۩ღ Acacia Amarilla ღ۩ [Privado , Evil-Dog]

Pasaron el resto de la tarde entre viejos y polvorientos libros, esa antigua magia estaba escrita en lengua muy antigua, una especie de versión arcaica del nórdico antiguo, aunque fue mas fácil de descifrar que el libro, pues teníamos mejore referencias.

Casi habíamos terminado de transcribirlo cuando Marcus interrumpió en la habitación.

-Vaya... Si de por si ya es bastante raro que alguien venga a este lugar, no puedo creer que ustedes dos pasen su tarde en una biblioteca- Dijo sarcásticamente. -En vez de estarse revolcando en una cama- dijo eso ultimo en voz muy baja.

-No los voy a interrumpir mucho tiempo, solo vine a buscar un par de libros para una investigación que estoy llevando a cabo- Refiriéndose al caso de morgana.

—Te escuché— Amaya sonrió.

En realidad no lo había hecho, siquiera había entendido lo que había dicho, pero lo decía para incomodarlo.

Cerró uno de los polvorientos libros, pues ya no lo iba a utilizar más y no se podía sacar más provecho del mismo.
Estiró su cuerpo, no hizo preguntas para que él no averiguara lo que estaban haciendo y apoyó la frente en el borde de la mesa.

—Tal vez pasamos el tiempo en la biblioteca justamente para que nadie nos moleste— Fue la excusa que se le ocurrió— ¿O no? — Y le metió mano a su marido , poniéndole una mirada para que le siguiera la corriente y no levantar sospechas.

-Que? Leche?- Dijo Andreas, que prácticamente se había dormido erguido -Ah, si... para que no nos molesten-

>> Respecto a lo que me dijiste, lo de Morgana... creo que se como ayudarte- Tomo el trozo de metal que había guardado y se lo arrojo.

Marcus no lo entendió en ese momento, pero solo agradeció y se fue. Sabia que algo se tramaban esos dos, pero no tenia tiempo de quedarse a averiguarlo.

— ¡Ahora prepárate! — Amaya se le lanzó encima, pero a la hora de la verdad, se empezó a poner muy nerviosa, como si fuera la primera vez en mucho tiempo o en toda su vida que haría aquello — Habitación o biblioteca, aun con el riesgo que supone que venga alguien nuevamente y nos vea haciendo nuestras “cositas”. A menos que eso te excite y de más emoción.

-Ya escuchaste a Marcus, nadie viene para acá... aunque si esta va a ser nuestra segunda primera vez, habrá que hacerla algo mas memorable... -

Y con memorable me refería a que probablemente TODOS nos íbamos a acordar.

-En el sillón o en la mesa?- le pregunte

—Sillón , más cómodo ,más acolchado y gana por ser el lugar donde estuve encima de ti por primera vez — Aunque esa vez no se habían dado más que un inocente beso.

-Esta bien, pero no lo haré así... Amaya hay algo que me inquieta bastante, sabes que lo que estas viendo no soy yo de verdad, lo que hay detrás de esta imitación de mi antigua apariencia humana es lo que ahora soy... entiendes a donde voy con esto?



>> Quiero saber si te molesta verme así, si puedes seguir amándome así... aunque sea un monstruo-

— ¿Cómo puedes pensar así? A mí no me importa como estés, seas lo que seas… Yo no amo por los ojos, sino por el corazón. Aun si fueras una planta o un asno yo te seguiría queriendo— Le sonrió con dulzura, tratando de convencerlo de sus sentimientos.

-Me reconforta de sobremanera que me digas eso... No lo de la planta o lo del asno, aunque ahora que mencionas al asno, tal vez sea solo mi imaginación, pero creo que estoy un poco mas grande de ahi abajo-

Fuimos al sillón, la situación era la misma de aquel entonces, ella estaba encima de mi y conmemorabamos el que había sido nuestro primer beso, aunque no era para nada como había sido entonces, un beso escurridizo lleno de nervios.

Estaba tan nerviosa que me temblaban las manos aun cuando las tenía quietas apoyadas en su pecho.

No sabía si estaba nerviosa porque sería la segunda primera vez o porque quería que fuera mucho más memorable que aquella vez en la capilla, en la que prácticamente yo lo había hecho por obligación para cumplir con el deber conyugal.
Pero si algo tenía claro, es que ese bebé debía venir sí o sí y esta era una oportunidad perfecta.

Lo acaricié más tiernamente que aquella vez, también por debajo de la ropa. Había comenzado a sudar.

-No tienes por que ponerte nerviosa... hemos hecho esto innumerables veces, se que quieres que esta vez sea especial, pero no te preocupes, empezaremos lento y después veremos que sale- Le sonrei

—Está bien , aun así me es inevitable… — Sonreí tiernamente y me dejé llevar para que ese momento fuera uno que pudiera recordar toda mi vida…

Aunque un viejo sillón no era el lugar mas romántico para hacer el amor, nos las arreglamos para hacer valer el espacio.

Como si fuéramos un par de adolescentes que se veían a escondidas para amarse, hicimos del lugar mas impropio un nido y ahí nos exploramos uno al otro, entre caricias, risas y besos perdimos el pudor y dejamos que las cosas fluyeran.

En toda la tarde no se cruzo ni una sola alma por el lugar, solo de vez en cuando el eco de un gemido apaciguado que rebotaba entre las gruesas paredes de los pasillos.

Como de costumbre, acabamos tapados con las sabanas improvisadas que eran nuestras ropas, con mi cara metida entre su largo cabello y mi mano acariciando si vientre.

Con un dedo en el aire, dibujaba formas imaginarias mientras asimilaba con amor lo sucedido.
Tenía una gran pero tranquila sonrisa en el rostro, principalmente al sentir las caricias en mi vientre, en el cual esperaba con ansias a que pasara el tiempo y me dieran la tan esperada y feliz noticia.

—¿Cómo la llamaremos si es niña?

-Me gusta Lyset, pero como ya le puse el nombre a las dos primeras supongo que debería dejarte el derecho a ti... podríamos ponerle tu nombre si quieres.-

—No, está bien… Ese me parece más que hermoso — Sonreí sinceramente en respuesta — Será un nombre con el que todos la recuerden y reconozcan al apenas oírlo. Con el que ella se sienta identificada. La llamaremos así.

Y de lo contrario, Dante, como habíamos acordado hacía tiempo.
Empecé a acomodarme y vestirme, para ir a ordenar las hojas y juntar las otras para deshacerme de ellas quemándolas, así como había sugerido Morgana.

-También cabe la posibilidad de que sea un niño... O puede que hasta gemelos- dije bromeando.

-Por cierto, tenemos que preparar a las niñas para el viaje, quisiera que nos fuéramos mañana temprano... No es que no agradezca la hospitalidad que Lucifenia nos ha brindado, pero ya es hora de que tengamos nuestra propia casa y si las cosas salen como las planeamos, en menos de una semana habremos recuperado la primera de muchas... No... De todas las ciudades de Yellow del Norte.

—Está bien— Tenía la ilusión intacta de recuperar mi lugar de nacimiento por completo — Entonces iré a empacar las cosas principales de las niñas… aunque Elizabeth extrañará mucho el lugar donde pasó sus primeros años de vida. Por su sonrisa no dudo que fue muy feliz aquí — Me acomodé el cabello.

-Entonces digamosle que son como vacaciones... ya veras que cuando se distraiga por tantos lugares diferentes ni se dará cuenta de cuanto tiempo ha estado lejos de Yellow del sur.-

—De acuerdo. Se lo diremos de ese modo — Y seguro que se lo iba a tomar a bien — Iré a empacar. Las niñas deben estar durmiendo en nuestra habitación todavía, a veces son un par de haraganas.

-Yo iré con Lucifenia a avisarle de nuestro viaje y a encargarle las cosas que necesito-

Me.vesti y me despedí con un beso y un haste luego y fui a buscar a la prima de Amaya.

Marcus en su oficina contemplaba aquel extraño trozo de metal, no entendía por que era tan especial, o como podría ayudarlo a encontrar una cura para Morgana.

Lucifenia estaba discutiendo acaloradamente con unas personas dentro de aquella sala.
Se escuchaban los gritos desde afuera.

—Pero, su majestad, si seguimos manteniendo a la familia real del Norte y a la corte de ese reino, estaremos en bancarrota muy pronto. Siquiera hay pan para alimentar a nuestras familias.

—Entonces que sus mujeres sepan lo que es ganarse el pan y si es posible, que lo amasen; y dejen de depender de sus maridos incluso hasta para satisfacer sus caprichos. Recorten sus propios gastos también y así ayudarán a Yellow del Sur — Le contestó Lucifenia a uno de los hombres — Además, pronto recuperaremos esas tierras y se acabarán sus problemas.

Guardaron silencio por un momento.
¡Mocosa irrespetuosa! , gritaban rabiosos por dentro ¿Esa era la gran sucesora del gran Justiniano III? No podía ser posible: solo se trataba de una mocosa inexperta de veintidós años que los mandaba y terminaba haciendo lo que se le placía sin consultarles o aceptar sus consejos y sugerencias.

—Aun queda hablar sobre su boda… ¿Cuánto costará eso? Y encima el pretendiente que eligió. Totalmente indigno. ¿Acaso no pensó en lo que dirían los demás sobre eso? ¿Sobre las consecuencias que es tener a este hombre viviendo bajo el mismo techo antes de casarse?

—Quédense tranquilos por eso, que si tanto les irrita, planeaba casarme al aire libre sin ningún invitado — Les sonrió sarcástica — Ya que ahora está viviendo en MI casa, vamos a casarnos fuera de ella para que no haya más quejas — Se estaba burlando prácticamente en su rostro — Y no es un cualquiera… es el Duque de Yellow del Norte y se acabó.

— ¡Ja! ¡”Duque”! ¡Y del caído Yellow del Norte!

—Cuando tengamos esos terrenos de nuevo no dirán lo mismo… Este reino, desde que era uno solo, se ha caracterizado por siempre renacer de las cenizas aun en los peores momentos… y esto no es la excepción.

—Y eso fue porque siempre hubo líderes fuertes en el trono. Su prima no es un ejemplo de eso. Se hizo la valiente y perdió la guerra. Encima es la heredera…

—Ella no perdió la guerra. La ganó si no hubiese sido por ese demonio… Y lo saben perfectamente. ¡A ustedes les falta más hombría de la que tuvo mi prima! ¡LÁRGUENSE! ¡NO QUIERO SEGUIR ESCUCHÁNDOLOS!

—No le dejaremos las cosas fáciles, Lucifenia Antonieta Jarishmort. El trono le queda grande y a su prima también.

— ¿Me están amenazando?

—Solo advirtiendo.

— ¡LARGO!


A los hombres no les quedó otra que salir de allí.
Una vez Lucifenia se aseguró de que estuviera sola, sacó un poco de panza.

—Esto es terrible, hijo mío. Terrible. Y además estás creciendo demasiado rápido.

O el niño era muy grande o confirmaría sus sospechas tarde o temprano : que eran gemelos.

Andreas entro justo cuando el montón de viejos salían.

Desde niño siempre le habían causado repulsión los aristócratas y sobretodo los políticos, codiciosos y arrogantes, no bajaba la voz cuando los insultaba o se burlaba, incluso mas de alguna vez llego a lanzarles maleficios.

-Vaya forma de arruinarse el día... Tratar con esos pomposos pretenciosos-

>>No pude evitar escuchar que se quejaban de nuestra presencia, no tendrán que preocuparse mucho tiempo mas por eso, pronto habremos recuperado parte de nuestras tierras en el Norte y muchos de esos problemas que los aquejan se habrán resuelto-

Se sentó en uno de los sillones con las piernas abiertas pues aun no se recuperaba del todo de sus actividades maritales de esa tarde.

Lucifenia se asustó bastante y volvió a meter panza rápidamente, aunque aun el sentimiento de perseguimiento seguía estando allí… Comenzó a sudar.

—Pues si… Pero todo lo que haga no les conformará, así que me da igual. Aunque no voy a poder seguir ignorándolos y echándolos como perros todo el tiempo. Tarde o temprano deberé enfrentarlos y no sé qué pasará cuando llegue ese día —Se paró de su silla y puso las manos detrás de su espalda, para dirigirse hacia los ventanales y mirar para afuera — ¿Qué precisas?

-Ire al Este, a conseguir el apoyo de mi hermana, como ya te dije pienso recuperar las tierras que perdimos a manos de Malebolge, Empezare por ciudades clave, empezando por aquella ciudad en la que la familia de Amaya pasaba sus vacaciones de verano, es la segunda ciudad mas grande después de la capital, pero la primera en explotación de materias primas y minería, después veré que hago, pero primero necesito que me ayudes con los materiales que necesito para limpiar la ciudad... ah si, y me llevare a Amaya y a las niñas conmigo al Este.-