de Eli a la que habia encomendado el cuidado a su tus Lucifenia y di la media vuelta, tomando carrera hasta donde mi caballo podía dar, Como ya habia mencionado anteriormente, Nuctemeron no era un caballo especialmente rápido, pero lo que le faltaba en velocidad lo tenia en resistencia y en este momento era justo lo que necesitaba, la frontera con el Éste estaba a tres días, uno y medio si reducía los descansos al mínimo, se que a el no le importaba descansar, no a Nuctemeron, igual el ya habia muerto hace muchos años atrás, incluso antes de que yo naciera...

Su historia no esta clara, un espectro condenado a rondar por el mundo de los vivos por el resto de la eternidad, atravesando como una sombra veloz estas llanuras y planicies hasta el fin de los días.

Y así lo hice, a todo galope me dirige hacia el Este, con la misión de volver con tantos soldados pudiera y que, en el peor de los casos, la sucubo recordara que estaba en deuda conmigo.

Si de algo estaba segura Morgana, es que sus superiores harían todo lo posible por desbaratar las estrategias del Norte a la fuerza más que del ingenio. Los destrozarían.
No fue a la guerra porque esa tarea no le había sido encomendada y por ese momento no eran necesarios sus servicios. Tampoco es que quisiera hacerlo: encontrarse con Amaya nuevamente era cumplir con su promesa.

Se enteró que hubo un cambio de planes y estos serían más atroces que los de un principio… Ahora sí estaba segura de que tendría que buscar el momento oportuno para librarse de esa deuda, que, si sus jefes la descubrían, la matarían de la forma más cruel posible y quién sabe si de una manera rápida.

Por el momento, aguardaría.

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Lucifenia estaba en la carroza, contemplando el caos que sería dentro de poco tiempo. Para despejar un poco su cabeza, decidió mirar de forma dulce al bebé que tenía en sus brazos, la cual, con sus enormes ojos, observaba detenidamente a su tía. No la conocía –pues estaba dormida cuando ella la había alzado- , pero por alguna razón, se sentía protegida estando con ella.

A la reina del sur le dieron unas ganas terribles de llorar. Juró a su padre que todo el tiempo que estuviera fuera, la cuidaría, protegería y le daría la mejor educación.

—A veces pienso que podríamos haber evitado esto si yo no me hubiera puesto caprichosa. Pero supongo que a veces también el capricho es una virtud, pues es una característica de todos los Jarishmort y tu madre es tan caprichosa que se empeña en hacer hasta lo imposible. Te haré sentir orgullosa de ella, así para cuando regrese, la recibas con todo el cariño del mundo — La acomodó en sus brazos y empezó a mecerla — Heredaste su belleza. Espero que también su inteligencia. Y que seas más fuerte también — Miró hacia otros lados para asegurarse de que no la estuvieran viendo y le besó la frente a Eli.

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Por el momento, los enemigos no habían salido… Pero aun no habíamos llegado al punto de encuentro.
Nadie podía creer que una niña estuviera a la cabeza. No hay nada como la determinación y apoyo espiritual de una mujer.

Con nosotros venían los soldados, una guardia que nos protegía a los consejeros y a mí, que íbamos detrás; médicos, mensajeros, un pintor y un largo etcétera.
Me bajé del caballo por un momento y agarré un puñado de tierra, vi hacia el horizonte, aguardando lo peor y contemplando las acacias que brillaban con intensidad se iban apagando con el llegar de la noche.

Me subí nuevamente.

—Seguramente querrán atacar de noche — Le recordé a los consejeros. Igual ya estaba todo premeditado, pero no había que confiarse.